Todo el salmo 119 es una
maravilla con respecto a la importancia de la Ley del Señor y a la felicidad
del justo.
"Dichosos los que caminan en la Ley del Señor. Dichosos los que guardan
sus preceptos y le buscan de todo corazón" (Sal 119, 1-2)
Y así en múltiples
versículos entresacados del Antiguo Testamento: "Dichoso el hombre a quien
Tú enseñas, Señor, al que le instruyes en tu Ley" (Sal 94, 12) "Los
que aman al Señor siguen sus caminos... y quedan llenos de su Ley" (Eclo
2, 18-19) "El que camina según mis preceptos y
observa mis normas, obrando con verdad, ése es justo y vivirá" (Ez 18,
9). "Yo soy el Señor, tu Dios, que
te enseña para tu bien, que te guía por el camino que has de seguir" (Is
48, 17). "Guarda las disposiciones del Señor, tu Dios, caminando
por sus sendas, cumpliendo sus leyes y sus mandamientos, sus normas y sus
juicios, tal como están escritos en la Ley de Moisés, para que tengas éxito en todo lo que hagas y en cualquier parte adonde te dirijas". (1 Re 2, 3)
Es un juez justo: Da a cada uno aquello
que le corresponde: "Yo,
el Señor, escudriño el corazón,
examino las entrañas, para retribuir a
cada uno según su conducta, según el
fruto de sus obras" (Jer 17, 10). "Sólo de Dios es el juicio"
(Sal 75, 8). "Levántate, oh Dios. Juzga la tierra, porque Tú eres el Señor
de todas las naciones". (Sal 82, 8)."Él juzga a los pueblos con
rectitud" (Sal 96,10) "El Señor es justo y ama la justicia; los
rectos verán su rostro" (Sal 11,7):"Tú eres justo, Señor; tus
juicios son rectos".(Sal 119,137). "El Señor es justo en todos sus
caminos, misericordioso en todas sus acciones" (Sal 145, 17)
Perdona nuestros pecados: Dije: "Confesaré mis culpas al Señor". Y Tú
perdonaste mi culpa y mi pecado" (Sal 32,5) . "El Señor no nos trata
según nuestros pecados, ni nos paga según nuestras culpas" (Sal 103, 11)."
Como se apiada un padre de sus hijos, así el Señor tiene piedad de los que le
temen. Pues Él conoce de qué estamos hechos, recuerda que somos polvo"
(Sal 103, 13-14).
Todo el salmo 51 es una
súplica de purificación del pecado y de renovación del corazón: "Contra Tí, contra Tí sólo he pecado, y
he hecho lo que es malo a tus ojos. Por eso has sido justo en tu sentencia..."
(Sal 51, 6). "En culpa nací y en pecado me concibió mi madre" (Sal
51, 7). "Lávame y quedaré más blanco que la nieve" (Sal 51,9)
"...Borra todas mis culpas. Crea en mí, Dios mío, un corazón puro"
(Sal 51, 11-12). Ciertamente, el Señor, y sólo Él, puede hacerlo: "Aunque vuestros
pecados fuesen como la grana, quedarán blancos como la nieve" (Is 1, 18). "Yo
soy quien borra tus delitos por Mí mismo, y no recordaré tus pecados" (Is
43, 25) "... Volveos a Mí y seréis salvos, confines todos de la Tierra.
Pues Yo soy Dios y nadie más". (Is 45, 22)
Cuando el Señor perdona,
es un perdón real. A todos los efectos es como si no se hubiera cometido:
"Si el
impío se convierte de todos los pecados que cometió, guarda todos mis preceptos
y obra justicia y derecho, ciertamente vivirá, no morirá. No le será recordado
ninguno de los delitos que cometió. Vivirá por la justicia que ha practicado"
(Ez 18, 21-22). "No quiero la muerte del impío, sino que se convierta de
su camino y viva. Convertíos, convertíos de vuestros malos caminos" (Ez
33, 11) "¡Conviérteme y me convertiré!, que Tú eres el Señor,
mi Dios. Pues después de extraviarme, me he arrepentido, después de darme
cuenta, me golpeé el pecho". (Jer 31, 18-19)
Respeta nuestra libertad, no se nos impone por la fuerza: "Así
habla el Señor: Yo pongo ante vosotros el camino de la vida y el camino de la
muerte" (Jer 21,8)."Él ha puesto ante tí fuego y agua; adonde quieras
extenderás tu mano. Ante los hombres están la vida y la muerte, el bien y el
mal; a cada uno se le dará lo que le
plazca" (Eclo 15, 17-18).
Sin embargo, elegimos muchas veces, para nuestra
desgracia, el alejarnos del Señor: "Me dieron la
espalda en vez de la cara. Aunque Yo los adoctrinaba sin cesar, ellos no
quisieron escuchar para no aceptar la instrucción" (Jer 32,33) "... os habéis apartado de mis preceptos, no los habéis
guardado" (Mal 3, 7).
Pero no todo está
perdido. De nosotros depende, porque así Él lo ha establecido: "Me
invocaréis, vendréis a rezarme y Yo os escucharé. Me buscaréis y me
encontraréis, si me buscáis de todo corazón. Me dejaré encontrar de vosotros..."
(Jer 29, 12-14). "Volveos
a Mí y Yo me volveré a vosotros (Mal 3, 7) "... Convertíos y vivid"
(Ez 18, 31-32) "...
Buscad al Señor mientras se le puede encontrar. Invocarle mientras está cerca.
Que el impío deje su camino y el hombre inicuo sus pensamientos; que se
convierta al Señor y el Señor se compadecerá de él, porque nuestro Dios es pródigo en perdonar" (Is 55, 6-7)
Es más: cuando nos
encontramos abatidos y pensamos que es imposible el cambio y que estamos
perdidos, su voz resuena en nuestros oídos y llega hasta nuestro corazón: "No temas, que Yo estoy contigo; no
desmayes, que Yo soy tu Dios. Te daré
fuerzas, te socorreré, te sostendré con mi diestra vigorosa" (Is 41,
10).Por eso dice el salmista: "Cuando en mi interior se prodigan
inquietudes, tus consuelos solazan mi
alma" (Sal 94, 19). Y es
que el Señor...
Es misericordioso: "Cuando pienso:
"mi pie vacila", tu
misericordia, Señor, me sostiene" (Sal 94, 18)."No
rechaza para siempre el Señor, porque si aflige, luego se apiada según la
riqueza de su misericordia; porque no se goza en humillar ni en afligir a los
hijos del hombre" (Lam 3, 32-33)."Qué preciosa es tu misericordia,
oh Dios. A la sombra de tus alas se refugian los hijos de Adán". (Sal 36,8). "El Señor es bueno con todos, y su
misericordia se extiende a todas sus obras" (Sal 145, 9). "El Señor
es paciente con los hombres y derrama
sobre ellos su misericordia" (Ec 18,9). " Su misericordia es eterna"
(Sal 136).
" La ternura del Señor no se acaba ni se agota su misericordia" (Lam
3,22). Y llega a extremos
conmovedores e incomprensibles, porque verdaderamente le importamos: "Yo mismo buscaré mi rebaño y lo apacentaré" (Ez 34,11). "Yo mismo pastorearé mis ovejas y las
haré descansar, dice el Señor Dios. Buscaré a la perdida, haré volver a la
descriada, a la que esté herida la vendaré, y curaré a la enferma. Tendré
cuidado de la bien nutrida y de la fuerte. Las pastorearé con rectitud".
(Ez 34, 15-16). Por eso nos atrevemos a decirle: "Que tu misericordia,
Señor, esté sobre nosotros, que hemos puesto en Tí nuestra esperanza" (Sal
32, 22).
(Continuará)