El Único Dios, cuyo "eterno poder y su divinidad se han
hecho visibles a la inteligencia a través de las cosas creadas" (Rom 1,
20); este Dios que "en diversos momentos y de muchos modos habló en el
pasado a nuestros padres por medio de los profetas" (Heb 1, 1-2)... al llegar la plenitud de los tiempos, ENVIÓ
A SU HIJO, nacido de mujer, nacido bajo la Ley.. ." (Gal 4, 4), es decir, a Jesús.
De modo que, por una parte, Jesús
es verdadero hombre, nacido de mujer, hijo de María según la carne [“... bendito es el fruto de tu
vientre" (Lc 1,42), le dijo Isabel a María, refiriéndose a
Jesús], y considerado "legalmente" como hijo de José: "¿No es éste el hijo de José?" (Lc 4,22), decían los judíos hablando de Jesús; de
ahí la expresión nacido bajo la Ley [ya sabemos que José no fue realmente padre de Jesús según la carne, pues entre
María y José no hubo relaciones conyugales; José representó ese papel de padre legal de Jesús porque eso fue lo que Dios le
pedía; y a ello consagró gustoso toda su vida].
Por otra parte, Jesús
es también verdadero Dios: A
la pregunta de María dirigida al arcángel Gabriel con respecto al modo en
que concebiría a su hijo: "¿De qué modo se hará esto, pues no
conozco varón?" (Lc 1,34), el ángel le respondió: "El Espíritu Santo descenderá sobre
tí y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso, el que nacerá Santo será llamado Hijo de Dios...pues
para Dios nada hay imposible" (Lc 1, 36-37). Ya hemos visto cómo "... al llegar la plenitud de los tiempos, Dios ENVIÓ A SU HIJO,
nacido de mujer, nacido bajo la
Ley.. ." (Gal 4, 4). El que nació de mujer y nació bajo la ley, es decir, Jesús,
es también SU HIJO, el que Él nos ha enviado.
El propio Jesús habla, en repetidas ocasiones, de esta misión que ha recibido de su Padre así como de su identidad con el Padre: "Yo y el Padre somos uno" (Jn 10,30). "El que me ve a Mí, ve al que me ha enviado" (Jn 12, 45).
El propio Jesús habla, en repetidas ocasiones, de esta misión que ha recibido de su Padre así como de su identidad con el Padre: "Yo y el Padre somos uno" (Jn 10,30). "El que me ve a Mí, ve al que me ha enviado" (Jn 12, 45).
Después de saludar a María, el ángel Gabriel le dijo: "No temas, María, porque has hallado gracia delante de
Dios. Concebirás en tu seno y darás
a luz un hijo, y le
pondrás por nombre Jesús. Será grande y será
llamado Hijo del Altísimo... reinará eternamente... y su Reino no tendrá
fin" (Lc 1, 30-33). Aquí aparece Jesús como hijo de María y
como Hijo de Dios
¿Y cómo era la relación de Jesús con su Padre? ¿Qué se lee en el
Evangelio?
Cuando San Juan, en su Evangelio, habla del Verbo, de ese
Verbo que estaba junto a Dios y de ese Verbo que era Dios, se está refiriendo
precisamente al Hijo, al Hijo de Dios, lo que queda muy claro cuando dice que "... el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros,
y hemos visto su gloria, gloria como de Unigénito
del Padre, lleno de gracia y verdad" (Jn 1, 14). Este Verbo que se hizo carne, que
habitó entre nosotros y que es Unigénito del Padre es, precisamente, JESÚS.
De modo
que, aunque es verdad que "a Dios nadie
lo ha visto jamás", sin embargo, "el
Dios Unigénito, el que está en el seno del Padre", es decir, Jesucristo, "Él
mismo nos lo ha dado a conocer" (Jn 1,18). Esto
explica todo lo que era inexplicable para los judíos, por ejemplo, cuando
pensaban que Jesús blasfemaba, al decirle al paralítico: "Hijo,
tus pecados te son perdonados", porque "¿quién
puede perdonar los pecados sino sólo Dios" (Mc 2, 5.7). Y tenían razón en lo que estaban pensando... ¡Pero claro, es que... Jesucristo era Dios!
(Continuará)