Por supuesto que es necesario estar bautizado para pertenecer a la Iglesia, pero no es suficiente para salvarse: sólo siendo un miembro 'vivo' del Cuerpo de Cristo (es decir, en estado de gracia) es posible la salvación . Respecto a los no bautizados, en concreto aquellos a los que no ha llegado el mensaje del Evangelio, y no han podido conocer a Jesucristo, pero viven con honradez y buscan la verdad con todas sus fuerzas, la Iglesia habla de "los caminos extraordinarios de la gracia" y de una pertenencia, de hecho, a la única Iglesia católica. De algún modo se podría decir que participarían del bautismo de deseo y que podrían salvarse; en otras palabras, que serían 'católicos sin saberlo' (tal vez una expresión poco afortunada. Véase, a este respecto, la nota 1 a pie de página) y pertenecientes, por lo tanto, a la única Iglesia de Jesucristo, pues sigue siendo cierto que "fuera de la Iglesia no hay salvación".
Con relación a este tema nos dice el Catecismo Mayor de San Pío X:
En todo caso, se trata de situaciones muy concretas, que sólo Dios conoce. De ahí la obligación que tenemos los cristianos de conocer y amar a Jesús con todas nuestras fuerzas; y de rezar por toda esa gente que aún no conoce a Jesucristo. Aquí vendría a cuento hablar de la importancia de las misiones y de la predicación del Evangelio para que el mensaje de Cristo llegue a todos los habitantes de la Tierra. Este punto se deja para otra ocasión.
Quién sin culpa, es decir, de buena fe,
se hallase fuera de la Iglesia y hubiese recibido el bautismo o, a lo menos,
tuviese el deseo implícito de recibirlo y buscase, además, sinceramente la
verdad y cumpliese la voluntad de Dios lo mejor que pudiese, este tal, aunque separado
del cuerpo de la Iglesia, estaría unido al alma de ella y, por consiguiente, en
camino de salvación.
(Continuará)
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(1) La idea de "católicos sin saberlo" no se refiere, evidentemente, a todos los hombres (como hay mucha gente que así piensa, de modo erróneo): sólo a aquellos que, por ignorancia invencible, no han conocido a Jesucristo; pero que han vivido íntegramente, conforme a la ley natural impresa por Dios en su corazón: "Haz el bien y evita el mal". Pienso, por ejemplo, en Platón, en Aristóteles, en Virgilio, etc..., así como en tanta gente de hoy, gente buena y de buen corazón, que buscan sinceramente la verdad con todas sus fuerzas, pero a quienes no ha llegado la noticia del Evangelio, gente a la que si se les hablara de Jesucristo (del auténtico Jesucristo) lo seguirían de todas, todas. Al fin y al cabo, Jesús dijo de sí mismo: "Yo soy el camino, la verdad y la vida" (Jn 14,6). Puesto que en lo más hondo de su alma han optado por Dios, aun sin conocerlo suficientemente; y puesto que Dios se deja encontrar siempre de aquellos que le buscan con sincero corazón, no habiendo en él acepción de personas, tengo el convencimiento de que esa gente participa del bautismo de deseo. En todo caso eso nadie puede saberlo con seguridad. Es Dios, y sólo Dios, quien tiene todos los datos y quien conoce las profundidades del ser de cada uno y el único que puede emitir un juicio justo en cada caso. De lo que no cabe ninguna duda, es de que si se salvan, esa salvación tendría lugar, con toda seguridad, a través de Jesucristo, pues "ningún otro Nombre hay bajo el cielo, dado a los hombres, por el que podamos salvarnos" (Hech, 4,12).
Por desgracia, y en contraposición a lo anterior, es una realidad evidente, para quien quiera verla, la existencia en la actualidad de un enorme número de cristianos que son "no católicos, sin saberlo". Esto es altamente preocupante, pues se cuentan por miles e incluso millones, los "católicos" que dicen serlo, pero que no lo son: no pueden serlo, aunque ellos digan otra cosa, desde el momento en que aceptan como normales e incluso buenas una serie de cosas que son auténticas herejías y que están condenadas por la Iglesia de siempre. Y puesto que no se arrepienten de ello, sino todo lo contrario, esa gente, aunque esté bautizada, no puede pertenecer a la Iglesia, de ninguna de las maneras, por más que repitan hasta la saciedad que son católicos. No lo son ... y ellos lo saben. Es cierto que posiblemente hayan sido engañados por aquellos que debían guiarlos, falsos pastores que "ni entran ni dejan entrar" (Mt 23,13). Pero es cierto también que, en realidad, sólo puede ser engañado aquel que quiere ser engañado. No obstante, cabe pensar también en una ignorancia invencible. Eso es Dios quien lo sabe; cada caso es único. Sobre este tema ya escribí en otro momento. Remito a él a quien esté interesado en ello, para lo cual puede pinchar aquí