A continuación escribo unas poesías que compuse cuando era más joven. Se encuentran recogidas también en mi otro blog "Il trovatore" a razón de tres o cuatro liras cada día. Aquí se encuentran todas recogidas. Salvo ligeros retoques y algún añadido, básicamente coinciden con las que en su momento escribí.
POESÍA
Lo que se pretende con estas liras es que su
lectura sosegada contribuya al acercamiento y al amor a Jesús. En un
principio pensaba hacer un breve comentario a cada una de ellas, pero he optado
finalmente por dejar esa tarea al posible lector, pues no puedo apresar en
conceptos, ni siquiera para mí mismo, lo que quiero expresar. Tan solo puedo
añadir, aunque ya se habrá adivinado, que el amado, de quien aquí se habla, es
Jesús. Sin Él la vida no tiene ningún sentido.
LAS COSAS CONDUCEN AL AMADO
1. El olor de las rosas
me llegó, paseando por el prado.
Y las vi tan hermosas
que, su aroma inhalado
me llevó, sin notarlo, hasta mi amado.
2. El viento está soplando:
cálido, dulce, suave y amainado.
Y déjame gozando,
en un fuego callado,
hablándome, en suspiros, de mi amado.
3. Si acaso le dejara
marcar ritmo en mi vida, sin demora,
como Él me señalara,
la vida, desde ahora,
tendría la dulzura de la aurora.
4. Por angosto sendero
te he buscado, mi amado, y aún sigo
buscando, porque quiero
poder cenar contigo
un día, y que cenes tú conmigo.
5. Si sólo deseara
saborear en todo tu hermosura;
y si la vida amara,
la noche, aunque oscura,
sería como el alba, clara y pura.
de tu viña, me estabas aguardando;
y, tu vino gustado,
me dejaba palpando
que tú en él te me estabas entregando.
7. Si tú te me entregaras
por entero, yo todo lo tendría.
Y si en mí te fijaras,
en tí me gozaría
y en locura de amor te seguiría.
8. En tu sola presencia,
tan solo en ella puedo ser colmado;
y todo es carencia,
aunque todo es amado
porque todo tus labios han besado.
9. En el suave perfume,
que desciende del monte a la pradera,
mi huerto se consume
en encendida hoguera
de amor, que gime, vela y siempre espera.
10. Y, en callado respeto
que escucha; y mirando las estrellas
he captado el secreto
que se escondía en ellas
y que hablaba de amores de doncellas.
LA MIRADA DEL AMADO
11. No hay vida sino amando,
pero si en mí no estás de amor no entiendo.
Por eso voy clamando
y, sin cesar, gimiendo,
con ansias tus amores pretendiendo.
12. Amado, en tu mirada
rebosa el corazón, enamorado,
sin nostalgia de nada,
sintiéndose embriagado
y hacia tí todo el ánimo volcado.
13. Pues eres poesía
y belleza reside en tu mirada,
colmando de alegría,
jamás imaginada,
a todo el que recibe tu llamada.
14. Quemada ya mi nave,
y todo retroceso eliminado,
compruebo en mí lo suave
del yugo de mi amado,
y a su lado me siento confortado.
15. Mirarte es mi deseo
y ser por tí mirado en mi interior.
Pues, aunque nada veo,
sí sé bien de tu amor
y, por tu ausencia, muero de dolor.
16. Cuando sólo tú cuentes,
porque haya mi cáliz apurado,
sentiré como sientes.
Y, en tus ojos mirado,
veré mi cuerpo todo iluminado.
17. Si, a cambio de mi nada,
tu vida me la das para que viva,
y me das tu mirada,
en mis ojos se aviva
la llama que, en los tuyos, me cautiva.
18. ¡Algún día será
en que se me revele, al fin, mi amado!
Mas, ¿cuándo ocurrirá,
cuándo será saciado
en él, mi corazón atormentado?
19. Avecillas del cielo,
que os despertáis al toque de campana:
decidle, en vuestro vuelo,
que estoy en mi ventana
con ansias de que llegue la mañana.
20. Y decidle que muero,
desde que su perfume yo aspirara;
mas decidle primero
que ansío ver su cara
cuando esta noche oscura se pasara
21. Y bien sé qué vería:
sus ojos, que mi rostro iluminaban
como nadie entendía,
pues cuando me miraban
era a él, sin dudar, lo que me daban.
22. Su mirada buscaba,
amorosa, del río en la ribera.
Y, a menudo, quedaba
en una dulce espera
mientras él se escondía tras la higuera.
23. Sintiendo su mirada,
pendiente de la mía y amorosa,
no importa ya mi nada,
ni importa ya cosa
y mi vida la veo muy valiosa.
24. La luz que, de sus ojos,
al corazón atento le llegaba,
quitaba sus enojos
y tal valor le daba
que ya temor ninguno le quedaba.
al sentir en sus ojos la alegría;
ojos que yo amaba,
porque en ellos veía
aquello que antes sólo lo sabía.
26. En la hermosa aventura
que es la vida, a su lado, no temía
hundirme en la espesura,
pues la luz que veía
en sus ojos, los míos encendía.
27. Un día le veré
cuando dejen su canto las cigarras;
y ya no temeré,
sino al son de guitarras
cantaré, entregándole mis arras.
28. Es tu amor lo que anhelo,
la causa de mi dicha adelantada.
Descorre, amado, el velo:
que vea tu mirada
suspirando por mí, y enamorada.
de la puerta a través del agujero,
por si viera a mi amado,
sus ojos vi primero,
y vi precisamente lo que quiero.
30. Porque en esa mirada,
que recta al corazón se dirigía,
en silencio buscada,
encontré mi alegría
palpando, sin dudar, que me quería.
31. Yo puedo ya mirarme
sabiéndome por tí también mirado.
No puedo avergonzarme,
porque en mí te has fijado
y en tus ojos me he visto valorado.
32. Al fin he comprendido
que estás enamorado de mi amor,
que siempre me has querido,
y siento gran dolor
de no haber respondido con ardor.
33. Mas sé que me perdonas
y que tu amor por mí es verdadero,
sé que no me abandonas;
y lo que sólo quiero
es darme a tí, y darme por entero.
si no pierdo de vista tu mirada,
porque de ella me llega
la fuerza deseada
que mantiene mi vida esperanzada
SEGUIRLE EN LA OSCURIDAD
35. De su hermosa presencia,
que tantas veces hoy se desvanece,
cobrar, quiero, conciencia,
cuando el día amanece
y cuando la tiniebla en torno crece.
36. Por estrechos senderos
he buscado, sin tregua, a aquél que amo,
entre los limoneros:
suspirando le llamo,
y acude presuroso a mi reclamo.
37. El mar embravecido
y en la zozobra, casi, de la nave...
... de lo desconocido
un vientecillo suave
llega, y nadie de dónde viene sabe.
38. Y, en lo más escondido,
cuando mi ser entero se conmueve
y parece perdido,
un vientecillo leve
de mi alma el centro lo remueve.
39. Y libre alzo el vuelo,
pues antes un hilillo lo impedía.
Y encuentro así el consuelo
que antes no tenía,
esclavo, cuando libre me creía.
40. Paciencia esperanzada
en él, que impide en mí toda amargura;
y la vida es amada
pues aun siendo muy dura,
de mi amado me dice su ternura.
41. Sintiendo su presencia
en mi huerto, no encuentro vid ni rosa
que le haga competencia;
y compruebo lo hermosa
que es ahora la vida, lo preciosa.
42. Oh, si tú me importaras
más que todo, yo todo dejaría;
ah, y si me besaras...
... mi vida viviría
cantando, pues de tí todo vendría.
43. No sería ya el mismo
habiendo en tu mundo penetrado,
en ese inmenso abismo,
en mi interior hallado,
donde moras, de mí enamorado.
44. Y, en perfecto sosiego,
las cosas de esta tierra yo amaría;
el continuo trasiego
ya no me turbaría
y la gente, en mis ojos, te vería.
RESPUESTA DEL AMADO
45. Si supieras, paloma,
que te quiero, tu llanto cesaría.
Y lejos, a la loma,
allí te llevaría
y, en silencio de amor, te besaría.
RESPUESTA DE LA CRIATURA
46. Pues sé que así me quieres
y lágrimas por mí has derramado,
si tu vida me dieres...
....y pues ya me la has dado,
yo, por tí, sin la mía me he quedado.
COLOFÓN
Necesito, Señor, verte.
Necesito ser tu amigo,
necesito estar contigo...
... y venga luego la muerte.
José Martí