No me imagino a Ghandi cantando la canción que cantaba Nelson Mandela, por Elentir
Hacia la manipulación hagiográfica de Mandela. Una opinión diferente, por Manuel Morillo
Son artículos documentados y objetivos. Yo reproduzco aquí un tercer artículo, escrito por Fray Gerundio, porque es el que está más en conformidad con la temática de este blog.
Nelson Mandela, que estás en los cielos…
No es de admirar que la justicia humana sea tan injusta. Ya
estamos acostumbrados a ello. A la vista están los asesinos de ETA paseando por
las calles, ante el malvado e hipócrita-asombro horrorizado de los
políticos del PP y del PSOE que los han dejado salir, o mejor dicho, que han
pactado su salida, al mismo tiempo que proclaman que ellos están con las
víctimas.
La Justicia llamada internacional de este Nuevo Orden Mundial que nos
gobierna, impone la amnistía encubierta de los asesinos mientras viven; y
los alaba y ensalza cuando mueren. Esto es normal, aunque algún día Dios pondrá
las cosas en su lugar. El llanto y el rechinar de dientes del que hablaba
Jesucristo, no es una figura retórica para ilustrar un infierno vacío.
En estos días, una vez más, asistimos a la muerte de uno de
los líderes mundiales más mimados, afamados, premiados y amados de los últimos
lustros: Nelson Mandela.
Es por eso perfectamente normal que la prensa liberal,
laica, anticristiana y embustera ensalce de este hombre su inmensa condición de estadista, su
condición de libertador, resaltando que la clave de su éxito político
había sido tender la mano y dialogar con el adversario (esto me
suena), y yo qué sé cuántas cosas más. Pero es lo de siempre: el mundo
izquierdoso enardecido y casi en éxtasis por este defensor de los derechos
humanos. Y el mundo derechoso, con la baba caída por este maravilloso líder,
que vino a salvar a sus contemporáneos y a adoctrinar a toda la humanidad.
Todos los diarios se sumergen en esta universal incensación. El Rey de España,
tan preocupado él de los derechos del hombre, especialmente si es yerno o de la
familia, ha escrito una carta pública en la que se le escapa un lapsus
de lo más divertido: «Descanse en paz quien supo traérsela a Sudáfrica y a
quien tanta gratitud debemos todos». Digo yo que habrá querido decir traérsela
fresca, según dice hoy día la gente. Porque a Sudáfrica le trajo la muerte y la
desolación. Sí, porque este hombre ha sido responsable de la ley del
aborto libre más amplia de todos los países. Han muerto más negros por las
leyes abortivas de Mandela que por el appartheid; claro que con la aquiescencia
de la Jerarquía Católica que protestaba por éste (es decir, por el appartheid) , pero no por aquéllas (o sea, por las leyes abortivas).
Más de 250 premios y títulos internacionales avalan la labor
destructiva de este hombre, amparado por todas las organizaciones
norteamericanas de influencia mundial y de corte masónico. Y por supuesto
–¡cómo no!–, con el dichoso Premio Nobel de la Paz, que todos sabemos lo que
es. Y el que no lo sepa, que repase la lista de los premiados en los últimos
decenios. Por eso digo que no me extraña tanta alabanza y tanto incienso en
boca de tantos aduladores. Hasta hay quien es oficialmente opositor de Fidel
Castro pero llama a Mandela gran estadista, cuando el comunismo marxista de
Nelson Mandela no se puede extirpar de su glorioso curriculum. Manuel Morillo ha esclarecido
brillantemente el tema.[véase el segundo link que he colocado más arriba]
Pero lo que realmente me deja atónito y paralizado es que
también desde las altas instancias de la Santa Sede, se emiten mensajes
alabando la figura de este hombre. Según las últimas consignas, habría sido un
momento estupendo y propicio para salir a los de fuera a mostrarles
la alegría del Evangelio. La alegría del que sabe que la vida humana es sagrada
desde el primer momento de su concepción. El momento de anunciar el mensaje de
Jesucristo a estos “auténticos periféricos” que han hecho tanto daño a la
humanidad y que han provocado más pobreza que ningún otro sistema económico,
porque han promovido sistemáticamente la pobreza del pecado, que es la mayor y
la más miserable de todas las pobrezas. Por lo menos, si no se convierten
–aunque no hagamos proselitismo con ellos–, el resto de católicos no serán
confundidos escuchando palabras elogiosas para la cultura de la muerte.
Y si no se las creen, aquí las tienen (palabras del Papa), con subrayados míos; o sea, con mi
perplejidad en forma de subrayado: "En su mensaje de pésame el Papa Francisco rinde homenaje al
firme compromiso demostrado por Nelson Mandela en la promoción de la
dignidad humana de todos los ciudadanos de la nación y en la creación de
una nueva Sudáfrica basada en los firmes cimientos de la no
violencia, la reconciliación y la verdad. El Papa reza para que el ejemplo
del difunto presidente inspire a las generaciones de sudafricanos a
poner la justicia y el bien común en la vanguardia de sus
aspiraciones políticas. Con estos sentimientos, el Pontífice invoca sobre el
pueblo de Sudáfrica los dones divinos de la paz y la prosperidad.
No sé por qué me ha venido a la mente la cita del evangelio
de San Mateo 10, 33
Pero es que, por si no fuera suficiente con el mensaje escrito, resulta, según acabo de leer en las noticias del Vaticano, que el Papa va a enviar a un Cardenal al funeral de Nelson Mandela. Se puede leer la noticia haciendo clic aquí. Esto son hechos. Que cada cual saque sus conclusiones.