Para llegar mejor a la gente, se dice que no se cambia la doctrina sino la praxis. Se habla de "razones pastorales" y de adaptarse al mundo de hoy para proceder así. En teoría eso está bien, pues de lo que se trata es de que el Evangelio llegue a todas las gentes. Eso es verdad. Pero el peligro es manifiesto, porque el Evangelio debe transmitirse íntegramente, sin añadir ni quitar nada. Y, además, no se trata de "dialogar con el mundo": Tal diálogo es imposible. Se trata de atraer al mundo hacia Cristo, pero no de mezclarse con el mundo y hacerse mundanos. No es la Iglesia la que debe adaptarse al mundo (¡doctrinalmente no puede hacerlo!), sino el mundo el que debe acercarse a la Iglesia, para lo cual es necesario que ésta cumpla las enseñanzas de su Maestro: "Y Yo, cuando sea levantado de la tierra, atraeré a todos hacia Mí" (Jn 12,32). Lo único que puede atraer a la gente a Dios, encarnado en Jesucristo, es el Amor. Sólo el amor (entendido como Dios lo entiende) puede dar sentido a la vida. Y "nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos" (Jn 15,13). De nuevo aparece la Cruz (la cruz de Cristo) como la máxima expresión de amor. Eso es lo que atrae y lo que hace hermosa la vida: el amor. Pero no se puede olvidar que amor y sufrimiento van unidos en esta vida. San Juan aclara el "atraeré a todos hacia Mí": "Decía esto [Jesús] señalando de qué muerte iba a morir" (Jn 12,33).
Por más vueltas que le demos siempre llegamos a lo mismo. San Pablo escribía a los filipenses: "Escribiros lo que os he dicho en otras ocasiones no me molesta, y para vosotros es motivo de seguridad" (Fil 3,1). Y es que es así, no hay otro camino: "Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por Mí" (Jn 14,6).
Así pues: para que el mundo se acerque a la Iglesia (en definitiva, para que el mundo se acerque a Dios) para que la Iglesia sea realmente "atractiva" debe seguir el camino que su Fundador le ha trazado. ¿Pensamos nosotros que nuestras ideas son mejores que las de Dios? ¿Pensamos que si cambiamos el mensaje "exigente" del Evangelio por otro "más acorde" con nuestro tiempo, la gente se va a acercar más a Dios? Pues no es eso lo que está ocurriendo; justo todo lo contrario: la sociedad, en su conjunto, se está alejando cada vez más de Dios, y precisamente desde que se han rebajado las exigencias del Evangelio, queriendo hacerlo más "humano". Recordamos aquí el famoso "aggiornamiento" (o puesta al día) que ha tenido lugar a partir del Concilio Vaticano II, desde hace cincuenta años. Los frutos recogidos no son los que hubiera cabido esperar.
¡Y es que no podemos inventarnos un nuevo Evangelio, distinto del que ya existe, del que ya ha sido dado de un modo definitivo y permanente!: "Jesucristo es el mismo ayer y hoy y lo será siempre" (Heb 13,8). Es por eso por lo que nos exhorta San Pablo diciendo: "no os acomodéis a este mundo, sino transformaos por la renovación de la mente" (Rom 12,2); o también: "Tened entre vosotros los mismos sentimientos que tuvo Cristo Jesús" (Fil 2,5). Los frutos se producirán cuando cumplamos bien con la misión que se nos ha encomendado, como cristianos. Y sabemos perfectamente que la condición normal del cristiano es la de odio por parte del mundo. No tenemos por qué asustarnos. Todo lo contrario. Deberíamos preocuparnos si no fuese así, porque eso fue lo que nos dijo Jesús: "Si el mundo os odia, sabed que me ha odiado a Mí antes que a vosotros. Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero como no sois del mundo, sino que Yo os escogí del mundo, por eso el mundo os odia" (Jn 15, 18-19). Y con una advertencia muy seria: "¡Ay cuando todos los hombres hablen bien de vosotros!" (Lc 6,26).
El hombre de hoy se quiere fabricar su propia religión, sustituyendo la religión de Dios por una "religión" del hombre; una religión, además, cambiante, en función de los acontecimientos que vayan surgiendo a medida que pasa el tiempo. Nada de verdades absolutas. Todo es relativo, todo cambia (como decía Heráclito). Lo que hoy es cierto mañana será falso; no hay nada seguro; cada uno tiene sus propias verdades que hay que respetar, etc. Esta situación de relativismo, extendida a todo, también a lo moral, ha dado lugar a que hoy se admiten como normales (e incluso como signos de progreso) cosas tales como la homosexualidad, el divorcio, el aborto, etc... que son auténticas aberraciones. La "libertad" del hombre es la que decide lo que está bien y lo que está mal. Y la libertad no se puede sujetar a nada...Como decía Zapatero, ex-presidente de Gobierno, haciendo alarde, una vez más, de sus continuas sandeces y parafraseando a Jesucristo, en términos que yo calificaría de blasfemos, puesto que son burlescos: "La libertad os hará verdaderos". Y es en este ambiente de hedonismo, de relativismo moral, de huida de cualquier contrariedad, por nimia que sea, de ausencia de amor, en definitiva, en el que nos estamos moviendo; este es el ambiente social que se respira hoy en día.
(Continuará)