Roberto de Mattei |
Historiador y periodista italiano, Roberto de Mattei, nacido
en 1948, es uno de los más destacados líderes católicos contemporáneos.
Presidente de la Fundación Lepanto, es Profesor de Historia de la Iglesia
y del Cristianismo en la Universidad Europea de Roma, en la cual es Coordinador
de la Escuela de Ciencias Históricas. Entre 2004 y 2011 fue dos veces
Vice-presidente del principal organismo estatal italiano de apoyo a las
ciencias, el Consejo Nacional de Investigación, con responsabilidad en el Área
de Ciencias Humanas. Miembro del Consejo de Administración del Instituto
Histórico para la Edad Moderna y Contemporánea y de la Sociedad Geográfica
Italiana, colabora con el Comité Pontificio de Ciencias Históricas. Director de
Asuntos Internacionales del Gobierno de Italia (2002-2006). Fue distinguido con
la insignia de la Orden de la Santa Sede de San Gregorio Magno, en
reconocimiento por sus servicios prestados a la Iglesia. Es autor de libros y
publicaciones traducidas a varios idiomas; y colaborador de periódicos y
revistas italianas y extranjeras. Dirige las revistas "Raíces
cristianas" y "Nova Histórica", así como la agencia de noticias
"La correspondencia romana". En 2010, Roberto de Mattei publicó
el libro “El Concilio Vaticano II – Una historia nunca escrita”, lo que le
valió el más prestigioso premio italiano para libros históricos: el “Acqui
Storia/2011”.
Pues bien: Roberto de Mattei ha escrito el siguiente artículo del que saco algunos párrafos solamente, por ser algo largo (aun así, haré dos entradas). Si se dispone de tiempo merece la pena leerlo, pues no tiene desperdicio. En él aparece el famoso tema, que está dando tanto de qué hablar, acerca de los divorciados y vueltos a casar. Con argumentos muy sólidos comenta las declaraciones del cardenal Kasper, en este sentido. El original italiano del artículo puede leerse en Corrispondenza Romana (haciendo uso del traductor de Google) o bien puede hacerse clic aquí, enlace que nos lleva a la traducción de ese artículo realizada por Tradición Digital.
Pues bien: Roberto de Mattei ha escrito el siguiente artículo del que saco algunos párrafos solamente, por ser algo largo (aun así, haré dos entradas). Si se dispone de tiempo merece la pena leerlo, pues no tiene desperdicio. En él aparece el famoso tema, que está dando tanto de qué hablar, acerca de los divorciados y vueltos a casar. Con argumentos muy sólidos comenta las declaraciones del cardenal Kasper, en este sentido. El original italiano del artículo puede leerse en Corrispondenza Romana (haciendo uso del traductor de Google) o bien puede hacerse clic aquí, enlace que nos lleva a la traducción de ese artículo realizada por Tradición Digital.
Transcribo, en ésta y en la siguiente entrada, aquellos párrafos que más me han llamado la atención. Las palabras pronunciadas por el cardenal Kasper están entrecomilladas, en azul y en cursiva; y en negrita lo que me interesa resaltar especialmente.
“La doctrina no cambia, la novedad concierne sólo a la praxis pastoral”. Este eslogan, repetido desde hace un año, por un lado tranquiliza a aquellos conservadores que miden todo en términos de enunciados doctrinales y, por otro, alienta a los progresistas, que atribuyen a la doctrina escaso valor y confían totalmente en el primado de la praxis.
Un clamoroso ejemplo de revolución cultural propuesta en nombre de la praxis nos viene en el informe dedicado al Evangelio de la familia con el que el cardenal Walter Kasper abrió el pasado 20 de febrero las sesiones del Consistorio extraordinario sobre la familia. El texto, que el padre Federico Lombardi define como “en gran sintonía” con el pensamiento del Papa Francisco, se merece, también por esto, ser valorado en toda su extensión.
El punto de partida del cardenal Kasper es la constatación de que “entre la doctrina de la Iglesia sobre el matrimonio y sobre la familia, y las convicciones vividas por muchos cristianos se ha abierto un abismo”. Pero el cardenal evita formular un juicio negativo sobre estas “convicciones”, antitéticas a la fe cristiana, eludiendo la pregunta fundamental: ¿Por qué existe este abismo entre la doctrina de la Iglesia y la filosofía de vida de los cristianos contemporáneos? ¿Cuáles son las causas del proceso de disolución de la familia? ... ¿Es posible, en 2014, dedicar 25 páginas al tema de la familia, ignorando la objetiva agresión que la familia, no sólo la cristiana sino la natural, padece en todo el mundo?
El punto de partida del cardenal Kasper es la constatación de que “entre la doctrina de la Iglesia sobre el matrimonio y sobre la familia, y las convicciones vividas por muchos cristianos se ha abierto un abismo”. Pero el cardenal evita formular un juicio negativo sobre estas “convicciones”, antitéticas a la fe cristiana, eludiendo la pregunta fundamental: ¿Por qué existe este abismo entre la doctrina de la Iglesia y la filosofía de vida de los cristianos contemporáneos? ¿Cuáles son las causas del proceso de disolución de la familia? ... ¿Es posible, en 2014, dedicar 25 páginas al tema de la familia, ignorando la objetiva agresión que la familia, no sólo la cristiana sino la natural, padece en todo el mundo?
En la parte fundamental de su informe, dedicado al problema de los divorciados vueltos a casar, el cardenal Kasper no expresa ni una palabra de condena sobre el divorcio y sus desastrosas consecuencias en la sociedad occidental... parece interesarse sólo en el “cambio de paradigma” que exige la situación de los divorciados vueltos a casar.
... Para prevenir posibles objeciones, el cardenal se anticipa afirmando que "la Iglesia no puede proponer una solución diversa o contraria a las palabras de Jesús"... Pero, inmediatamente después ... avanza dos propuestas demoledoras para escamotear el Magisterio perenne de la Iglesia en materia de familia y de matrimonio.
“El Concilio –afirma el cardenal Kasper–, sin violar la tradición dogmática vinculante, ha abierto las puertas”. ¿Abierto las puertas a qué cosa? A la violación sistemática, en el plano de la praxis, de aquella tradición dogmática de la que, en palabras, se afirma la obligatoriedad.
La primera vía para vaciar la Tradición arranca de la exhortación apostólica Familiaris consortio de Juan Pablo II, allí donde se dice que algunos divorciados vueltos a casar “están subjetivamente seguros en conciencia de que su precedente matrimonio, irreparablemente destruido, no había sido nunca válido” (n. 84). Pero la Familiaris consortio puntualiza que la validez del matrimonio nunca puede ser dejada a la valoración subjetiva de la persona, sino a los tribunales eclesiásticos, instituidos por la Iglesia para defender el sacramento del matrimonio.
Precisamente refiriéndose a tales tribunales, el cardenal asesta el golpe definitivo: “Dado que ellos no son iure divino, sino que se han desarrollado históricamente, nos preguntamos a veces si la vía judicial tenga que ser la única vía para resolver el problema o si no serían posibles otros procedimientos, más pastorales y espirituales. Como alternativa, se podría pensar que el obispo pueda encargar este cometido a un sacerdote con experiencia espiritual y pastoral como penitenciario o vicario episcopal”.
...La propuesta de Kasper pone en entredicho el juicio objetivo del tribunal eclesiástico, que sería sustituido por un simple sacerdote, llamado ya no a salvaguardar el bien del matrimonio, sino a satisfacer las exigencias de la conciencia de los individuos. ... “¿De verdad es posible –se pregunta–que se decida sobre el bien o el mal de las personas en segunda o tercera instancia sólo sobre la base de actas, es decir de papeles, pero sin conocer a la persona y su situación?” Estas palabras son ofensivas hacia los tribunales eclesiásticos y para la misma Iglesia, cuyos actos de gobierno y de magisterio están fundamentados sobra papeles, declaraciones, actas jurídicas y doctrinales, todo ello encaminado a la “salus animarum”.
(Continúa en el siguiente post)