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Con relación a la violencia contra los demás, se puede leer en diversos pasajes del Evangelio la actitud clara del Señor, en contra de su uso. Así -dice San Juan- cuando iban a prender a Jesús, "Simón Pedro, que tenía una espada, la sacó e hirió a un criado del sumo sacerdote, y le cortó la oreja derecha. El criado se llamaba Malco. Pero Jesús dijo a Pedro: "Mete la espada en la vaina: el cáliz que el Padre me ha dado, ¿no voy a beberlo?" (Jn 18, 10-11) Y en san Mateo se lee: "Vuelve tu espada a su sitio, pues todos los que usan la espada a espada morirán". ¿O piensas que no puedo recurrir a mi Padre, que pondría ahora mismo a mis disposición más de doce legiones de ángeles? Pero, ¿cómo se cumplirían entonces las Escrituras, según las cuales es preciso que suceda así?" (Mt 26, 52-54) Y San Lucas dice: "Y uno de ellos [de sus discípulos] hirió al criado del sumo sacerdote y le cortó la oreja derecha. Pero Jesús dijo: "¡Dejad, basta ya!. Y tocando su oreja lo curó" (Lc 22, 50-51)
Ciertamente en el transcurso de la historia ha habido guerras de Religión en las que han estado también implicados los católicos ... Pero, aparte de lo ya dicho sobre el momento histórico concreto en que tuvieron lugar y el desconocimiento de los hechos reales, en todos sus detalles, lo definitivo es que, en aquellos casos en que, efectivamente, los católicos obligaron a convertirse, mediante coacción violenta, a los que no lo eran, actuaron mal y en disconformidad con el Espíritu del Evangelio. Es famosa la frase: "No es propio de la Religión obligar a la Religión" [hablando, concretamente, de la Iglesia Católica].
He tomado prestadas algunas frases de un artículo de Alfonso Aguló. El artículo completo puede leerse aquí
La defensa de la tolerancia religiosa es patente en los orígenes del cristianismo. Era algo, además, muy fácil de entender para los primeros cristianos, que habían sufrido en su carne toda la crueldad de la intolerancia religiosa del Imperio Romano.
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El empleo de la fuerza para combatir la heterodoxia no fue un hecho particular del catolicismo, sino algo corriente en todas las partes, culturas y confesiones hasta bien entrado nuestro tiempo.
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Baste pensar en la intolerancia de Lutero contra los campesinos alemanes, que produjo decenas de miles de víctimas; o en las leyes inglesas contra los católicos, cuyo número era aún muy elevado al comienzo de la Iglesia anglicana; o en la suerte de Miguel Servet y sus compañeros quemados en la hoguera por los calvinistas en Ginebra
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No se puede olvidar que, para bien o para mal –probablemente, para mal– política y religión estuvieron bastante confundidas durante la mayor parte de la historia de Occidente. Y fuera de Occidente ocurría algo muy parecido.
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Afortunadamente, hace ya mucho tiempo que es rara la intolerancia en países de mayoría católica. Es más, echando un vistazo a la situación mundial en este siglo, puede decirse que la tolerancia ha germinado fundamentalmente en los países de mayor tradición católica.
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En cambio, la intolerancia se ha mostrado con gran crudeza en los países gobernados por ideologías ateas sistemáticas (Tercer Reich nazi, la URSS y todos los países que estuvieron bajo su dominio, China, etc.). También la violencia del integrismo islámico sigue bastante presente en los países donde su religión aún no ha alcanzado el poder político (Senegal, Níger, Mauritania, Chad, Egipto, Marruecos, Tanzania, Argelia, etc.); y donde ya lo han alcanzado (Arabia, Irán, etc.), la tolerancia religiosa es prácticamente inexistente. Y otros países asiáticos no islámicos (India, China, etc.) no parecen mejorar mucho la situación.
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Sin embargo, curiosamente, se sigue hablando más de la Inquisición, desaparecida hace ya mucho tiempo, que de las actuales persecuciones religiosas, dolorosamente actuales en tantos lugares.
Una muestra cruel y actual de intolerancia bestial es la expulsión de todos los cristianos de Mosul. Esta ciudad iraquí contaba con una de las comunidades cristianas más antiguas del mundo. Allí deben dejarlo todo e irse con lo puesto. Les dieron un ultimátum hasta el sábado 19 de Julio. Ya no quedan cristianos en Mosul. Para quedarse allí tenían que convertirse al Islam o pagar un "impuesto de protección" si no querían morir. ¿Y que hace la UE por los cristianos perseguidos? Pinchar aquí.
No deja de llamar la atención, de manera escandalosa, no ya sólo ciertas declaraciones del papa Francisco en entrevistas o viajes, sino incluso en su misma exhortación apostólica Evangelii Gaudium en el punto 253, en donde dice: Frente a episodios de fundamentalismo violento que nos inquietan, el afecto hacia los verdaderos creyentes del Islam debe llevarnos a evitar odiosas generalizaciones, porque el verdadero Islam y una adecuada interpretación del Corán se oponen a toda violencia (¿?).Sinceramente, no puedo entender qué interpretación pacífica adecuada pueden tener las siguientes palabras del Corán, que cité en la anterior entrada, y que coloco aquí de nuevo:
“Matadlos dondequiera que los encontréis y expulsadlos de donde os hayan expulsado. La oposición [a vuestra creencia] es más grave que matar”[Corán 2:191]
“Y no los matasteis vosotros, Alá los mató. Ni tirabas tú cuando tirabas sino que era Alá quien tiraba”.[Corán 8:17]
Según estas palabras no sólo es bueno matar al que no crea en el Corán sino que, en realidad, es Alá quien los mata (¡ésa es su voluntad!) y no ellos, que sólo se limitan a cumplir lo que quiere Alá, a ser sus instrumentos. Tras las matanzas de "infieles" estos musulmanes se sentirán orgullosos por haber cumplido la voluntad de Alá, de modo que no tendrán problemas de conciencia ni sentimiento alguno de culpabilidad. Yo me pregunto: ¿Quienes son los musulmanes que actúan de esta manera? La respuesta va a ser, lógicamente, que son los terroristas e integristas islámicos. Y no cabe duda que eso es cierto ... pero no es, ni puede ser, menos cierto que serán también aquellos que que hayan leído el Corán, porque es en el Corán -como se ha leído más arriba- donde se justifican y se bendicen todas estas matanzas. En mi modesta opinión concluyo, aplicando la lógica, que los verdaderos creyentes del Islam, aquellos a los que se refiere el Papa, son los auténticamente violentos y peligrosos, pues ¿quienes son los más fieles al Corán que los fundamentalistas, que lo siguen al pie de la letra?
Una persona normal, con sentido común, y que no tenga religión alguna, como pueden ser los indígenas de cualquier parte del mundo, lleva impresa en sí una ley natural que le dice: ¡No matarás! Su conciencia natural se lo prohíbe. Yo tengo para mí (y creo no equivocarme) que un musulmán es buena persona en la misma medida en que desconoce el Corán, (o sea, cuando es un mal musulmán) porque, de ese modo, su conciencia natural le va a llevar directamente a no justificar jamás todas esas muertes tan absurdas que se cometen en nombre de Alá, un dios que Mahoma se inventó y que, desde luego, ni es el Dios de los judíos ni muchísimo menos el Dios de los cristianos.
(Continuará)