Ya se ha aludido, aunque brevemente, a que el modernismo viene a ser un compendio de todas las herejías, según el gran Papa San Pío X, en su encíclica "Pascendi". En el modernismo hay una negación sistemática de todo lo sobrenatural, una lectura del Evangelio del tipo cortar y pegar, eliminando todo aquello que no se comprenda de modo "racional". Quedan así eliminados, de un plumazo, todos los misterios del cristianismo, que son los pilares base de la Iglesia.
¿Cómo es posible que se haya llegado a una situación tal y como la estamos viendo? Hay muchas razones, desde luego, pero una de ellas -y no la menos importante- es la cobardía, la dejadez y el complejo de inferioridad de los católicos frente a lo que el mundo considera como bueno y que, sin embargo, se contrapone a las enseñanzas de Jesús y del Magisterio Solemne de la Iglesia. ¡Y esto no es bueno! Una cosa es adaptar las verdades de siempre al mundo para que se pueda entender mejor el Mensaje de Jesús y otra, muy diferente es inventarse un Jesús a la carta, al modo y manera como hacen todas las sectas protestantes; y esto es, por desgracia, lo que está ocurriendo.
Ante la duda, sin embargo, siempre tenemos la piedra de toque fundamental, la prueba de fuego que nunca falla -y en realidad la única digna de crédito- para comprobar si la interpretación de una determinada doctrina es buena o no. Nada menos que las palabras de Jesucristo: "Por sus frutos los conoceréis" (Mt 7,20). ¿Y cuáles son - si no escondemos la cabeza como el avestruz y observamos sin prejuicios y con sinceridad - los frutos que se observan de la aplicación de lo que ha dado en llamarse, como digo, el "espíritu" del Concilio? (desde hace ya más de cincuenta años)
Pues, en honor a la verdad, son desastrosos: consecuencia, entre otras cosas, de la tiranía del relativismo, (propia de la sociedad en la que vivimos) que otorga la misma carta de ciudadanía a todos los valores; y de la cobardía de los católicos. Si alguien pretende no sólo absolutizar alguno de los valores sino tan solo poner en evidencia la mayor importancia de un valor sobre los demás, es acusado indefectiblemente de fanático o de fundamentalista (y de otros calificativos por el estilo). Y esto ocurre también incluso en la relación de unos cristianos con otros. Véanse, si no, las palabras del mismo papa Francisco, acusando de fundamentalistas cristianos a los que siguen siendo fieles a la Tradición recibida.
Se me ocurren sólo algunos, como:
-Deserción de sacerdotes en masa
-Seminarios casi vacíos
-Desprestigio de la función sacerdotal
-Sagrarios relegados a capillitas aisladas, a veces difíciles de encontrar, etc.
Y todo ello es consecuencia de la apostasía generalizada que se puede ver en la falta de fe de muchos católicos en todo lo sobrenatural (modernismo puro, al fin y al cabo), como, por ejemplo: la presencia real de Jesucristo en la Eucaristía, la realidad histórica de Jesús como verdadero hombre y verdadero Dios, la negación de todos sus milagros, entre ellos -lógicamente- la negación de su Resurrección y de su Ascensión, en cuerpo y alma, a los cielos, el carácter de María como Virgen y Madre, el carácter sacrificial de la Misa, la pérdida del sentido del pecado como ofensa a Dios, seguida de la negación del pecado, con lo que la muerte de Cristo se hace innecesaria, etc.
La visión cristiana de las cosas está siendo sustituida por la "religión del hombre moderno". Aunque no se dice abiertamente, Dios ya no ocupa el centro de la vida cristiana y el vértice de todos los valores, como su principio y fundamento. De ahí se sigue que lo aberrante -lo que está en contra de la ley natural y de la ley de Dios- pasa a ser considerado como algo "normal": contraceptivos, aborto, divorcio, "matrimonio" entre homosexuales y la homosexualidad misma, eutanasia, etc.. Los grandes medios de comunicación nos bombardean continuamente para que no pensemos y son un arma poderosa y eficaz de un Sistema que pretende expulsar a Dios de la faz de la tierra. Ahora bien,oigamos lo que nos dice san Pablo: "No os engañéis: de Dios nadie se burla. Pues lo que uno siembre, eso recogerá" (Gal 6,7)
(Continuará)