He seleccionado este artículo del director de Infocatólica porque me parece muy indicativo de lo que está ocurriendo hoy en día en el seno de la Iglesia: ¿Profesamos todos la misma fe? ¿Se puede hablar de que una persona es católica si no cree, por ejemplo, que en la Santa Misa tiene lugar el mismo sacrificio de Cristo en la Cruz y no cree que Jesucristo está realmente presente en la Eucaristía bajo las especies del pan y del vino?
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Hace unos días envié un email a unos buenos amigos en el que
les decía que echaba de menos los años en que me dediqué a una labor
apologética en foros protestantes. Por pura gracia, me embarré en mil y un
debates con protestantes evangélicos defendiendo la fe católica. Era mi manera
de dar las gracias a Dios por haberme traído de vuelta a la Iglesia.
En todo ese tiempo apenas encontré a nadie que no fuera
coherente con aquello en lo que creía. Es decir, salvo alguna rara excepción,
nunca vi a un evangélico pretendiendo ser católico ni a católicos queriendo ser
evangélicos.
Todo cambió cuando empecé a centrarme en la “actualidad”
informativa de la Iglesia. Pronto vi que,al menos en España, había muchísimos
más protestantes dentro de la Iglesia que fuera. Y, lo peor de todo, eran
protestantes de tendencia claramente liberal o modernista.
Iluso de mí, pensé que en 15-20 años
desaparecerían. Pero no, siguen todos ahí y ni se piensan ir ni los que tienen
la capacidad y autoridad para echarlos, van a hacerlo. De tal manera que una
gran masa de fieles católicos que no están ni estarán jamás metidos en debates
doctrinales, litúrgicos y/o pastorales, se ven influenciados por esos teólogos,
sacerdotes, religiosos y seglares con “mando en plaza” que profesan una fe que
se parece menos a la fe católica de lo que se pueda parecer la fe de un
bautista del sur de Estados Unidos.
En Efesios 4,5 leemos: “Sólo un Señor, una fe, un bautismo“.
Pero, ¿acaso profesamos la misma fe aquellos que creemos en el carácter
sacrificial de la Misa que los que no? ¿acaso profesamos la misma fe aquellos
que creemos que Cristo derramó su sangre en la cruz para para pagar el precio
por nuestra salvación y redimirnos del castigo que merecen nuestros pecados, y
aquellos que piensan que la Cruz fue un “accidente” laboral y nunca un
instrumento de expiación? ¿acaso profesamos la misma fe aquellos que creemos
que los milagros de la Escritura son realmente milagros y no meros mitos o
alegorías, y aquellos que piensan lo contrario? ¿acaso profesamos la misma fe
quienes creemos que Cristo resucitó de verdad y quienes afirman que solo lo
hizo en el corazón de los apóstoles y resto de discípulos? ¿acaso profesamos la
misma fe los que creemos que el matrimonio es indisoluble y Dios no puede
bendecir o justificar el adulterio en ningún caso y los que plantean lo
contrario? Podría seguir haciendo muchas preguntas similares. Pero da lo mismo.
Estamos viviendo la gran farsa de mantener una comunión “eclesial” visible
y oficiosa entre personas que no compartimos una misma fe. Y los que osamos
señalar tal hecho somos acusados de inquisidores, talibanes, fundamentalistas
sin caridad, etc.
Tantos siglos señalando la división doctrinal presente en el
protestantismo, y que nace del nefasto lema del “libre examen", para
que ahora esa división, agravada, la tengamos corriendo por las venas del
catolicismo, mientras que el ministerio de confirmar en la fe a los hermanos
corre el peligro de convertirse, como cierto prelado me reconoció hace meses,
en ministerio de confusión.
Menos mal que Cristo dijo que las puertas del Hades
no prevalecerían. Dios sabrá sacar mucho bien de todo este mal. Mientras tanto,
toca anclarse firmemente en la fe de nuestros padres, de nuestros mártires, de
nuestros santos. Y así lo haremos si la gracia de Dios nos lo concede.
Luis Fernando Pérez Bustamante