BIENVENIDO A ESTE BLOG, QUIENQUIERA QUE SEAS
[Antes de proceder a la lectura de esta entrada (obsérvese que ha cambiado el nombre que inicialmente tenía) sería conveniente leer la aclaración correspondiente. Ésta puede leerse pinchando aquí]
Continuemos con nuestro razonamiento: en primer lugar, hemos dicho que la verdad acerca de las cosas no depende de que las comprendamos o no. Lo real se nos impone. Y esto lo queramos o no, lo comprendamos o no. Esta realidad puede ser evidente, puede ser demostrada científicamente o puede que, aun siendo razonable, se encuentre en un ámbito tal que, no siendo contradictoria en sí misma, supere todas nuestras posibilidades de razonamiento: en este último caso nos adentramos en lo sobrenatural, en el terreno del misterio. En los tres casos considerados hay algo en común: la realidad. El hombre no crea la realidad, sino que está sometido a ella. Y este sometimiento a lo real, cuando se admite libremente, nos hace libres, porque nos sitúa en la verdad (no importando ya si ésta es o no evidente, si se puede o no se puede demostrar; o incluso si no hay manera humana de demostrarla y sólo se puede acceder a ella a través de la fe).
El amor a la verdad es la actitud normal en un hombre normal (normalidad que, todo hay que decirlo, no abunda demasiado). El que ama la mentira (y son muchos los que entran en este grupo "anormal") sólo se dejará conducir por sus propios intereses. Asentirá a lo que le interese y negará lo que no le interese. La opción por la mentira lleva al hombre a negar incluso lo que es evidente. Y no tendrá ningún problema en negar aquello que haya sido demostrado científicamente, si tal demostración, por lo que sea, contraría sus "intereses" (lo hemos podido ver en el caso del aborto). Y, por supuesto, ... negará siempre, y esto de modo sistemático, todo aquello que perciba como sobrenatural. Admitirlo equivaldría a admitir una autoridad por encima de él, lo que sería un atentado a su "libertad".
El hombre de hoy no está por la labor de que nadie le diga o le recuerde lo que es bueno y lo que no lo es: nadie tiene derecho a decidir por él acerca de la bondad o la maldad de las cosas. Sólo él puede decidirlo, conforme a su conciencia. Y lo que decida siempre será "lo correcto". Dios, por lo tanto, aparece como una amenaza a su "libertad". Esa es la razón última por la que el hombre quiere desterrar a Dios del horizonte proclamándose dios a sí mismo: Dios ha muerto y el hombre ha ocupado su lugar. ¡No hay otro dios que el propio hombre! Volvemos de nuevo a la vieja tentación del "Seréis como dioses" (Gen 3,5), que vuelve a surgir hoy con una fuerza insospechada.
(Continuará)
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La fe no es evidente para nadie, ni es algo que podamos conseguir con nuestras solas fuerzas, a base de razonamientos o de posesión de conocimientos. Es un puro Don de Dios ... pero Dios [que nos ha manifestado su Amor de un modo pleno en su Hijo], nos la concederá si se la pedimos ... y lo hará sin tardar, porque lo está deseando, mucho más que nosotros. De modo que todos podemos jugar con ventaja ... si queremos. Si no tenemos fe es porque no ponemos de nuestra parte, o sea, porque no queremos, puesto que la voluntad de Dios es muy clara, en este sentido.
Pues bien: si a alguien, como digo, por pura gracia, se le ha concedido el don de la fe, entonces la seguridad que posee es infinitamente superior a la que pueden proporcionarle la ciencia o incluso la misma evidencia: "La fe es una convicción de las cosas que se esperan, argumento de las realidades que no se ven" (Heb 11,1).
Antes de continuar, es necesario no olvidar que si algo es verdad lo seguirá siendo independientemente de que lo comprendamos o no, independientemente de lo que opinemos o dejemos de opinar.
Eso por una parte. Y por otra, debemos de tener muy claro que, por desgracia, el hombre es capaz de negar incluso lo que es evidente para todos (y por muy demostrado que esté). Esto no es un invento mío. Pondré sólo un ejemplo de gran actualidad. Reflexionemos sobre la siguiente afirmación: "El aborto es un crimen". Cualquier persona, en su sano juicio, sabe que se trata de una verdad evidente por sí misma (esto siempre se ha sabido y es de sentido común). Pero, por si alguien aún tuviera alguna duda, está demostrado científicamente que hay vida humana real desde el momento mismo de la concepción. Muy bien: pues aun así, hay muchas personas que niegan esa afirmación ... y dicen que el aborto no es ningún crimen ... ¡y no sólo no es ningún crimen, sino que, según estas personas, el aborto es un derecho que tiene la mujer! ... [¿derecho a matar al hijo de sus entrañas?] y se quedan tan panchos: argumentan de modo irracional [en un atentado a la propia razón], queriendo justificar lo injustificable sin ningún tipo de argumento plausible ni lógico: el único "argumento" es su propio egoísmo y lo que llaman "atentado contra la "libertad" de las mujeres que desean abortar" [¿"libertad" para matar?] ... ¡Parece que eso les tiene sin cuidado! ... O sea, que no tienen ningún argumento racional, porque no lo hay. Por increíble que esto parezca es, sin embargo, lo que está sucediendo: a los hechos me remito. ¿Cómo explicar, si no, la existencia de un lobby pro-abortista?
¿Existe algún modo de entender esta barbaridad? ... Si algo está claro es que la defensa del aborto es algo irracional, bárbaro y cruel; y no es, en absoluto, "razonable". No tiene una explicación "humana". Porque, ¿cómo es posible defender un crimen -asesinato de una criatura humana inocente e indefensa- y quedarse como si nada? La defensa del aborto, que hoy se está produciendo por doquier, es estremecedora y la gente vive tan tranquila ... ¡Es verdad que ha sido engañada, pero también lo es que se ha dejado engañar: ambas cosas!
El verdadero problema tiene una profundidad tal que se nos escapa, pues de lo que se trata [por lo que parece y por lo que se ve, para el que quiera ver] es de la consecución del siguiente OBJETIVO: nada ni nadie, ni siquiera los hechos evidentes y demostrados, puede estar por encima de la "libertad" del hombre que es quien decide, como un nuevo dios (como el único dios, pues no hay otro) lo que es y lo que no es, lo que está bien y lo que no lo está. En el caso concreto del aborto, no hay más que cambiarle el nombre. En adelante no se va a llamar aborto sino "interrupción voluntaria del embarazo" (IVE). No se mata a nadie. Lo que lleva dentro una mujer embarazada no es ninguna persona humana, etc... Mentiras y mentiras, repetidas hasta la saciedad. Debido al gran poder de los mass-media y del Sistema -un Sistema que se opone a Dios- se está llegando a una situación en la que todo aquello que siempre ha sido considerado como aberrante (¡porque lo es!) se está viendo ya como algo "normal". Y quien disienta de ello es considerado como un retrógrado, que se opone al progreso. Al imperar la mentira (¡ya sabemos quien es el padre de la mentira y de todos los mentirosos!), la gente está llegando hasta unos extremos inimaginables de maldad y de perversidad.
Me viene a la mente la conocida máxima atribuida a Lenin, comunista ruso que murió hace noventa años, en 1924, responsable de la muerte de millones de personas (junto con Stalin): "Si los hechos están en nuestra contra ... peor para los hechos". ¡Tremendo misterio de iniquidad es éste del pecado, que nos lleva a querer cambiar la realidad tal como ha sido creada por Dios y sustituirla por la que nosotros nos vayamos forjando! La soberbia del ser humano, que no permite que nadie (ni siquiera Dios, y Dios menos que nadie, porque él ha decidido que Dios no existe) le diga cómo son las cosas. La Historia es maestra de vida[aunque, por desgracia, apenas se conoce la historia y lo poco que se conoce suele estar, con muchísima frecuencia, falseado]. Y los hechos son los hechos, por más que se los niegue o se los ignore ... como lo muestra la Historia. Pero quien sale perdiendo siempre, cuando se prefiere la mentira, es el ser humano... ¡No, no es peor para los hechos ... es peor para nosotros, cuando negamos los hechos! El que niega la verdad se aparta de la luz, porque no quiere que se conozca el mal que hace. La consecuencia es que no aprende de sus errores y queda sumido en la miseria, arrastrando consigo a muchos otros. La mentira, consentida y promovida, daña y conduce siempre a la autodestrucción, de modo inevitable ... es cuestión de tiempo ... y, además, de poco tiempo.
(Continuará)