BIENVENIDO A ESTE BLOG, QUIENQUIERA QUE SEAS



miércoles, 22 de octubre de 2014

¿Fundamentalismo cristiano? 2ª parte (6) [Señor del mundo]



Si se desea acceder al Índice de esta primera parte sobre Fundamentalismo cristiano, hacer clic aquí

Conviene recordar, o aprender -si no se sabe- que la fidelidad de un cristiano no es a tal o cual Papa, no es a un Papa concreto, sino al Papado, instituido directamente por Jesucristo, así como también a los dogmas que se han ido definiendo a lo largo de la historia de la Iglesia, verdades que son inalterables por voluntad de su Fundador: "Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella. Te daré las llaves del Reino de los Cielos; y todo lo que ates sobre la tierra quedará atado en los cielos, y todo lo que desates sobre la tierra quedará desatado en los cielos" (Mt 16, 18-19). 


Las palabras de Jesús, como Dios que es, Señor de la Historia, son siempre actuales; no sirven sólo para una determinada época o para un lugar concreto, sino para todos los tiempos y lugares: "Jesucristo es el mismo ayer y hoy y por los siglos" (Heb 13, 8). De igual modo ocurre con los dogmas, como verdades absolutas definidas de una vez para siempre, a lo largo de la Historia de la Iglesia, verdades que no evolucionan ni se tienen que adaptar a los tiempos.



Es lo que ocurre con todos los misterios y verdades de fe, cuyo contenido no depende de la conciencia personal subjetiva de cada uno. O se aceptan y se creen (y si se está bautizado se forma, entonces, parte de la Iglesia) o no se aceptan y no se creen (en cuyo caso no se forma parte de la Iglesia, como Cuerpo Místico de Cristo). Si alguien opta por la segunda opción, debe saber que tiene siempre a su disposición el sacramento de la Penitencia, del que puede hacer uso, [si quiere]; y si se arrepiente sinceramente de su falta de fe ante un sacerdote recibe de éste la absolución, mediante la cual se le perdonan todos los pecados que haya cometido, puesto que el sacerdote actúa "in persona Christi".





[Aunque no venga expresamente al caso, creo que no está de más volver a repetir algunos puntos que pienso que no se tienen lo suficientemente claros. Citaré sólo tres:

1. No tenemos dos sino un solo Papa, que es el papa Francisco. El anterior papa Benedicto XVI ya no es Papa, aunque vista de blanco, se llame Papa emérito y aparezca junto al papa Francisco en algunas ceremonias, para mayor confusión del pueblo cristiano. Dimitió libremente como Papa (así lo expresó personalmente) y, desde ese momento, dejó de ser Papa. Vuelve a ser, otra vez, el cardenal Ratzinger. El Papado es una institución, no es un sacramento. Un sacerdote o un obispo lo es para siempre, puesto que el sacerdocio imprime carácter en el alma del sacerdote. No así la condición de Papa. Esta idea es fundamental. De igual modo que se dice: "Madre no hay más que una", se puede también decir que "Papa no hay más que uno".

2. El papa Francisco es un Papa legítimo, incluso aun cuando hubiesen habido irregularidades en su nombramiento como Papa -tal y como algunos dicen-. De ser así, ese nombramiento tendría que haber sido impugnado en su momento, lo que no se hizo. La sede de Pedro, por lo tanto, no está vacante, como erróneamente piensan los llamados sedevacantistas.

3. No se puede demostrar que estemos ante un Papa hereje. Aunque así fuese -que eso sólo Dios puede saberlo- tal afirmación tendría que ser demostrada de modo inequívoco, puesto que nadie puede juzgar al Papa, al ser la máxima autoridad en la Iglesia. Y eso pese a la infinidad de expresiones "papales" que continuamente aparecen en los medios y que darían pie para pensar así. Dado el lenguaje usado y las circunstancias en que lo ha hecho, el Papa siempre podría argumentar que se ha interpretado mal lo que él dijo; no puede afirmarse, con rotundidad, que estemos en presencia de un papa hereje. Para ello, o bien tendría que ser el propio Papa quien reconociera formal y públicamente su herejía, o bien tendría que expresarse de tal manera que negase alguna verdad de fe, de modo explícito. Si tal evento se produjera  -lo que, evidentemente, no va a ocurrir- sólo entonces ipso facto quedaría depuesto como Papa. ]

(Continuará)

¿Fundamentalismo cristiano? 2ª parte (5) [Señor del mundo]



Si se desea acceder al Índice de esta primera parte sobre Fundamentalismo cristiano, hacer clic aquí

Como acabamos de ver, el Señor habla de la necesidad de la conversión como algo esencial para poder recibir su Mensaje y deja como misión a Pedro y a los apóstoles la de ir por todo el mundo enseñando a las gentes todo cuanto Él les ha enseñado a ellos así como la de bautizarlos para que pasen a formar parte del Reino de Dios, sin esperar nada a cambio: "Gratis lo habéis recibido, dadlo gratis" (Mt 10, 8). Él es nuestra recompensa: "He aquí que vengo pronto, y conmigo mi recompensa, para dar a cada uno conforme a sus obras" (Ap 22, 12) 



Aunque las palabras de Jesús son claras, ante posibles interpretaciones erróneas (que, como sabemos por la Historia, siempre han tenido lugar), la Iglesia Jerárquica es -y ha sido siempre- la fiel depositaria del mensaje recibido y de su correcta interpretación. Evidentemente, nos referimos a la Iglesia de siempre, aquella que es Una, Santa, Católica y Apostólica

Ya sabemos que las dos fuentes de la Revelación de las que un católico debe de alimentarse son las Sagradas Escrituras y la Tradición. Ésos son los buenos pastos que las ovejas del rebaño de Cristo esperan de sus pastores Recordemos algunas recomendaciones del apóstol Pablo, en este sentido, cuando le decía a Timoteo:  "Tú persevera en lo que has aprendido y creído, sabiendo de quiénes lo aprendiste, y que desde la infancia conoces las Sagradas Escrituras, que pueden instruirte en orden a la salvación por medio de la fe que está en Cristo Jesús. Pues toda Escritura es divinamente inspirada, y es también útil para enseñar, para rebatir, para corregir, ... (2 Tim 3, 14-16). Y en otra parte añade: "hermanos, manteneos firmes y guardad las tradiciones que habéis aprendido de nosotros, de palabra o por carta" (2 Tes 2, 15)

La Iglesia tiene, pues, una doble misión, recibida de Jesucristo. En primer lugar -y esto está recibido como un mandato- debe extenderse por todo el mundo, proclamando el Evangelio a todas las gentes y bautizándolas (Mt 28, 19); por una razón muy sencilla, cual es la de que "Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad" (1 Tim 2, 4), lo que únicamente será posible si lo conocen a Él y lo aman, pues sólo Él ha podido decir: "Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por Mí(Jn 14, 6). 

La fe no es un asunto privado, algo que deba quedar relegado al campo de los sentimientos personales, ya que afecta a la salvación entera del género humano. Y para esta salvación no es lo mismo profesar una religión u otra, si nos atenemos a las palabras contenidas en el Nuevo Testamento: "Uno solo es Dios y uno solo es también el mediador entre Dios y los hombres: Jesucristo hombre, que se entregó a sí mismo en redención por todos" (1 Tim 2, 5-6). 

¿Para qué, si no, se hizo hombre el Hijo de Dios? ¿Qué sentido habría tenido su venida al mundo? El mundo cambiará [a mejor] en la medida en que la gente conozca y ame a Jesucristo. Y ésta es una de las misiones de la Iglesia. De ahí las importantes palabras de san Pablo a los romanos: "No os acomodéis a este mundo, sino transformaos por la renovación de la mente, de modo que podáis discernir cuál es la voluntad de Dios; esto es, lo bueno, lo agradable, lo perfecto" (Rom 12, 2)


En segundo lugar, es fundamental que la Palabra de Dios llegue íntegra a los que van a recibirla, sin ser adulterada, tergiversada, escamoteada o modificada; sin añadir y sin quitar nada de lo que en ella se contiene. El autor de las Sagradas Escrituras es el Espíritu Santo, que inspiró a aquellos que las escribieron, de manera tal que no erraran en nada de lo que escribiesen.  No son simples palabras pronunciadas por cualquiera. : "Mis palabras -decía Jesús- son Espíritu y Vida" (Jn 6, 63). "El cielo y la tierra pasarán pero mis palabras no pasarán" (Mt 24, 35). 

De ahí la enorme importancia de las traducciones que se hagan de la Sagrada Escritura a los diferentes idiomas: es preciso que transmitan, con la mayor fidelidad posible, los escritos originales para que el mensaje del Jesús que se predique a la gente sea lo más parecido al auténtico mensaje de Jesús. En la medida en la que esto sea así sus efectos serán los esperados, pues "la palabra de Dios es viva y eficaz y más cortante que una espada de doble filo; entra hasta la división del alma y del espíritu, de las articulaciones y de la médula, y descubre los sentimientos y pensamientos del corazón. No hay ante ella criatura invisible, sino que todo está desnudo y patente a los ojos de Aquel a quien hemos de rendir cuentas" (Heb 4, 12-13)
(Continuará)