1. Refiriéndose a "todo lo que existe"
- "Dios hizo el mundo y todo lo que hay en él" (Hech 17, 24)
- "En Él [en Jesucristo] nos eligió antes de la creación del mundo" (Ef 1, 4)
- "Vino al mundo para salvar a los pecadores" (1 Tim 1, 15)
- "Nada hemos traído a este mundo y nada tampoco podremos llevarnos de él" (1 Tim 6,7)
- "En el mundo estaba, y el mundo fue hecho por Él" [por Jesucristo] (Jn 1,10)
En este sentido, se puede afirmar del mundo que es bueno, pues "vio Dios todo lo que había hecho; y he aquí que era muy bueno" (Gen 1, 31)
2. Refiriéndose a "todos los hombres"
- "No he venido a condenar al mundo sino a salvarlo" (Jn 12, 47)
- "Yo he hablado públicamente al mundo" (Jn 18, 20)
En los versículos que siguen la palabra mundo, aunque sea de modo implícito, se puede entender como aquellos lugares de la tierra adonde se debe ir y también como las personas a las que se debe evangelizar: "Id por todo el mundo [lugares de la Tierra] y predicad el Evangelio a toda criatura" (Mc 16, 15). "Id y enseñad a todas las gentes" (Mt 28, 19). Con estas expresiones: toda criatura, todas las gentes, el Señor se refiere, de modo implícito, a todo el mundo. Son modos de expresar una misma idea que aquí sería "todas las personas"
Aunque si hay algo que queda muy claro es el deseo del Señor de que su mensaje llegue a todos los hombres que pueblan la tierra. El mensaje de Jesús no tiene que desenvolverse en la esfera de lo privado ni en la de los sentimientos personales, como algunos pretenden. Cuando un ángel del Señor se apareció a ciertos pastores que pernoctaban al raso y velaban por sus rebaños, éstos se llenaron de temor. Y el ángel les dijo: "No temáis; mirad que os anuncio una gran alegría, que lo será para todo el pueblo: hoy os ha nacido, en la ciudad de David, el Salvador, que es el Cristo, el Señor" (Lc 2, 10-11)
Se trata de algo extraordinario, ocurrido en un determinado momento histórico, como es el nacimiento de Jesús. La alegría que esto supone es tan grande que nadie tiene derecho a guardársela para sí solo. Es una "alegría para todos los hombres". Así habló el Señor a sus discípulos: "Gratis lo habéis recibido: dadlo gratis" (Mt 10, 8). Este mensaje fue revelado tan solo a unos cuantos hombres, los apóstoles, para que ellos, a su vez, lo transmitieran a otros ... y así hasta el final de los tiempos.
La Iglesia Católica, fundada por Jesucristo, es la encargada de llevar a cabo esa misión y de interpretar fielmente las palabras de Jesús. Como sabemos, las fuentes de la Revelación son las Sagradas Escrituras, la Tradición y el Magisterio de la Iglesia. Ésta tiene que mantener a salvo el depósito revelado, sin omitir ni añadir nada, sabiendo que las palabras de Jesús que, además de verdadero hombre, es verdadero Dios (el único Dios) sirven para todos los hombres de todos los lugares del mundo y de todos los tiempos: no son palabras que estén condicionadas por el momento y el lugar. Ciertamente su aplicación, en cada caso, puede ser diferente, por razones pastorales, pues lo que se pretende es que el Mensaje llegue a todos los hombres y de la manera más eficaz posible. Las palabras de Jesús podrán ser así mejor comprendidas y asimiladas por ellos para que puedan ponerlas en práctica en sus vidas ... pero sin olvidar nunca -y ésto es sumamente importante- que deben ser auténtica palabra de Dios lo que se les transmite y no doctrinas meramente humanas, pues "Jesucristo es el mismo ayer, y hoy y lo será siempre" (Heb 13, 8)
Se trata de algo extraordinario, ocurrido en un determinado momento histórico, como es el nacimiento de Jesús. La alegría que esto supone es tan grande que nadie tiene derecho a guardársela para sí solo. Es una "alegría para todos los hombres". Así habló el Señor a sus discípulos: "Gratis lo habéis recibido: dadlo gratis" (Mt 10, 8). Este mensaje fue revelado tan solo a unos cuantos hombres, los apóstoles, para que ellos, a su vez, lo transmitieran a otros ... y así hasta el final de los tiempos.
La Iglesia Católica, fundada por Jesucristo, es la encargada de llevar a cabo esa misión y de interpretar fielmente las palabras de Jesús. Como sabemos, las fuentes de la Revelación son las Sagradas Escrituras, la Tradición y el Magisterio de la Iglesia. Ésta tiene que mantener a salvo el depósito revelado, sin omitir ni añadir nada, sabiendo que las palabras de Jesús que, además de verdadero hombre, es verdadero Dios (el único Dios) sirven para todos los hombres de todos los lugares del mundo y de todos los tiempos: no son palabras que estén condicionadas por el momento y el lugar. Ciertamente su aplicación, en cada caso, puede ser diferente, por razones pastorales, pues lo que se pretende es que el Mensaje llegue a todos los hombres y de la manera más eficaz posible. Las palabras de Jesús podrán ser así mejor comprendidas y asimiladas por ellos para que puedan ponerlas en práctica en sus vidas ... pero sin olvidar nunca -y ésto es sumamente importante- que deben ser auténtica palabra de Dios lo que se les transmite y no doctrinas meramente humanas, pues "Jesucristo es el mismo ayer, y hoy y lo será siempre" (Heb 13, 8)
(Continuará)