Éste es el significado corriente que se da en el Evangelio a la palabra "mundo": alude a aquellas personas que eligen como lo más importante de su vida otras cosas diferentes a Dios: el dinero, el poder, el sexo, las drogas, etc. Incluso puede tratarse de cosas que, en si mismas, son buenas, pero que dejarían de serlo si, de alguna manera se las endiosa y adquieren para nosotros una importancia superior a Dios. Tales podrían ser la música, el cine, los amigos, la propia voluntad, etc.
En este sentido, la tarea principal de un cristiano a lo largo de su vida es la de ir arrancando de sí mismo, poco a poco, ayudado por la gracia, todo lo que observa que hay en él de "mundo", sea lo que fuere, en tanto en cuanto es consciente de que puede separarle de su unión con Dios en Jesucristo. Casi todas las expresiones bíblicas usan el término "mundo" con este significado. Pongamos algunos ejemplos:
- "El que quiera ser amigo del mundo se constituye en enemigo de Dios" (Sant 4,4)
- "No os amoldéis a las normas del mundo presente" (Rom 12, 2)
- "Ellos no son del mundo como tampoco Yo soy del mundo" (Jn 17, 14)
- "Si el mundo os odia sabed que antes me ha odiado a Mí "(Jn 15, 18)
- "Los hijos de este mundo son más sagaces que los hijos de la luz" (Lc 16, 8)
- "Tened buen ánimo: Yo he vencido al mundo" (Jn 16, 33)
- "Ellos son del mundo; por eso hablan según el mundo, y el mundo los escucha"( 1 Jn 4, 5)
El simple hecho de que todo el mundo hable bien del papa Francisco, a mí personalmente me pone en guardia; pues resulta que aquellos que más alaban su labor y están más contentos de su actuación son justo los que más odian a la Iglesia: ateos, judíos, musulmanes, protestantes, etc. Como sabemos el papa Francisco elegido hombre del año 2013 por la revista Time, un medio que es enemigo del Papado. Acerca de este asunto puede leerse un buen artículo de Cesár Uribarri , que transcribí en este mismo blog y que desapareció misteriosamente a las pocas horas de ser publicado en "Religión en Libertad". No hay que ser muy espabilado para caer en la cuenta de que si tu enemigo habla bien de tí, eso no puede ser una buena señal. Si ésto, que es evidente, no se ve, es que algo -y algo importante- debe de estar fallando.
El Papa se debe a su Iglesia y su misión, entre otras, (y esto no es ninguna opinión personal) es la de guiar a SU rebaño por el buen camino, y dar ideas claras a SUS fieles (a los fieles católicos, no al mundo). Siendo esto así, como lo es, su proceder -tanto en su actuación como en sus palabras- está produciendo mucha confusión entre aquellos fieles católicos, que son los verdaderos, que pretenden seguir manteniéndose firmes en lo que siempre ha sido la doctrina de la Iglesia. Ésta no puede cambiar y el Papa tiene la obligación de iluminarles con sus palabras y con su vida.
En vista de lo que está ocurriendo no puedo evitar que acudan a mi mente aquellas palabras que pronunció Jesucristo, como advertencia a sus discípulos, y que no necesitan comentario, por su claridad diáfana: "¡Ay cuando todos los hombres hablen bien de vosotros!" (Lc 6,26). "Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero como no sois del mundo, sino que Yo os escogí del mundo, por eso el mundo os odia" (Jn 15,19).
Si Jesús y sus palabras significan aún algo para nosotros ... y aplicamos la sana lógica aristotélica, la conclusión se impone por sí sola: dejamos al lector que la adivine.
¿Es que ha llegado ya la hora de cambiar la doctrina perenne de la Iglesia Católica? Eso no puede hacerse. Yo estoy convencido de que "teóricamente" (al menos de momento) la doctrina no se va a tocar. Así se tendrá contentos a los "tradicionalistas", que considerarán que ha ocurrido lo que tenía que ocurrir. Sin embargo, se trata, en realidad, de una trampa y de un engaño; pues la "praxis" será otra. Habrá un cambio de hecho que es, en definitiva, lo que importa. Aparecerá como que la Iglesia sigue siendo la Iglesia de siempre, ..., pero si no queremos ser engañados, debemos de fijarnos en los frutos que se han producido y que se van a producir: "Por sus frutos los conoceréis" (Mt 7, 20). Éstos son los que indican la veracidad o falsedad de lo que se dice o de lo que se escribe. Y el hecho que se observa -para el que quiera ver- es que todas las teorías modernistas, de apertura al mundo y de olvido o rechazo de lo sobrenatural, están cada vez más infiltradas en la Iglesia: no hay más que abrir los ojos.
La condición normal de un cristiano es el odio del mundo, pues así ocurrió con Jesús. Y ya nos advirtió que sucedería así: "Si el mundo os odia sabed que antes me ha odiado a Mí "(Jn 15, 18). Nos encontramos, en cambio, con el aplauso del mundo ante las decisiones papales que están teniendo lugar actualmente. "Ellos son del mundo -decía Jesús-; por eso hablan según el mundo, y el mundo los escucha"( 1 Jn 4, 5). ¿No deberían hacernos pensar estas palabras del Señor? Si el mundo que, por definición y en términos bíblicos, reniega de Dios y de Jesucristo, este mundo, digo, aplaude y escucha al papa Francisco, la única conclusión lógica posible es la de que el papa está hablando según el mundo, es del mundo ... Por eso tiene a su favor a la inmensa mayoría de los medios de comunicación de masas. Y todos aquellos que son enemigos declarados de la Iglesia, ahora alzan la voz en favor de este Papa: ¡éste es el Papa que la Iglesia necesita, un Papa comprensivo, que está con los tiempos modernos y que no se ha quedado estancado en el pasado, etc. Parece como si se hubiese olvidado que "Jesucristo es el mismo ayer y hoy, y lo será siempre" (Heb 13, 8).
Todo está ocurriendo como si la Iglesia estuviera corriendo tras el mundo, para no quedarse atrás en esta carrera a ninguna parte ... A mi entender, no se acaba de distinguir entre el "mundo" que necesita ser salvado (es decir, el conjunto de todos los hombres) y, para ello, no tiene otro camino que acoger el Mensaje de Jesucristo: "Yo soy el Camino" (Jn 14, 6) y el "mundo" que es enemigo de Jesucristo, a quien odia, igual que odia a la Iglesia y a los que permanecen fieles a las enseñanzas de Jesús.
Con relación a la pastoral, es fundamental tener en cuenta que nunca se puede alterar el mensaje original: Se puede -y se debe- profundizar en ese mensaje, para darlo a conocer a todos y que éstos puedan comprenderlo ... pero sin alterar la esencia del mensaje. De lo contrario se estaría engañando a la gente, haciéndole pasar por palabra de Dios lo que es un mero invento del hombre. Lo que está bien claro -o debería de estarlo- es que no se puede servir a Dios y al mundo; son incompatibles: "el que quiera ser amigo del mundo se constituye en enemigo de Dios" (Sant 4,4). Ante la victoria aparente del mal, el cristiano debe grabar muy fuerte, en su mente y en su corazón, las palabras de Jesús, esas que "no pasarán" (Mt 24, 35): "Tened buen ánimo: Yo he vencido al mundo" (Jn 16, 33)