"Dame a ver tu rostro,
dame a oír tu voz,
que tu voz es suave
y es amable tu rostro" (Cant 2, 14)
Yo soy de mi amado
y mi amado es mío (Cant 6, 3)
Yo soy para mi amado
y a mí tienden todos sus anhelos (Cant 7, 11)
Una vez que hemos conocido el Amor que Dios nos tiene, y que nos ha manifestado enviando a su Hijo al mundo, debemos pedirle insistentemente que nos conceda la virtud de la fe, sin la cual estamos perdidos, pues nunca acabamos de creer del todo; siempre nos lo estamos pensando. Y en el pecado llevamos la penitencia. En la narración evangélica de la curación del endemoniado epiléptico, cuando el padre intercede por su hijo ante el Señor, diciéndole: "Si algo puedes, ayúdanos, apiádate de nosotros", Jesús le dijo: "¡Si puedes ...! ¡Todo es posible para el que cree!" (Mc 9, 22-23). "Al instante exclamó el padre del muchacho: "Creo, Señor; pero ayuda mi incredulidad" (Mc 9, 24). Así deberíamos hablarle también nosotros al Señor: de seguro que Él nos va a comprender y nos dará esa fe que tanto necesitamos.
¿Por qué es tan importante la fe? La respuesta, como siempre, la tenemos en la Biblia: "Sin fe es imposible agradar a Dios, pues es preciso que quien se acerca a Dios crea que existe y que es remunerador de los que le buscan" (Heb 11, 6). Sin la fe no podríamos resistir todos los peligros a los que estamos expuestos. En el libro de Job se puede leer: "¿No es acaso milicia la vida del hombre sobre la tierra?" (Job 7, 1). Y esto es aún más cierto si se refiere a los cristianos. Así dice san Pablo a los efesios : "Tomad, en todo momento, el escudo de la fe, con el que podáis apagar los dardos encendidos del Maligno" (Ef 6, 16). Y san Juan: "Ésta es la victoria que vence al mundo: nuestra fe" (1 Jn 5, 4).
Aparte de todo eso, la fe es necesaria si queremos llegar a entender hasta qué extremo nos ha amado Dios, y nos ama, como muy bien lo entendió el apóstol San Juan: "Nosotros, que hemos creído, conocemos el amor que Dios nos tiene" (1 Jn 4, 16). Si Dios nos concede esa fe en Jesucristo, que es lo único que puede dar sentido a nuestra vida, entonces podremos responder, como corresponde, a los requerimientos de amor por parte del Esposo, que es Dios, tal y como lo hacía la esposa del Cantar, en la que están representados todos los cristianos que mantienen viva su fe en Jesucristo.
(Continuará)