Obispo de Amberes (Bélgica), Mons. Johan Bonny |
El apóstol Pablo escribe, en su segunda carta a los corintios, acerca de los aquellos pastores que abusan de su posición privilegiada para inducir a error a las ovejas que les han sido encomendadas: "Esos tales son falsos apóstoles, operarios engañosos, que se disfrazan de apóstoles de Cristo. Y no ha de extrañar, pues el mismo Satanás se disfraza de ángel de luz. Por tanto, no es mucho si sus ministros se disfrazan de ministros de justicia; pero su fin será según sus obras" (2 Cor 11, 13-15). Cuando habla de los peligros a los que está expuesto un ministro de Cristo y enumera una larga lista por la que él mismo ha pasado, se refiere también, de modo explícito, a los que se hacen pasar como apóstoles, pero no lo son: "peligros entre los falsos hermanos" (2 Cor 11, 26). A ellos se refiere también el apóstol san Juan diciendo: "Salieron de entre nosotros, pero no eran de los nuestros. Porque si hubieran sido de los nuestros habrían permanecido con nosotros. Pero sucedió así para poner de manifiesto que ninguno de ellos es de los nuestros" (1 Jn 2, 19).
Como sabemos, tras el discurso de Jesús sobre el pan de vida, "muchos de sus discípulos se echaron atrás y no andaban ya con Él" (Jn 6, 66). Entonces preguntó Jesús a los Doce si también ellos se querían ir. Simón Pedro le respondió: "Señor, ¿a quién iremos? Tu tienes palabras de vida eterna, y nosotros hemos conocido y creído que Tú eres el Santo de Dios" (Jn 6, 68-69). Pues bien, cuando se supondría que los que habían quedado serían aquellos que nunca lo abandonarían, Jesús, que los conocía bien a todos, les respondió: "¿No os elegí Yo a los Doce? Sin embargo, uno de vosotros es un diablo" (Jn 6, 70). Y hace san Juan el siguiente comentario: "Hablaba de Judas, hijo de Simón Iscariote, pues era éste, uno de los Doce, el que le iba a entregar" (Jn 6, 71)
Por lo tanto, no todos aquellos que pasan por representantes de Jesucristo lo son realmente: entre ellos puede haber algunos que traicionan el Mensaje recibido y no transmiten la Palabra de Dios, que Jesús enseñó, y que es válida para todas las épocas y lugares del mundo. Necesitamos alguna señal para identificarlos y no ir tras ellos. Ya hemos indicado algo en la primera parte de esta entrada (en especial los párrafos tercero a quinto). Pero nos vendrá bien escuchar también lo que dice san Juan acerca de las cautelas que hemos de tomar ante el error: "Carísimos, no creáis a cualquier espíritu; antes bien, examinad si los espíritus son de Dios, porque se han presentado en el mundo muchos falsos profetas. En esto conoceréis el Espíritu de Dios: todo espíritu que confiesa que Jesucristo vino en carne, es de Dios; y todo espíritu que no confiese a Jesús, no es de Dios; ése es el espíritu del Anticristo, de quien habéis oído que va a venir, y ya está en el mundo" (1 Jn 4, 1-3)
(Continuará)