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No importa que esté demostrado científicamente que el aborto es un crimen de lesa humanidad. Por otra parte -y cínicamente- se defienden los llamados "derechos humanos" (¡a saber qué se entiende por ello: derecho a decidir el propio sexo, derecho al aborto ... derecho a lo peor, vamos!).
Mientras tanto, la verdad acerca de las cosas parece que no importa demasiado; sólo medrar y conseguir el mayor número posible de votos ... aunque para ello haya que llamarle blanco a lo que es negro y viceversa. ¿Qué más da? Ante una sociedad adormecida como la nuestra, una sociedad claramente pagana y egoísta, que rechaza a Dios y, como consecuencia, rechaza todo aquello que suponga algún tipo de esfuerzo; una sociedad que valora -por encima de todo- el confort y la comodidad ... ¡a esta sociedad no le hables ni le pidas ningún tipo de sacrificio! El bienestar es lo único que importa. [ un "bienestar" que, por cierto, está muy mal repartido].
Los políticos cuentan con ello. Tienen esa baza en el bolsillo y saben perfectamente que, ante una masa cretinizada, desmemoriada y sin capacidad de crítica (¡por algo tienen la educación en su poder!), ganarán las elecciones -sin ningún género de duda- aquellos que dominen el conjunto de los medios de comunicación (todos los medios, si fuera posible).
Una vez logrado su "triunfo" sólo resta elegir como representante a quien haya demostrado tener una mayor caradura para ganarse a la gente mediante la retórica. Es esencial que el leader hable siempre convencido de lo que dice -que represente bien su "papel"- diciéndole a la gente lo que la gente quiere oir. En ningún momento debe apelar a la sensatez o al razonamiento sino a los intereses mezquinos de las personas a las que habla ... teniendo en cuenta que es el que más grita y el que más disgustado parece (como si realmente lo estuviera) el que tiene más posibilidades de ganar: su "disgusto" -que debe parecer auténtico- tendrá como base la acusación a los otros partidos -sobre todo al partido del gobierno- a los que hará responsables de todas las calamidades que padece la nación.
Al mismo tiempo se le hará creer a la gente que ellos son los únicos que pueden hacer frente a esos males: la gente, exaltada por esas palabras, se cargará de odio y de rencor y les votará a ellos, por más que esté suficientemente demostrado que quien les habla está profiriendo toda una sarta de mentiras; y que ellos son más corruptos que aquellos a quienes pretenden sustituir. Por desgracia, lo único que le importa a la gente, cuando está exaltada [y de conseguirlo se encargan los políticos] es encontrar un cabeza de turco, alguien a quien echar la culpa de todo lo que está pasando. Y arremeter contra él, aunque sea inocente. Ya no importa que les engañen, ni siquiera que se contradigan en lo que dicen, diciendo cosas distintas en lugares diferentes: eso es puramente anecdótico. La influencia de una minoría en las masas está muy estudiada pues cuenta, además, con el control de todos -o la mayoría- de los medios de comunicación.
Tampoco importa que los que les hablan incumplan luego lo que han prometido, incluso aunque estas promesas vengan por escrito en su programa. Una vez en el Poder, el que llegue -no importando quién sea- cambiará lo que quiera cambiar (con mayor o menor rapidez, según sea de izquierdas o de derechas), por más que sea justo lo contrario de lo que había prometido. La gente tiene mala memoria; de manera que, si eso sucede (que sucederá) todos callarán. Y si -por casualidad- hay todavía alguno que se queja, pues peor para él: ¡que se aguante y que no les hubiera votado! Pero es que hay más: la gente olvida; y cuando vengan otra vez nuevas elecciones, el sujeto en cuestión volverá a votar de nuevo a los mismos que lo engañaron, "casi" con total seguridad (según demuestra la historia) ... salvo honradas excepciones, de personas que aún piensan. Los seres humanos somos así de extraños.
Por otra parte, me pregunto: ¿Acaso el que vota a un partido piensa (¡de verdad, de verdad!) que tal partido va a cumplir lo que ha prometido? Sinceramente, no lo creo, pero de todo hay en la viña del Señor. En realidad, no tenemos que remontarnos muy lejos en el tiempo. La historia reciente se ha encargado de demostrar que los partidos que llegan al Poder no cumplen lo que habían prometido.
Alguien pensará que es lógico y de sentido común que así sea. Y, en cierto modo, tienen razón: debe contarse con el hecho de que quien llega al Poder puede encontrarse con una serie de datos y de circunstancias que desconocía cuando escribió su programa electoral. Por lo tanto, ante hechos nuevos, soluciones nuevas ..., que ya no coincidirán con las que habían prometido. Y estoy de acuerdo en que, efectivamente, eso es bastante frecuente que ocurra.
Ahora bien: este razonamiento no vale para todo. Hay situaciones en las que lo que se ha prometido al electorado puede cumplirse perfectamente y, sin embargo, no se lleva a efecto por cobardía. Una prueba muy reciente la tenemos en el caso del PP, un partido que aun teniendo la mayoría absoluta, ha sido incapaz de llevar adelante la reforma de la ley del aborto, a sabiendas de que muchos de sus votantes lo fueron porque pensaron que tal reforma se llevaría a cabo. Este punto estuvo clarísimo en su campaña pre-electoral. Pero ... lo que nos hemos encontrado, una vez que han llegado al Poder ... o sea, la realidad, es que no han movido ni un solo dedo. Ahí continúa- "legal" e inamovible- el mal llamado "derecho" al aborto.
Pero es que, por si aún quedara alguna duda, no hay más que leer las declaraciones de Celia Villalobos , vicepresidenta primera del Congreso de los Diputados y esposa de Pedro Arriola, el principal asesor de Mariano Rajoy: “Lo que no cabe en mi partido es personas que dicen no al aborto”. Así de clara fue la diputada del PP, Celia Villalobos, en un programa de televisión. Se pueden ver más noticias pinchando aquí
Es una verdadera pena que la política, que siempre se ha entendido -al menos en teoría- como un servicio al bien común, se haya quedado en lo que tenemos ahora: corrupción, corrupción y más corrupción. Y, por supuesto, a la hora de pedir responsabilidades, los malos son siempre los otros. Aunque parezca increíble, así es. Eso es lo que hay. No cabe duda de que habrá casos -¡seguro!- en los que se impartirá justicia. De lo contrario, este mundo no podría seguir adelante ... lo cual no quita para que cerremos los ojos ante las flagrantes injusticias que se están cometiendo: una de ellas -la que más clama al Cielo- es la muerte de tantos inocentes en el seno de su madre; muerte oficialmente permitida por las autoridades de turno.
En fin: si algo claro tenemos -para desdicha nuestra- es que hoy en día todo el que desee ser honrado lo tiene muy difícil ... y esto en cualquier profesión [probablemente siempre haya sido así, pero aquí hablamos de lo que ahora vemos y no de lo que nos han contado]. Pienso en un juez honesto, en un político insobornable, en un médico íntegro, en un profesional auténtico ... Todos saben que existen, pero son tan poco corrientes, se ven tan poco, que cualquiera que lea los adjetivos que he asignado a los sustantivos, puede echarme en cara - y posiblemente, con toda la razón del mundo- que vivo en el país de las maravillas [Tengo una eximente a mi favor; y es el hecho constatable de que -mejor que peor- el mundo ha ido saliendo adelante hasta ahora, lo que hubiera sido imposible si tales personas no hubieran existido. Habrá pocas, pero "haberlas las hay"; me atrevo a decir que más de las que pensamos ... aunque, lógicamente, no son noticia]
En todo caso -me parece a mí- puesto que cada uno es responsable de sus actos y debe dar cuenta de ellos ante Dios, sería bueno que antes de votar a un determinado partido político se lo pensara más de dos veces. Me estoy refiriendo a los que son católicos, o se consideran tales; aunque también a todo aquél que tenga buena voluntad y sentido común. Solemos actuar bajo la presión del miedo, del llamado "mal menor", porque nos gusta la seguridad. Y es normal. Es muy humano que pensemos así. Sin embargo, nuestro criterio de actuación no debería de ser ése, sino el dejarnos conducir por la verdad.
Ningún partido posee toda la verdad acerca de todas las cosas, la mayoría de las cuales son discutibles. Pero hay opciones que no pueden votarse: "¡No matarás!". El matar no es una opción que se pueda votar. Luego si se vota a un partido que está a favor del aborto, se está siendo cómplice en ese asesinato y, por lo tanto, un católico incurriría en excomunión "latae sententiae"; es decir, de modo automático quedaría fuera de la Iglesia. (Código de Derecho Canónica, núm 1398). Esto lo querremos ver o no, pero es la verdad, pura y dura. Claro está que alguien me dirá enseguida: ¿A quién voto entonces, si todos los partidos políticos mayoritarios están a favor del aborto? Hablaremos de ello en la próxima entrada.
(Continuará)