Fuente: Infocaótica
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Se dice que existe un consenso científico muy consistente que indica que estamos en presencia de un preocupante calentamiento del sistema climático. ¿Existe tal consenso científico o estamos ante un tópico de la corrección política? (...)
A día de hoy, la teoría del Cambio Climático consiste en la conjunción de tres hipótesis que no siempre suelen distinguirse, pese a que cada una de ellas posee un grado distinto de corroboración. Éstos son los tres pilares del consenso:
A. Existe un calentamiento global de la Tierra.
B. La causa principal del calentamiento global es el efecto invernadero.
C. La causa principal del efecto invernadero son las emisiones de CO2 de origen antrópico.
El lector interesado en obtener una explicación de los tres puntos mencionados, puede leer este enlace. Y se encontrará con que, en estos temas, sólo hay conjeturas de baja probabilidad. Lo cierto es que hay científicos que directamente niegan la existencia de un cambio climático; los hay que aseguran que el cambio climático es real pero que es imposible demostrar que el culpable sea el hombre a través de su emisión de gases de efecto invernadero; o los que creen que efectivamente el clima está cambiando y el responsable es el ser humano, pero advierten que la acción política y científica se ha vuelto ciertamente histérica y se preocupan por el grado de sectarismo y gregarismo que envuelve al tema y que impide la correcta toma de decisiones. A todos estos científicos les une el escepticismo en torno al cambio climático y al calentamiento global terrestre y por eso son objeto de ataques, insultos, infamias, marginación, ostracismo.
Parece un momento oportuno [a la vista de la Encíclica Laudatus si] para recordar que la Iglesia tiene como campo de intervención en los problemas sociales sólo sus aspectos morales: la doctrina social se limita a las consecuencias sociales de la teología moral. El Magisterio no tiene competencia en los aspectos estrictamente científicos y técnicos. Ni la Iglesia, ni ciencia alguna, puede aportar la solución definitiva de un problema cuyos datos se renuevan constantemente. Con el cambio de las circunstancias, lo que ofrece permanencia, en estos campos del saber, son los principios de moral. Las aplicaciones concretas, por ser contingentes, variables y opinables, no pueden constituir un cuerpo doctrinal que se pueda denominar con propiedad Doctrina Social de la Iglesia (en adelante, DSI).
Antes de enseñar sobre lo que deben hacer u omitir los cristianos respecto del calentamiento global, es necesario establecer con certeza moral que:
Parece un momento oportuno [a la vista de la Encíclica Laudatus si] para recordar que la Iglesia tiene como campo de intervención en los problemas sociales sólo sus aspectos morales: la doctrina social se limita a las consecuencias sociales de la teología moral. El Magisterio no tiene competencia en los aspectos estrictamente científicos y técnicos. Ni la Iglesia, ni ciencia alguna, puede aportar la solución definitiva de un problema cuyos datos se renuevan constantemente. Con el cambio de las circunstancias, lo que ofrece permanencia, en estos campos del saber, son los principios de moral. Las aplicaciones concretas, por ser contingentes, variables y opinables, no pueden constituir un cuerpo doctrinal que se pueda denominar con propiedad Doctrina Social de la Iglesia (en adelante, DSI).
Antes de enseñar sobre lo que deben hacer u omitir los cristianos respecto del calentamiento global, es necesario establecer con certeza moral que:
a) Tal hecho existe.
b) Es efecto de causas humanas, dependientes del uso de la libertad.
[Suponemos que Francisco, asesorado por el Doctor Eximio Tucho Fernández, ha consultado a las más altas autoridades científicas en la materia antes de emitir juicios morales…]
La finalidad de la DSI es promover el bien espiritual de los fieles. Pero si ésta [la DSI] pretendiera aplicar los grandes principios buscando agradar al mundo, promover intereses temporales o hacer triunfar determinados puntos de vista científico-técnicos, subvertiría su finalidad.
La finalidad de la DSI es promover el bien espiritual de los fieles. Pero si ésta [la DSI] pretendiera aplicar los grandes principios buscando agradar al mundo, promover intereses temporales o hacer triunfar determinados puntos de vista científico-técnicos, subvertiría su finalidad.