El papa Francisco no se ofendió por ese "regalo"; todo lo contrario. [lo que es altamente preocupante y raya en el escándalo, con relación a los fieles católicos que lo han visto] Respecto al padre Luis Espinal él sabía perfectamente que era comunista, como así lo afirma expresamente. Y, de hecho, a su llegada a La Paz, Francisco rindió un pequeño homenaje al jesuita: "Espinal predicó el evangelio y ese evangelio molestó. Por eso lo eliminaron". [Yo me pregunto: ¿Predicó el Evangelio de Jesucristo ... o, más bien, la interpretación marxista del Evangelio, como así parece ser? En mi opinión, tal homenaje es un grave error]. La historia del susodicho crucifijo puede verse pinchando aquí.
Por cierto, durante su discurso en el aeropuerto de El Alto, Bergoglio dejó claro su respaldo a las políticas de Evo Morales: “Bolivia está dando pasos importantes para incluir a amplios sectores en la vida económica , social y política del país; cuenta con una Constitución que reconoce los derechos de los individuos, de las minorías, del medio ambiente, y con unas instituciones sensibles a estas realidades”.
Hay dos artículos, relacionados con este asunto de la "cruz comunista" que me parece que son dignos de ser leídos. Uno de ellos es de Denzinger-Bergoglio y el otro de José Miguel Arráiz, de Infocatólica.
Y contra el amor a los pobres, tal cosa es imposible si no hay nadie que los hermane y ese Alguien, del que apenas se habla, es Jesucristo. En Él somos hijos del mismo Padre, somos hermanos y debemos amarnos como Él nos amó ... pero sólo en Él. El marxista es incapaz de amar, porque odia a Dios, que es Amor. De manera que en el artículo al que se puede acceder pinchando aquí; y que está relacionado también con el Papa Francisco y con Evo Morales, no tiene ningún sentido que Francisco diga [y estamos en un contexto muy especial] que el amor por los pobres no es comunismo, sino que «está en el centro del Evangelio»
Yo echo en falta que nuestro querido Papa hable más de Jesucristo y menos del mundo. Mucha corrupción había en tiempos de Jesús, pero cuando uno de la muchedumbre le dijo: "Maestro, di a mi hermano que reparta la herencia conmigo", ésta fue la respuesta que obtuvo de nuestro Señor: "Hombre, ¿quién me ha hecho juez y repartidor entre vosotros?" (Lc 12, 13-14).
Parece como si la única misión del Papa fuese la de la justicia social, cuando no es eso lo esencial. Jesucristo no es conocido, el Evangelio no se explica, y la Religión está quedando reducida a algo puramente humano. Recordemos lo que le dijo Jesús a Pedro: "Tú, cuando te hayas convertido, confirma en la fe a tus hermanos" (Lc 22,32). Y después de preguntarle por tres veces si lo amaba; y una vez que Pedro le dijo: "Señor, Tú lo sabes todo. Tú sabes que te quiero" ... ésta fue la respuesta que recibió Pedro de Jesús, las tres veces: "Apacienta mis ovejas" (cfr Jn 21, 15-17).
Debemos orar fuerte e insistentemente para que el Señor proteja a su Iglesia, que se está mundanizando, hasta el punto de que miles y miles de católicos, incluyendo también, entre ellos, a muchos miembros de las altas Jerarquías eclesiásticas, han perdido la fe. Vienen a mi mente las palabras contenidas en la Biblia: "Heriré al pastor y se dispersarán las ovejas de mi rebaño" (Mt 26, 31; Zc 13,7) porque -y esto son también palabras que Jesús nos dirige: "Vosotros sois la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué se salará? Para nada vale ya sino para arrojarla fuera y que la pisen los hombres" (Mt 5, 13)
¿No será eso lo que está ocurriendo? Hemos dejado de ser sal para el mundo, un mundo triste que languidece y muere ... y que nos necesita. Este mundo nuestro está necesitado de santos, que son los únicos que pueden salvarlo: aquellas personas que toquen los corazones de otras personas para que éstas se enamoren de Jesús y lo vayan conociendo y queriendo cada día más. De no ser así, no sería de extrañar, dada la apostasía general en la que se encuentra el mundo, de que el fin de los tiempos está ya a la puerta ... o bien Dios tendrá que intervenir directamente [aunque no tenemos ni la menor idea de cómo lo haría].
Lo que sí es cierto es que no debemos de perder nuestra confianza en Dios, que se nos ha revelado en Jesucristo, que es la Vida de nuestra vida y nuestro todo. "Porque ya es hora de que despertéis del sueño, pues ahora está más cerca de nosotros la salvación que cuando creímos. La noche está avanzada y el día está cerca. Abandonemos, por tanto, las obras de las tinieblas y vistámonos con las armas de la luz" (Rom 12, 11-12)
El gran "descartado", por desgracia, es Jesucristo. Él es el auténtico pobre, del cual nadie se acuerda. Y sólo en Él podemos salvarnos: "Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por Mí" (Jn 14, 6). Todavía estamos a tiempo. Cada día es una nueva oportunidad que Dios nos da para que nos convirtamos y cambiemos de vida.
Y debemos de vivir siempre con ese espíritu de agradecimiento que nos debe llevar, además, al espíritu de Temor de Dios: Dios es infinitamente Misericordioso y es igualmente, infinitamente Justo. En Él Misericordia y Justicia son lo mismo, dada su Simplicidad. Pero no hará uso de su Misercordia -no podrá hacerlo- si, por soberbia, lo rechazamos y no queremos saber nada de Él. De ahí la enorme importancia de nuestra conversión a la Palabra de Dios: nuestra mente, nuestro corazón, todo nuestro ser deben estar imbuídos del Espíritu de Cristo. Si ello estamos perdidos: "Sin Mí nada podéis hacer" (Jn 15, 5)