BIENVENIDO A ESTE BLOG, QUIENQUIERA QUE SEAS



jueves, 6 de agosto de 2015

Papa Francisco: encuentro del 11 de Julio en Paraguay DIÁLOGO INTERRELIGIOSO IMPOSIBLE, AUNQUE LO DIGA EL PAPA (1/2)

(Para leer la segunda parte pinchar aquí)
------------------------------------------------------------------------------

El 11 de julio de 2015 el papa Francisco tuvo un encuentro con los representantes de la sociedad civil de Paraguay, en el Estadio León Condou. El texto completo puede visualizarse pinchando aquí. Me limito aquí a hacer algún comentario acerca de algunas expresiones que utiliza el santo Padre (éstas vienen en rojo oscuro; las mías en azul).

Ahora también es verdad que el diálogo no es fácil, hay que superar muchas dificultades y a veces parece que nosotros nos empecinamos en hacer las cosas más difíciles todavía. Para que haya diálogo es necesaria una base fundamental. Una identidad. Por ejemplo, yo pienso en el diálogo interreligioso, donde representantes de las diversas religiones hablamos, nos reunimos a veces para hablar diversos puntos de vista. Pero cada uno habla desde su identidad: yo soy budista, yo soy evangélico, yo soy ortodoxo, yo soy católico, pero cada uno dice su identidad, no negocia su identidad.



[¿Qué sentido tiene un diálogo en el que lo único que se busca es saber lo que el otro piensa, cuando lo que en un verdadero diálogo es la verdad lo que debe buscarse; y no el consenso?]

La uniformidad nos anula, nos hace autómatas. La riqueza de la vida está en la diversidad por lo que el punto de partida no puede ser voy a dialogar pero aquel está equivocado. 


[Por lo visto, el punto de partida debe ser, entonces: yo estoy equivocado y estoy aquí para aprender algo del otro ... y esto es de aplicación sólo para los católicos ... ¡si son precisamente los demás quienes deben aprender la doctrina que hemos recibido de Jesús para hacerla llegar a todas las gentes! ¿O ha cambiado ahora ese mensaje?] 


No, no, no podemos presumir que el otro está equivocado 


[Según esto, la seguridad en la verdad recibida es presunción, tenemos que dudar de lo nuestro; si alguien está seguro de algo es considerado un extremista, incapaz de dialogar] 


Yo voy con lo mío y voy a escuchar qué dice el otro, en qué me enriquece el otro, en qué el otro me hace caer en la cuenta que yo estoy equivocado, y en qué cosas le puedo dar yo al otro, es un ida y vuelta, ida y vuelta pero con el corazón abierto con presunciones de que el otro está equivocado, mejor irse a casa y no intentar un diálogo.

[No hay presunción de ningún tipo porque lo que tenemos no es nuestro, sino que lo hemos recibido; hemos recibido de Dios su Palabra, que se identifica con Jesucristo, para transmitirla a los demás; y para ello debemos de estar dispuestos a jugarnos la vida, si fuera preciso ... pero ¿cómo me voy a jugar la vida por algo de cuya veracidad dudo? ¿Acaso el diálogo con los demás supone una duda continua respecto al propio ser? Eso no tiene sentido. ¡Y no se trata de convencer a los demás, en el sentido de coaccionarles, pero sí de hacer todo lo posible y lo imposible, para que todos lleguen al conocimiento de la Verdad ... ¡Y ésta sólo se encuentra en Jesucristo! Claro está: Si esto no se admite (¡y los no católicos, por definición, no lo admiten!) entonces ciertamente lo mejor es irse a casa y no intentar un diálogo ..., como dice el santo Padre, pero no por las razones que aduce para ello sino porque sería una pérdida de tiempo, en el mejor de los casos el "dialogar" con un mahometano o con un judío, por ejemplo, pues los tales odian a Cristo ... y no es ya que no lo conozcan sino que no están dispuestos tampoco a conocerlo. El "diálogo", para ellos, sólo tendría sentido, si nuestra Religión se pusiera a la par con la suya lo cual no podemos hacer, por razones obvias]

El diálogo es para el bien común [¿solamente?] y el bien común se busca desde nuestras diferencias dándole posibilidad siempre a nuevas alternativas 


[Depende: habría que matizar un poquito puesto que hay "nuevas alternativas" (expresión ambigua) que de ninguna de las maneras serían posibles para un cristiano, so pena de dejar de serlo] 


Es decir, buscar algo nuevo;  cuando hay verdadero diálogo
siempre se termina en un (permítanme la palabra, pero la digo noblemente) en un acuerdo nuevo, donde todos nos pusimos de acuerdo "en algo"

[Pero, ¿es posible llegar a un acuerdo sobre algo entre dos personas si una de ellas dice que ese algo es negro y la otra insiste en que es blanco? ¿Habría que decir, entonces, que ese algo es gris, para evitar confrontaciones? ¿Eso supondría un acercamiento a la verdad?  Porque se diga como se diga, tal modo de pensar o de actuar supone admitir que todo es relativo. Y es más: si el diálogo se repite en otro momento o entre otras personas, nos encontraríamos con que entonces tampoco sería gris sino verde ... y así hasta el fin de los tiempos: la verdad se difumina, imperando el relativismo y el historicismo. Lo que es verdad en una época de la historia es mentira en otra, etc ... ¡Si Jesucristo no hubiera venido y nos hubiera hablado! ... ¡tal vez se podría hablar en esos términos! Pero Jesús vino, y con su Venida las cosas son como Él las piensa, que es quien las ha creado, incluyéndonos a nosotros] 

¿Hay diferencias? Quedan a un costado, en la reserva, pero en ese punto en que nos pusimos de acuerdo, o en esos puntos en que nos pusimos de acuerdo, nos comprometemos y los defendemos, es un paso adelante 

[¡Por supuesto que hay diferencias! Es una pregunta cuya respuesta se conoce de antemano; pero el problema es que se trata de diferencias esenciales, que no pueden quedar a un costado, como dice el papa Francisco. No se trata de diferencias de gustos o de estilos: de ser así no habría ningún tipo de problema y el diálogo sería perfectamente posible ... ¡pero no es así!] 

Esa es la cultura del encuentro. 



[¿Del "encuentro"? ¿De qué "encuentro"? ¿Qué es lo que se puede encontrar ahí? Porque si algo está claro -o debe de estarlo- es que lo que todos deseamos encontrar (lo sepamos y no), y lo único que puede darnos la felicidad -y esto no es discutible- es el propio Jesucristo, entendido como lo que es: verdadero Dios y como verdadero hombre. Para desgracia del pueblo cristiano y de toda la humanidad, en verdad, esto no se predica y muchos de los que se dicen católicos lo desconocen. ¿Cómo es posible que nos atrevamos a decir que al avergonzarnos de Jesús, renegando de nuestra fe, entonces podemos encontrarnos con los demás? Eso no tiene ni pies ni cabeza, por no utilizar palabras mayores: ¡ Es en Jesús, y sólo en Jesús, donde el encuentro es posible! ... Si sobre esto tenemos alguna duda, es señal clara e inequícoca de que nuestra fe está por los suelos y necesitamos urgentemente del Señor, o estamos perdidos] 

No le tenemos que temer, no tenemos que ignorar el conflicto, por el contrario somos invitados a asumir el conflicto. Si no asumimos el conflicto, si no asumimos el conflicto nos va a dar dolor de cabeza. Que vaya con su idea a su casa y yo me quedo con la mía. No podemos dialogar nunca. 

[Una cosa es asumir el conflicto, que lo hay; y otra es el diálogo. No debemos confundir los términos. Si hablamos con propiedad y si las palabras significan realmente algo, es preciso, entonces, partir del hecho de que la verdad existe ... y que, además, se puede conocer. El católico, por pura gracia, posee esa verdad: ¡esto es muy importante ... y no es ninguna presunción ni somos, por ello, mejores que los demás! ... Al contrario, es una pesada carga la que Jesús nos ha impuesto a los católicos: "Id por todo el mundo y predicad el Evangelio a toda criatura" (Mc 16, 15)  Y san Pablo:  "¡Ay de mí si no evangelizara!"  (1 Cor 9, 16). No, "no es algo que nos guste",  "no es algo de lo que podamos presumir". Se trata de algo que hemos recibido y que tenemos la obligación de transmitir a los demás, so pena de traicionar a Jesucristo y de perder nuestra verdadera vida, la cual se encuentra junto a Jesús y sólo en Él. Y es ese "estar con Jesús" lo único que hace esta carga no sólo soportable sino incluso amable: "Tomad sobre vosotros mi yugo y aprended de Mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestras almas. Pues mi yugo es suave y mi carga ligera" (Mt 11, 29-30) 

Cuando se está seguro de estar en la Verdad, no por nosotros mismos ni por nuestros méritos personales, sino por la gracia de la fe que Dios nos ha concedido ...  una seguridad que, como digo,  proviene directamente de Dios encarnado en la Persona de su Hijo, Jesucristo nuestro Señor, ... , nuestra misión como cristianos no es la de "dialogar", en el sentido en el que el mundo entiende esta palabras, sino la de llevar a la gente al Señor, que es el único modo que tienen de ser verdaderamente felices. No hay otro camino:  "Yo soy el camino" (Jn 14, 6), decía Jesús. Y san Pablo, hablando de Jesucristo: "Ningún otro Nombre hay bajo el cielo, dado a los hombres, por el que podamos salvarnos" (Hech 4, 12) 


Esto es algo que ni siquiera podemos, ni siquiera deberíamos plantearnos, si tuviésemos fe, porque las palabras de Jesús son Espíritu y son Vida (cfr Jn 6, 63), son intemporales; están dichas para todo momento y lugar. Su actualidad es hoy aún mayor, si cabe, que cuando fueron pronunciadas, dado que "Jesucristo es el mismo ayer y hoy y lo será siempre" (Heb 13, 8).  


De manera que si la persona con la que se "dialoga" no quiere ni oír hablar de esta realidad, que es la que define a un católico y le hace ser lo que es ... desde luego es imposible llegar a ningún tipo de acuerdo ... Para ello sería necesario un milagro, pero no es ese el camino ordinario de actuar de Dios ... Y aunque podría hacerlo y alguna vez lo ha hecho, siendo el caso más claro y conocido el de la conversión "extraordinaria" de san Pablo (cfr Hech 9, 1-19),  Dios no suele proceder así normalmente; y con esto debemos contar]

(Continuará)