(Para leer la primera parte, pinchar aquí)
Esto significa: «Aceptar, sufrir el conflicto, resolverlo y transformarlo en un eslabón de un nuevo proceso» (Evangelii gaudium 227).
[Este "razonamiento" papal me recuerda mucho la típica y consabida dialéctica marxista: Tesis, antítesis, síntesis que históricamente se reveló como un fracaso descomunal en todos los sentidos. Y sigue insistiendo en la misma idea:]
Vamos a dialogar: ¿Hay conflicto? [Tesis] Lo asumo [Antítesis], lo resuelvo [Síntesis] y es un eslabón de un nuevo proceso [Nueva Tesis]
[Este "razonamiento" papal me recuerda mucho la típica y consabida dialéctica marxista: Tesis, antítesis, síntesis que históricamente se reveló como un fracaso descomunal en todos los sentidos. Y sigue insistiendo en la misma idea:]
Vamos a dialogar: ¿Hay conflicto? [Tesis] Lo asumo [Antítesis], lo resuelvo [Síntesis] y es un eslabón de un nuevo proceso [Nueva Tesis]
[Se trata de una visión marxista de la Historia, expresada de un modo sutil pero real. Como se sabe, según Marx, la síntesis a la que se llega es el comienzo de un otro nuevo proceso de tesis, antítesis y síntesis. Esto es puro marxismo. Y todos conocemos demasiado bien el tremendo fracaso del marxismo cuando se ha impuesto y se ha llevado a la praxis .. en todos los sentidos: odio al cristianismo y a todo lo sobrenatural, ruina económica, régimen totalitario, privación de libertad, campos de concentración, etc,.]
Hay un principio que nos tiene que ayudar mucho. La «unidad es superior al conflicto» (ibíd. 228).
[Mi pregunta es: ¿Qué unidad? ¿Un mero estar uno al lado del otro? Porque, desde luego, no puede haber unidad de pensamiento, so pena de perder la propia identidad y convertirse a la otra "religión"]
El conflicto existe, hay que asumirlo hay que procurar resolverlo, hasta donde se pueda, pero con miras a lograr una unidad pero no es uniformidad, sino es una unidad en la diversidad.
[Eso de hablar de unidad en la diversidad suena muy bien, pero se trata de un sofisma, pues tal unidad no existe, a menos, como digo, de que se esté hablando de que hay un conjunto de seres humanos que están reunidos, unos al lado de otros ... pero no hay más: ¡Y a eso no se le puede llamar unidad, si pretendemos ser serios y llamarle a las cosas por su nombre!
La diversidad en la unidad se entiende cuando amando todos a Jesucristo, como verdadero Dios y verdadero hombre, y aceptando que el sentido de su vida está ligado a la pertenencia a la Iglesia católica de siempre, cada uno vive esa realidad conforme a los dones que ha recibido de Dios. Este enfoque, que es el correcto, es algo que siempre ha ocurrido en la Iglesia, a lo largo del tiempo; no es ninguna novedad. O, si se quiere, es una continua novedad, pues el Evangelio es siempre nuevo aun siendo antiguo. Su actualidad se mantiene a lo largo del tiempo.
En esencia de lo que se trata es de llegar a Jesús, conocerlo y amarlo. Ésta es la UNIDAD que tiene lugar entre los miembros del Cuerpo Místico de Cristo, que es la Iglesia. Y la DIVERSIDAD podemos observarla en los diferentes modos de alcanzar esa meta, tipicados, sobre todo, aunque no exhaustivamente, en los santos: San Francisco de Asís, San Francisco Javier, San Ignacio de Loyola, Santa Teresa de Jesús, San Juan de la Cruz, San Juan Bosco, etc ...]
Una unidad que no rompe las diferencias, sino que las vive en comunión por medio de la solidaridad y la comprensión. Al tratar de entender las razones del otro, al tratar de escuchar su experiencia, sus anhelos, podremos ver que en gran parte son aspiraciones comunes.
La diversidad en la unidad se entiende cuando amando todos a Jesucristo, como verdadero Dios y verdadero hombre, y aceptando que el sentido de su vida está ligado a la pertenencia a la Iglesia católica de siempre, cada uno vive esa realidad conforme a los dones que ha recibido de Dios. Este enfoque, que es el correcto, es algo que siempre ha ocurrido en la Iglesia, a lo largo del tiempo; no es ninguna novedad. O, si se quiere, es una continua novedad, pues el Evangelio es siempre nuevo aun siendo antiguo. Su actualidad se mantiene a lo largo del tiempo.
En esencia de lo que se trata es de llegar a Jesús, conocerlo y amarlo. Ésta es la UNIDAD que tiene lugar entre los miembros del Cuerpo Místico de Cristo, que es la Iglesia. Y la DIVERSIDAD podemos observarla en los diferentes modos de alcanzar esa meta, tipicados, sobre todo, aunque no exhaustivamente, en los santos: San Francisco de Asís, San Francisco Javier, San Ignacio de Loyola, Santa Teresa de Jesús, San Juan de la Cruz, San Juan Bosco, etc ...]
Una unidad que no rompe las diferencias, sino que las vive en comunión por medio de la solidaridad y la comprensión. Al tratar de entender las razones del otro, al tratar de escuchar su experiencia, sus anhelos, podremos ver que en gran parte son aspiraciones comunes.
[Hombre, está claro que todos aspiramos a la felicidad. Esta realidad es tan antigua como el hombre ... y, en ese sentido, se puede perfectamente decir que los anhelos de los demás coinciden con los nuestros. Pero el problema que se plantea, en realidad, no es ése sino dónde se encuentra esa felicidad, si es que es posible encontrarla.
¡Y los cristianos no podemos renunciar a la gracia que hemos recibido de Dios quien, manifestándose en Jesucristo, nos ha enseñado el secreto de la verdadera felicidad! Desgraciadamente el Evangelio que hoy se predica, la mayoría de las veces está adulterado y escamoteado. Buena prueba de ello es que nos encontramos, cada vez más, con "católicos" que no conocen, en realidad, su Religión ... ¡Eso es lo que los hace desgraciados, entre otras cosas!.
Los cristianos tristes, con cara de pepinillo avinagrado, a los que se refiere con frecuencia el papa Francisco, no son los que van a Misa, sino justamente los que no asisten a Misa ... y la explicación de esto es sencilla, pues ¿cómo se puede amar a alguien si no se le conoce, si no se está en contacto con él? ...
En nuestro caso concreto, ¿cómo se puede amar a los demás si no se está en contacto con Aquel que es el Amor, por esencia? El que se separa de Jesucristo se incapacita para amar. Y se condena a la tristeza, pues la alegría, la auténtica alegría no es sino la otra cara del amor.
El famoso grito "armen lío" ... sin visitar los sagrarios, sin confesarse y sin hacer oración ... está condenado al más rotundo de los fracasos ... al único gran fracaso, en definitiva, que consiste en pasar por esta vida sin haber conocido a Dios, sin habernos enamorado de Jesucristo: "Ese dios que adoráis, sin conocer, es el que yo os anuncio" (Hech 17, 23) decía san Pablo, que no se avergonzaba de Jesucristo, porque Jesús lo era todo para él, era su Vida.]
¡Y los cristianos no podemos renunciar a la gracia que hemos recibido de Dios quien, manifestándose en Jesucristo, nos ha enseñado el secreto de la verdadera felicidad! Desgraciadamente el Evangelio que hoy se predica, la mayoría de las veces está adulterado y escamoteado. Buena prueba de ello es que nos encontramos, cada vez más, con "católicos" que no conocen, en realidad, su Religión ... ¡Eso es lo que los hace desgraciados, entre otras cosas!.
Los cristianos tristes, con cara de pepinillo avinagrado, a los que se refiere con frecuencia el papa Francisco, no son los que van a Misa, sino justamente los que no asisten a Misa ... y la explicación de esto es sencilla, pues ¿cómo se puede amar a alguien si no se le conoce, si no se está en contacto con él? ...
En nuestro caso concreto, ¿cómo se puede amar a los demás si no se está en contacto con Aquel que es el Amor, por esencia? El que se separa de Jesucristo se incapacita para amar. Y se condena a la tristeza, pues la alegría, la auténtica alegría no es sino la otra cara del amor.
El famoso grito "armen lío" ... sin visitar los sagrarios, sin confesarse y sin hacer oración ... está condenado al más rotundo de los fracasos ... al único gran fracaso, en definitiva, que consiste en pasar por esta vida sin haber conocido a Dios, sin habernos enamorado de Jesucristo: "Ese dios que adoráis, sin conocer, es el que yo os anuncio" (Hech 17, 23) decía san Pablo, que no se avergonzaba de Jesucristo, porque Jesús lo era todo para él, era su Vida.]
Y esta es la base del encuentro: todos somos hermanos, hijos de un mismo Padre celestial,
[Bueno, en principio, el Dios católico es el mismo que el Dios judío ... Sin embargo, una vez que vino Cristo al mundo para dar plenitud a la Ley y los Profetas, lo antiguo ha quedado superado: el Antiguo Testamento sólo se puede entender a la luz del Nuevo Testamento. Dios ya sólo se puede conocer en Jesucristo: "Si no hubiera venido ni les hubiera hablado, no tendrían pecado, pero ahora no tienen excusa de su pecado. Quien me odia a Mí, odia también a mi Padre" (Jn 15, 22-23).
Ésa es la razón por la que el Dios a quien adoran los judíos de hoy no es el Dios auténtico: Éste se reveló en Jesucristo, hace ya dos mil años. En el discurso de san Pedro, después de Pentecostés, les dijo a los judíos: "Dios hizo Señor y Cristo a este Jesús a quien vosotros crucificásteis" (Hech 2, 36). Ante estas palabras muchos judíos, compungidos de corazón y conscientes del pecado que habían cometido, aceptaron la verdad de lo que los apóstoles les decían ... y se bautizaron, en un solo día, unas tres mil almas (Hech 2, 41). La mayoría de los judíos de hoy todavía sigue esperando a un Mesías que ya vino, que fue Jesucristo, en quien se cumplieron todas las Escrituras del Antiguo Testamento acerca del Mesías que Dios les había prometido.
Bien: esto en el caso de los judíos porque lo que es en el caso de los musulmanes, su dios Alá no tiene nada que ver con el Dios, "rico en misericordia" (Ef 2, 4), al que adoramos los cristianos. Y algo parecido ocurre con el resto de religiones que, al fin y al cabo, no son sino meras ideologías, inventadas por algunos hombres, nada que tenga que ver con la Religión Católica: en ésta no son los hombres los que llegan hasta Dios, sino que es Dios mismo quien se manifiesta a Sí Mismo en la Persona de Jesucristo.
Esto es sólo privativo de la Religión Católica, la única verdadera, la única que puede llamarse propiamente Religión, pues en las demás (a excepción del caso de los judíos hasta la venida del Señor) se trata de meras invenciones humanas, cargadas de connotaciones políticas.
El conocimiento de esta realidad es algo de lo que participamos por pura gracia, sin merecimiento alguno por nuestra parte ... de lo cual debemos de estar muy agradecidos ... ¡y pedir a Dios para que el resto de personas que aún no lo conocen, lleguen a Él algún día! : nada más hermoso les podría ocurrir en su vida.]
Ésa es la razón por la que el Dios a quien adoran los judíos de hoy no es el Dios auténtico: Éste se reveló en Jesucristo, hace ya dos mil años. En el discurso de san Pedro, después de Pentecostés, les dijo a los judíos: "Dios hizo Señor y Cristo a este Jesús a quien vosotros crucificásteis" (Hech 2, 36). Ante estas palabras muchos judíos, compungidos de corazón y conscientes del pecado que habían cometido, aceptaron la verdad de lo que los apóstoles les decían ... y se bautizaron, en un solo día, unas tres mil almas (Hech 2, 41). La mayoría de los judíos de hoy todavía sigue esperando a un Mesías que ya vino, que fue Jesucristo, en quien se cumplieron todas las Escrituras del Antiguo Testamento acerca del Mesías que Dios les había prometido.
Bien: esto en el caso de los judíos porque lo que es en el caso de los musulmanes, su dios Alá no tiene nada que ver con el Dios, "rico en misericordia" (Ef 2, 4), al que adoramos los cristianos. Y algo parecido ocurre con el resto de religiones que, al fin y al cabo, no son sino meras ideologías, inventadas por algunos hombres, nada que tenga que ver con la Religión Católica: en ésta no son los hombres los que llegan hasta Dios, sino que es Dios mismo quien se manifiesta a Sí Mismo en la Persona de Jesucristo.
Esto es sólo privativo de la Religión Católica, la única verdadera, la única que puede llamarse propiamente Religión, pues en las demás (a excepción del caso de los judíos hasta la venida del Señor) se trata de meras invenciones humanas, cargadas de connotaciones políticas.
El conocimiento de esta realidad es algo de lo que participamos por pura gracia, sin merecimiento alguno por nuestra parte ... de lo cual debemos de estar muy agradecidos ... ¡y pedir a Dios para que el resto de personas que aún no lo conocen, lleguen a Él algún día! : nada más hermoso les podría ocurrir en su vida.]
Cada uno con su cultura, su lengua, sus tradiciones, tiene mucho que aportar a la comunidad. Ahora yo estoy dispuesto a recibir esto; si estoy dispuesto a recibir y dialogar con eso, entonces sí me siento a dialogar; si no estoy dispuesto, mejor no perder el tiempo.
Las verdaderas culturas no están cerradas en sí mismas, sino que están llamadas a encontrarse con otras culturas y crear nuevas realidades. Cuando estudiamos historia, encontramos culturas milenarias que ya no están más: han muerto por muchas razones pero una de ellas es haberse cerrado a sí mismas.
Sin este presupuesto esencial, sin esta base de hermandad será muy difícil arribar al diálogo. Si alguien considera que hay personas, culturas, situaciones de segunda, tercera o de cuarta algo seguro saldrá mal porque simplemente carece de lo mínimo, del reconocimiento de la dignidad del otro. Que no hay personas de primera, de segunda, de tercera ni de cuarta: somos de la misma dignidad.
[Todo este discurso, humanamente hablando, sin consideraciones sobrenaturales de ninguna clase, tal vez podría ser aceptable ... Pero, si realmente creemos en Jesucristo como verdadero Dios y verdadero hombre ... entonces todo este circunloquio está de más y no tiene ningún sentido; y menos aún si es el santo Padre quien así habla. Porque de admitir como verdaderas estas palabras del papa Francisco, si nos las tomamos en serio, entonces la venida de Jesucristo al mundo habría sido una pantomima. Dios se podría haber ahorrado esa molestia de encarnarse en su Hijo y de morir en una cruz para salvarnos, ... ¡puesto que, al fin y al cabo, todas las religiones y todas las culturas son iguales!.
Sinceramente, estas palabras del Papa son ininteligibles. Pienso en cualquiera de estas culturas: la azteca, la musulmana, la hindú, etc ... y acto seguido viene a mi mente la pregunta: ¿De veras estas culturas son comparables a la cultura cristiana?
Sólo en el Cristianismo Dios ha venido a este mundo y ha querido formar parte de nuestra historia, encarnándose en Jesucristo, sabedor -además- de que sería rechazado por muchos. Y todo ello por Amor (¡un amor incomprensible!) para hacer posible que pudiéramos salvarnos, mediante la aceptación de su Mensaje: ¡Es Dios quien se manifiesta!
En cualquier otra cultura sus dioses son puros inventos de los hombres: se hace excesivo hincapié no en la verdad sino en el sentimiento, que es algo subjetivo, como si la religión fuera un producto de la inteligencia humana.
Por otra parte, ¿dónde se ha producido el verdadero progreso de la humanidad sino, precisamente, en una matriz cristiana, aunque Europa haya renegado de ella? Esto es algo incuestionable ... ¡Pero lo incuestionable se cuestiona e incluso se niega abiertamente!
De manera que, con todos mis sinceros respetos, santo Padre; y haciendo caso del discernimiento en el que tanto insiste Su Santidad que debemos hacer uso de él, sabedor de que sus palabras, dichas en ese contexto, son simples opiniones, lo más alejadas de los dogmas, haciendo uso de mi recta razón y del amor a la verdad, por encima de todo, debo decir que SÍ, que EFECTIVAMENTE hay culturas de cuarta y hasta de quinta y de sexta categoría; es más: hay culturas que no deberían ser llamadas por ese nombre ... y otras que, gracias a Dios, desaparecieron por el bien de la humanidad.
Y si esto se niega y se desconoce no se está, entonces, en la verdad. Y tendríamos que replantearnos toda nuestra existencia. Jesús era muy tajante y muy extremista, en este sentido. Y nosotros, que nos llamamos discípulos suyos, también debemos de serlo, si queremos parecernos a Él: "El que no está conmigo, está contra Mí" (Mt 12, 30). Un católico no puede avenirse a componendas ... ¡y "dialogar" de esa manera, como si lo mismo diera creer en Jesucristo que creer en Alá o incluso no creer en nada! ... ¡Y si lo hiciera, en esa misma medida, dejaría de ser digno de llevar el nombre de "católico", porque estaría traicionando a su Maestro y Señor, que es Jesucristo, nuestro amado Jesús.
Sinceramente, estas palabras del Papa son ininteligibles. Pienso en cualquiera de estas culturas: la azteca, la musulmana, la hindú, etc ... y acto seguido viene a mi mente la pregunta: ¿De veras estas culturas son comparables a la cultura cristiana?
Sólo en el Cristianismo Dios ha venido a este mundo y ha querido formar parte de nuestra historia, encarnándose en Jesucristo, sabedor -además- de que sería rechazado por muchos. Y todo ello por Amor (¡un amor incomprensible!) para hacer posible que pudiéramos salvarnos, mediante la aceptación de su Mensaje: ¡Es Dios quien se manifiesta!
En cualquier otra cultura sus dioses son puros inventos de los hombres: se hace excesivo hincapié no en la verdad sino en el sentimiento, que es algo subjetivo, como si la religión fuera un producto de la inteligencia humana.
Por otra parte, ¿dónde se ha producido el verdadero progreso de la humanidad sino, precisamente, en una matriz cristiana, aunque Europa haya renegado de ella? Esto es algo incuestionable ... ¡Pero lo incuestionable se cuestiona e incluso se niega abiertamente!
De manera que, con todos mis sinceros respetos, santo Padre; y haciendo caso del discernimiento en el que tanto insiste Su Santidad que debemos hacer uso de él, sabedor de que sus palabras, dichas en ese contexto, son simples opiniones, lo más alejadas de los dogmas, haciendo uso de mi recta razón y del amor a la verdad, por encima de todo, debo decir que SÍ, que EFECTIVAMENTE hay culturas de cuarta y hasta de quinta y de sexta categoría; es más: hay culturas que no deberían ser llamadas por ese nombre ... y otras que, gracias a Dios, desaparecieron por el bien de la humanidad.
Y si esto se niega y se desconoce no se está, entonces, en la verdad. Y tendríamos que replantearnos toda nuestra existencia. Jesús era muy tajante y muy extremista, en este sentido. Y nosotros, que nos llamamos discípulos suyos, también debemos de serlo, si queremos parecernos a Él: "El que no está conmigo, está contra Mí" (Mt 12, 30). Un católico no puede avenirse a componendas ... ¡y "dialogar" de esa manera, como si lo mismo diera creer en Jesucristo que creer en Alá o incluso no creer en nada! ... ¡Y si lo hiciera, en esa misma medida, dejaría de ser digno de llevar el nombre de "católico", porque estaría traicionando a su Maestro y Señor, que es Jesucristo, nuestro amado Jesús.