Parte de este artículo está sacado de Adelante la Fe: gran rigor, ideas claras. De alguna manera viene a ser una contestación a la duda del papa Francisco, quien no tiene claro si una luterana puede comulgar en una misa católica.
El Cardenal Sarah, quien se desempeña como Prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, manifestó un fuerte desacuerdo, señalando que existen leyes divinas que prohíben la administración de la Comunión a los no católicos o a bautizados que viven en pecado mortal (es decir: adulterio), de modo que si tal persona solicitara a la Iglesia Católica recibir la Comunión, el clero “no tiene ningún derecho de administrársela”.
Sarah también advierte a los sacerdotes que se atrevan a administrar la Comunión a no católicos que “si lo hacen, el pecado de ellos será más grave delante del Señor. Implicaría inequívocamente una complicidad premeditada y una profanación del Santísimo Cuerpo y la Santísima Sangre de Jesús”.
El Prefecto nos recuerda que ni siquiera el Papa puede cambiar la ley divina acerca de la Comunión. “La Iglesia en su totalidad siempre ha sostenido firmemente que no es posible recibir la comunión con la conciencia de estar en pecado mortal, principio éste recordado por Juan Pablo II en su encíclica “Ecclesia de Eucharistia”, que afirma sobre el tema: “Ni siquiera un papa puede dispensar de tal ley divina”.
Las palabras del Cardenal Sarah son completamente fieles y verdaderas. En realidad no hay ninguna enseñanza doctrinal que el Papa pueda cambiar. Puede poner en vigencia pequeños cambios disciplinarios, mientras estén en concordancia con la Tradición y no ofendan la doctrina, pero cambiar una ley o enseñanza divina no es algo que ningún Papa u obispo esté autorizado a realizar.
Sólo están autorizados a cumplir la ley y transmitirla al pueblo, como lo hizo Moisés en el Monte Sinaí.
Sarah se lamenta de que esto no se cumpla. “Como obispo, me siento herido en el corazón al ser testigo de semejante falta de comprensión de las enseñanzas inamovibles de la Iglesia por parte de mis hermanos sacerdotes”, dijo. “No me puedo permitir imaginar que la causa de esta confusión sea otra que una insuficiente formación de mis hermanos.”
(...) Los fieles no tienen otra alternativa que continuar peleando por la verdad, especialmente imitando el ejemplo del Cardenal Sarah de ser defensores de la Fe.
David Martin