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miércoles, 8 de julio de 2015

Herrera Dávila, un farmacéutico valiente: la PDD sí mata

Reciente artículo de Eulogio López, director de Hispanidad.

Un farmaceútico valiente: la PDD sí mata 

La Junta de Andalucía, que preside la sonrosada y delicada Susana Díaz, versión light del PSOE, obliga a las farmacéuticos a vender en sus farmacias (propiedad de los farmacéuticos, no de la Junta) la Píldora del Día Después (PDD), también llamada postcoital. Esto es, el regalo preferido de las madres majaderas a sus majaderas hijas adolescentes antes de que salgan ‘de noche loca’. Es decir, antes de que copulen y luego se tomen la PDD para no ser madres prematuras en maternidad no deseada. Claro, lo que ellas desean es el ‘ayuntamiento carnal’, no la maternidad.

Resulta que un farmacéutico sevillano coherente con sus principios provida se negó a dispensar la PDD. ¿Podía permitirse? Además, no utilizó trucos tales como responder a sus clientes peticionarios que no la tenía en ese momento. No, fue valiente y dijo: no me da la gana venderla porque atenta contra mis principios provida. La Junta de Andalucía faltaría más, se movilizó contra el rebelde, contra el ortodoxo-heterodoxo. No se pueden dejar estos peligrosos elementos libres, sin castigo, podría cundir el ejemplo. Como siempre que hay persecución y homicidio, hay mentira. La Junta alega que la PDD no es abortiva sino preventiva. De eso nada, Susanita. La píldora con la que se están forrando laboratorios como Bayer o Chiesi es una PDD que no es una píldora más, es decir, es potencialmente abortiva. Si evita la fecundación no hay aborto, si actúa después de la concepción -que sí que actúa- entonces sí que es abortiva, ergo, homicida.

Además, el efecto de las primeras PDD era por 48 horas, ahora alcanza los 5 y hasta los 7 días. En plata, que la PDP, como todos y cada uno de los anticonceptivos presentes hoy en el mercado, mata o puede matar. Al final, menos mal, el Tribunal Constitucional ha reconocido el derecho a la objeción de conciencia del farmacéutico y condena a la Junta por sancionar la no-venta del abortivo que más daño está haciendo a la vida y a la juventud ahora mismo, para enriquecimiento de los accionistas de la multinacional Bayer.

El Tribunal Constitucional le da la razón en ese punto: no está obligado a vender PDD porque la PDD alega contra el derecho a la vida reconocido en la Constitución.

Ahora bien, le obliga a seguir vendiendo preservativos. Es verdad que el único anticonceptivo no abortivo, en ningún caso, que existe en el mercado es el condón. Ocurre sin embargo, que un católico no puede utilizar ni lo uno ni lo otro. La PDD porque puede matar al niño, el condón porque se utiliza para evitar al niño. Es más grave lo primero que lo segundo, ciertamente, pero la doctrina cristiana no sólo habla de no matar sino de dar vida. Así que, con todo respeto, bien por el Tribunal Constitucional en respetar la objeción de conciencia para no vender un abortivo, pero mal por no reconocer la libertad religiosa de no vender preservativos.

A todo esto, pasemos al otro lado de la barrera: la Junta sabe que el 90% de los farmacéuticos andaluces se engañarán a sí mismos o mirarán para otro lado con tal de ganar dinero con la PDD y lo condones. Porque una farmacia alegue objeción de conciencia ante la barbarie el mercado no sufriría. Pues no: se trata de hundir a Herrero Dávila por atreverse a ser coherente con su conciencia.

Así que si yo viviera en Sevilla, sólo compraría fármacos a este valiente (su establecimiento está radicado en calle Tetuán 6). Hay que premiar el coraje. El resto de farmacéuticos, cuando se lo ganen con el martirio del siglo XXI: la coherencia.

Eulogio López
eulogio@hispanidad.com