Y esto es lo que está ocurriendo, se quiera admitir o no, pero los hechos son irrebatibles. Siempre me he preguntado el porqué de llamar Nueva Evangelización a aquella Evangelización posterior al Concilio Vaticano II. Se le podría haber llamado, simplemente, Evangelización o, si se quiere, re-Evangelización ..., que viene a ser lo mismo. ¡Digo yo! ¿Tan difícil hubiera sido hacerlo así?
Alguien podría preguntarme: ¿Pero tan importante es esto? En principio, no. Pero el problema, que ya se veía venir, es que dicha expresión, como así ha sucedido, ha dado lugar a equívocos, hasta el punto de que nos estamos encontrando [en infinidad de ocasiones, y cada vez con mayor frecuencia] con que muchos "pastores" nos hablan de Evangelización ... ¡y lo que dicen no se parece en nada al Mensaje predicado por Jesucristo! ... Luego, ¡sí es importante! El lenguaje está pensado para que nos entendamos. Ese es su objetivo. Y debe de ser un lenguaje claro, sencillo y accesible, de manera que nunca dé lugar a equívocos: ¡pero no es eso lo que está sucediendo! Luego lo menos que podríamos hacer (un mínimo de prudencia lo exige) es cuestionarnos el lenguaje usado, pues los frutos conseguidos han brillado por su ausencia
En mi opinión el haberle puesto un adjetivo a la palabra Evangelización ha sido un error. ¿Nueva? ¿Por qué nueva? ¿En qué sentido es nueva? ¿Es que se dice -o se piensa decir- algo distinto a lo que siempre se ha dicho? En teoría no, pero en la práctica, que es la que cuenta, sí se han manipulado las palabras del Señor, se ha re-interpretado el Evangelio ... pero de una manera tal que a lo que se ha llegado ya no es el Evangelio, sino otra cosa, aun cuando se nos quiera vender como la interpretación correcta.
El Mensaje de Jesucristo, en un sentido profundo, siempre es nuevo, siempre lo ha sido, pues las palabras del Señor son Espíritu y son Vida ... no son palabras petrificadas, válidas solamente para una determinada época histórica. No, valen siempre ... para todas los tiempos y civilizaciones. Nunca es un mensaje obsoleto, sino que posee una perenne actualidad como corresponde a Palabra de Dios que es -y no palabra de hombre-
El Mensaje contenido en los Evangelios es, en sí mismo, clarividente, y siempre lo ha sido. El motivo de haber llegado a sentir la necesidad de convocar un nuevo Concilio (después del Concilio Vaticano I) no está todavía muy claro. En teoría, se trataba de llegar al hombre de nuestro tiempo de manera que el Mensaje le llegara con más facilidad y fuera más comprensible y asequible. Así se daría en la Iglesia una nueva Primavera y la gente se convertiría y cambiaría de vida, pues se le haría más fácil el cambio y la conversión.
[Tal era, en principio, la idea inicial del Concilio Vaticano II, según el discurso de apertura del mismo por el papa Juan XXIII, pero esta idea degeneró muy pronto. Hay, además, una serie de puntos incluidos en dicho Concilio, que son harto discutibles: se podría decir que van en contra de lo establecido firmemente como Doctrina en los concilios anteriores. Recordemos que el propio Ratzinger dijo que la Gaudium et Spes era un contra-Syllabus, y que esta afirmación no fue rectificada cuando fue elegido Papa. No cabe decir, pues, como solía hacerse en los comienzos, que el Concilio fue mal interpretado; y ni siquiera cabe hablar ya de una "hermenéutica de la continuidad", como decía el anterior papa Benedicto XVI. Queda mucho por dilucidar todavía acerca de dicho Concilio. Hay estudios muy serios en ese sentido. Un ejemplo al que me remito es el conocido libro del cardenal Brunero Gherardini, titulado "Vaticano II: una explicación pendiente". (Pinchar aquí, aquí y aquí). En este Concilio que -recordemos- era meramente "pastoral" no está dicha la última palabra. Queda aún mucho por aclarar]
Pero los frutos observados, con posterioridad al Concilio Vaticano II (desde hace cincuenta años hasta el momento presente) no son precisamente lo que, en teoría, se pretendía. De modo que algo ha fallado. Eso está -o debería de estar- muy claro.
Tan es así que incluso Europa ha renegado de sus raíces cristianas. ¿Hay que atribuir esto al Concilio Vaticano II? Sería una pretensión desmedida. Pero se trata de un hecho, que está ahí, y que se ha producido debido a un ambiente anticristiano; y este ha florecido con posterioridad al Concilio Vaticano II: ¿casualidad? Sólo Dios lo sabe. Pero si el ambiente en Europa hubiese sido cristiano -o no tan anticristiano- tal declaración no se habría producido. Hace cincuenta años (con sólo el Concilio Vaticano I, previo al Concilio Vaticano II) el ambiente europeo era, con diferencia, mucho más cristiano que lo es en la actualidad. Esto, al menos, nos tendría que dar que pensar.
En fin, así están las cosas, se las quiera ver o no. La realidad no deja de ser real por el mero hecho de negarla. Y los acontecimientos históricos que han ocurrido, "realmente" han tenido lugar y no dependen de lo que a mí -o a cualquiera- le hubiese gustado que pasara.
Lo que ocurrió, ocurrió ... igual que lo que está ocurriendo, está ocurriendo. Todo esto es de cajón. Son verdades de Perogrullo. Aun así, el que no quiera ver esconderá la cabeza como el avestruz, pensando que no existe lo que no se ve; o bien se inventará otros hechos, hechos que sólo "existirán" en su mente; es decir, mentiras ... aunque con la particularidad (¡increíble pero cierta!) de que esas mentiras acabará creyéndoselas el mismo que las inventó ...
Lo más grave es que esas personas -que intentan cambiar la historia, manipulándola- tienen un inmenso poder mediático y harán todo lo posible para que las nuevas "verdades" lleguen a ser creídas por un inmenso número de ciudadadanos, algo que -de hecho- están ya consiguiendo.
[Ese espíritu de odio por todo lo que es cristiano es demoníaco: socialistas, marxistas, ateos, agnósticos, masones, etc ... son simples instrumentos que el diablo usa para lograr su objetivo. Y lo tiene bastante fácil, en este sentido, porque ninguno de ellos cree en su existencia, de manera que les hace creer, como maestro avezado en la mentira, que ellos serán los verdaderos dioses, si desplazan al Dios de los cristianos]
La estrategia usada, muy inteligente -aunque perversa- ha consistido en introducir, imponiendo, todas esas "ideas" sectarias y falsas en la educación, con la aquiescencia más o menos consciente de los padres, aunque también la ignorancia . Una acción tanto más depravada en cuanto que va dirigida, de modo preferente, a los niños pequeños, a los muy pequeños, que son los más indefensos y los que, debido a su edad, tienen poca o ninguna capacidad crítica.
(Continuará)