Me interesa resaltar aquí la figura de Monseñor Lefebvre, que nació el 19 de noviembre de 1905 y murió el 25 de marzo de 1991, a los 85 años de edad. El 25 de marzo de este año se cumplirán 25 años desde su fallecimiento. Sus restos se hallan inhumados en el Seminario de Écône, bajo la leyenda que él mismo deseaba que fuese escrita sobre su tumba: Tradidi quod et accepi ("He transmitido lo que recibí").
Fue fundador de la Fraternidad Sacerdotal de San Pío X, en Friburgo (Suiza) en el año 1971. Lo que me ha motivado a escribir esta entrada, en particular, es señalar y remachar que Monseñor Lefebvre nunca fue Sedevacantista. Él hablaba de que la Iglesia se había desviado del camino de la doctrina verdadera con algunas cuestiones del Vaticano II y luego con la praxis tolerada y permitida por Roma. Pero nunca dijo que los Papas Conciliares o posteriores al Concilio Vaticano II fueran ilegítimos (ni siquiera Pablo VI ni Juan Pablo II).
Estadio 1 – Fase de cuestionamiento: como hemos indicado, la primera fase es una en la que muchos católicos tradicionalistas han estado alguna vez. Ciertamente, escandalizados por las palabras y acciones de los Papas recientes y la situación desesperante de la Iglesia, se preguntan si quizás la respuesta es que estos hombres no han sido Papas verdaderos (algunos quizás lo pregunten en público, pero sin llegar a formar un juicio definitivo al respecto). Ambos autores enfrentamos esta fase, al menos preguntándonos en privado entre nosotros mismos, lo que nos llevó a investigar la posición Sedevacantista. Luego de la renuncia del papa Benedicto XVI y la elección del papa Francisco, quien ha hecho mucho daño a la Iglesia en un período corto de tiempo, incluso muchos católicos conservadores (no tradicionalistas) ahora también se encuentran en esta fase de cuestionamiento. A la luz de los continuos escándalos papales del Vaticano, el paso por esta fase es inteligible y no hay nada malo ni pecaminoso en ello. Además, casi todos los católicos que entran en este estadio nunca van más allá.
Estadio 2 – Opinión Privada: La siguiente fase ocurre cuando uno concluye personalmente (el intelecto llega al juicio y lo sostiene) que el Papa no es el Papa verdadero. Algunos sacerdotes que alcanzan este estadio se niegan a incluir el nombre del Papa en el canon de la misa. Esta persona es un Sedevacantista privado.
Estadio 3 – Opinión Pública: Esta fase ocurre cuando la persona profesa públicamente su opinión que el Papa no es el Papa verdadero; e incluso puede intentar persuadir a otros para que tomen esa posición. Mientras que esta persona es un Sedevacantista público, también está en condiciones de aceptar que su opinión podría estar teóricamente equivocada.
Estadio 4 – Hecho público/Sedevacantismo: Esta fase ocurre cuando la persona presenta su opinión de que el Papa no es el verdadero Papa como un hecho, sin ninguna posibilidad de error. Y, consecuentemente, esta persona sostiene que los demás deben también aceptar su opinión como un hecho o dejarían de ser católicos, al menos en el orden objetivo. Tales personas son conocidas como Sedevacantistas “dogmáticos”.
Estadio 5 – Hecho público/Ecclesiavacantismo: Fase final conclusión lógica de la anterior. En esta fase la persona perdió la fe en la entera Iglesia visible. Cuando la persona llega a este estado, considera que la Iglesia es una Iglesia completamente falsa; y ataca viciosamente a la Iglesia con el objeto de desacreditarla. En esta fase, que usualmente va de la mano de la fase anterior, los errores del clero no se exponen con el objetivo de defender la fe, sino para burlarse y desacreditar a la misma Iglesia. Aquellos que se encuentran en esta fase declaran que uno no puede tener nada que ver con la Iglesia visible, pues creen que es una Iglesia falsa.
El Arzobispo Lefebvre nunca fue más allá del cuestionamiento del Primer Estadio.
En palabras del propio Arzobispo:
"Un Papa, ¿puede ser liberal y permanecer Papa? La Iglesia siempre ha amonestado severamente a los católicos liberales. No los ha excomulgado a todos. También aquí debemos permanecer dentro del espíritu de la Iglesia. Debemos rechazar el liberalismo, venga de donde venga, porque la Iglesia siempre lo ha condenado con severidad, por ser contrario al Reinado de Nuestro Señor y, en particular, al Reinado Social".
"El alejamiento de los cardenales de más de 80 años y los conciliábulos que prepararon los dos últimos Cónclaves no tornan inválida la elección de esos Papas: inválida es mucho afirmar, pero sí eventualmente dudosa. Mas la aceptación unánime del hecho, posterior a la elección por parte de los cardenales y del clero romano, basta para convalidar la elección. Esta es la opinión de los teólogos".
"La cuestión de la visibilidad de la Iglesia es demasiado importante para su existencia, como para que Dios pueda omitirla durante décadas. El argumento de los que afirman la inexistencia del Papa pone a la Iglesia en situación confusa. ¿Quién nos dirá dónde está el futuro Papa? ¿Cómo podría ser designado un Papa donde no hubiera más cardenales? Este espíritu es un espíritu cismático, al menos para la mayoría de los fieles, que se afiliarán a sectas verdaderamente cismáticas, como la del Palmar de Troya, la de la Iglesia Latina de Toulouse y otras. Nuestra Fraternidad rechaza absolutamente compartir estos razonamientos. Queremos permanecer adheridos a Roma, al sucesor de Pedro, pero rechazamos su liberalismo, por fidelidad a sus Antecesores. No tenemos miedo de decirlo, respetuosa pero firmemente, como San Pablo frente a San Pedro".
"Por eso, lejos de rechazar las oraciones por el Papa, aumentamos nuestros rezos y suplicamos para que el Espíritu Santo lo ilumine y lo fortalezca en el sostén y defensa de la fe".
“Y por eso jamás he rechazado ir a Roma a su llamado o al llamado de sus representantes. La Verdad debe afianzarse en Roma más que en cualquier otro lugar. Pertenece a Dios, quien la hará triunfar".
“En consecuencia, no se puede tolerar en los miembros, sacerdotes, hermanos, hermanas, oblatas de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X que rehúsen rezar por el Papa y que afirmen que todas las Misas del Novus Ordo Missae son inválidas. Ciertamente sufrimos por esta incoherencia continua, que consiste en elogiar todas las orientaciones liberales del Vaticano II y al mismo tiempo tratar de atenuar sus efectos … Esto nos debe incitar a rogar y a mantener firmemente la Tradición, pero no por eso afirmar que el Papa no es Papa.”
Aquí tenemos el verdadero pensamiento del Arzobispo Lefebre en cuanto al Sedevacantismo y la propia Iglesia visible. Él rechazó el “espíritu cismático” del Sedevacantismo y se “negó” a “tolerar” a aquellos que abrazaran dicha posición. En otras palabras, el Arzobispo Lefebvre rechazó el Sedevacantismo, tanto en la teoría como en la práctica.
John Salza y Robert Siscoe