El papa Francisco tacha de corazones cerrados a los que viven conforme a la Tradición, de personas que se quedan en la letra de la Ley y, por lo tanto, de fariseos. En este razonamiento late un error de fondo y es el de considerar la Ley judía igual que la Ley cristiana. No lo son. La Ley judía es la del "ojo por ojo" y la ley de Cristo es la de "amar a los enemigos".
"La caridad no hace mal al prójimo. La caridad es la plenitud de la Ley" (Rom 13, 10). "Por eso quien ama al prójimo ha cumplido la Ley" (Rom 13, 8). ¿Qué significa eso de "amar al prójimo"? ¿Cómo se tiene que manifestar ese amor para que sea verdadero amor?. Y la respuesta son los preceptos del Señor, unas normas que Él dio para que, viviéndolas, manifestáramos nuestro amor hacia Él y hacia el prójimo, comenzando por el cumplimiento de los diez mandamientos de la Ley de Dios ... pero teniendo en cuenta aquello que dijo Jesús: "No penséis que he venido a abolir la Ley o los Profetas; no he venido a abolirla sino a darle cumplimiento" (Mt 5, 17). Y así, va enumerando ciertos puntos de la Ley antigua y el cambio que Él ha venido a traer. En lo que concierne a la "Amoris Laetitia" (AL) podemos leer: "Habéis oído que se dijo: 'No cometerás adulterio'. Pero Yo os digo: "Todo el que mira a una mujer deseándola, ya adulteró con ella en su corazón" (Mt 5, 27-28). "Se dijo también: "Cualquiera que repudie a su mujer, déle libelo de repudio. Pero Yo os digo: Todo el que repudie a su mujer, fuera del caso de concubinato, la expone a cometer adulterio; y el que se une con la repudiada comete adulterio" (Mt 5, 31-32)
[Hay que especificar que el concubinato, que alguno podría entender como matrimonio, no es tal matrimonio, por tratarse de una unión ilegítima y, por lo tanto, inválida]
Se podrían traer a colación estas otras palabras del Señor: "Yo no he venido a salvar a los justos sino a los pecadores"(Mc 2, 17) ... Pero, ¿acaso se consideran justos y perfectos aquellos que van a Misa los domingos y se confiesan de sus pecados y reciben, entonces, la Sagrada Comunión, conforme a lo que la Iglesia siempre ha enseñado? ¿Son los que así proceden unos hipócritas, merecedores de ser llamados "corazones cerrados" nada menos que por el santo Padre? Se trata de una generalización improcedente y fuera de lugar. No se puede juzgar al todo por la parte. No se puede sacar la conclusión de que porque alguna persona actúe hipócritamente todos actúan hipócritamente. Es, sencillamente, injusto. Y, por supuesto, la misericordia brilla por su ausencia en esos "juicios" tan precipitados.
La mayoría de los que viven conforme a la religión católica de siempre, los mal llamados "fundamentalistas" por el Papa, son los que hacen posible que la Iglesia se mantenga firme, porque creen verdaderamente en Jesucristo, como Hijo de Dios; y creen en la transustanciación, por la cual el pan y el vino se convierten "verdaderamente" en el cuerpo y en la sangre de Cristo, en el momento de la Consagración, en la Santa Misa. Éstos son los que están dispuestos a dar su vida por Jesucristo antes que renegar de su fe (que es lo que ocurre con los cristianos que están siendo perseguidos y asesinados por ser fieles a su fe). Éstos son los verdaderos cristianos: ¿Quién ha dicho que los tales se consideran a sí mismos perfectos? Es, precisamente, lo contrario. Porque se consideran pecadores e indignos, acuden al sacramento de la Penitencia y se arrepienten de sus pecados para poder recibir dignamente el Cuerpo de Cristo.
Como cualquier persona los cristianos tienen problemas en su matrimonio. Pero no rechazan a su mujer y se unen con otra, aunque ello sería lo más cómodo; tampoco viven amancebados ni se casan por lo civil. Y si algunos lo hubieran hecho, son conscientes de que se encuentran en estado de pecado y que es preciso que salgan de esa situación anómala y se arrepientan, sinceramente y con dolor, por haber actuado así. Lo que nunca harán es justificar su situación, por más sufrimiento que ello les suponga. Si actúan conforme a la verdad, Dios se apiadará de ellos y les concederá la gracia de la conversión ... entre otras cosas porque, siendo pecadores, reconocen que lo son. Su lucha no consiste en cambiar la Ley de Dios sino en adaptarse a ella, pues Dios es más bueno que nosotros y conoce, mucho mejor que nosotros, lo que nos conviene y lo que es para nuestro bien. Un caso actual y bastante conocido es el del escritor José María Zavala, que cuenta en un libro titulado "Juego de amor" la historia de su conversión en su matrimonio, por la intervención del padre Pío.
Por eso no pueden entenderse determinadas afirmaciones del santo Padre en la AL. A ello me he referido ya en algunas entradas de este blog. Analicemos brevemente algunas de ellas:
292 (...) Otras formas de unión contradicen radicalmente este ideal, pero algunas lo realizan al menos de modo parcial y análogo. Los Padres sinodales expresaron que la Iglesia no deja de valorar los elementos constructivos en aquellas situaciones que todavía no corresponden o ya no corresponden a su enseñanza sobre el matrimonio.
El mandato de Jesucristo: "Sed perfectos como vuestro Padre Celestial es Perfecto" (Mt 5, 48) va dirigido a todos los cristianos, no sólo a unos pocos elegidos. Y Él nunca pide imposibles, pues siempre da su gracia a quien la necesita: "Fiel es Dios que no permitirá que seáis tentados por encima de vuestras fuerzas, sino que con la tentación os dará la fuerza para que podáis superarla" (1 Cor 10, 13). El ideal ha de ser el punto de partida y no el punto de llegada. Contamos con la fuerzas que Dios nos da para llevarlo a cabo.
En cuanto a los elementos constructivos en situaciones que no se corresponden con las enseñanzas de Jesús sobre el matrimonio ... se me hace muy difícil encontrarlos. ¿Qué de constructivo puede haber en una relación ilegítima y prohibida por Dios?
(Continúa)