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jueves, 7 de abril de 2016

Pensamientos previos a la exhortación apostólica Amoris Laetitia [José Martí]


Con fecha 12 de Marzo de 2016 escribí un artículo titulado "Pendientes de la Exhortación Apostólica de Marzo sobre el Sínodo de la Familia", cuya lectura aconsejo, pues hay en dicha entrada numerosos enlaces a este tema de tanta trascendencia. Ahora ya se sabe que la susodicha Exhortación Apostólica post-sinodal del Papa Francisco saldrá a la luz el viernes, 8 de abril, según radio vaticana y su título será "Amoris Laetitia" (la alegría del amor).

Mi opinión al respecto es la misma que escribí entonces y a la que ahora aludo, y reproduzco "prácticamente" aquí otra vez ... aunque sólo las conclusiones, dado que se ha atrasado la aparición de dicha Exhortación. 


Como entonces dije -y ahora repito- no es de esperar que se produzca ningún tipo de cambios en la doctrina sobre la indisolubilidad del matrimonio, la cual teóricamente seguirá siendo la misma. Nunca se dirá que el matrimonio no es indisoluble, pues ello iría directamente en contra de la Doctrina de Jesucristo, ..., y podría producirse fácilmente un cisma en el seno de la Iglesia Católica.

No sé lo que ocurrirá, pero conociendo un poco al papa Francisco y su "obsesión" por el tema de la misericordia, pienso -es tan solo mi opinión- que se dirá algo así como que pueden haber distintas acciones pastorales para cada caso, sin que por ello se toque para nada la Doctrina, lo que así dicho, suena bien. Luego hay que atenerse a los hechos.

Pienso, por ejemplo, que en el tan manido tema de la comunión de los divorciados y vueltos a casar, se hablará de acompañamiento y de comprensión y se dará poder a las diferentes Conferencias Episcopales para que tomen la decisión que consideren adecuada, teniendo en cuenta el sufrimiento por el que atraviesan estas personas y su "buena disposición" ... de modo tal que, en esos casos, se podría considerar que el primer matrimonio no es válido, siéndolo, en cambio, el segundo ... todo ello será justificado como una medida pastoral y como un acto de misericordia. Por supuesto que será necesario estudiar caso por caso.

La decisión final sería tomada a raíz de varios "diálogos" de las personas afectadas con su confesor, recayendo sobre éste el marrón. Imagino que saldrá a relucir también el tema de las parejas de hecho y otros semejantes. 


Y siempre, siempre, se dirá -como "justificación"- que estamos en otros tiempos y que la Iglesia tiene que amoldarse a ellos y no quedarse fija en el pasado; en fin, pura palabrería pero que, en la praxis, dará lugar a la ruptura del vínculo "en algunos casos", aduciendo que se trata de un problema pastoral muy concreto. 


¡Pero la Pastoral no puede separarse de la Doctrina! ... Una vez abierta la puerta, so capa de misericordia "engañosa", el desastre está servido.


Lo que pase después sólo Dios lo sabe ... desde luego, no será bueno ni para los divorciados vueltos a casar, a quienes se les estará engañando, para tranquilizar su conciencia ni, por supuesto, para la Iglesia, que -por desgracia- se está convirtiendo, cada día más, en una organización meramente humana, una religión del hombre, una religión sin Dios, en definitiva, donde lo único que cuenta es el consenso, la sinodalidad , el vive y deja vivir, el ecumenismo sincrético (que no es nada) y el diálogo interreligioso (que es absurdo) 


... En definitiva: una "religión" inventada por el hombre, que no tiene nada que ver con la Religión Católica de dos mil años de historia, cuyo Fundador fue Jesucristo. Una "nueva Iglesia", en definitiva (se diga lo que se diga) ... con lo que eso supone con respecto a la Iglesia "antigua", porque no debemos (no nos conviene) olvidar que "de Dios nadie se ríe" (Gal 6, 7).

Será cuestión de poco tiempo, pero lo que se avecina no es bueno; y todo ello por el complejo eclesial frente al mundo, a fin de que todos oigan lo que quieren oír: "Vendrá un tiempo en que los hombres no soportarán lo doctrina sana sino que, dejándose llevar de sus caprichos, reunirán en torno a sí maestros que halaguen sus oídos; y se apartarán de la verdad, volviéndose a las fábulas" (2 Tim 4, 3-4). Y aquí sólo cabe añadir estas palabras de nuestro Señor: "Quien tenga oídos para oír, que oiga" (Mc 4, 23)

Se pretende justificar lo injustificable, relativizándolo todo, a fin de que todos vivan con la conciencia tranquila: "Los que son cristianos, con la Biblia, y los que son musulmanes con el Corán, con la fe que recibieron de sus padres. Dios es un solo: el mismo". Esto son palabras del Santo Padre. 


Pues bien, aunque Francisco diga otra cosa, lo cierto es que la verdad es perenne y no depende de las culturas. Hay verdades absolutas, por más que esto se niegue en el mundo en el que vivimos que, para desgracia suya, ha optado por la mentira. Esa Verdad es el propio Cristo "en quien están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y de la ciencia" (Col 2, 3).

Y esta Palabra de Dios, que es Jesucristo, "es viva y eficaz, y más cortante que una espada de doble filo; entra hasta la división del alma y del espíritu, de las articulaciones y de la médula, y descubre los sentimientos y pensamientos del corazón. No hay ante ella criatura invisible, sino que todo está desnudo y patente a los ojos de Aquél a quien hemos de rendir cuenta" (Heb 4, 12-13)

El cuidado amoroso de los pastores por sus ovejas pasa por decirles siempre la verdad. Y la verdad es que no se pueden considerar excepciones en el precepto dado por Jesucristo acerca de la indisolubilidad del matrimonio


Fue Jesucristo quien dio ese precepto, Jesucristo, que es "rico en misericordia" y que "es el mismo ayer y hoy y por los siglos" (Heb 13, 8). Jesucristo, que fue quien dijo: "El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán" (Mc 13, 31) pues son "Espíritu y Vida" (Jn 6, 63) y, por lo tanto, de perenne actualidad, válidas para los hombres de todos los tiempos y lugares ... también para nuestro tiempo: ¡ sí, también! Sobre todo para nuestro tiempo que es en el que vivimos; de lo que hagamos -o no hagamos- tendremos que rendir cuentas ante Dios.

La referencia siempre es Jesucristo. Y esto fue lo que dijo Jesucristo, con relación al matrimonio, cuando los fariseos, para tentarle, le preguntaron si le es lícito al marido repudiar a su mujer. A la pregunta que Jesús les hace sobre lo que Moisés les mandó, le responden que "Moisés permitió darle escrito el libelo de repudio y despedirla". Entonces Jesús les dijo: "Por la dureza de vuestro corazón os escribió ese precepto. Pero en el principio de la creación los hizo hombre y mujer. Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y serán los dos una sola carne. De modo que ya no son dos, sino una sola carne. Por tanto, lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre". Una vez en la casa, sus discípulos volvieron a preguntarle sobre esto. Y les dijo: "Cualquiera que repudie a su mujer y se case con otra, comete adulterio contra aquélla; y si la mujer repudia a su marido y se casa con otro, comete adulterio" (Mc 10, 4-12).

Y san Pablo escribe a los corintios: "No os engañéis: ni los fornicamos, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los sodomitas, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los injuriosos, ni los rapaces heredarán el Reino de Dios" (1 Cor 6, 9-10). Como vemos, san Pablo no se anda con palabras de doble sentido.

En cuanto a Jesús, como hemos podido leer, no puede ser más claro ni sus palabras más actuales. ¿Nos quedamos con lo que nos diga cualquiera, por muy alto que se encuentre en la Jerarquía eclesiástica, o nos quedamos con lo que Jesús nos ha enseñado y la Iglesia de siempre nos ha transmitido con fidelidad a lo recibido?


De todos modos, esperemos a ver qué es lo que nos dice el santo Padre en su Exhortación Apostólica sobre la familia: ¡Ojalá que me equivoque en mis apreciaciones!



José Martí