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martes, 31 de mayo de 2016

¿La bicefalia en la Iglesia? por The Wanderer [contiene unas reflexiones personales]




Original aquí (Tomo nota de lo más relevante)

La semana pasada, Mons. Georg Gänswein expresó en una conferencia en la Universidad Gregoriana de Roma que la renuncia de Benedicto XVI debe entenderse como enmarcada en un “ministerio petrino expandido”, con un miembro activo (Francisco) y otro contemplativo (Benedicto).
[Como el enlace lleva a una página en inglés se puede ver aquí otro enlace diferente sobre lo mismo]. 


Monseñor Gänswein 
Estas palabras encendieron las luces de alerta de tradis (...) que empezaron a razonar que, entonces, la cosa no está tan mal: Benedicto sigue siendo el papa, de un modo particular, pero sigue siendo papa. Otros, con una imaginación más calenturienta, encontraron en visiones, revelaciones y locuciones sobrenaturales que esta bicefalia estaba profetizada. 

A mí me parece un disparate [¡Y a mí también!]. Hay “un solo rebaño y un solo pastor”, y ese pastor, mal que nos pese, es Jorge Mario Bergoglio. Si Benedicto quiere tocar el piano, a cuatro manos con su hermano, puede hacerlo, pero la Iglesia no se gobierna a cuatro manos

En esta ocasión estoy de acuerdo con De Mattei cuando dice: "Es posible que Benedicto XVI comparta esta posición, expuesta por Violi y Gigliotti en sus ensayos, pero la eventualidad de que él se haya apropiado de la tesis de la sacramentalidad del papado no significa que sea verdadera. Un papado espiritual diferente del papado jurídico no existe o lo hace sólo en la fantasía de algún teólogo”Y los esperanzados arguyen que "el que lo dijo fue el Prefecto de la Casa Pontificia", como si ese cargo poseyera cierta solidez doctrinal o de autoridad. Gänswein, más allá de que nos caiga simpático, es el mayordomo del Papa. Un empleado que usa algunas cintas más en la librea, pero es nada más que un doméstico.  Fantasías, puras fantasías o, más bien, manotazos de ahogado. 

Yo me huelo que Benedicto (y su secretario y consejero Gänswein), está en una profunda crisis de conciencia: se sabe,  en buena medida, responsable de la catástrofe que provocó al renunciar al Papado (...).  La única circunstancia que realmente cambiaría las cosas es que se comprobara que el papa Ratzinger fue obligado a renunciar pero, hasta el momento, no hay pruebas al respecto, y el que podría darlas -que es el mismo Ratzinger- sigue entretenido alimentando pececitos de colores en los estanques vaticanos¡Tarde piaste! Benedicto XVI debería haber pensando seriamente lo que hacía. Si su única opción era la renuncia al papado, por los motivos que fuera, debería haber tenido un poco más de sagacidad política, la que es una virtud propia del hombre de gobierno, para neutralizar a quienes se quedaron, efectivamente,  con el Papado

Le bastaba esperar un par de meses para que Kasper quedara fuera del cónclave; le bastaba reemplazar a Bergoglio, que ya hacía un buen rato había cumplido los 75 años, en la sede porteña, y lo mismo podría haber hecho con Daneels ... Bien podría haber enviado a Gänswein a negociar con Sodano, que aún tenía mucho poder, para fabricar un candidato de compromiso, o bien con el cardenal Dolan, que manejaba a buena parte de los americanos y ratzingerianos. En cambio, renunció a tontas y a locas, y nos dejó a todos los fieles y a la Iglesia misma en manos de un truhán.

Si estuviera en mi poder, le aconsejaría al papa Benedicto y a su secretario que, si tienen algo que decir, que lo digan claramente y a viva voz; y si no, mejor que se queden calladitos, no sea que a Bergoglio se le ocurra aplicar el método del clavo

Celestino V era un piadoso monjecito que fue elegido papa a los 85 años, en 1294, porque los cardenales habían pasado más de dos años sin ponerse de acuerdo. Como era previsible, su pontificado de meses fue un desastre con ribetes casi bergogliescos. Pero estaba allí para asesorarlo en materia canónica el cardenal Benedicto Caetani que, poco a poco, lo convenció de que podía renunciar. Así lo hizo y ..., ¡oh sorpresa!, el cónclave siguiente duró un solo día y el elegido fue el mismísmo Caetani que tomó el nombre de Bonifacio VIII (...).  Lo primero que hizo fue tomar prisionero a Celestino, que dejó de llevar ese nombre y pasó a ser nuevamente el monje Pietro di Murrone. Como berreaba con que quería volver a la cueva en la que vivía antes, el nuevo pontífice le hizo construir,  dentro de una muy custodiada iglesia,  una cueva, y allí se fue a vivir, aunque seguía con sus habladurías y rodeado de un grupo de seguidores. Murió a los pocos meses

Se dice que, cuando años más tarde exhumaron el cuerpo, tenía un clavo incrustado en el cráneo. En la Edad Media las cosas se resolvían de modo más expeditivo. Bergoglio todavía guarda ciertas formas: permite a los "papas eméritos" entretenerse con pasatiempos piscícolas. 

The Wanderer

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Consideraciones personales al respecto


Benedicto XVI renunció al Papado desde el momento mismo en que firmó y publicó su dimisión. No puede haber dos Papas. En mi opinión tendría que haber desaparecido del mapa, en el buen sentido de la palabra, y haberse dedicado a la oración, tal como, en un principio, dijo que iba a hacer ... pero luego no lo ha hecho ... con la consiguiente confusión que esto ha provocado -y sigue provocando en el pueblo cristiano: ¡todo lo cual es muy propio de la actitud modernista que, por las razones que sólo Dios conoce, se ha instalado en la Iglesia. 

Hablar de un Papado de dos cabezas es un disparate mayúsculo. Esto jamás ha pasado por la mente de ningún Papa, a lo largo de veinte siglos de Tradición. De manera que no puede venir Benedicto XVI,  así por las buenas, a cambiar el sentido del Papado  en contra de toda la Tradición de la Iglesia durante dos mil años de historia. Bajo ningún concepto puede hacernos creer, a través de su secretario, que él también es Papa. Eso sería una burla y un timo. La realidad es que fue Papa durante un determinado tiempo y luego dimitió voluntariamente ... según él mismo dijo y esto nunca lo ha desmentido. En ningún momento ha dicho que fue obligado a dimitir. Por el contrario, se ha reafirmado en lo mismo que dijo entonces.

Por lo tanto, en el mismo momento en que, libremente, firmó su renuncia al Papado, pasó a ser de nuevo el cardenal Ratzinger ... y lo propio sería que vistiese como cualquier otro cardenal. No tiene sentido que se le llame Papa "emérito" y que vista de blanco como el Papa Francisco, puesto que ya no es Papa. Sobre este asunto hay un artículo muy interesante en este blog, que se debe a Fray Gerundio, y que está fechado en agosto de 2013. Un auténtico profeta. Yo también dije algo sobre ello en varias entradas. 

Que quede bien claro: No existe la bicefalia en la Iglesia Católica, lo diga quien lo diga. Ahí  está el mandato expreso de Nuestro Señor Jesucristo: "Tu es Petrus" (Mt 16, 18) y la Tradición Perenne de la Iglesia durante dos mil años, que no se pueden cambiar a la ligera. 

José Martí


NOTA: Léase el interesante artículo titulado "El Arzobispo Gänswein y el Papa de dos cabezas"  escrito por Chris Jackson | Remnant Columnist (en Adelante la Fe)

lunes, 30 de mayo de 2016

LA SALVACIÓN SÓLO ES POSIBLE EN EL SENO DE LA IGLESIA



Acerca de la voluntad de su Padre, nos dice san Pablo con relación a Jesús: "A Él que no conoció pecado, lo hizo pecado por nosotros, para que llegásemos a ser en Él justicia de Dios" (2 Cor 5, 21). Y en la carta a los romanos: "El que no perdonó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará con Él todas las cosas?" (Rom 8, 32).

Puesto que la voluntad de Jesucristo es la misma voluntad del Padre sería correcto decir también que Jesucristo, voluntariamente, se hizo pecado por nosotros, cargó sobre sí con todos los pecados de todos los hombres de todos los tiempos (pasado, presente y futuro) siendo así que Él no conoció el pecado. Y, sin embargo, hizo suyas todas las inmundicias y pecados de todos, pasando como pecador ante su Padre -no siéndolo- para que en Él se hiciera Justicia. En Él la Justicia de Dios quedaba satisfecha porque, siendo Dios, se hizo realmente hombre y su sacrificio, de valor infinito, fue agradable al Padre, haciendo así posible nuestra salvación que, de otro modo, hubiese sido imposible.

Podrá salvarse todo aquel que quiera, siempre -eso sí- que se someta, con plena libertad, a la voluntad de Jesucristo, haciéndose con Él una sola cosa, tal y como hizo la Virgen María: "He aquí la esclava del Señor. Hágase en mí según tu palabra" (Lc 1, 38). Ella es el modelo perfecto de respuesta a Dios y de abandono total en la voluntad divina.

Después de la muerte y resurrección de Jesús la salvación es ahora posible, pues antes nos estaba vedada, por el pecado de nuestros primeros padres. No obstante, sólo se salvarán aquellos cuya vida se haga una con la vida de Jesucristo. Por eso, es preciso que tengamos "in mente" las palabras de san Agustín, cuando dijo: "Aquel que te creó sin tí, no te salvará sin tí". Dios cuenta con nosotros para salvarnos, cuenta con nuestra libertad, cuenta con nuestro amor y con nuestro deseo de vivir con Él y junto a Él por toda la eternidad.

Los cristianos formamos un solo cuerpo, el cuerpo Místico de Cristo, cuya cabeza visible es el Papa y su verdadera Cabeza, invisible, es Jesucristo: "En ningún otro hay salvación" (Hech 4, 12). Es preciso la unión con Jesús pues sólo a través de Él, con Él y en Él tenemos acceso al Padre: "Nadie va al Padre sino por Mí" (Jn 14, 6), decía Jesús, el cual "amó a la Iglesia y se entregó a Sí mismo por ella para santificarla, (...) para presentarla resplandeciente ante Sí mismo, sin mancha ni arruga o cosa semejante, sino para que sea santa e inmaculada" (Ef 5, 25. 27).

[Hay una encíclica especial, relativa a este tema, la “Mystici Corporis Christi”, del papa Pío XII en la que se recoge toda la doctrina de la Iglesia como Cuerpo Místico de Cristo. El enlace a la encíclica da una página escrita en Inglés. Se puede pinchar aquí o también aquí para leer la traducción al español]

Como la Iglesia es el Cuerpo Místico de Cristo, y sólo en Cristo podemos salvarnos, resulta que sólo en el seno de la Iglesia, la única Iglesia verdadera, que es la Iglesia Católica, podremos estar verdaderamente unidos a Jesús. De ahí la conocida expresión: "No hay salvación fuera de la Iglesia" que sigue siendo verdad.

[Habrá gente que se salve y que no conozca a Jesucristo, por ignorancia invencible, puesto que Dios siempre pide en función de lo que da y no sería justo castigando a aquellas personas que, actuando de buena fe, no han tenido la suerte de que alguien les hablara de Jesús. Dios, que conoce todo y conoce el corazón de las personas, sabe si una persona, en concreto, de haberle conocido, le hubiera dicho que sí. Sólo Él posee todos los datos de los que nosotros carecemos. Y El es infinitamente justo y misericordioso. Una cosa sí es segura: Y es que todos aquellos que se salven, aun en esos casos, lo harán siempre a través de la Persona de Jesucristo y formando, por lo tanto, parte de su Iglesia. Esto es lo que siempre se ha predicado a lo largo de la Historia de la Iglesia (no hay que confundir esto con la falsa idea de que todos se salvarán o de que lo mismo da tener una religión u otra o incluso no tener ninguna). Eso sí, entender el cómo lo hará (pues al hacerlo esas personas es como si hubieran recibido el bautismo, tal vez el bautismo de deseo) eso es algo que queda en el misterio, un misterio que aceptamos, pues proviene de Él,  aunque no lo comprendamos en toda su envergadura, lo que tiene sentido, pues si llegásemos a comprenderlo, ¿dónde quedaría el misterio?]

Esta idea de que sólo a través del Hijo podemos llegar al Padre, es fundamental. Ahora bien: el Hijo se hizo hombre en Jesucristo y fundó una Iglesia. Hay primeramente una promesa a Pedro: "Yo te digo que tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella. Te daré las llaves del reino de los cielos, y cuanto ates en la tierra será atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos" (Mt 16, 18-19). Y luego, una vez resucitado, hace realidad esa promesa, cuando por tres veces le pregunta si lo ama, a lo que Pedro contesta: "Señor, Tú lo sabes todo; Tú sabes que te amo". Y Jesús le dice: "Apacienta mis ovejas" (cfr Jn 21, 15-17).  Pedro queda constituido así como el responsable del cuidado de las ovejas de Jesucristo. La Iglesia comienza a existir como tal. 

Por otra parte, el acceso a la Iglesia tiene lugar, normalmente, por medio del bautismo, según las palabras de Jesús a sus discípulos, una vez resucitado y poco antes de su ascensión a los cielos: "Se me ha dado todo poder en el cielo y en la tierra. Id, pues, y enseñad a todas las gentes, bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado. Y sabed que Yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo" (Mt 28, 18-20). En los Hechos de los Apóstoles se narra el comienzo de la primitiva Iglesia. 

Eso sí: recibir el bautismo es condición necesaria pero no suficiente para poder entrar en el Reino de los Cielos. Es preciso que aquellos que han nacido a la Vida de la gracia, se comporten como miembros vivos de la Iglesia; o lo que es igual, que vivan en gracia de Dios, mediante el cumplimiento de sus mandamientos y un amor cada vez mayor a Jesucristo. Y esto a lo largo de toda la vida: "El que persevere hasta el fin, ése se salvará" (Mt 24, 13).

Esta labor se nos podría presentar como imposible. Y en efecto lo es, porque estamos heridos por el pecado de origen. Sin embargo, eso no nos puede llevar al desánimo porque contamos con sus fuerzas, las del mismo Jesucristo: "Sin Mí nada podéis hacer" (Jn 15, 5) -nos dijo- pero, como san Pablo, podemos decir: "Todo lo puedo en Aquel que me conforta" (Fil 4, 13).

Todos somos pecadores: "Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos y la verdad no está en nosotros" (1 Jn 1, 8). Esto es cierto, pero también es verdad que "si confesamos  nuestros pecados, fiel y justo es Él para perdonar nuestros pecados y purificarnos de toda injusticia" (1 Jn 1, 8). 

Sabemos, pues, que Dios perdona nuestros pecados cuando nos arrepentimos sinceramente de ellos y hacemos uso del sacramento de la Confesión que Él mismo instituyó. Eso nos debe de animar: primero, a "luchar hasta la sangre en nuestra lucha contra el pecado" (Heb 12, 4); y segundo -y lo más importantes, a saber que "nuestra suficiencia nos viene de Dios" (2 Cor 3, 5). 

Además, como decía san Pablo a los corintios: "Fiel es Dios que no permitirá que seáis tentados por encima de vuestras fuerzas; antes bien, con la tentación os dará también el modo de poder soportarla con éxito" (1 Cor 10,13). De manera que vivamos tranquilos y con esa confianza en Dios propia de los niños pequeños. Y si caemos, pues a levantarnos y a seguir caminando: "Hijos míos, os escribo estas cosas para que no pequéis. Pero si alguno peca, tenemos un abogado ante el Padre: Jesucristo, el Justo. Él es la víctima propiciatoria por nuestros pecados; y no sólo por los nuestros, sino por los de todo el mundo" (1 Jn 2, 1-2)

José Martí

EL ESPÍRITU "MISIONERO" DEL ISLAM ... ¿SE PUEDE COMPARAR CON EL ESPÍRITU MISIONERO DE LOS CATÓLICOS?





No es el mundo quien tiene que enseñar a la Iglesia lo que ésta tiene que hacer sino que es la Iglesia la que tiene la obligación y la urgencia de iluminar al mundo con las palabras del Señor. El espíritu misionero es esencial para la supervivencia de la Iglesia, es consustancial a ella, pues está señalado claramente por Jesucristo: "Id por todo el mundo y predicad el Evangelio a toda criatura" (Mc 16, 15), "enseñándoles a guardar TODO lo que Yo os he mandado" (Mt 28, 20).

¡Qué pena que las palabras del Pontífice actual, Francisco, vayan por otros derroteros ... no sólo diciendo que "el proselitismo es una solemne tontería" y que cada uno que sea fiel a la religión en la que ha nacido y que lo mismo da tener una religión o tener otra: "Jesucristo, Mahoma, Jehová, Alá. Estos son todos los nombres utilizados para describir una entidad que es claramente la misma en todo el mundo" o pidiendo perdón a los indígenas por la Evangelización de América, cuando éstos deben estar -y la mayoría lo está- inmensamente agradecidos porque así han tenido la oportunidad de conocer y de amar a Jesucristo. Decir todo esto -y mucho más- es grave y no se atiene a la verdad.

Pero aún son más graves las declaraciones que hizo en su entrevista al diario católico francés la Croix, el 9 de mayo, al referirse a las relaciones entre católicos y musulmanes, cuando dijo: "Es cierto que la idea de conquista pertenece al espíritu del Islam, pero se podría interpretar SEGÚN LA MISMA IDEA DE CONQUISTA el final del Evangelio de san Mateo, cuando Jesús envió a sus discípulos a todas las naciones”.

Compara aquí el Papa la guerra a muerte contra el infiel, propia del Islam, que obliga a convertirse a los demás o a morir ... con el Evangelio de Jesucristo, Dios y hombre verdadero, cuyo mandamiento de proclamar su Nombre a toda criatura tiene como objeto la salvación de todos los hombres y además, no se impone a nadie por la fuerza de la espada, como en el caso del Islam: un auténtico disparate, aunque estas palabras hayan sido pronunciadas por el Papa, pues muy por encima de un determinado Papa está la Palabra de Dios y la Tradición bimilenaria de la Iglesia.

Ante lo cual sólo cabe reaccionar conforme a lo que enseñaba san Pablo a los corintios: "... Que obréis el bien, aun cuando nosotros fuéramos dignos de reprobación. Pues no podemos nada contra la verdad, sino en favor de la verdad" (1 Cor 13, 7-9). Y a los gálatas: "Aunque nosotros un ángel del cielo os anunciara un evangelio distinto del que os hemos anunciado, ¡sea anatema!" (Gal 1, 9). Y de nuevo a los corintios: "Esos tales -dice- son falsos apóstoles, operarios engañosos, que se disfrazan de apóstoles de Cristo. Y no ha de extrañar, pues el mismo Satanás se disfraza de ángel de luz" (2 Cor 11, 13-14).

Debemos elegir: ¿Nos quedamos con la Palabra de Dios o con las palabras de hombres que juegan a ser Dios? ¿Quién es el que nos ha amado hasta dar su vida por nosotros? ¿Es acaso el Papa o fue Jesucristo?

José Martí

viernes, 27 de mayo de 2016

La Amoris Laetitia ya tenía su autor oculto desde hace diez años (contiene vídeo)


Duración 49 segundos

Ya se ha hablado de este tema en la anterior entrada. Aquí incorporo un vídeo de Gloria TV y me hago algunas preguntas sobre el pontificado actual. Y son éstas:

Una encuesta universal y dos sínodos, que han durado casi todo lo que lleva Francisco de Pontificado, para llegar finalmente a una exhortación apostólica que ya había sido escrita hace 10 años: ¡Cuánto dinero gastado inútilmente! No hace falta vender bienes de la Iglesia y dárselos a los pobres y hacer así una "Iglesia pobre para los pobres". ¡Hablar así es una farsa! Simplemente habría que haber dado a los pobres todo ese dinero empleado en esta campaña sinodal, que ha sido muchísimo ... porque, total, para decir algo que ya estaba pensado decir desde el principio, pues dígase y punto. Todo ha sido un montaje.

Aunque lo peor de todo no es tanto el dinero, cuanto el engaño sobre el verdadero propósito de estos sínodos sobre la familia, que no es otro que el de cambiar la doctrina de la Iglesia sobre el matrimonio y la destrucción de la familia.

Esto me recuerda las palabras de Jesús: "Nada hay oculto que no quede manifiesto ni secreto que no acabe por ser conocido y descubierto" (Lc 8, 17). En la entrada anterior está escrito todo el artículo de Sandro Magister, donde hace una comparación entre la "Amoris Laetitia" y dos artículos de "Tucho" Fernández escritos hace diez años. Entresaco unos cuantos, a modo de resumen (por cierto hay un artículo de The Wanderer titulado "Plagio pontificio" que merece la pena ser leído):


“AMORIS LAETITIA”, párrafo 301

Ya no es posible decir que todos los que se encuentran en alguna situación así llamada «irregular» viven en una situación de pecado mortal, privados de la gracia santificante” (AL: 301). /

 Existe siempre la posibilidad de que una situación objetiva de pecado coexista con la vida de la gracia santificante” (Fernández 2005: 42).
   
“Los límites no tienen que ver solamente con un eventual desconocimiento de la norma. Un sujeto, aun conociendo bien la norma, puede tener una gran dificultad para comprender “los valores inherentes a la norma” o puede estar en condiciones concretas que no le permiten obrar de manera diferente y tomar otras decisiones sin una nueva culpa” (AL: 301)./

Cuando el sujeto histórico no está en condiciones subjetivas de obrar de otra manera ni de comprender “los valores inherentes a la norma” , o cuando “un compromiso sincero con respecto a una norma determinada puede no llevar inmediatamente a acertar en la observancia de semejante norma”  (Fernández 2006: 159) 
  
   
“AMORIS LAETITIA”, párrafo 302

Un juicio negativo sobre una situación objetiva no implica un juicio sobre la imputabilidad o la culpabilidad de la persona involucrada [Nota 345: Cf. Pontificio Consejo para los Textos Legislativos, Declaración sobre la admisibilidad a la sagrada comunión de los divorciados que se han vuelto a casar (24 junio 2000), 2] (AL: 302). / 

El Pontificio Consejo para los Textos Legislativos expresó que, al referirse a la situación de los divorciados vueltos a casar, sólo está hablando de “pecado grave, entendido objetivamente, porque el (p. 158) ministro de la Comunión no podría juzgar de la imputabilidad subjetiva” [Nota 42: Pontificio Consejo para los Textos Legislativos, Declaración del 24-06-2000, punto 2a] (Fernández 2006: 157).

“AMORIS LAETITIA”, párrafo 305

“A causa de los condicionamientos o factores atenuantes, es posible que, en medio de una situación objetiva de pecado – que no sea subjetivamente culpable o que no lo sea de modo pleno – se pueda vivir en gracia de Dios, se pueda amar, y también se pueda crecer en la vida de la gracia y la caridad, recibiendo para ello la ayuda de la Iglesia [Nota 351: En ciertos casos, podría ser también la ayuda de los sacramentos…].  (AL: 305). / 


“Por otra parte, puesto que no podemos juzgar de la situación subjetiva de las personas y contando con los condicionamientos que disminuyen o suprimen la imputabilidad (cf. CCE 1735), existe siempre la posibilidad de que una situación objetiva de pecado coexista con la vida de la gracia santificante” [...] “¿No justifica esto la administración del Bautismo y la Confirmación a adultos que estén en una situación objetiva de pecado, de cuya culpabilidad subjetiva no se puede emitir juicio?” (Fernández 2005: 42).


Los tiempos en los que nos ha tocado vivir son especialmente duros para la Iglesia católica, porque el enemigo se encuentra en el seno mismo de la Iglesia Jerárquica, ante lo cual sólo nos queda poner nuestra confianza completamente en el Señor y en sus palabras: "Las puertas del Infierno no prevalecerán contra ella" (Mt 16, 18) dijo, refiriéndose a la Iglesia por Él fundada. Ésa es la seguridad que nos queda.

Hoy se está llegando, de modo acelerado, a una apostasía universal, en la que el único "dios", el que decide sobre el bien y el mal, es el propio hombre, "el hombre de iniquidad, el hijo de la perdición, que se opone y se alza sobre todo lo que se dice Dios o es adorado, hasta llegar a sentarse en el templo de Dios, manifestando que él es Dios" (2 Tes 2, 3-4) 

Si estamos o no en los últimos tiempos sólo Dios lo sabe. Lo que sí es cierto es que muchas de las señales apuntan a ello ... aunque cerremos los ojos y no queramos verlas. Nos interesa tener los ojos bien abiertos: "Sed sobrios y vigilad -nos dice el apóstol san Pedro. Vuestro adversario, el Diablo, ronda como león rugiente buscando a quien devorar. Resistidle firmes en la fe" (1 Pet 5, 8-9). Como ocurre siempre, cuando se lee el Nuevo Testamento, se nos plantea el problema y se nos da la solución. Otra cosa diferente es que lo aceptemos ... ¡pero nos va la vida en ello ... no esta vida, que es pasajera, sino la vida eterna! De modo que no podemos dormirnos. Y sólo la Palabra de Dios nos dará la clarividencia que necesitamos para ello:

"Ya es hora de que despertéis del sueño ... Abandonemos las obras de las tinieblas y vistámonos con las armas de la luz" (Rom 13, 11-12). "Y no os acomodéis a este mundo, sino transformaos por la renovación de la mente, de modo que podáis discernir cuál es la voluntad de Dios; esto es, lo bueno, lo agradable, lo perfecto" (Rom 12, 2)

José Martí

AMORIS LAETITIA TIENE UN AUTOR A LA SOMBRA: SE LLAMA VICTOR MANUEL FERNÁNDEZ (Por Sandro Magister)


El artículo en cuestión se encuentra dentro del conjunto de artículos que se van actualizando sobre la Amoris Laetitia. El último es el de Sandro Magister el 25 de mayo. Este mismo artículo se encuentra en el blog Miles Christi, traducido para Infovaticana por Helena Faccia Serrano. Es el que coloco en este blog, aunque usando un formato diferente.   

Jorge Mario Bergoglio -luego Francisco I- y Víctor Manuel "Tucho" Fernández
  
[NOTA: Tucho" Fernández es un apodo con el que se conocer a Victor Manuel Fernández. Proviene de Norberto "Tucho Méndez", el famoso jugador de Racing y Huracán que le amargó varias jornadas futbolísticas al San Lorenzo de su padre en los años 40 y 50].  

Son impresionantes las semejanzas entre los pasajes clave de la exhortación del Papa Francisco y dos textos de hace diez años de su principal consejero. Un doble sínodo para una solución que ya estaba escrita.  Son los párrafos clave de la exhortación post-sinodal “Amoris laetitia”. Y son también -a propósito- los más ambiguos, como demuestran las múltiples y constantes interpretaciones y aplicaciones prácticas que han tenido a continuación.
   
Son los párrafos del capítulo octavo. De hecho, abren el camino a la comunión a los divorciados que se han vuelto a casar. Que el Papa quería llegar a esto, es algo que es evidente para todos. Era algo que ya hacía cuando era arzobispo de Buenos Aires.
   
Pero ahora se descubre que algunas formulaciones clave de la “Amoris laetitia” tienen una prehistoria argentina, copiadas tal cual de un par de artículos de los años 2005 y 2006 de Víctor Manuel Fernández, ya entonces -y aún hoy- pensador de referencia del Papa Francisco y escritor a la sombra de sus textos principales.
  
Más abajo se pueden comparar algunos pasajes de la “Amoris laetitia” con otros de esos dos artículos de Fernández. La semejanza entre unos y otros es enorme.
  
Pero antes es mejor enmarcar los hechos. En esos años Fernández era profesor de teología en la Universidad Católica Argentina de Buenos Aires. En esa misma universidad se llevó a cabo en 2004 un congreso teológico internacional de profundización de la “Veritatis splendor”, la encíclica de Juan Pablo II “sobre algunas cuestiones fundamentales de la enseñanza moral de la Iglesia”, decididamente crítica de la ética “de la situación”, la corriente laxista presente entre los jesuitas del siglo XVII y difundida hoy más que nunca en la Iglesia.
   
Atención. La “Veritatis splendor” no es una encíclica menor. En marzo de 2014, en uno de sus raros y muy meditados escritos como Papa emérito, Joseph Ratzinger, al indicar las encíclicas a su juicio “más importantes para la Iglesia” de las catorce publicadas por Juan Pablo II, primero citó cuatro, con pocas líneas para cada una, pero después añadió la quinta, precisamente la “Veritatis splendor”, a la que dedicó una página entera, definiéndola “de inmutada actualidad” y concluyendo que “estudiar y asimilar esta encíclica sigue siendo un deber grande e importante”.
   
En la “Veritatis splendor” el Papa emérito ve que se devuelve a la moral católica su fundamento metafísico y cristológico, el único capaz de vencer la deriva pragmática de la moral corriente, “en la que ya no existe lo que es verdaderamente mal y lo que es verdaderamente bien, sino sólo lo que desde el punto de vista de la eficacia es mejor o peor”.
   
Pues bien, ese congreso del año 2004 en Buenos Aires, dedicado en particular a la teología de la familia, se movió en la misma dirección trazada después por Ratzinger. Y fue precisamente para reaccionar a ese congreso por lo que Fernández escribió los dos artículos citados, prácticamente en defensa de la ética de la situación.
   
Esos dos artículos fueron también la causa de que la congregación para la educación católica bloqueara la candidatura de Fernández como rector de la Universidad Católica Argentina, para doblegarse años más tarde, en 2009, al entonces arzobispo de Buenos Aires, Jorge Mario Bergoglio, que hizo lo imposible para obtener el nihil obstat con el fin de que se promoviera a su pupilo.
   
En 2013, apenas elegido Papa, Bergoglio le honró nombrándolo obispo con el título de la extinguida sede metropolitana de Tiburnia. Y desterró a la Biblioteca Apostólica Vaticana al principal responsable del suspenso, el teólogo dominico Jean-Louis Bruguès, sin nombrarlo cardenal, como es tradición para todos los Bibliotecarios de la Santa y Romana Iglesia.
    
A partir de entonces Fernández pasa casi más tiempo en Roma que en Buenos Aires, atareadísimo haciendo de escritor fantasma de su amigo el Papa, sin haber aumentado mientras tanto sus credenciales de teólogo, en absoluto brillantes, desde el principio.
     
De hecho, el primer libro que reveló al mundo el genio de Fernández fue: “Sáname con tu boca. El arte de besar”, publicado en 1995 en Argentina con esta presentación al lector escrita por el propio autor:
“Te aclaro que este libro no está escrito tanto desde mi propia experiencia, sino desde la vida de la gente que besa. Y en estas páginas quiero sintetizar el sentimiento popular, lo que siente la gente cuando piensa en un beso, lo que experimentan los mortales cuando besan. Para eso charlé largamente con muchas personas que tienen abundante experiencia en el tema, y también con muchos jóvenes que aprenden a besar a su manera. Además consulté muchos libros, y quise mostrar cómo hablan los poetas sobre el beso. Así, tratando de sintetizar la inmensa riqueza de la vida, salieron estas páginas a favor del beso. Espero que te ayuden a besar mejor, que te motiven a liberar lo mejor de tu ser en un beso”.
   
Mientras que en lo que concierne la consideración que Fernández tiene de sí mismo basta una cita de hace un año, extraída de una entrevista suya al “Corriere della Sera”, en la que se mostró desdeñoso hacia el cardenal Gerhard L. Müller, prefecto de la congregación para la doctrina de la fe y, por consiguiente, examinador previo -pero ignorado desde hace tres años- de los borradores de los textos papales:
“He leído que algunos dicen que la curia romana forma parte esencial de la misión de la Iglesia, o que un prefecto del Vaticano es la brújula segura que impide que la Iglesia caiga en el pensamiento ‘light’; o bien que ese prefecto asegura la unidad de la fe y garantiza al pontífice una teología seria. Pero los católicos, leyendo el Evangelio, saben que Cristo ha asegurado una guía y una iluminación especial al Papa y al conjunto de los obispos, pero no a un prefecto o a otra estructura. Cuando se oyen decir cosas de este estilo parecería casi que el Papa es un representante suyo, o una persona que ha venido a molestar y que debe ser controlada. […] El Papa está convencido de que lo que ya ha escrito o dicho no pueda ser castigado como si fuera un error. Por lo tanto, en el futuro todos podrán repetir esas cosas sin miedo a ser sancionados”.
   
Este es, por lo tanto, el personaje que Francisco mantiene cerca de sí como su pensador de referencia, el hombre que ha puesto por escrito extensas partes de la “Evangelii gaudium”, el programa del pontificado; de la “Laudato si'”, la encíclica sobre al ambiente; y, por último, de la “Amoris laetitia”, la exhortación post-sinodal sobre la familia.
  
  He aquí, a continuación, los pasajes de la “Amoris laetitia” en los que son evidentes la copia sobre las formulaciones de Fernández de hace diez años.

Es útil leerlos teniendo presente lo que ha dicho recientemente Robert Spaemann, gran filósofo y teólogo con el que Fernández no puede ser comparado en absoluto:
“El verdadero problema es una influyente corriente de teología moral, ya presente entre los jesuitas del siglo XVII, que sostiene una mera ética de la situación; ética que Juan Pablo II rechazó, condenándola en su encíclica ‘Veritatis splendor’. La ‘Amoris Laetitia’ rompe también con este documento magisterial.
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COMPARACIÓN ENTRE LA “AMORIS LAETITIA” 
Y LOS DOS ARTÍCULOS DE VÍCTOR MANUEL FERNÁNDEZ DE HACE DIEZ AÑOS
   
Los textos con las correspondientes abreviaciones son:

AL – Francisco, Exhortación apostólica “Amoris laetitia”, 19 de marzo de 2016.

Fernández 2005 – V. M. Fernández, “El sentido del carácter sacramental y la necesidad de la confirmación”, en “Teología” 42 n. 86, 2005, pp. 27-42.

Fernández 2006 – V. M. Fernández, “La dimensión trinitaria de la moral. II. Profundización del aspecto ético a la luz de ‘Deus caritas est”, en “Teología” 43 n. 89, 2006, pp. 133-163.
   
Junto a las abreviaciones se indican, cada vez, el número del párrafo en el caso de la “Amoris laetitia” y el número de página en el de los artículos de Fernández. [Para que se pueda leer con más agilidad, el escrito de la AL está en cursiva  y el escrito de Fernández está en rojo oscuro]

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"AMORIS LAETITIA", párrafo 300: 

“Se evita el riesgo de que un determinado discernimiento lleve a pensar que la Iglesia sostiene una doble moral” (AL: 300). / 

“No se propone así una doble moral o una «moral de situación»” (Fernández 2006: 160).
    
“AMORIS LAETITIA”, párrafo 301

“Para entender de manera adecuada por qué es posible y necesario un discernimiento especial en algunas situaciones llamadas «irregulares», hay una cuestión que debe ser tenida en cuenta siempre, de manera que nunca se piense que se pretenden disminuir las exigencias del Evangelio. La Iglesia posee una sólida reflexión acerca de los condicionamientos y circunstancias atenuantes. Por eso, ya no es posible decir que todos los que se encuentran en alguna situación así llamada «irregular» viven en una situación de pecado mortal, privados de la gracia santificante” (AL: 301). /

 “Contando con los condicionamientos que disminuyen o suprimen la imputabilidad (cf. CCE 1735), existe siempre la posibilidad de que una situación objetiva de pecado coexista con la vida de la gracia santificante” (Fernández 2005: 42).
   
“Los límites no tienen que ver solamente con un eventual desconocimiento de la norma. Un sujeto, aun conociendo bien la norma, puede tener una gran dificultad para comprender “los valores inherentes a la norma” [Nota 339: Juan Pablo II, Exhort. ap. Familiaris consortio (22 noviembre 1981), 33: AAS 74 (1982), 121] o puede estar en condiciones concretas que no le permiten obrar de manera diferente y tomar otras decisiones sin una nueva culpa” (AL: 301)./

Cuando el sujeto histórico no está en condiciones subjetivas de obrar de otra manera ni de comprender “los valores inherentes a la norma” (cf. FC 33c), o cuando “un compromiso sincero con respecto a una norma determinada puede no llevar inmediatamente a acertar en la observancia de semejante norma” [Nota 45: B. Kiely, “La ‘Veritatis splendor’ y la moralidad personal”, en G. Del Pozo Abejon (ed.), “Comentarios a la ‘Veritatis splendor'”, Madrid, 1994, p. 737]. (Fernández 2006: 159) 
  
“Como bien expresaron los Padres sinodales, “puede haber factores que limitan la capacidad de decisión”. Ya santo Tomás de Aquino reconocía que alguien puede tener la gracia y la caridad, pero no poder ejercitar bien alguna de las virtudes [Nota 341: Cfr Summa Theologiae I-II, q. 65, a. 3, ad 2; De malo, q. 2, a. 2], de manera que aunque posea todas las virtudes morales infusas, no manifiesta con claridad la existencia de alguna de ellas, porque el obrar exterior de esa virtud está dificultado: “Se dice que algunos santos no tienen algunas virtudes, en cuanto experimentan dificultad en sus actos, aunque tengan los hábitos de todas las virtudes” [Nota 342: Íbid., ad 3] (AL: 301)

“Santo Tomás reconocía que alguien puede tener la gracia y la caridad, pero no poder ejercitar bien alguna de las virtudes “propter aliquas dispositiones contrarias” (ST I-II 65, 3, ad 2). Esto no significa que no posea todas las virtudes, sino que no puede manifestar con claridad la existencia de alguna de ellas porque el obrar exterior de esta virtud está dificultado por disposiciones contrarias: “Se dice que algunos santos no tienen algunas virtudes, en cuanto experimentan dificultad en sus actos, aunque tengan los hábitos de todas las virtudes” (íbid., ad 3) (Fernández 2006: 156).
   
“AMORIS LAETITIA”, párrafo 302

“Con respecto a estos condicionamientos, el Catecismo de la Iglesia Católica se expresa de una manera contundente: «La imputabilidad y la responsabilidad de una acción pueden quedar disminuidas e incluso suprimidas a causa de la ignorancia, la inadvertencia, la violencia, el temor, los hábitos, los afectos desordenados y otros factores psíquicos o sociales» [Nota 343: N. 1735], En otro párrafo se refiere nuevamente a circunstancias que atenúan la responsabilidad moral, y menciona, con gran amplitud, «la inmadurez afectiva, la fuerza de los hábitos contraídos, el estado de angustia u otros factores psíquicos o sociales» [Nota 344: Ibíd., 2352; cf. Congregación para la Doctrina de la Fe, Declaración Iura et bona, sobre la eutanasia (5 mayo 1980), II: AAS 72 (1980), 546. Juan Pablo II, criticando la categoría de “opción fundamental», reconocía que «sin duda pueden darse situaciones muy complejas y oscuras bajo el aspecto psicológico, que influyen en la imputabilidad subjetiva del pecador”: Exhort. ap. Reconciliatio et paenitentia (2 diciembre 1984), 17: AAS 77 (1985), 223]. Por esta razón, un juicio negativo sobre una situación objetiva no implica un juicio sobre la imputabilidad o la culpabilidad de la persona involucrada [Nota 345: Cf. Pontificio Consejo para los Textos Legislativos, Declaración sobre la admisibilidad a la sagrada comunión de los divorciados que se han vuelto a casar (24 junio 2000), 2] (AL: 302). / 

“Esto aparece de un modo explícito en el Catecismo de la Iglesia Católica: “La imputabilidad y la responsabilidad de una acción pueden quedar disminuidas e incluso suprimidas a causa de la ignorancia, la inadvertencia, la violencia, el temor, los hábitos, los afectos desordenados y otros factores psíquicos o sociales” (CCE 1735). El Catecismo menciona también la inmadurez afectiva, la fuerza de los hábitos contraídos, o un estado de angustia (cf. CCE 2352). Aplicando esta convicción, el Pontificio Consejo para los Textos Legislativos expresó que, al referirse a la situación de los divorciados vueltos a casar, sólo está hablando de “pecado grave, entendido objetivamente, porque el (p. 158) ministro de la Comunión no podría juzgar de la imputabilidad subjetiva” [Nota 42: Pontificio Consejo para los Textos Legislativos, Declaración del 24-06-2000, punto 2a] (Fernández 2006: 157).

“Por otra parte, puesto que no podemos juzgar de la situación subjetiva de las personas [Nota 23: Sobre este punto algunas intervenciones recientes del Magisterio ya no dejan dudas. El Pontificio Consejo para los Textos Legislativos expresó que, al referirse a la situación de los divorciados vueltos a casar, está hablando de “pecado grave, entendido objetivamente, porque el ministro de la Comunión no podría juzgar de la imputabilidad subjetiva”: Pontificio Consejo para los Textos Legislativos, Declaración del 24/06/2000, punto 2a. Igualmente en una reciente notificación de la Congregación para la Doctrina de la Fe, se sostiene que para la doctrina católica “existe una valoración perfectamente clara y firme sobre la moralidad objetiva de las relaciones sexuales de personas del mismo sexo”, mientras “el grado de imputabilidad subjetiva que esas relaciones puedan tener en cada caso concreto es una cuestión diversa, que no está aquí en discusión”: Congregación para la Doctrina de la Fe, Notificación sobre algunos escritos del Rvdo. P. Marciano Vidal, 22/02/2001, 2b. Evidentemente, el fundamento de estas afirmaciones está en lo que sostiene el Catecismo de la Iglesia Católica en el punto 1735, citado a continuación en el texto de este artículo] y contando con los condicionamientos que disminuyen o suprimen la imputabilidad (cf. CCE 1735), existe siempre la posibilidad de que una situación objetiva de pecado coexista con la vida de la gracia santificante” (Fernández 2005: 42).
   
“AMORIS LAETITIA”, párrafo 305

“A causa de los condicionamientos o factores atenuantes, es posible que, en medio de una situación objetiva de pecado – que no sea subjetivamente culpable o que no lo sea de modo pleno – se pueda vivir en gracia de Dios, se pueda amar, y también se pueda crecer en la vida de la gracia y la caridad, recibiendo para ello la ayuda de la Iglesia [Nota 351: En ciertos casos, podría ser también la ayuda de los sacramentos…]. El discernimiento debe ayudar a encontrar los posibles caminos de respuesta a Dios y de crecimiento en medio de los límites” (AL: 305). / 

“Este dinamismo trinitario que refleja la vida íntima de las divinas Personas, puede realizarse también en una situación objetiva de pecado (p. 157) siempre que, debido al peso de los condicionamientos, no sea subjetivamente culpable.(Fernández 2006: 156)”.

“[...] una “realización del valor dentro de los límites de las capacidades morales del sujeto” [Nota 46: G. Irrazabal, “La ley de la gradualidad como cambio de paradigma”, en “Moralia” 102/103 (2004), p. 173]. Hay entonces “objetivos posibles” para este sujeto condicionado, o “etapas intermedias” [Nota 47: Cf. G. Gatti, “Educación moral”, en AA.VV., “Nuevo Diccionario de Teología moral”, Madrid, 1992, p. 514] en la realización de un valor, aunque siempre orientadas al pleno cumplimiento de la norma” (Fernández 2006: 159).

 "No hay duda que el Magisterio católico ha asumido con claridad que un acto objetivamente malo, como es el caso de una relación prematrimonial, o el uso de un preservativo en una relación sexual, no necesariamente lleva a perder la vida de la gracia santificante, de la cual se origina el dinamismo de la caridad” (Fernández 2006: 158).

“Por otra parte, puesto que no podemos juzgar de la situación subjetiva de las personas y contando con los condicionamientos que disminuyen o suprimen la imputabilidad (cf. CCE 1735), existe siempre la posibilidad de que una situación objetiva de pecado coexista con la vida de la gracia santificante” (Fernández 2005: 42).

“¿No justifica esto la administración del Bautismo y la Confirmación a adultos que estén en una situación objetiva de pecado, de cuya culpabilidad subjetiva no se puede emitir juicio?” (Fernández 2005: 42).

Sandro Magister

jueves, 26 de mayo de 2016

El humo del Infierno en la Cúpula de la Iglesia Católica (Miguel Salinas, entrevistado por Javier Navascués)





Nada escapa a la Providencia de Dios. Ante la tenebrosa situación de la Iglesia y de la humanidad nos dará mucha luz comprender lo que está pasando realmente en el mundo y quién mueve los hilos de todo aquí en la Tierra. ¿Quiénes son los verdaderos enemigos de la Iglesia? ¿Cómo la combaten? ¿Cómo podemos hacerles frente?

Lo principal es la vida de oración y la fidelidad a Cristo y a la Tradición de la Iglesia. El nos dará luz, prudencia y sabiduría para seguir militando con firmeza y enarbolando su bandera con valentía.

Miguel Salinas Chávez es analista político, asesor de las Fuerzas Armadas, de la Iglesia y de representaciones diplomáticas. Fundó el Semanario Boletín de Información e Inteligencia Estratégica (BIIE) que recibe colaboraciones de expertos de todo el mundo. Está catalogado como uno de los medios más importantes de habla hispana. En esta entrevista Miguel Salinas analiza las causas de la persecución a la única Iglesia verdadera, la Iglesia Católica.

¿Por qué la Iglesia verdadera es perseguida?

En mi libro Iglesia Perseguida, Iglesia Verdadera hago un repaso histórico de las persecuciones a la Iglesia. Desde la primera comunidad cristiana, fundada en el vientre de María, estuvo amenazada por las leyes y los poderes establecidos. Esto continuó con el nacimiento y reconocimiento de Jesús como Mesías y representó una confrontación con el poder corrupto. Esta condición de ser perseguida la sufrió la Sagrada Familia y años después el mismo Jesucristo en medio de su ministerio y sus seguidores después de su muerte y resurrección. Son el signo distintivo entre la verdadera Iglesia y las desviaciones y herejías que han surgido desde su fundación misma.


Cristo mismo advirtió a sus discípulos que se prepararan para la persecución, ya que su Iglesia, la única verdadera, va en contra de los intereses del mundo y el mundo la repudiaría. Ninguna Iglesia ha sido tan perseguida como la Iglesia Católica. En ella se encuentra real y verdaderamente la presencia de Jesús a través de los sacramentos y ella es la depositaria única y legítima de su doctrina. Por eso los enemigos de Cristo la tienen como el blanco de sus ataques.

¿Quiénes son los verdaderos enemigos de la Iglesia y sus fines?

Los primeros y verdaderos enemigos de la Iglesia siempre han sido los dirigentes judíos, tanto políticos como religiosos. Ellos a su vez fueron el blanco de las palabras más duras que pronunció Jesús contra cualquier persona o grupo. Los judíos a lo largo de estos veinte siglos nunca han “perdonado” a Dios lo que ellos consideran la gran afrenta de haberles retirado su favor y su predilección cuando ellos, libre y deliberadamente, rechazaron al Mesías. Cristo, con su bendita sangre y su sacrificio, afianza una Nueva Alianza con la Iglesia que Él fundó en los Apóstoles.

En ese momento, la Iglesia Católica y la dirigencia judía quedaron en lados opuestos y estos últimos, llenos de un odio diabólico, han creado toda clase de operaciones y ataques para destruir a la Iglesia que les sustituyó en el plan divino de la Redención. Ésta es la razón por la cual crearon todas las herejías que negaban la divinidad de Cristo así como versiones apócrifas de los Evangelios que contradecían la Tradición y la Enseñanza Apostólica.

Después crearon la masonería y usaron el gnosticismo para desvirtuar la parte sobrenatural de la presencia real de Cristo en su Iglesia. Luego lanzaron contra la Iglesia el ateísmo de la Revolución Francesa, después el Comunismo y, finalmente, a lo largo del siglo XX, a través de los medios masivos de comunicación, que ellos controlan, han lanzado toda clase de ataques. Han promovido un estilo de vida completamente opuesto a lo ordenado en el Evangelio.

¿Por qué decidió escribir el libro sobre la Iglesia perseguida?

Lo hice como una necesidad de conciencia para presentar de una forma muy concreta y didáctica quiénes son los enemigos de la Iglesia, cómo han actuado, qué tácticas han usado y cómo la Iglesia se ha defendido y salido adelante. Lo hice también con la intención de que los católicos que lo lean se sientan comprometidos a tomar parte en la defensa de la Iglesia, a la que dicen pertenecer, para que salgan de su buenísimo y de su ingenuidad y vean claramente. Este será sin duda el momento más doloroso de estos dos mil años. 

También sentí la necesidad de hablar claramente y de forma directa a quienes tienen la responsabilidad de velar por los intereses y la integridad de la Iglesia, para que comprendieran cómo los veinte siglos de historia de la Iglesia están en función de este momento histórico, del cual nos toca ser protagonistas, lo queramos o no.

¿Usted cree que esta persecución a la Iglesia va a ser más cruenta en los próximos años?

Sin duda, porque los métodos son cada vez más inhumanos y cuentan con el respaldo de Poderes de Gobierno y Organismos Internacionales que los proveen de armas, recursos y logística, que hacen más efectivos sus ataques y, además, desde el plano sobrenatural, el mismo demonio sabe que le queda muy poco tiempo, por lo cual está acelerando el paso e incrementando su maldad como no se ha visto en toda la historia. Así que lo que estamos por presenciar será de una crueldad como no la hemos visto nunca y debemos estar preparados para ello a través de una profunda vida de oración, sacrificios, penitencia y vivir en estado de gracia, para que nuestras oraciones sean atendidas y dignas de ser escuchadas.

Nunca la Iglesia ha enfrentado una situación parecida en la cual el humo del infierno ha llegado a la misma cúpula de la Iglesia. Por ello esta será la más cruenta persecución, ya que se desatará de parte de la Iglesia, tomada por la masonería satánica, contra la Iglesia verdadera y legítima , que será el resto que se mantendrá fiel al Evangelio, a la Doctrina, a la Tradición y al Magisterio.

Javier Navascués

¿Conocemos todo el tercer secreto de Fátima?


Duración: 55 segundos


Relacionado con este vídeo, he encontrado un artículo muy interesante de Roberto de Mattei titulado La crisis de la Iglesia a la luz del secreto de Fátima.

He aquí unos pocos párrafos:

Cuando el 13 de julio de 1917 la Virgen anunció en Fátima que si la humanidad no se convertía Rusia difundiría sus errores por el mundo, esas palabras resultaban incomprensibles. Los acontecimientos sacaron a la luz el significado. Después de la Revolución Bolchevique de octubre de 1917 quedó claro que la expansión del comunismo era el instrumento del que Dios quería servirse para castigar al mundo por sus pecados.

Entre 1989 y 1991, el imperio del mal soviético se desmoronó en apariencia, pero la desaparición de su envoltorio político permitió una difusión más amplia del comunismo en el mundo, difusión que tiene su núcleo ideológico en el evolucionismo filosófico y el relativismo moral. La filosofía de la praxis que, según Antonio Gramsci, sintetiza la revolución cultural marxista, se ha convertido en el horizonte teológico del nuevo pontificado, trazado por teólogos como el cardenal alemán Walter Kasper y el arzobispo argentino Víctor Manuel Fernándezinspirador de la exhortación apostólica Amoris Laeititia.

En este sentido, no debemos tomar el Secreto de Fátima como punto de partida para entender que está teniendo lugar una tragedia en la Iglesia, sino partir de la crisis eclesial para entender el significado fundamental del Secreto de FátimaUna crisis que se remonta a los años sesenta del siglo XX, y que con la abdicación de Benedicto XVI y el pontificado de Francisco ha experimentado una aceleración sin precedentes.


miércoles, 25 de mayo de 2016

La Amoris Laetitia interpretada por el propio Francisco (9 de 9)


Cardenal Schönborn

[Con esta entrada ponemos fin a la presentación que hizo el cardenal Schönborn sobre la AL de Francisco]

Pero a este propósito él no nos ofrece una casuística de recetas, sino que simplemente nos recuerda dos de sus frases famosas: “a los sacerdotes les recuerdo que el confesionario no debe ser una sala de tortura, sino el lugar de la misericordia del Señor” (EG 44) y la Eucaristía “no es un premio para los perfectos, sino un generoso remedio y un alimento para los débiles” (EG 44). 

[Todos somos débiles. Nadie es perfecto sino sólo Dios. Quienes van a misa y hacen oración es, precisamente, porque son conscientes de su indignidad, de su debilidad y de su necesidad de Dios … no son hipócritas sin corazón ni, mucho menos, se creen perfectos, como parece insinuar el santo Padre: un juicio que, sin embargo, no se lo aplica a los que son gays. En estado de pecado no se puede acceder al sacramento de la Eucaristía, no se puede comulgar. Y esta afirmación es Palabra de Dios: “El que coma el pan o beba el cáliz, indignamente, se traga y se bebe su propia condenación” (1 Cor 11, 29). ¡Tan sencillo como es el confesarse y admitir esa debilidad poniéndose en las manos de Dios, con la esperanza y la seguridad de que el Señor nos va a ayudar a seguir luchando contra nuestros pecados y contra todo aquello que nos separa de Él! A la gente se la engaña y esto es muy grave. Todos tendremos que rendir cuentas ante DiosNo entiendo cómo se puede hablar tan alegremente de estas cosas, tergiversando y adulterando esas hermosas palabras que son el amor y la misericordia … y que nunca, nunca, están reñidas con el amor a la Verdad.

A este respecto, hay recogido, en este mismo blog, un estudio del padre Brian W. Harrison, de título "La revolución del papa Francisco se opone a dos mil años de Tradición" que no vendría mal releer ... Continúa hablando Schönborn:]

¿No es un desafío excesivo para los pastores, para los guías espirituales, para las comunidades, si el “discernimiento de las situaciones” no está regulado de modo más preciso? El Papa Francisco conoce esta preocupación: “Comprendo a quienes prefieren una pastoral más rígida que no dé lugar a confusión alguna” (AL 308). A ésta él objeta diciendo: “Ponemos tantas condiciones a la misericordia que la vaciamos de sentido concreto y de significación real, y esa es la peor manera de licuar el Evangelio” (AL 311).

[Grave error es realizar este tipo de afirmaciones así, a la ligera ... Aquí no se trata de ser rígidos, sino de amar la verdad y de llamar pan al pan y vino al vino; o sea, de actuar como lo haría Jesús, del que tan poco se habla. No es rígido quien afirma que dos y dos son cuatro. No es rígido quien afirma que quien vive con otra mujer, que no es la suya, vive en estado de adulterio y de pecado y que, si quiere comulgar debe arrepentirse y cambiar su corazón, aunque le duela. Ésa será una herida que le curará y le llevará a Dios]

El Papa Francisco confía en la “alegría del amor”. El amor debe encontrar el camino. Es la brújula que nos indica el camino. Es la meta y el camino mismo. Porque Dios es amor y porque el amor es de Dios. Nada es tan exigente como el amor. El amor no se puede comprar. Por esto nadie debe temer que el Papa Francisco nos invite, con “Amoris Laetitia”, a un camino demasiado fácil. “El camino no es fácil pero es pleno de alegría”

[Así concluye la presentación del cardenal Schönborn, que puede leerse completa pinchando aquí. Véase también la primera entrada de estas nueve]

[Y, ciertamente es así, pero sólo si nos referimos al amor entendido tal y como Jesús lo entiende, que es un amor crucificadoSi quitamos la cruz y huimos de ella,  quitamos, juntamente, el amor y la alegría. No es riguroso hablar de la alegría del amor, sin más, sino de la alegría del verdadero amor, o sea, de la alegría del amor crucificadoNo hay amor más grande que el de dar la vida por los amigos”, dijo Jesús (Jn 15, 13). Y san Pablo: “Yo predico a Cristo y a Cristo crucificado” (1 Cor 1, 23a) … aunque sea “escándalo para los judíos y necedad para los gentiles” (1 Cor 1, 23b). 

La cruz fue el camino que Dios eligió para salvarnos, porque en ella el amor se autentifica y no es una palabra vacía. Ése es el único amor que nos puede traer la alegría, porque es verdadero amor. Cualquier otro amor, si no pasa por la cruz, es falso, porque el amor conlleva la totalidad. Eso es lo que se prometen los esposos al casarse: amor y fidelidad en lo bueno y en lo malo, en la riqueza y en la pobreza, en la salud y en la enfermedad, todos los días de sus vidas hasta que la muerte los separe. 

Quien actúa conforme a esas palabras actúa según el  Espíritu de Jesucristo y de él puede decirse, con verdad, que el Espíritu Santo anida en su alma y en su corazón. él -y a los que actúen como él- se dirigirán las palabras del Señor, cuando llegue ese momento que tanto anhelamos y que Él anhela más que nosotros mismos: “Porque has sido fiel en lo poco, Yo te confiaré lo mucho; entra en el gozo de tu Señor” (Mt 25, 23)]

José Martí