Cardenal Schönborn |
[Con esta entrada ponemos fin a la presentación que hizo el cardenal Schönborn sobre la AL de Francisco]
[Todos somos débiles. Nadie es perfecto sino sólo Dios. Quienes van a misa y hacen oración es, precisamente, porque son conscientes de su indignidad, de su debilidad y de su necesidad de Dios … no son hipócritas sin corazón ni, mucho menos, se creen perfectos, como parece insinuar el santo Padre: un juicio que, sin embargo, no se lo aplica a los que son gays. En estado de pecado no se puede acceder al sacramento de la Eucaristía, no se puede comulgar. Y esta afirmación es Palabra de Dios: “El que coma el pan o beba el cáliz, indignamente, se traga y se bebe su propia condenación” (1 Cor 11, 29). ¡Tan sencillo como es el confesarse y admitir esa debilidad poniéndose en las manos de Dios, con la esperanza y la seguridad de que el Señor nos va a ayudar a seguir luchando contra nuestros pecados y contra todo aquello que nos separa de Él! A la gente se la engaña y esto es muy grave. Todos tendremos que rendir cuentas ante Dios. No entiendo cómo se puede hablar tan alegremente de estas cosas, tergiversando y adulterando esas hermosas palabras que son el amor y la misericordia … y que nunca, nunca, están reñidas con el amor a la Verdad.
A este respecto, hay recogido, en este mismo blog, un estudio del padre Brian W. Harrison, de título "La revolución del papa Francisco se opone a dos mil años de Tradición" que no vendría mal releer ... Continúa hablando Schönborn:]
A este respecto, hay recogido, en este mismo blog, un estudio del padre Brian W. Harrison, de título "La revolución del papa Francisco se opone a dos mil años de Tradición" que no vendría mal releer ... Continúa hablando Schönborn:]
¿No es un desafío excesivo para los pastores, para los guías espirituales, para las comunidades, si el “discernimiento de las situaciones” no está regulado de modo más preciso? El Papa Francisco conoce esta preocupación: “Comprendo a quienes prefieren una pastoral más rígida que no dé lugar a confusión alguna” (AL 308). A ésta él objeta diciendo: “Ponemos tantas condiciones a la misericordia que la vaciamos de sentido concreto y de significación real, y esa es la peor manera de licuar el Evangelio” (AL 311).
[Grave error es realizar este tipo de afirmaciones así, a la ligera ... Aquí no se trata de ser rígidos, sino de amar la verdad y de llamar pan al pan y vino al vino; o sea, de actuar como lo haría Jesús, del que tan poco se habla. No es rígido quien afirma que dos y dos son cuatro. No es rígido quien afirma que quien vive con otra mujer, que no es la suya, vive en estado de adulterio y de pecado y que, si quiere comulgar debe arrepentirse y cambiar su corazón, aunque le duela. Ésa será una herida que le curará y le llevará a Dios].
El Papa Francisco confía en la “alegría del amor”. El amor debe encontrar el camino. Es la brújula que nos indica el camino. Es la meta y el camino mismo. Porque Dios es amor y porque el amor es de Dios. Nada es tan exigente como el amor. El amor no se puede comprar. Por esto nadie debe temer que el Papa Francisco nos invite, con “Amoris Laetitia”, a un camino demasiado fácil. “El camino no es fácil pero es pleno de alegría”.
[Así concluye la presentación del cardenal Schönborn, que puede leerse completa pinchando aquí. Véase también la primera entrada de estas nueve]
[Así concluye la presentación del cardenal Schönborn, que puede leerse completa pinchando aquí. Véase también la primera entrada de estas nueve]
[Y, ciertamente es así, pero sólo si nos referimos al amor entendido tal y como Jesús lo entiende, que es un amor crucificado. Si quitamos la cruz y huimos de ella, quitamos, juntamente, el amor y la alegría. No es riguroso hablar de la alegría del amor, sin más, sino de la alegría del verdadero amor, o sea, de la alegría del amor crucificado. “No hay amor más grande que el de dar la vida por los amigos”, dijo Jesús (Jn 15, 13). Y san Pablo: “Yo predico a Cristo y a Cristo crucificado” (1 Cor 1, 23a) … aunque sea “escándalo para los judíos y necedad para los gentiles” (1 Cor 1, 23b).
La cruz fue el camino que Dios eligió para salvarnos, porque en ella el amor se autentifica y no es una palabra vacía. Ése es el único amor que nos puede traer la alegría, porque es verdadero amor. Cualquier otro amor, si no pasa por la cruz, es falso, porque el amor conlleva la totalidad. Eso es lo que se prometen los esposos al casarse: amor y fidelidad en lo bueno y en lo malo, en la riqueza y en la pobreza, en la salud y en la enfermedad, todos los días de sus vidas hasta que la muerte los separe.
Quien actúa conforme a esas palabras actúa según el Espíritu de Jesucristo y de él puede decirse, con verdad, que el Espíritu Santo anida en su alma y en su corazón. A él -y a los que actúen como él- se dirigirán las palabras del Señor, cuando llegue ese momento que tanto anhelamos y que Él anhela más que nosotros mismos: “Porque has sido fiel en lo poco, Yo te confiaré lo mucho; entra en el gozo de tu Señor” (Mt 25, 23)]
Quien actúa conforme a esas palabras actúa según el Espíritu de Jesucristo y de él puede decirse, con verdad, que el Espíritu Santo anida en su alma y en su corazón. A él -y a los que actúen como él- se dirigirán las palabras del Señor, cuando llegue ese momento que tanto anhelamos y que Él anhela más que nosotros mismos: “Porque has sido fiel en lo poco, Yo te confiaré lo mucho; entra en el gozo de tu Señor” (Mt 25, 23)]
José Martí