Original aquí.
El calamitoso bergogliato va por más, según dos de sus cómplices principales:
(1) El jesuita y confidente Antonio Spadaro escribió un tweet en el cual se alegra de un artículo sobre la Amoris laetitia escrito por Thomas P.Rausch, otro jesuita, donde afirma que la doctrina debe cambiar para coincidir con la práctica pastoral.(El artículo apareció en La Civiltà cattolica y fue también celebrado por los jesuitas suizos en su pagina Jesuites de Suisse Romande de modo más enfático: se abre la puerta para que los divorciados y “recasados” puedan comulgar, si se “recontextualiza” el parágrafo 305).
(2)Declaraciones de “Tucho” Fernández, arzobispo, rector y osculador sapientísmo y consumado:
“Sobre las cuestiones pastorales se delega ampliamente la reflexión a las Iglesias locales y a los obispos”: “No se debe reducir a la cuestión de los divorciados que se han vuelto a casar. Es muy importante, para abrir nuevas puertas tanto a la teología moral como a la pastoral, que se vuelvan más misericordiosas, que sean más transformadas por el primado de la caridad y que estén más cerca de la realidad concreta de las personas. Y luego, el Papa no quiso desarrollar más la cuestión de la comunión a los divorciados que se han vuelto a casar, porque quería que fuera solo una pequeña alusión que abriera una puerta pastoral, y no una cuestión fundamental.
Para la Iglesia entera, los temas principales son otros. El tiempo pondrá las cosas en su lugar, y así lo cree el Papa: ‘el tiempo es superior al espacio’. Algunos cambios harán demasiado ruido, pero luego todo se arregla. “Sabemos que el Papa, si bien ha abierto esa puerta a partir del discernimiento especial de algunas situaciones, lo ha considerado un tema secundario, como lo muestra el escaso lugar que ocupa en el documento en comparación con el resto de los temas. “No podemos negar que se han abierto para la Iglesia nuevas posibilidades evangelizadoras que deberíamos aprovechar mejor”.
Sería muy necio creer que estos pajarracos hablen sin respaldo de Bergoglio. Y sobre la necedad enseña Santo Tomás en la cuestión 46 de la Suma Teológica II-II(a):
“Necio es el que por estupidez no se conmueve”. “La necedad entraña cierto embotamiento del sentido para juzgar, sobre todo en cuanto se refiere a la causa suprema, fin último y sumo bien. Pero ese embotamiento para juzgar se puede sufrir de dos maneras. La primera, por indisposición natural, como en el caso de los enajenados, y esa necedad no es pecado. La otra, por la absorción del hombre en las cosas terrenas, hecho por el que su sentido queda incapacitado para captar lo divino, conforme al testimonio del Apóstol: El hombre animal no percibe lo que es del Espíritu de Dios (1Co 2, 14), lo mismo que no saborea las cosas dulces quien tiene estragado el gusto con mal humor. Esta necedad es pecado”.
Hagámosle caso entonces al Doctor por excelencia.
Notas catapúlticas
(1) Parágrafo 305 de la A.L., con la nota 351 y los dichos de Bergoglio sobre el confesionario y la Eucaristía:
“Por ello, un pastor no puede sentirse satisfecho sólo aplicando leyes morales a quienes viven en situaciones «irregulares», como si fueran piedras que se lanzan sobre la vida de las personas. Es el caso de los corazones cerrados, que suelen esconderse aun detrás de las enseñanzas de la Iglesia «para sentarse en la cátedra de Moisés y juzgar, a veces con superioridad y superficialidad, los casos difíciles y las familias heridas»[349].
En esta misma línea se expresó la Comisión Teológica Internacional: «La ley natural no debería ser presentada como un conjunto ya constituido de reglas que se imponen a priori al sujeto moral, sino que es más bien una fuente de inspiración objetiva para su proceso, eminentemente personal, de toma de decisión»[350].
A causa de los condicionamientos o factores atenuantes, es posible que, en medio de una situación objetiva de pecado —que no sea subjetivamente culpable o que no lo sea de modo pleno— se pueda vivir en gracia de Dios, se pueda amar, y también se pueda crecer en la vida de la gracia y la caridad, recibiendo para ello la ayuda de la Iglesia[351].
El discernimiento debe ayudar a encontrar los posibles caminos de respuesta a Dios y de crecimiento en medio de los límites. Por creer que todo es blanco o negro a veces cerramos el camino de la gracia y del crecimiento, y desalentamos caminos de santificación que dan gloria a Dios. Recordemos que «un pequeño paso, en medio de grandes límites humanos, puede ser más agradable a Dios que la vida exteriormente correcta de quien transcurre sus días sin enfrentar importantes dificultades»[352].
La pastoral concreta de los ministros y de las comunidades no puede dejar de incorporar esta realidad. [351]
En ciertos casos, podría ser también la ayuda de los sacramentos. Por eso, «a los sacerdotes les recuerdo que el confesionario no debe ser una sala de torturas sino el lugar de la misericordia del Señor»: Exhort. ap. Evangelii gaudium (24 noviembre 2013), 44: AAS 105 (2013), 1038. Igualmente destaco que la Eucaristía «no es un premio para los perfectos sino un generoso remedio y un alimento para los débiles» ( ibíd, 47: 1039).
(2) Con su habitual furbizia, Bergoglio dijo no recordar la nota [351]
(3)Viene al caso recordar algunos puntos del Decreto Lamentabili sine, de San Pío X, sobre los errores del modernismo:
58. La verdad no es más inmutable que el hombre mismo, puesto que evoluciona con él, en él y por él.
59. Cristo no enseñó un determinado cuerpo de doctrina, aplicable a todos los tiempos y a todos los hombres; más bien inició un cierto movimiento religioso adaptado o que pueda adaptarse a los diversos tiempos y lugares.
60. La Iglesia se muestra incapaz de defender eficazmente la moral evangélica, porque obstinadamente se apega a doctrinas inmutables que no pueden conciliarse con el progreso moderno.