- El largo camino hacia Schönborn [1 de 3] Una nueva Iglesia
- El largo camino hacia Schönborn [2 de 3] Gravedad de la situación
- El largo camino hacia Schönborn [3 de 3] Todo estaba ya preparado
El título de la entrada se debe a la respuesta que dio el Papa Francisco, cuando le preguntaron, en su viaje de regreso de Lesbos a Roma, el 16 de abril de este año, si la Amoris Laetitia había supuesto algún cambio para los adúlteros que no pueden recibir la comunión, a lo que éste contestó:
"Podría decir 'sí' y punto. Pero ésta sería una respuesta demasiado corta. Recomiendo a todos leer la presentación hecha por el cardenal Schönborn, que es un gran teólogo. Él es miembro de la Congregación para la Doctrina de la Fe y está familiarizado con la doctrina de la Iglesia. En su presentación su pregunta encontrará una respuesta"
He aquí el vídeo correspondiente
Son los cardenales Baldisseri y Schönborn, a quienes el papa Francisco eligió para presentar como le gusta a él la exhortación post-sinodal. Y ya dijeron lo que piensan: el primero en una carta y el segundo en una entrevista. Esta información nos la proporciona Sandro Magister.
Mucha tinta se ha vertido sobre esta exhortación apostólica, Amoris Laetitia, lo que se debe a la trascendental importancia de la misma en el futuro de la Iglesia. Ya teníamos la Familiaris Consortio de Juan Pablo II (año 1981) que abordaba y resolvía los problemas que ahora se han vuelto a plantear, innecesariamente. Apenas si han transcurrido 25 años entre la redacción de ambas y la diferencia entre ellas es abismal, hasta el punto de que la AL contradice a la FC, por más que la AL cite a la FC en algún punto o nota, ya que lo hace de modo incompleto y no refleja la verdad de lo que dijo la FC.
Por ejemplo: En el número 84 de la FC se puede leer:
La Iglesia, no obstante, fundándose en la Sagrada Escritura reafirma su praxis de no admitir a la comunión eucarística a los divorciados que se casan otra vez. Son ellos los que no pueden ser admitidos, dado que su estado y situación de vida contradicen objetivamente la unión de amor entre Cristo y la Iglesia, significada y actualizada en la Eucaristía. Hay además otro motivo pastoral: si se admitieran estas personas a la Eucaristía, los fieles serían inducidos a error y confusión acerca de la doctrina de la Iglesia sobre la indisolubilidad del matrimonio.
La reconciliación en el sacramento de la penitencia —que les abriría el camino al sacramento eucarístico— puede darse únicamente a los que, arrepentidos de haber violado el signo de la Alianza y de la fidelidad a Cristo, están sinceramente dispuestos a una forma de vida que no contradiga la indisolubilidad del matrimonio. Esto lleva consigo concretamente que cuando el hombre y la mujer, por motivos serios, —como, por ejemplo, la educación de los hijos— no pueden cumplir la obligación de la separación, «asumen el compromiso de vivir en plena continencia, o sea de abstenerse de los actos propios de los esposos»
La AL, en cambio, abre la puerta a las ahora llamadas "situaciones irregulares", creando así una gran confusión entre los católicos.
La AL no es un documento claro y está plagado de ambigüedades. De lo contrario no existiría esa "lucha" en uno u otro sentido, entre defensores y detractores de la AL.
[Por cierto, los detractores son definidos por el Papa Francisco como "corazones cerrados" (AL 305). Juan Pablo II debía de ser, entonces, un corazón cerrado, por lo que dijo en la FC ..., si es que aplicamos la lógica].
No es tan simple, ni es bueno "juzgar" de corazones cerrados [ ¿"Quién soy yo para juzgar"? ... fueron las palabras de Francisco cuando se le preguntó acerca de la homosexualidad] precisamente a aquellos fieles católicos que, con más denuedo, están defendiendo las bases fundamentales de la Doctrina Católica. El tema es muy serio, pues si se destruye el matrimonio, se destruye también la familia, la familia católica, que es la única que puede entenderse como tal familia ("uno con una y para siempre, con vistas a la procreación y educación de los hijos en una vida cristiana").
En la AL los hijos quedan desprotegidos y, destruida la familia, Dios va desapareciendo paulatinamente de la mente y del corazón de los niños y, en definitiva, de toda la sociedad ... pues estos niños se harán adultos y no tendrán a Jesucristo como referencia de vida.
La situación, como digo, no es banal, sino gravísima. Lo más "gracioso", por no decir tristísimo, es que todo ello se hace en función de la aplicación de la misericordia para con la gente. Esa hermosa palabra, que es la misericordia de Dios, al separarla de la verdad y de la justicia, como si fuesen antagónicas, está haciendo mucho daño a los cristianos y creando confusión por doquier. Por cierto, una misericordia muy selectiva. Léase, por ejemplo, el artículo de María Teresa Moretti en el que habla de "la nueva Iglesia" y de la aplicación de la misericordia a las Franciscanas de la Inmaculada, aunque se pueden multiplicar los ejemplos.
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No existe una explicación "humana" para lo que está sucediendo. Desde luego, el Príncipe de este mundo, como lo llamaba Jesús, es realmente el Príncipe de este mundo ... no es ninguna figura retórica utilizada por nuestro Maestro y Señor ... pero, en fin, no nos desviemos, porque eso sería motivo de otro artículo o de varios. Sigamos con nuestro razonamiento acerca de los "corazones cerrados".
Si se aplica rigurosamente esa "lógica", tan absurda por otra parte, resultaría que el mismísimo Jesucristo, Fundador de la Iglesia Católica, tendría que ser considerado como el corazón más cerrado que jamás haya existido, puesto que se atrevió a decir (¡nada menos!) que "todo el que mira a una mujer, deseándola, ya adulteró con ella en su corazón" (Mt 5, 28) ... y es que, en realidad ... se quiera ver o no, pero es así para nuestra desgracia ... se está construyendo una nueva "Iglesia", que ya no es la Iglesia de Jesucristo ... (¡esta afirmación da ganas de llorar, pero es así!) ... todo ello en un proceso que comenzó con el Concilio Vaticano II y que ha ido "in crescendo" hasta llegar a su punto álgido con el papa Francisco.
Lo que está ocurriendo en el seno de la Iglesia Católica es altamente preocupante, máxime cuando muchos de los que se dicen católicos están asistiendo al espectáculo de la destrucción de la Iglesia Católica ... y les da igual ... por una razón muy sencilla, a mi entender: la pérdida de la fe. ¿Dónde está la fe del cristiano de hoy? ¿Conocen su fe los cristianos?
Desde luego, llevamos ya prácticamente tres generaciones en las que se da por sabido (no entiendo el porqué de esa presunción) que la gente conoce a Jesucristo ... siendo así que no se les predica la verdadera Palabra de Dios y no se transmite con fidelidad el mensaje recibido (salvo excepciones, gracias a las cuales la Iglesia aún se sigue manteniendo y todavía no ha sido destruida).
La predicación hace ya mucho tiempo que ha quedado reducida a lugares comunes y a buenos consejos de carácter meramente humanitario ... ¿Cómo puede la gente, entonces, conocer a Jesús? Humanamente hablando es imposible, porque "la fe viene por el oído" (Rom 10, 17). "¿Y cómo invocarán a Aquél en quien no han creído? ¿Y cómo creerán en Aquél a quién no han oído? ¿Y cómo oirán si nadie les predica? ¿Y cómo predicarán si no son enviados?" (Rom 10, 14-15). De ahí que sea tan importante la oración, tal y como ordenó Jesús a sus discípulos: "La mies es mucha, pero los obreros pocos. ROGAD, pues, al Señor de la mies que envíe obreros a su mies." (Lc 10, 2)
(Continuará)