El papa con el C-9 |
Conozcamos a algunos de sus militantes. En primera fila tenemos al arzobispo Vincenzo («el Sicario») Paglia, cabecilla del Consejo Pontificio «para la familia» —hoy un nombre ya ridículo. Fue bajo la tutela de Paglia cuando el Consejo produjo el primer programa de «educación sexual» aprobado por el Vaticano en toda su historia, un documento pontificio tan inmoral y repugnante que provocó una petición de los fieles implorando a Francisco que ordene su supresión (aunque más les valdría solicitar el patrocinio de una pila de bloques de concreto). Nótese los anteojos multicolores de Paglia, muy acordes con su solidaridad con la sodomía: «Hay en el mundo veinte o veinticinco países donde la homosexualidad es un crimen. Me gustaría que la Iglesia luchara en contra de todo eso».
Para Francisco, Paglia es la persona idónea para poner al frente de la Academia Pontificia para la Vida y el Instituto Juan Pablo II para Estudios del Matrimonio y la Familia como gran canciller. Paglia remplaza a los titulares relativamente conservadores de esos dicasterios quienes, llevándole la contraria, defendieron las enseñanzas de Juan Pablo II y Benedicto XVI y por lo tanto entorpecían el acceso a la sagrada Eucaristía a adúlteros manifiestos e impenitentes en «segundas nupcias».
Paglia es un partidario abierto de la «propuesta Kasper» —o sea la propuesta Francisco— de dar acceso a la sagrada Eucaristía a adúlteros manifiestos e impenitentes en «segundas nupcias» Durante el fingido Sínodo de la Familia, Paglia supervisó la publicación de un libro proponiendo argumentos parciales a la demolición de todas las enseñanzas establecidas —especialmente las de Juan Pablo II y Benedicto XVI— y favorables a la «senda penitencial» de Kasper. Esta última daría acceso a la sagrada Eucaristía a adúlteros manifiestos e impenitentes en «segundas nupcias» mientras estos consideren si van a obedecer las enseñanzas de la Iglesia acerca de su contumacia en sus relaciones sexuales adúlteras.
Paglia declaró que los cargos que le ha conferido Francisco significan que este desea que «prosiga el nuevo curso que emana del Sínodo de los Obispos y de su encíclica [sic] Amoris Laetitia». ¿Y cuál es este nuevo curso? ¿Pues qué más? Dar acceso a la sagrada Eucaristía a adúlteros manifiestos e impenitentes en «segundas nupcias “.
El siguiente miembro de la mafia moral es monseñor Pierangelo («el Violinista») Sequeri: Mons. Sequieri es un académico liberal, y músico, a quien con frecuencia se le ve fuera de sus hábitos religiosos. Remplaza a Mons. Livio Melina como presidente del Instituto Juan Pablo II sirviendo bajo el gran canciller Paglia. Melina «defendió la enseñanza perenne de la Iglesia de que los divorciados y vueltos a casar que no cohabiten como “hermano y hermana” no deben ser admitidos a la sagrada comunión».
Melina, asimismo, insistió valerosamente que Amoris Laetitia «no cambia la disciplina de la Iglesia», y que «aún es el caso que admitir a la comunión a los divorciados “vueltos a casar” (amén de todas aquellas situaciones previstas por Familiaris Consortio 84 y Sacramentum Caritatis 29) va en contra de la disciplina de la Iglesia». Melina, naturalmente, acabó durmiendo con los peces.
Este otro miembro es el único norteamericano de la mafia moral, es más o menos un equivalente al consigliere irlandés Tom Hagan de El Padrino: el obispo Kevin («el Payaso») Farrell, de Dallas. Francisco acaba de nombrar a Farrell titular del recién creado súperdicasterio, el Consejo Pontificio para la Familia, la Vida y los Laicos, el cual absorbe y desmantela cualquier obstáculo impidiendo acceso a la sagrada Eucaristía a adúlteros manifiestos e impenitentes en «segundas nupcias» que aún pudiese encontrarse en el Consejo Pontificio para la Familia y el Consejo Pontificio para los Laicos; ambos dejarán de existir el primero de septiembre. A pesar de que La Academia Pontificia por la Vida continuará existiendo el nombramiento de Paglia como titular eliminará cualquier traba en ese recinto, incluyendo al filósofo alemán Josef Siefert, quien publicó una crítica devastadora de Amoris Laetitia, instando a Francisco a enmendar sus errores con respecto a la fe.
Farrell, un semiconservador, apropiadamente equipado con «un sentido del humor sagaz», es el prelado «pro gay» más adecuado para este propósito. Este obispo instaló como párroco de una iglesia en Texas a un sacerdote homosexual pillado participando activamente en un sitio homosexual en línea de contenido sexual explícito. El degenerado fue retirado de su cargo gracias al clamor popular ya que Farrell, a todas luces, acepta como un hecho que se formen y ordenen sacerdotes homosexuales con reconocimiento completo de su «orientación». Citando comentarios de Francisco acerca del «respeto» por «la persona homosexual», Farrell declaró: «La Iglesia aún espera que sus sacerdotes se comprometan a una vida célibe y casta ya sean homosexuales o heterosexuales». ¡Claro, si se es un sacerdote homosexual la Iglesia «espera» el celibato! ¡Pero por lo demás, no hay problema!
La enseñanza perenne de la Iglesia que afirma que varones homosexuales no son aptos para ordenarse y no deben ser admitidos a los seminarios está sobrando. Esto hace eco de lo que Francisco ya había declarado en el contexto de las preguntas acerca del sacerdote, obviamente homosexual, que colocó al frente de su residencia (Mons. Battista Ricca fue encontrado atrapado en un ascensor con un joven que era objeto de sus atenciones): «¿Quién soy yo para juzgar?»
No debemos pasar por alto a un miembro que, aunque menor, no carece de importancia dentro de la mafia moral: Thomas («el Jetas») Rosica. Este feroz y vengativo portavoz angloparlante, agregado a la agencia de prensa del Vaticano, es un belicoso partidario de todo cuanto sea gay. Sus abogados amañaron, con la amenaza de una demanda, al editor del blog Vox Cantoris por atreverse a decir la verdad sobre este personaje. Rosica se encuentra complacido con el nombramiento de Farrell, lo ha calificado como «uno de los cambios y nombramientos de la reestructuración más significativos de su[Francisco] ministerio petrino», ya que «el obispo Farrell tiene un interés muy especial por implementar Amoris Laetitia, la emblemática exhortación apostólica del papa Francisco». En otras palabras, Farrell tiene «un interés muy especial» por encontrar la manera de conceder acceso a la sagrada Eucaristía a adúlteros manifiestos e impenitentes en «segundas nupcias».
Fue Rosica quien, irritado, declaró durante el Sínodo 2016: «El jubileo de la misericordia requiere un lenguaje misericordioso, particularmente cuando hablamos de personas gay u homosexuales. No debemos sentir lástima por las personas gay sino reconocerlas por lo que son, y son nuestros hijos e hijas, nuestros hermanos y hermanas». Farrell aparentemente está de acuerdo, ya que a su vez este defendió a Rosica con denuedo y «denunció “el odio de las cloacas inmundas” de la blogosfera católica» —una referencia a los blogueros laicos que conocen a Rosica por lo que es, una serpiente siseante cuya enemistad a la fe necesita ser expuesta y prohibírsele cualquier participación en puestos de autoridad en la Iglesia.
Farrell, por si acaso existe alguna duda, está absolutamente de acuerdo con el acceso a la sagrada Eucaristía a adúlteros manifiestos e impenitentes en «segundas nupcias». En declaraciones acerca de Amoris Laetitia poco después de su publicación afirmó: «Algunos sienten que el papa Francisco no ha hecho lo suficiente para atender las esperanzas de aquellos que se encuentran en matrimonios irregulares, mientras que otros sienten que las enseñanzas tradicionales se han puesto en entredicho. En mi opinión, refleja la llamada de Jesús a su Iglesia para que continúe su misión sanadora y salvífica».
Para Francisco, Paglia es la persona idónea para poner al frente de la Academia Pontificia para la Vida y el Instituto Juan Pablo II para Estudios del Matrimonio y la Familia como gran canciller. Paglia remplaza a los titulares relativamente conservadores de esos dicasterios quienes, llevándole la contraria, defendieron las enseñanzas de Juan Pablo II y Benedicto XVI y por lo tanto entorpecían el acceso a la sagrada Eucaristía a adúlteros manifiestos e impenitentes en «segundas nupcias».
Paglia es un partidario abierto de la «propuesta Kasper» —o sea la propuesta Francisco— de dar acceso a la sagrada Eucaristía a adúlteros manifiestos e impenitentes en «segundas nupcias» Durante el fingido Sínodo de la Familia, Paglia supervisó la publicación de un libro proponiendo argumentos parciales a la demolición de todas las enseñanzas establecidas —especialmente las de Juan Pablo II y Benedicto XVI— y favorables a la «senda penitencial» de Kasper. Esta última daría acceso a la sagrada Eucaristía a adúlteros manifiestos e impenitentes en «segundas nupcias» mientras estos consideren si van a obedecer las enseñanzas de la Iglesia acerca de su contumacia en sus relaciones sexuales adúlteras.
Paglia declaró que los cargos que le ha conferido Francisco significan que este desea que «prosiga el nuevo curso que emana del Sínodo de los Obispos y de su encíclica [sic] Amoris Laetitia». ¿Y cuál es este nuevo curso? ¿Pues qué más? Dar acceso a la sagrada Eucaristía a adúlteros manifiestos e impenitentes en «segundas nupcias “.
El siguiente miembro de la mafia moral es monseñor Pierangelo («el Violinista») Sequeri: Mons. Sequieri es un académico liberal, y músico, a quien con frecuencia se le ve fuera de sus hábitos religiosos. Remplaza a Mons. Livio Melina como presidente del Instituto Juan Pablo II sirviendo bajo el gran canciller Paglia. Melina «defendió la enseñanza perenne de la Iglesia de que los divorciados y vueltos a casar que no cohabiten como “hermano y hermana” no deben ser admitidos a la sagrada comunión».
Melina, asimismo, insistió valerosamente que Amoris Laetitia «no cambia la disciplina de la Iglesia», y que «aún es el caso que admitir a la comunión a los divorciados “vueltos a casar” (amén de todas aquellas situaciones previstas por Familiaris Consortio 84 y Sacramentum Caritatis 29) va en contra de la disciplina de la Iglesia». Melina, naturalmente, acabó durmiendo con los peces.
Este otro miembro es el único norteamericano de la mafia moral, es más o menos un equivalente al consigliere irlandés Tom Hagan de El Padrino: el obispo Kevin («el Payaso») Farrell, de Dallas. Francisco acaba de nombrar a Farrell titular del recién creado súperdicasterio, el Consejo Pontificio para la Familia, la Vida y los Laicos, el cual absorbe y desmantela cualquier obstáculo impidiendo acceso a la sagrada Eucaristía a adúlteros manifiestos e impenitentes en «segundas nupcias» que aún pudiese encontrarse en el Consejo Pontificio para la Familia y el Consejo Pontificio para los Laicos; ambos dejarán de existir el primero de septiembre. A pesar de que La Academia Pontificia por la Vida continuará existiendo el nombramiento de Paglia como titular eliminará cualquier traba en ese recinto, incluyendo al filósofo alemán Josef Siefert, quien publicó una crítica devastadora de Amoris Laetitia, instando a Francisco a enmendar sus errores con respecto a la fe.
Farrell, un semiconservador, apropiadamente equipado con «un sentido del humor sagaz», es el prelado «pro gay» más adecuado para este propósito. Este obispo instaló como párroco de una iglesia en Texas a un sacerdote homosexual pillado participando activamente en un sitio homosexual en línea de contenido sexual explícito. El degenerado fue retirado de su cargo gracias al clamor popular ya que Farrell, a todas luces, acepta como un hecho que se formen y ordenen sacerdotes homosexuales con reconocimiento completo de su «orientación». Citando comentarios de Francisco acerca del «respeto» por «la persona homosexual», Farrell declaró: «La Iglesia aún espera que sus sacerdotes se comprometan a una vida célibe y casta ya sean homosexuales o heterosexuales». ¡Claro, si se es un sacerdote homosexual la Iglesia «espera» el celibato! ¡Pero por lo demás, no hay problema!
La enseñanza perenne de la Iglesia que afirma que varones homosexuales no son aptos para ordenarse y no deben ser admitidos a los seminarios está sobrando. Esto hace eco de lo que Francisco ya había declarado en el contexto de las preguntas acerca del sacerdote, obviamente homosexual, que colocó al frente de su residencia (Mons. Battista Ricca fue encontrado atrapado en un ascensor con un joven que era objeto de sus atenciones): «¿Quién soy yo para juzgar?»
No debemos pasar por alto a un miembro que, aunque menor, no carece de importancia dentro de la mafia moral: Thomas («el Jetas») Rosica. Este feroz y vengativo portavoz angloparlante, agregado a la agencia de prensa del Vaticano, es un belicoso partidario de todo cuanto sea gay. Sus abogados amañaron, con la amenaza de una demanda, al editor del blog Vox Cantoris por atreverse a decir la verdad sobre este personaje. Rosica se encuentra complacido con el nombramiento de Farrell, lo ha calificado como «uno de los cambios y nombramientos de la reestructuración más significativos de su[Francisco] ministerio petrino», ya que «el obispo Farrell tiene un interés muy especial por implementar Amoris Laetitia, la emblemática exhortación apostólica del papa Francisco». En otras palabras, Farrell tiene «un interés muy especial» por encontrar la manera de conceder acceso a la sagrada Eucaristía a adúlteros manifiestos e impenitentes en «segundas nupcias».
Fue Rosica quien, irritado, declaró durante el Sínodo 2016: «El jubileo de la misericordia requiere un lenguaje misericordioso, particularmente cuando hablamos de personas gay u homosexuales. No debemos sentir lástima por las personas gay sino reconocerlas por lo que son, y son nuestros hijos e hijas, nuestros hermanos y hermanas». Farrell aparentemente está de acuerdo, ya que a su vez este defendió a Rosica con denuedo y «denunció “el odio de las cloacas inmundas” de la blogosfera católica» —una referencia a los blogueros laicos que conocen a Rosica por lo que es, una serpiente siseante cuya enemistad a la fe necesita ser expuesta y prohibírsele cualquier participación en puestos de autoridad en la Iglesia.
Farrell, por si acaso existe alguna duda, está absolutamente de acuerdo con el acceso a la sagrada Eucaristía a adúlteros manifiestos e impenitentes en «segundas nupcias». En declaraciones acerca de Amoris Laetitia poco después de su publicación afirmó: «Algunos sienten que el papa Francisco no ha hecho lo suficiente para atender las esperanzas de aquellos que se encuentran en matrimonios irregulares, mientras que otros sienten que las enseñanzas tradicionales se han puesto en entredicho. En mi opinión, refleja la llamada de Jesús a su Iglesia para que continúe su misión sanadora y salvífica».
Farrell «también alabó con calidez comentarios sobre Amoris del cardenal Christoph Schönborn de Viena, Austria, quien estuvo entre aquellos que proponían la apertura de la comunión a los divorciados y vueltos a casar durante los dos últimos Sínodos de los Obispos».
Llegamos así al próximo miembro de la mafia: el cardenal Christoph («el Comodín») Schönborn: Schönborn es el intérprete de Amoris Laetitia predilecto de Francisco, fue él el designado para declarar que la doctrina defendida por Juan Pablo II ha «evolucionado», contradiciéndose a sí misma, abriendo así el camino «en ciertos casos» (lo que quiere decir a todos eventualmente) al acceso a la sagrada Eucaristía a adúlteros manifiestos e impenitentes en «segundas nupcias».
Tenemos también, aunque sea de menor monta, a ese famoso oráculo de Francisco: Antonio («la Boquilla») Spadaro: El editor de Civiltà Catholica es un jesuita liberal compañero y allegado de Francisco, se le asignó la labor de anunciar que el Sínodo fraudulento de la familia «“había ya sentado los cimientos” para que los divorciados y casados por lo civil fuesen admitidos a los sacramentos», y que Amoris Laetitia «afirma, en esencia, que todos los casos no pueden quedar incluidos dentro de una norma válida general aplicable a todos por igual, siempre y sin excepción».
Se entiende, entonces, que algunos adúlteros manifiestos e impenitentes en «segundas nupcias» pueden acceder a la sagrada Eucaristía. ¿Mas, qué casos quedaran exentos de la «norma general», de la ley natural en otras palabras?
Esta pregunta nos lleva, finalmente, al capo di tutti capi. Jorge Mario (el Misericordioso») Bergoglio, alias «el padre Bergoglio», como se refirió a sí mismo durante una conversación telefónica para autorizar la comunión a una mujer viviendo en adulterio. Francisco insiste en que aún es Jorge Mario Bergoglio, ya que renovó su pasaporte bajo ese nombre. Bajo su alias sucedáneo, «papa Francisco», don Mario ha dictado cada jugada de la mafia moral según su plan, el mismo que reafirmó en sus declaraciones a un grupo de jesuitas polacos durante su viaje a Polonia: la moralidad sexual no es blanca o negra, sino gris. ¡Todo depende de la situación! Citamos aquí comentario según el texto que don Mario autorizó al padre Spadaro publicar en Civiltà Catholica:
Quisiera agregar algo aquí. Os pido que trabajéis con los seminaristas. Ante todo, dadles lo que no han recibido de los ejercicios [de san Ignacio]. Hoy en día la Iglesia necesita crecer en su capacidad para el discernimiento espiritual. Algunos planes de formación sacerdotal corren el peligro de educar a la luz de ideas que son demasiado claras y perceptibles, y por lo tanto tienden a actuar dentro de límites y criterios rígidos impuestos a priori sin considerar las situaciones concretas: “Esto se debe hacer, eso no se debe hacer…”
Es necesario formar a los futuros sacerdotes no con ideas generales y abstractas sino con este objetivo de discernir el espíritu, para que puedan asistir a las personas en su situación concreta. Es sumamente importante entender lo siguiente: en la vida no todo es blanco y negro. ¡No! En la vida prevalecen los matices del gris. Es, entonces, necesario enseñar a discernir en este ámbito gris.
Así que, don Mario ha enviado órdenes a sus soldados de a pie: no debemos mantener ideas claras y precisas acerca de la moral sexual sino sólo las que sean confusas y vagas, las que requieran discernimiento espiritual. Todo es área gris, y en lo que se refiere al comportamiento sexual debe haber, cuando menos, cincuenta tonos de gris.
No obstante, cuando se trata de la «desigualdad» o de la pena capital don Mario requiere las distinciones más absolutas entre lo blanco y lo negro: «Esto debe ser así, aquello no debe ser». ¡Faltaba más! Por lo tanto, y esto para satisfacer la gran obsesión de don Mario, debe haber acceso a la sagrada Eucaristía a adúlteros manifiestos e impenitentes en «segundas nupcias». ¡Mas, no sólo a estos sino también a los que cohabitan! Tal y como lo anuncia don Mario en Amoris Laetitia, por primera vez en los dos mil años de historia de la Iglesia:
Es así que ya no podemos simplemente decir que todos aquellos que se encuentran en cualquier tipo de situación “irregular” vive en un estado de pecado mortal y están exentos de la gracia salvífica. Hay algo más profundo aquí que una mera ignorancia de las normas. Un individuo puede ser consciente de las normas y a la vez serle difícil comprender «su valor intrínseco» o encontrarse en una situación concreta que le impide actuar de una manera distinta, o tomar una decisión sin cometer otro pecado.
¿Ya no es posible? ¿Desde cuándo? Pues, desde Francisco. Ha decretado que ya no es posible «simplemente» afirmar que la sagrada Eucaristía no debe ser ofrecida a adúlteros manifiestos e impenitentes en «segundas nupcias» (como su hermana) o a parejas que cohabitan (como su sobrino) porque algunos de ellos podrían estar en estado de gracia a pesar de que saben que la Iglesia enseña que lo que hacen es inmoral. ¿Quién lo hubiese dicho? ¡Pues, Francisco hombre!
¿Quiénes serán los afortunados escogidos que quedarán exentos de las normas que prohíben el adulterio y la fornicación y que hace imposible la comunión para todos aquellos que viven en el adulterio o simplemente «arrimados», sin ni siquiera un certificado de matrimonio? Eso queda para que lo averigüen los flamantes expertos entrenados en el «discernimiento espiritual» mientras navegan la vastísima «área gris» de la nueva moralidad sexual de don Mario, esa moralidad donde alguna vez hubo tanta claridad como la que existe en cualquier otra enseñanza moral de la Iglesia.
Phil Lawler afirma que Francisco ha escrito a Paglia, incluye una «lista de inquietudes» que desea que este atienda; sin embargo, «En la lista del Santo Padre brillan por su ausencia preocupaciones expresadas con declaraciones claras comparables a las de la eutanasia o los anticonceptivos que los católicos acostumbraban a recibir durante el pontificado de san Juan Pablo II».
Llegamos así al próximo miembro de la mafia: el cardenal Christoph («el Comodín») Schönborn: Schönborn es el intérprete de Amoris Laetitia predilecto de Francisco, fue él el designado para declarar que la doctrina defendida por Juan Pablo II ha «evolucionado», contradiciéndose a sí misma, abriendo así el camino «en ciertos casos» (lo que quiere decir a todos eventualmente) al acceso a la sagrada Eucaristía a adúlteros manifiestos e impenitentes en «segundas nupcias».
Tenemos también, aunque sea de menor monta, a ese famoso oráculo de Francisco: Antonio («la Boquilla») Spadaro: El editor de Civiltà Catholica es un jesuita liberal compañero y allegado de Francisco, se le asignó la labor de anunciar que el Sínodo fraudulento de la familia «“había ya sentado los cimientos” para que los divorciados y casados por lo civil fuesen admitidos a los sacramentos», y que Amoris Laetitia «afirma, en esencia, que todos los casos no pueden quedar incluidos dentro de una norma válida general aplicable a todos por igual, siempre y sin excepción».
Se entiende, entonces, que algunos adúlteros manifiestos e impenitentes en «segundas nupcias» pueden acceder a la sagrada Eucaristía. ¿Mas, qué casos quedaran exentos de la «norma general», de la ley natural en otras palabras?
Esta pregunta nos lleva, finalmente, al capo di tutti capi. Jorge Mario (el Misericordioso») Bergoglio, alias «el padre Bergoglio», como se refirió a sí mismo durante una conversación telefónica para autorizar la comunión a una mujer viviendo en adulterio. Francisco insiste en que aún es Jorge Mario Bergoglio, ya que renovó su pasaporte bajo ese nombre. Bajo su alias sucedáneo, «papa Francisco», don Mario ha dictado cada jugada de la mafia moral según su plan, el mismo que reafirmó en sus declaraciones a un grupo de jesuitas polacos durante su viaje a Polonia: la moralidad sexual no es blanca o negra, sino gris. ¡Todo depende de la situación! Citamos aquí comentario según el texto que don Mario autorizó al padre Spadaro publicar en Civiltà Catholica:
Quisiera agregar algo aquí. Os pido que trabajéis con los seminaristas. Ante todo, dadles lo que no han recibido de los ejercicios [de san Ignacio]. Hoy en día la Iglesia necesita crecer en su capacidad para el discernimiento espiritual. Algunos planes de formación sacerdotal corren el peligro de educar a la luz de ideas que son demasiado claras y perceptibles, y por lo tanto tienden a actuar dentro de límites y criterios rígidos impuestos a priori sin considerar las situaciones concretas: “Esto se debe hacer, eso no se debe hacer…”
Es necesario formar a los futuros sacerdotes no con ideas generales y abstractas sino con este objetivo de discernir el espíritu, para que puedan asistir a las personas en su situación concreta. Es sumamente importante entender lo siguiente: en la vida no todo es blanco y negro. ¡No! En la vida prevalecen los matices del gris. Es, entonces, necesario enseñar a discernir en este ámbito gris.
Así que, don Mario ha enviado órdenes a sus soldados de a pie: no debemos mantener ideas claras y precisas acerca de la moral sexual sino sólo las que sean confusas y vagas, las que requieran discernimiento espiritual. Todo es área gris, y en lo que se refiere al comportamiento sexual debe haber, cuando menos, cincuenta tonos de gris.
No obstante, cuando se trata de la «desigualdad» o de la pena capital don Mario requiere las distinciones más absolutas entre lo blanco y lo negro: «Esto debe ser así, aquello no debe ser». ¡Faltaba más! Por lo tanto, y esto para satisfacer la gran obsesión de don Mario, debe haber acceso a la sagrada Eucaristía a adúlteros manifiestos e impenitentes en «segundas nupcias». ¡Mas, no sólo a estos sino también a los que cohabitan! Tal y como lo anuncia don Mario en Amoris Laetitia, por primera vez en los dos mil años de historia de la Iglesia:
Es así que ya no podemos simplemente decir que todos aquellos que se encuentran en cualquier tipo de situación “irregular” vive en un estado de pecado mortal y están exentos de la gracia salvífica. Hay algo más profundo aquí que una mera ignorancia de las normas. Un individuo puede ser consciente de las normas y a la vez serle difícil comprender «su valor intrínseco» o encontrarse en una situación concreta que le impide actuar de una manera distinta, o tomar una decisión sin cometer otro pecado.
¿Ya no es posible? ¿Desde cuándo? Pues, desde Francisco. Ha decretado que ya no es posible «simplemente» afirmar que la sagrada Eucaristía no debe ser ofrecida a adúlteros manifiestos e impenitentes en «segundas nupcias» (como su hermana) o a parejas que cohabitan (como su sobrino) porque algunos de ellos podrían estar en estado de gracia a pesar de que saben que la Iglesia enseña que lo que hacen es inmoral. ¿Quién lo hubiese dicho? ¡Pues, Francisco hombre!
¿Quiénes serán los afortunados escogidos que quedarán exentos de las normas que prohíben el adulterio y la fornicación y que hace imposible la comunión para todos aquellos que viven en el adulterio o simplemente «arrimados», sin ni siquiera un certificado de matrimonio? Eso queda para que lo averigüen los flamantes expertos entrenados en el «discernimiento espiritual» mientras navegan la vastísima «área gris» de la nueva moralidad sexual de don Mario, esa moralidad donde alguna vez hubo tanta claridad como la que existe en cualquier otra enseñanza moral de la Iglesia.
Phil Lawler afirma que Francisco ha escrito a Paglia, incluye una «lista de inquietudes» que desea que este atienda; sin embargo, «En la lista del Santo Padre brillan por su ausencia preocupaciones expresadas con declaraciones claras comparables a las de la eutanasia o los anticonceptivos que los católicos acostumbraban a recibir durante el pontificado de san Juan Pablo II».
Lawler, considerando la abrumadora evidencia, se pregunta si «el papa Francisco se está apartando de las enseñanzas de san Juan Pablo II acerca de la familia y la vida». En otras palabras, se pregunta si Francisco se está apartando de una ortodoxia ininterrumpida. Es preocupante que un comentarista «de corriente convencional» se exprese públicamente de esa manera del Pontífice Romano. Es cierto que todo este artículo no es más que un ejercicio mordaz, mas parece ser que el actual pontificado, una pantomima cada día más desoladora, lo merece; es un pontificado que pasará a la historia como un evento anómalo y grotesco; el reinado del papa Honorio, que fue excomulgado, parece incluso benévolo comparado con el actual.
No es cosa personal. Es negocio del diablo nada más.
Christopher A. Ferrara
No es cosa personal. Es negocio del diablo nada más.
Christopher A. Ferrara