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sábado, 19 de noviembre de 2016

El Papa arremete contra los “rigoristas” a los que acusa de “insatisfacciones personales” (Comentado por José Martí) ACTUALIZADO

FUENTE: INFOVATICANA
18 noviembre, 2016


En una entrevista al diario Avvenire, el Papa sostiene que ciertas maneras de contraponer las cosas de la doctrina frente a las cosas de la caridad pastoral no siguen el Evangelio y crean confusión. También afirma que se ve inmediatamente cuando “ciertos rigorismos nacen de una falta, de querer ocultar dentro de una armadura la propia y triste insatisfacción”.

El Papa Francisco ha concedido una entrevista al diario católico italiano Avvenire, reproducida por Andrea Tornielli en Vatican Insider, pocos días antes de la clausura del Año de la Misericordia y en el momento en el que se ha hecho pública la carta de cuatro cardenales dirigida al pontífice en la que piden que se aclare una serie de dudas sobre la exhortación apostólica Amoris Laetitia.

El Papa sostiene que en el Concilio, la Iglesia sintió la responsabilidad de estar en el mundo como un signo vivo del amor del Padre y con la Lumen Gentium volvió a las fuentes de su naturaleza, al Evangelio. Según el Santo Padre, esto desplaza el eje de la concepción cristiana “de cierto legalismo, que puede ser ideológico, a la Persona de Dios que se hizo misericordia en la encarnación del Hijo”.

“Algunos -piense en ciertas respuestas a Amoris laetitia- siguen sin comprender, o blanco o negro, aunque sea en el flujo de la vida en donde hay que discernir. El Concilio nos ha dado esto, pero los historiadores dicen que un Concilio, para que lo absorba bien el cuerpo de la Iglesia, necesita un siglo… Estamos a la mitad”, ha afirmado Francisco.

El Papa también ha querido recalcar que “la Iglesia existe sólo como una herramienta para comunicarse con las personas del plan misericordioso de Dios”.

Sobre las acusaciones de intentar “protestantizar” a la Iglesia católica, especialmente tras su visita a Suecia para la conmemoración de los 500 años de la Reforma, el Papa ha asegurado: “No me quita el sueño. Yo prosigo por el camino de quienes me precedieron, sigo el Concilio”.

[Un Concilio que habría que ser revisado en algunos de esos puntos que llevan, en efecto, a protestantizar a la Iglesia. Algo muy preocupante. Y, sin embargo, esto no le quita el sueño al santo Padre. Debería de quitárselo, porque él sólo prosigue los puntos más problemáticos y discutibles de un Concilio, el Concilio Vaticano II, el concilio número 21. Antes de este Concilio ha habido 20 concilios más, a lo largo de toda las historia de la Iglesia. Todos ellos dogmáticos y pastorales, por supuesto, pues dogma y moral son inseparables. 

Curiosamente, el Concilio Vaticano II, que surgió con la intención expresa de ser meramente pastoral y con el compromiso formal de no tocar ningún dogma ... en realidad está tocando, de hecho, todos los dogmas: Yo nunca le he oido hablar de la presencia real de Jesucristo en la Eucaristía; según él, el milagro de la multiplicación de los panes y los peces no fue tal milagro, etc. Se podría estar hablando sin parar de la mayoría de las expresiones que salen de su boca ... y que no son precisamente para edificar, porque está sembrando el desconcierto entre aquellos cristianos que permanecen fieles al Mensaje de Jesús. Continuamente los está insultando tratándolos de todo: "personas con cara de pepinillo avinagrado", "gente triste", etc. (se podría escribir un libro con todas las expresiones de desprecio hacia los cristianos que viven conforme a la Tradición y al Mensaje que el Maestro nos ha dejado).

Este Papa, que tanto habla del descarte y de la misericordia, está descartando de hecho a los más pobres y necesitados, que son las ovejas que le han sido encomendadas por Dios. Éstos son los verdaderos descartados. Se contradice continuamente. Un día nombra mártires a los asesinados por los comunistas en Paracuellos del Jarama a causa de su fe. Y dos días más tarde afirma que los comunistas son cristianos. Dice una cosa y la contraria. Eso no es normal.

 Ahora, concretamente, ha descartado a los pastores que se le oponen (caso de los cuatro cardenales). ¿Quiénes se han creído que son para llevarle la contraria? Y, en lugar de contestar a sus preguntas, que le fueron dirigidas el 19 de septiembre, los trata de rigurosos e insatisfechos. Una contestación que, por cierto, no se la da a ellos directamente, a quienes no se dirige, sino a los medios de comunicación. Tal modo de proceder, con el corazón en la mano, y sin juzgar a nadie, yo no lo veo demasiado misericordioso. Ha pasado -y está pasando- de ellos, olímpicamente; que es, precisamente lo que ha dado lugar a que salgan a relucir al dominio público (dos meses más tarde) las cinco preguntas que, con todo respeto, le formularon ante la necesidad pastoral de muchos cristianos que se encuentran desconcertados por este comportamiento de Francisco.

Es un hombre que habla de colegialidad, pero a la hora de la verdad, hay que hacer sólo lo que él dice, sin discusiones, como si el Espíritu Santo hablara directamente por su boca. Una presunción que va más allá de lo ordinario. Pretende cambiar la Iglesia de Jesucristo por una nueva Iglesia, fundada por él. Y no es así. Fue Jesucristo quien dio su vida por nosotros y no Francisco

Es lamentable que se haya llegado a esta situación, en la que los verdaderos cristianos son considerados malos y rigurosos, como gente que no sabe discernir los signos de los tiempos y que se han quedado anclados en el pasado ... cuando es precisamente todo lo contrario

En Jesucristo se dio, de una vez por todas, el máximo progreso. Y hay que recordar que Jesucristo, que es verdadero Dios, al mismo tiempo que verdadero hombre, no vino a destruir la Ley sino a llevarla a su plenitud. Todo lo que aleje de las palabras dichas por Jesucristo supone un retroceso a los estadios más primitivos de la humanidad: ¿Permitir el adulterio, tal y como hacían los judíos? Lo suyo fue un avance. Lo que ahora se pretende, con la Amoris Laetitia, es un retroceso. ¿O es que las palabras de Jesucristo han perdido validez con el correr de los tiempos? Sabemos que eso no es así, pues "Jesucristo es el mismo, ayer y hoy y por los siglos", como nos dice san Pablo. 

Porque, además, ya puestos, ¿por qué no admitir también el robo como legítimo? ...  ¿O el aborto? ... Y así con todos los mandamientos de la Ley de Dios, con la agravante de que llama hipócritas a los que cumplen la Ley: ¿No se da cuenta el santo Padre que aquellos que se toman en serio su fe y cumplen la Ley, lo hacen precisamente porque aman a Jesucristo. La Ley perfecta es la de la caridad. Pero, ¡ojo!: "El que guarda mis mandamientos ése es el que me ama".

A la vista de los hechos, y en honor a la verdad, sintiendo conforme al sentir de la Iglesia de casi dos mil años, animada por el Espíritu Santo, puedo afirmar, con profunda pena, que el Espíritu que anima al santo Padre - y triste es decirlo- no es el Espíritu de Cristo. Una afirmación que se basa en el hecho, comprobable, de que sus palabras contradicen el Mensaje que ha recibido para custodiarlo. 

El Papa, que es el siervo de los siervos de Dios, no puede, de ninguna de las maneras, actuar del modo en que lo está haciendo, si actúa conforme a ese Espíritu. ¡Pero lo está haciendo! Y la verdad hay que reconocerla, por desagradable que sea, porque es la verdad la única que nos puede hacer libres, según dijo el mismo Señor. 

En este caso concreto la verdad es que ha tratado con desprecio a aquellos de sus hijos más queridos por el sano pueblo cristiano, por aquellos que siguen teniendo fe en las palabras de Jesús. Y no les cuadra con lo que el Papa dice en muchísimas ocasiones. Han sido muy pocos los cardenales que se han atrevido a hacerle frente (por las razones que sean, tema en el que no entro). Y es que la Iglesia, en sus más altas esferas también (y sobre todo), se ha mundanizado. 

Y lo más grave es que esto al Papa le tiene sin cuidado. Ya en el Antiguo Testamento se puede leer que "sin justicia no hay paz". ¿Está siendo justo el santo Padre con estos cardenales a los que ni siquiera se ha dignado contestar? No, no lo está siendo ... ante lo cual hay que decir que "un cristiano tiene que obedecer a Dios antes que a los hombres". 

La Amoris Laetitia no es ningún acto de magisterio, ni tiene carácter obligatorio (como pretende el cardenal Schönborn). Es más: lo obligatorio es justamente lo contrario, sobre todo en su polémico capítulo octavo, que se opone claramente a la Ley establecida por Dios: "Lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre"

Quien actuase conforme a lo que establece esta exhortación papal y recibiese la comunión, estando divorciado civilmente y vuelto a casar, que sepa que "come y bebe su propia condenación" (1 Cor 11, 29). Éstas palabras sí que son del Espíritu Santo, puesto que Él es el verdadero autor de la Biblia. Nadie podría sin culpa recibir el cuerpo y la sangre de Cristo, si se encuentra en estado de pecado grave. Y esto es así, independientemente de todos los escritos que se digan en contra, aun cuando provengan de un papa, porque éste no tiene poder para cambiar las palabras de Cristo y sustituirlas por las suyas.

El Papa, que es el máximo representante de Cristo en la Tierra, por desgracia, se está alejando, cada día más del auténtico Mensaje Evangélico. No porque lo diga yo. Él mismo es quien lo manifiesta con los disparates que dice (y cuyo número va "in crescendo") como cuando afirma que los comunistas son cristianos. ¡Que Dios me perdone si me equivoco, pero hay algo en la mente del santo Padre que no funciona bien! ¡Al menos eso es lo que se deduce racionalmente de esas palabras tan disparatadas! ... y son sólo una muestra de los muchos dislates que viene diciendo desde el primer día de su Pontificado, el 13 de Marzo de 2013.

Ahora bien: puesto que la Iglesia no puede desaparecer, ya que están ahí las palabras del Señor: "Las puertas del infierno no prevalecerán contra ella" (Mt 16, 18). Y este hombre parece que se ha propuesto destruirla (por lo que dice y por lo que hace) pienso sinceramente que algo -y muy grave- tiene que estar a punto de ocurrir, pues de Dios nadie se burla (Gal 6,7). 

No se puede jugar con el Espíritu Santo, "el cual sopla donde quiere" (Jn 3, 8), porque es libre (cfr 2 Cor 3, 17); y no está sometido a la boca de nadie, ni siquiera de un Papa, máxime cuando lo que éste dice se opone claramente a ese Espíritu, que es el Espíritu de Cristo, puesto que se opone a la Tradición de la Iglesia, pretendiendo que la Iglesia ha nacido con el Concilio Vaticano II. Pues va a ser que no. ]

El Santo Padre ha considerado necesario distinguir el espíritu con el que se dicen las opiniones: “Cuando no hay un espíritu malvado, ayudan a caminar. Otras veces se ve inmediatamente que las críticas salen de acá o de allá para justificar una postura ya asumida, no son honestas, están hechas con espíritu malvado para fomentar división.

“Se ve inmediatamente cuando ciertos rigorismos nacen de una falta, de querer ocultar dentro de una armadura la propia y triste insatisfacción, ha agregado.

[Yo también voy a agregar algo: "¿Quién soy yo para juzgarlo?" ... PORQUE ESTÁ JUZGANDO Y CONDENANDO, hablando de posturas que no son honestas y que están hechas con espíritu malvado para fomentar la división]

‘El proselitismo entre los cristianos es un pecado grave’ 

[Todos los santos que en el mundo han sido y que se han jugado la vida por llevar a todos al conocimiento de Jesús, al conocimiento de Dios, en definitiva, con vistas a su salvación ... según estas palabras de Francisco resulta que "cometieron un grave pecado" al hacer tal cosa ... de manera que no deben de estar en el cielo, aun cuando sean santos reconocidos por la Iglesia: San Francisco Javier, San Ignacio de Loyola, Santa Teresa de Jesús, etc...: ¡Qué disparate, Dios mío!]

En la entrevista, el Papa ha vuelto a calificar como “pecado grave” el proselitismo entre los cristianos: El proselitismo entre los cristianos, entonces, es en sí mismo un pecado grave, porque contradice la dinámica misma de cómo volverse cristianos y seguir siéndolo. La Iglesia no es un equipo de fútbol que busca hinchas”. 

[Véase la labor de los santos que evangelizaron América, por ejemplo. Al hacerlo contradijeron "la dinámica de cómo volverse cristianos" ... "y seguir siéndolo". Y "pecaron gravemente". ¿Cómo se pueden decir estas cosas?. La dinámica de llegar a ser cristianos es cosa de Dios. A san Pablo lo derribó de un caballo. El cristiano, con su vida y con sus palabras, debe de imitar a Jesucristo y decirle al Padre, junto a su Hijo: "El celo de tu casa me devora". ¿Pues no dijo, hace poco, que él no quiere cristianos tibios? ¿No aconseja hacer lío? ... O, ¿qué entiende él por tibio y por lío?]

“Pienso en el trabajo que después del encuentro en Lund pueden hacer juntas Cáritas y las organizaciones luteranas de caridad. (…) 

[¡No había caído en que la función principal de la Iglesia es la de una ONG, de tipo meramente mundano, sin referencia a Dios!]

"Ciertas maneras de contraponer las cosas de la doctrina frente a las cosas de la caridad pastoral, en cambio, no siguen el Evangelio y crean confusión”, ha añadido. 

[Es precisamente del contacto con Jesucristo y conociéndole (Doctrina) de donde se sacan las fuerzas necesarias para llevar ese amor a los demás. La caridad pastoral no está reñida con la doctrina verdadera: ésta no se puede cambiar por razones pastorales, porque sería contradecir al propio Jesús]

Asimismo, Francisco ha subrayado que el cáncer en la Iglesia es “glorificarse recíprocamente”: “Si uno no sabe quién es Jesús, o nunca lo ha encontrado, siempre lo puede encontrar; pero si uno está en la Iglesia, y se mueve en ella justamente en el ámbito de la Iglesia, cultiva y alimenta su hambre de dominio y afirmación de sí, tiene una enfermedad espiritual, cree que la Iglesia es una realidad humana autosuficiente, en la que todo se mueve según lógicas de ambición y de poder

[Sinceramente, Santidad, ¿cree usted que ése es el caso de los cuatro cardenales que se han atrevido, con gran valentía, a cuestionar la Amoris Laetitia (obra de Tucho Fernández, por cierto)? ¿Cree, Santidad, que les mueve una lógica de ambición y de poder, un hambre de dominio y de afirmación de sí? Eso sí es un juicio condenatorio, que se dirige, además, a las intenciones de estas personas, las cuales sólo Dios puede juzgarlas: sólo Dios, Santidad. Ni siquiera su Santidad puede hacer tal cosa. Y se lo digo con todo mi respeto, debido al cargo que ocupa. ¡Si los conociera de verdad sabría que es injusto para con ellos hablar de esa manera ... y muy poco misericordioso! ¡Y que Dios me perdone por hablarle así, pero es mi deber decir la verdad, pues está en juego el futuro de la Iglesia!]

Respecto a Lutero, el Papa ha afirmado que en su reacción estaba el rechazo de una imagen de Iglesia como organización que podía seguir adelante sin la gracia del Señor, o considerándola algo descontado, garantizado a priori. “Y esta tentación de construir una Iglesia autorreferencial, que lleva a la contraposición y por lo tanto a la división, siempre vuelve”, ha señalado.

[¿Compara a Lutero, un hombre soberbio y asesino, que no aceptaba la autoridad de ningún papa y que se inventó su propia doctrina de la justificación como "peca mucho pero cree más"  y eso es lo que él hacía), con la de estos cardenales que han demostrado, a lo largo de toda su vida, su fidelidad a Cristo y a la Iglesia? ¿No les perdona que le hagan la contra? ¿Considera que su actitud es rebelde y autorreferencial porque no lo refieren todo a su Santidad y, en cambio, lo refieren todo a la fidelidad a Jesucristo y al Papado de siempre? ¿No se da cuenta de que lo que buscan es el bien de los fieles que les han sido encomendados? ¿Por qué ese desprecio hacia ellos ... y digo desprecio porque "no hay más desprecio que no hacer aprecio"? Los ha ignorado durante dos meses. Y les ha obligado, en cierta manera, a hablar públicamente, lo cual es reconfortante y motivo de unión entre los cristianos y no de desunión, como parece dar a entender su Santidad. 

Ojalá Dios le conceda la gracia del amor a la verdad, por encima de todo. Y le abra los ojos para que pueda ver el estado de descomposición en el que se encuentra actualmente la Iglesia. Y todo ello surge por "proseguir el camino del Concilio Vaticano II y de quienes le han precedido". Basándose en ello, dice que no le quita el sueño la posible protestantización de la Iglesia. ¡Pues debería de quitárselo! Porque hubo veinte concilios antes que ése: ¡La Iglesia no nació hace cincuenta años!

La Iglesia, la Santa Iglesia Católica,  ha hecho grandes labores importantes, a lo largo de tuda su historia, las cuales su Santidad pasa por alto y no las reconoce como debiera, dado que no para de pedir perdón a todos por lo mal que lo ha hecho la Iglesia desde su nacimiento prácticamente, hasta que el Pontificado ha sido ocupado por usted, Santidad. ¿Cómo se puede pedir perdón a los indígenas por haberles hecho llegar el Evangelio? 

En razón de todo lo que veo, y con todo el respeto del que soy capaz, me atrevo a preguntarle. 

- ¿Cree su Santidad, realmente, en Jesucristo, como verdadero Dios y verdadero hombre? 
- ¿Cree en su Presencia Real en la Eucaristía?
- ¿Cree en la resurrección del Señor?
- ¿Cree en la virginidad de María? 
- ¿Cree en los milagros que Jesús obró a lo largo de su vida? 
- ¿Cree que la Iglesia Católica es la verdadera Iglesia y que fuera de ella no hay salvación? 

Porque yo no encuentro otra explicación a todo lo que está sucediendo. Jesucristo no se dedicó a predicar la liberación de la pobreza, al estilo marxista. ¡Y eso que había muchos pobres en su tiempo! Jesús no dedicó su vida a librar de la miseria a los pobres, ni se rebeló contra el César por cobrar impuestos a los judíos. No, Él vino a "evangelizar" a los pobres, esto es, a los sencillos, a los humildes, a los que no se consideran perfectos y aman la verdad, por encima de todo, aunque ésta les lleve a ver que son pecadores e indignos. Los arrogantes, los que actúan para ser vistos por los hombres, aquellos cuyo comportamiento viene dado para agradar a todos y para que todos hablen bien de él, a esos, a los soberbios, les está vedado el Reino de Dios, a menos que, por alguna gracia especial de Dios, cayeran del burro y reconocieran sus pecados. 

Tales fueron, en aquel entonces, los escribas y fariseos y los doctores de la Ley, por interpretar  la Ley rígidamente, quedándose sólo en la letra. 

La Ley de Jesucristo, sin embargo, es la Ley del Amor, entendido éste como Él lo entendió, hasta el extremo de dar la vida por sus ovejas, por aquellos que el Padre le había encomendado.  Ésa fue su misión. Y ésa es también la misión de los apóstoles de hoy, comenzando por el Santo Padre y siguiendo con el resto del grupo cardenalicio, amén de todos los obispos, sacerdotes y del resto de los cristianos que formamos la Iglesia, porque "es preciso, decía Jesús, que el mundo sepa que Yo amo al Padre y que hago todo lo que el Padre me ha mandado" (Jn 14, 31). 

Quien no actúa así, como buen discípulo de Jesucristo, ése es el fariseo de hoy.  "Quien no entra por la Puerta en el redil de las ovejas, sino que salta por otro lado, es un ladrón y un salteador" (Jn 10, 1) y, continúa diciendo Jesús, "el ladrón sólo viene a robar, matar y destruir" (Jn 10, 10a). Y, para que no haya duda, y quede todo muy claro, les dice: "Yo soy la Puerta; si alguno entra por Mí se salvará; y entrará y saldrá y encontrará pastos" (Jn 10,9).  

"Ningún otro Nombre hay bajo el Cielo, dado a los hombres, por el que podamos salvarnos" (Hech 4, 12), decía san Pablo. Al fin y al cabo, Jesús es Dios, además de ser hombre: "Todo se hizo por Él y sin Él nada se hizo de cuanto ha sido hecho" (Jn 1, 3). 

Quien actúa igualando todas las religiones, por ejemplo, y colocándolas al mismo ras, está poniendo en tela de juicio las palabras de Jesús, unas palabras que no cambian con la historia (historicismo) puesto que "Jesucristo es el mismo ayer y hoy y lo será siempre" (Heb 13, 8). 

Ése es el fariseo de hoy: aquél que niega esta verdad que es Dios, revelado en Jesucristo y se considera a sí mismo el portavoz de Dios o la voz del Espíritu. Quien así actúa no lo hace conforme al Espíritu de Jesús. No está en la verdad. A ellos van dirigidas estas palabras, muy duras, del apóstol san Juan: "¿Quién es mentiroso sino el que niega que Jesús es el Cristo? Éste es el Anticristo, que niega al Padre y al Hijo. Todo el que niega al Hijo tampoco posee al Padre. Quien confiesa al Hijo también posee al Padre" (1 Jn 2, 22-23). Y no sólo es ya san Juan sino que el mismo Jesús lo dijo expresamente de Sí mismo: "Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por Mí" (Jn 14, 6)

Las palabras de Jesús son Espíritu y son Vida (cfr Jn 6, 63). Son palabra de Dios. Por eso no se pueden saltar a la ligera. Y entre otras cosas, y por lo que respecta al tema que nos ocupa, Jesús dijo con toda claridad, que no da lugar a ningún otro tipo de interpretación: "TODO el que repudia a su mujer y se casa con otra, comete adulterio; y quien se casa con la repudiada de su marido, comete adulterio" (Lc 16, 18). Ante lo cual los propios discípulos se escandalizaron un poco, pues dijeron: "Si esa es la condición del hombre con respecto a la mujer, no trae cuenta casarse" (Mt 19, 10). Pero Jesús les contestó: "No todos son capaces de entender esta doctrina, sino aquéllos a quienes se les ha concedido" (Mt 19, 11). 

¿Y quiénes son éstos, quienes pueden entender, quiénes son capaces de entender? Desde luego sólo los que se hagan como niños, dóciles y sencillos, y que se fíen de Dios, que nunca falla y que nunca deja de dar la gracia necesaria a todo el que se la pide: "porque nada hay imposible para Dios". (Lc 1, 37). Nuestra respuesta debería ser como la de la Virgen María cuando el arcángel Gabriel le anunció que iba a ser la Madre del Salvador. Ella no podía entenderlo, pero ésto le respondió: "He aquí la esclava del Señor. Hágase en mí según tu palabra" (Lc 1, 38)

Esta verdad no queda reflejada en la Amoris Laetitia, en la que se considera que eso del matrimonio indisoluble está bien para los que son capaces, pero que no todos son capaces. Lo cual va en contra de las enseñanzas del Evangelio. También san Pablo tenía sus dificultades y muy grandes, cuando hablaba de un aguijón que le fue clavado en la carne, como un ángel de Satanás, que le abofetea para que no se envanezca. Dice así: "Rogué tres veces al Señor que lo apartase de mí; pero El me dijo: 'Te basta mi gracia, pues mi fuerza se hace perfecta en la flaqueza' " (2 Cor 12, 8-9).  Y en otro lugar dice: "Fiel es Dios que no permitirá que seáis tentados por encima de vuestras fuerzas, sino que, con la tentación, os dará la fuerza para que podáis superarla" (1 Cor 10, 13). Y san Pablo actuó en coherencia: "Sé muy bien de quién me he fiado" (2Tim 1, 12). 

No tenemos que rebajar las enseñanzas de nuestro Maestro sino proceder como lo hicieron san Pablo y la Virgen María, con sencillez y humildad (¡ésa es la verdadera pobreza cristiana!) fiándonos de Jesús. Hagamos caso de sus palabras que son, como siempre, consoladoras: "Venid a Mí todos los que estáis fatigados y sobrecargados, que Yo os aliviaré.  Tomad sobre vosotros MI yugo y aprended de Mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestras almas. Pues MI yugo es suave y MI carga es ligera" (Mt 11, 29-30). Eso sí: tiene que ser "su" yugo. No el que nosotros nos impongamos, haciendo sólo nuestra voluntad y separándonos de Él. De ese modo nos hacemos esclavos e infelices, pues: "todo el que comete pecado es esclavo del pecado" (Jn 8, 34)

De manera que no tenemos por qué asustarnos ante las dificultades, que son inherentes a la vida de toda persona y, en particular, a la vida de un cristiano. Dios siempre concede su gracia para poder afrontarlas, con paz interior, y salir libres y vencedores de las tentaciones.

Hoy se habla mucho del amor y de la misericordia de Dios y no se habla, sin embargo, de sus mandamientos, como si éstos fuesen una pesada carga, imposible de llevar. No es así, como se ha explicado y como nos lo recuerda san Juan: "Éste es el Amor de Dios: que guardemos sus mandamientos. Y sus mandamientos no son pesados"  (1 Jn 5, 3) 

Y quien no lo vea así, que piense que Dios no pide imposibles. Que medite, con tranquilidad, en la presencia de Dios, quien no dejará de concederle lo que pide. Éste podría ser un ejemplo para dirigirse a Jesús, con sencillez, abriéndole nuestro corazón con plena confianza en su Amor:

 "Señor, que vea. Que entienda que Tú quieres para mí lo mejor. Y que lo mejor es lo que Tú me has revelado en las Sagradas Escrituras. Y, en concreto, aýudame a entender que esta cruz que puede suponer -y, de hecho, supone- la fidelidad en el matrimonio, si uno mi sufrimiento al tuyo, me hago corredentor contigo y estas tentaciones, vencidas sólo por tu gracia, me hacen fuerte, porque me dan tu fuerza. En mi debilidad, Señor, Tú me salvas y me das la fortaleza suficiente para no desesperar y para aceptar, en lo más intimo de mi corazón, esa cruz que ahora se convierte en la mayor prueba de amor posible, tal y como Tú hiciste conmigo, dando por mí tu vida. 

No debo quejarme sino estar inmensamente agradecido por tus mandamientos. Ellos me hablan de tu amor y son dulces al paladar, como dice la Biblia, aun cuando el estómago se queje. El sufrimiento, causa del pecado, junto a Tí, se convierte en sufrimiento redentor. Es un modo de dar la vida. Y de demostrarte mi fidelidad y el amor que te tengo o que, al menos, quiero tenerte. 

Sé, además, que en ello me va la vida eterna y mi propia salvación, junto a la mayor felicidad posible, ya en esta vida, pues según tus palabras, que siempre son verdad, "hay más dicha y más alegría en dar que en recibir" (Hech 20, 35). 

Toma, pues, mi vida, Señor; pero dame la tuya a cambio, para que, realmente, pueda afrontar con alegría cualquier contrariedad que la vida me depare. 

Sé que lo harás, pero dame fe, porque sin Tí estoy perdido; y nada tiene sentido. Contigo mi matrimonio saldrá a flote, porque tú nunca pides imposibles.

Gracias, Señor, gracias.
José Martí

Nota aclaratoria: Pido disculpas por haber escrito demasiado en esta entrada pero pienso que el tema lo merecía. Estoy contento de que, al menos, haya habido cuatro cardenales que, haciendo uso de la colegialidad y de la corrección fraterna, se hayan dirigido a Francisco, al solo efecto de aclarar un punto que, en realidad es de difícil aclaración, puesto que, pese a la ambigüedad de la Amoris Laetitia, queda bastante claro lo que el Papa piensa, en este sentido, pues ya se ha definido, de alguna manera, cuando, a la pregunta sobre si había habido cambios con la AL dijo aquello de "Sí, y punto" y que Schönborn, que era un gran teólogo, les contestaría con más detalle. La nota final final la dio cuando dijo que no había otra interpretación posible que la que dijeron los cardenales de Buenos Aires, una posición que es claramente herética.

Tampoco contesto a cuarenta y cinco personalidades del mundo que le pedían una aclaración sobre la AL. Hubo incluso una carta abierta de The Remnant al Papa pidiéndole que cambie de posición o que dimita. Por supuesto que pasó de ella.  Y ahora no quiere hablar con estos cuatro cardenales, a los que no les concede ni dos minutos. De manera que tenemos a la Iglesia en manos de las sorpresas del Espíritu Santo, que sólo el papa Francisco conoce. Según el cardenal Burke estos casos están previstos, puesto que no se puede comulgar en estado de pecado mortal, aunque sea el Papa quien hace tal afirmación.

José Martí