FUENTE: ADELANTE LA FE (THE REMBRANT)
El 12 de diciembre de 2016, el cardenal Raymond Burke anunció que las misas oficiales del santuario de Nuestra Señora de Guadalupe en La Crosse, Wisconsin, se celebrarán “ad orientem” – es decir, con el sacerdote orientado hacia el este litúrgico y a Nuestro Señor en el tabernáculo, en lugar de hacia la congregación.
Obtuvimos una copia del comunicado de prensa oficial del Santuario (ver abajo).
Adicionalmente, en mi reciente entrevista con el cardenal Burke, le pregunté directamente sobre su decisión de realizar este cambio. Aquí está la porción pertinente de dicha entrevista. [Nota: Se trata de un vídeo de 5:42 minutos de duración. Pinchar aquí]
Ahora, la declaración del Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe:
DECLARACIÓN
Su Eminencia, el cardenal Raymond Leo Burke, fundador del Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe, ha anunciado que ahora la santa misa del santuario se ofrecerá regularmente con el sacerdote orientado hacia el este o ad orientem. Si bien los sacerdotes en peregrinación al Santuario que deseen ofrecer la santa misa en dirección a la congregación o versus populum podrán hacerlo, siguiendo la actual disciplina de la Iglesia, las celebraciones regulares de la santa misa en el Santuario se harán ad orientem.
En sus homilías para el tercer domingo de adviento y la solemnidad de Nuestra Señora de Guadalupe, el cardenal Burke dio una catequesis acerca de la orientación del sacerdote y del pueblo durante la ofrenda del sacrificio en la misa. Explicó que, durante las oraciones y sobre todo durante la plegaria eucarística, el sacerdote a la cabeza de la congregación se dirigirá, junto con la congregación, hacia el Señor, para representar de manera más visible nuestro reconocimiento de que es Nuestro Señor mismo quien inspira nuestra oración y quien actúa durante la plegaria eucarística para hacerse presente sacramentalmente en Su Sacrificio en el Calvario para nuestra salvación eterna. Nos dirigimos a Él; todos miramos hacia Él.
Luego explicó que la práctica del sacerdote mirando a la congregación, que se desarrolló en los años posteriores al Concilio Ecuménico Vaticano Segundo, no es de hecho una disciplina ordenada por el Concilio. Observó que, mientras pudo haber parecido útil en su momento, ahora parece apropiado y ciertamente importante regresar a la antigua práctica mediante la cual la unión del sacerdote que ofrece el sacrificio de la misa en la persona de Cristo y la congregación, es visible para todos y nos inspira a un reconocimiento más rápido de Cristo en medio nuestro, dado que Él está más plena y perfectamente presente en el sacrificio eucarístico.
Citando al cardenal Robert Sarah, Prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, explicó que la enseñanza del Concilio Ecuménico Vaticano Segundo sobre la sagrada liturgia no habla de un cambio en la antigua disciplina que exige que “durante el rito de penitencia, el canto del Gloria, las oraciones y la plegaría eucarística, todos – sacerdotes y fieles – giren juntos hacia Oriente, para expresar su voluntad de participar en la obra de culto y de redención cumplida por Cristo.”
Explicó que, al regresar a la antigua práctica de la Iglesia, todos giramos al este, todos miramos al Señor durante la sagrada adoración. No es cuestión de que el sacerdote de la espalda a los fieles sino de que él mismo, con los fieles, miren a Cristo quien se hace sacramentalmente presente en Su Sacrificio para nuestra salvación eterna. Expresó su esperanza de que, purificando y enriqueciendo la práctica litúrgica en el Santuario, seamos uno con Nuestra Señora de Guadalupe, dando testimonio del amor misericordioso del Dios presente de manera extraordinaria en el sacrificio eucarístico.
También explicó que mirar al Señor en la sagrada adoración da forma a nuestra vida diaria. En todo lo que pensamos, decimos y hacemos, debemos mirar al Señor. Cada día nos entregamos de nuevo para la conversión de nuestras vidas a Jesucristo. Vivimos atentamente comprometidos con la vida del mundo pero siempre con nuestra mirada fija en el cielo, nuestro verdadero destino y el destino final del mundo. Estamos llamados a adorar y a servir a Dios. Estamos llamados a hacer de Jesucristo, no nosotros, el centro de nuestras vidas para que podamos servir verdaderamente a Dios, dirigiendo nuestras mentes y corazones más y más hacia Él con fidelidad, generosidad y obediencia.
No hace falta decir que nosotros en The Remnant damos nuestro apoyo incondicional a la decisión del cardenal de dar este paso, siempre conscientes de que así como la revolución litúrgica se desarrolló en etapas, la restauración litúrgica también tomará tiempo y deberá comenzar en algún lado.
¿Preferiríamos que de ahora en más todas las misas del Santuario fuesen – por orden del cardenal Burke – misas tradicionales en latín? ¡Por supuesto! Pero mientras tanto, como solía decir mi padre: “Cuando la restauración litúrgica se torne, cuando Dios disponga, en una feliz realidad, no querría que mis hermanos católicos pasen lo que pasaron los tradicionalistas en 1969 — una transformación traumática de la liturgia que violentó la fe de muchos. La restauración no sucederá de la noche a la mañana y deberá incluir instrucciones detalladas sobre el objetivo fundamental de la misa para que la gente comprenda y pueda superar lo que se resume esencialmente en un lavado de cerebros, una operación de parte de los revolucionarios litúrgicos.”
Bueno, me parece que esto es precisamente lo que el cardenal Burke está iniciando, tanto en La Crosse como en todo el mundo, con su disposición bien documentada de ofrecer misas tradicionales en latín de alto perfil—señal de apoyo a la sagrada tradición, que requiere mucho coraje de su parte y no podría ser más irritante para muchos dentro del Vaticano. Lo que podría parecer “pasitos de bebé” a los tradicionalistas son de hecho un mensaje a los modernistas de todas partes: que las bases de su revolución lejos están de estar aseguradas.
En este caso, el cardenal Robert Sarah llamó a la restauración de la tradición litúrgica ad orientem, cuyo ataque fue el primer objetivo de la revolución en el proceso de reorientar todo objeto y propósito de la misa con centro en Dios para centrarla en el hombre. Y si bien nuestro final es la total y completa restauración de la misa tradicional en latín, estamos más que contentos en hacer nuestra parte para motivar a los sacerdotes de todo el mundo a seguir el ejemplo del cardenal Burke y adaptarse a las recomendaciones del cardenal Prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos sin demoras.
Ya no hay razones para que un sacerdote sea impedido de anunciar el próximo domingo que de ahora en más todas las misas se ofrecerán ad orientem según los dictados de la santa tradición y los deseos del cardenal Sarah.
Que Dios bendiga al cardenal Burke por dar un ejemplo muy necesario. Ahora, corramos la voz. Es tiempo de que todos los sacerdotes regresen al ad orientem sin demoras.
Michael Matt