- Antes los seminarios estaban a rebosar de vocaciones; hoy se encuentran desiertos, prácticamente. Lo mismo, o peor, ocurre en el caso de las Órdenes religiosas contemplativas, tanto si se trata de monjes como de monjas.
- Antes había verdaderas colas para poder confesarse. Hoy apenas si acude gente a los confesionarios. La razón de esto es que se ha perdido el sentido del pecado y ha quedado reducido a algo que "ya no se lleva" ... algo que pertenece al pasado ... y, además, a un pasado inculto: mentira radical, pero creída por gran número de personas.
- Antes se tenía fe. Hoy, debido a las influencias modernistas que se han infiltrado en la Iglesia, esta fe en lo sobrenatural se ha perdido prácticamente ... salvando algunos núcleos pequeños que la siguen manteniendo viva, gracias a Dios.
- Nunca jamás se puso en duda que Jesucristo existiera: hay abundantísimos documentos que lo avalan. Y, sin embargo, hoy nos encontramos con el hecho de que se cuestiona, incluso, la historicidad de los Evangelios ... en contra de todo lo razonable ... y la figura de Jesucristo, suponiendo que existiera, queda reducida a la de un mero hombre: esto es lo que proclaman, sin ningún rubor los enemigos de la Iglesia; pero lo peor es que hay muchos cristianos que no saben dar razón de su fe: grande ignorancia de la propia fe es lo que se da entre los cristianos ... algo que debería de ser muy tenido en cuenta en la pastoral católica ... lo que no suele ocurrir en infinidad de casos ... no en todos, afortunadamente.
- Antes, como digo, la gente conocía mucho mejor las verdades esenciales de su fe: la existencia del pecado original, la Creación directa por Dios de un hombre y de una mujer, como nuestros primeros padres (que ha sido sustituida por las llamadas teorías de la Evolución que se imponen a la fuerza, como si fueran ciencia, siendo así que no son sino meras hipótesis), la Encarnación del Hijo de Dios y la Redención del pecado, la Divinidad de Jesucristo y su Presencia Real en la Eucaristía; el Misterio de la Santísima Trinidad; la Resurrección de Jesús y su Ascensión en cuerpo y alma a los cielos, la realidad de María como Virgen y Madre y su Asunción en cuerpo y alma a los cielos; la Salvación que tiene lugar únicamente en el seno de la Iglesia, etc... Muy pocos son los cristianos que conocen su fe: ¿Y cómo puede querer a Jesucristo aquél que no lo conoce? ¿Y cómo lo conocerán si no se les predica? ¿Y quién les predicará si apenas hay vocaciones?
-Antes había fallos, por supuesto ... pero, aun cuando la conducta de muchos sacerdotes o jerarcas de la Iglesia dejara bastante que desear, uno sabía a qué atenerse. Y se predicaba doctrina, esto es, la Palabra de Dios no adulterada. Hoy no ocurre siempre así, por desgracia. Y cada vez menos, pues los nuevos sacerdotes que se van incorporando (y que son, por otra parte, bastante escasos), en términos generales, no reciben una formación ortodoxa en los Seminarios, pues éstos se han impregnado también de las ideas modernistas.
A todo esto hay que añadir, por si alguno no lo sabe, que la nueva misa, la de Pablo VI, el novus ordo, que es la única que conocen la mayoría de los fieles cristianos católicos, la que se celebra en lengua vernácula, tiene unos orígenes de clara influencia protestante: en su confección hubo diez miembros, de los cuales siete eran protestantes; y de los tres católicos que había, parece ser, como se supo más tarde, aunque no está completamente demostrado, que el Secretario de dicha comisión, el padre Annibal Bugnini, era masón. El propio Bugnini aseguró que dicha misa (la nueva misa) era distinta de la misa tradicional.
De todos modos, como dice el padre Alfonso Gálvez, en la introducción de su libro El invierno eclesial:
Sea como fuere, debe quedar claro que todo católico debe de profesar obediencia y respeto hacia la legítima Jerarquía de la Iglesia, sin que nadie pueda creerse capacitado para establecer otra por su propia cuenta. Si los Pastores han sido legítimamente elegidos, aun en el caso de que sean acusados de corrupción o de no ejercer los deberes derivados del ministerior que les ha sido encomendado, han de ser considerados como los auténticos Pastores llamados a regir la Única y Verdadera Iglesia, fuera de la cual no hay salvación. Pues es cierto que puede suceder, con respecto a una Jerarquía legítima en un momento histórico determinado, que las enseñanzas doctrinales impartidas por ella a los fieles contradigan claramente al Magisterio tradicional de la Iglesia. No obstante lo cual, los fieles deben atenerse, en cuanto al juicio que les merece y el acatamiento que han de prestarle, a lo que se desprende de las orientaciones de ese mismo Magisterio.
Y continúa diciendo más adelante:
Queda claro, después de lo dicho, que si el Magisterio no se propone a sí mismo como infalible, ni compromete la Autoridad de la Iglesia, ni tampoco pretende ejercerla, los fieles quedan en libertad para atenerse a las enseñanzas doctrinales esta vez expuestas con autoridad y proclamadas por el Magisterio de siempre. Por lo demás, jamás permitirá el Espíritu Santo la coexistencia en la Iglesia de dos doctrinas contrarias que pretendan poseer, a la vez, el sello de autenticidad que otorga la Autoridad del Espíritu. De donde no se va a tratar de una elección entre dos Magisterios, puesto que solamente puede haber uno, y los fieles acatarán al único que se propone a sí mismo como verdadero y compromete su Autoridad. Al mismo tiempo, por supuesto, que continuarán respetando a la Jerarquía legítima, aun en el caso de la corrupción de alguno o algunos de sus miembros. En este sentido, ningún católico deberá sentirse confundido jamás, en cuanto que Dios no va a permitir que existan en la Iglesia dos Magisterios legítimos y, al mismo tiempo, distintos, con la pretensión de enseñar doctrinas contradictorias o diferentes, cada uno por su cuenta y exigiendo ambos entero asentimiento (...) No pueden los fieles, bajo ningún pretexto ni acogiéndose a cualesquiera enseñanza, poner en duda doctrinas como, por ejemplo, la Presencia Real de Jesucristo en la Eucaristía, la Suprema Autoridad del Papa como Cabeza visible de toda la Iglesia o la veracidad de las Escrituras y la realidad histórica de la Persona de Jesucristo (que son algunas de las verdades de Fe que niega expresamente el Modernismo hoy vigente dentro de la misma Iglesia).
Acaba el padre Alfonso la introducción a su libro con estas palabras:
No leería este libro con mentalidad cristiana quien recorriera sus páginas con el espíritu atormentado por el desaliento. Porque el discípulo de Jesucristo, como hemos recordado tantas veces, vive de la Esperanza, se conforta en la Alegría y cree firmemente en las promesas de su Señor. Al cristiano le corresponde vivir en la seguridad de la victoria, como único final posible de una existencia transcurrida en la fidelidad. Por más que, como decía san Agustín, así como no puede haber corona sin victoria, tampoco son posibles los laureles del triunfo si no ha existido la previa lucha o no han sido superadas las pruebas: Y el mundo es pasajero, y también sus concupiscencias; pero quien cumple la voluntad de Dios permanece para siempre (1 Jn 2, 17)
En la actualidad observamos una auténtica claudicación de la Iglesia frente al mundo, una especie de complejo de inferioridad ... complejo absurdo, por otra parte, pues no hay ninguna institución humana que haya aportado a la Humanidad lo que ha aportado la Iglesia. Los mejores logros de los seres humanos, en todas las ramas del saber y del obrar, han sido debidos a fieles cristianos comprometidos con su fe.
No todos los miembros de la Iglesia han sido fieles a las consignas de su Maestro y en ese sentido se puede hablar de errores en la Iglesia ... errores que, por cierto, han sido esporádicos y ocasionales y son, además, la excepción que confirma la regla ... sin olvidar -y esto es muy importante- que, propiamente hablando, no son errores de la Iglesia, en cuanto Institución fundada por Jesucristo, sino -insisto, errores de algunos de sus miembros que no se han comportando en conformidad con lo que la misma Iglesia les exigía. Insisto en esta idea, pues considero que es esencial tenerla en cuenta y no perderla de vista.
Acabo esta serie de entradas sobre la Nueva Evangelización mediante un enlace a un audio de una homilía del padre Alfonso en donde se habla, precisamente, de esta nueva Iglesia modernista. Su duración es de 14:53 minutos.