No sin razón ha sido llamado "el Papa de todos" (título de un voluminoso libro) pues, por lo que parece, en la Iglesia caben todos los hombres: protestantes, anglicanos, judíos, musulmanes ... e incluso los que no creen en nada. El secreto es el "amor", tal como se ve reflejado en el vídeo de intenciones de oración del Papa Francisco para enero de 2016. Eso sí: lo importante no es la verdad "verdadera" sino "lo que cada uno sienta". Se ha desplazado "el ser" por "el sentir". Ése es el auténtico problema. Se ha perdido la fe.
¿Dónde quedan las palabras de Jesús cuando dijo de Sí mismo: "Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por Mí" (Jn 14, 6)?. ¿Por qué tenemos que avergonzarnos de ser lo que somos, es decir, de ser cristianos, cuando esa es la gracia más grande que hemos recibido? Es mucho lo que nos estamos jugando si somos cobardes, pues Jesús, que es rico en misericordia, dijo, sin embargo, y con toda claridad: "El que se avergüence de Mí y de mis Palabras, de él se avergonzará el Hijo del hombre cuando venga en su Gloria, en la del Padre y en la de los santos ángeles?"(Lc 9, 26)
En el famoso vídeo no se afirma de modo explícito que todas las religiones son iguales, pero una imagen (un vídeo en este caso) vale más que mil palabras. Lo que entra por los ojos es lo que más cala. Y aunque se diga que formalmente no hay herejía, tal afirmación habría que ponerla en entredicho. Cierto que tales palabras de "igualdad de religiones" no han sido dichas; sin embargo esa es la idea que queda en la mente una vez visto el vídeo, que es lo que importa. Y tal idea es claramente herética.
Equiparar a la Religión católica con las demás, como una "religión" más, equivale a decir que lo mismo da tener una religión que otra o incluso no tener ninguna, como en el caso de los budistas, que son ateos. Esto me recuerda el Panteón de los dioses; unos dioses "inventados" por los hombres: el dios Marte o dios de la guerra, la diosa Venus o diosa de la belleza, etc ... como si se quisiera que Jesús pasara a ser un dios más de ese panteón.
Si los primeros cristianos no hubieran creído que su Religión era la única verdadera, puesto que no fue un invento humano, sino una manifestación de Dios al hombre, si no hubieran estado convencidos de que Jesucristo era verdaderamente Dios, el único Dios, Aquel del que se dice: "Adorarás al Señor tu Dios y a Él solo servirás" (Lc 4, 8; Dt 6, 13). "No seguiréis a otros dioses, de los dioses de los pueblos que os rodeen" (Dt 6, 14) ... si hubieran "apostado" por el "diálogo" entre religiones, como hoy se está haciendo, ... , ello les habría librado de la muerte, pero habrían sido infieles a Dios. ¿Qué sentido podría tener, entonces, su vida? Ellos amaban a su Maestro, porque sabían muy bien que eran amados por Él con un amor único. Y así como Cristo dio su vida por ellos por Amor, ahora ellos tenían la oportunidad de responderle de la misma manera ... y prefirieron morir antes que renegar de su Amigo y Señor. Por eso ahora los veneramos como mártires y gracias a ellos el Cristianismo, surgiendo de la nada, se extendió por todo el mundo.
Y actuaron así porque estaban seguros de que no existe "ningún otro Nombre bajo el cielo, dado a los hombres, [y no inventado por ellos] por el que éstos se puedan salvar" (Hech 4, 12) y de que "en esta vida no tenemos morada permanente" (2 Cor 5, 1). Ellos no consideraron, en ningún momento, que Cristo era tan solo un dios más dentro del conjunto de dioses de las distintas culturas. Ello les valió la muerte. Pero lo tenían muy claro: "Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres" (Hech 5, 29). Y es más: cuando del Sanedrín "llamaron a los Apóstoles y les azotaron y les ordenaron que no hablaran más en el Nombre de Jesús ... ellos salieron de allí dichosos, porque habían sido dignos de ser ultrajados a causa de ese Nombre" (Hech 5, 40-41).
Teniendo en cuenta que "el que ama la verdad, viene a la Luz" (Jn 3, 21). Y que Jesús dijo: "Yo soy la Luz del mundo; el que me sigue no andará en tinieblas sino que tendrá la luz de la vida" (Jn 8, 12) ... si amamos la verdad, tenemos que acudir a la Luz, que es Jesucristo. No tenemos otra alternativa. Él es la piedra angular contra la que se estrellarán todos los que quieran destronarlo de su vida: "Quien caiga sobre esta piedra se destrozará y al que le caiga encima lo aplastará" (Mt 21, 44).
Dicho todo lo cual y volviendo sobre el tema que nos ocupa, y si amamos la verdad "de verdad", tenemos que concluir que el vídeo, tantas veces aludido, es una gran mentira presentada, además, con aires de verdad y haciendo un uso blasfemo de la palabra amor. El verdadero amor lo es sólo hacia Jesucristo y de Jesucristo hacia nosotros, porque sólo Él dio su vida para salvarnos: ni Allah, ni Buda, ni ningún otro Dios abstracto hizo tal cosa.
Esto dijo Jesucristo a los judíos: "Vosotros tenéis por padre al Diablo y queréis cumplir los deseos de vuestro padre. Él era homicida desde el principio, y no se mantuvo en la verdad, porque en él no hay verdad. Cuando dice la mentira, habla de lo suyo, porque es mentiroso y padre de la mentira. Pero a Mí, que os digo la verdad, no me creéis" (Jn 8, 44-45).
Si aplicamos la lógica y toda mentira procede del padre de la mentira, dicho vídeo que, en el mejor de los casos, genera confusión y que está, por lo tanto, lleno de mentiras, no puede venir ni estar inspirado por Aquél que es la verdad ... y sólo Él es la Verdad.
En mi modesta opinión -y con los argumentos que he aportado- debo concluir que nos encontramos ante un vídeo que o es herético, claramente [yo apostaría por esto] y, si no lo es, roza la herejía y produce escándalo en el pueblo cristiano: va en contra de todo lo que ha enseñado la Iglesia durante veinte siglos; y se avergüenza de Jesucristo. No hay una verdad absoluta. No se puede tener seguridades. Cada uno tiene su verdad. Lo que importa es vivir y dejar vivir. Y si se vive conforme a lo que uno ha recibido de sus padres actúa bien. El proselitismo es una solemne tontería. Y así podriamos continuar y no acabaríamos nunca.
Desde luego, todas estas cosas no tienen nada que ver que lo que es la verdadera Iglesia de Cristo, la que Él fundó. Se pretende construir una "nueva Iglesia". Y lo más grave de todo es que todas estas iniciativas están partiendo de aquél que es el Vicario de Cristo en la Tierra. Ante lo cual, ¿qué se puede hacer? ¿Cómo actuar? Porque, ¿quién puede juzgar a Francisco? Según la Constitución dogmática "Pastor Aeternus" (18 de julio de 1870) el Romano Pontífice, que preside la Iglesia universal, es el juez supremo de los fieles, no existiendo autoridad mayor que la suya, de modo que a nadie es lícito juzgarle. Es bien conocido el famoso principio de que "la primera Sede por nadie puede ser juzgada" (CIC de 1917, canon 1556).
Sobre la posible deposición de un Papa hereje ya se habló en las tres primeras entradas. La tercera viene a ser un resumen de las dos primeras. Y aquí, antes de seguir adelante, conviene ser prudente. Tal y como están las cosas, independientemente de que el Papa sea o no hereje, una cosa sí que es cierta. Y es que ni los simples fieles, ni los sacerdotes, ni los obispos, ni siquiera los cardenales, pueden formar una Iglesia por su cuenta. De manera que podríamos decir que estamos en manos de Dios y, en cierto modo, eso es lo mejor. Ahora todo depende de Él. Anoto aquí una parte de una cita de mi tercera entrada:
Es Dios quien elige directamente al Papa y es Dios también el único que puede deponerlo directamente. Pero Dios, aunque actúa directamente en ese proceso de concesión y de remoción de la autoridad papal (...) de la misma manera que deja a su Iglesia la determinación del candidato sobre el que Él mismo otorgará la potestad papal (que la recibe mediante su aceptación libre y su consagración episcopal), también puede decretar directamente su deposición, sirviéndose, lógicamente de la Jerarquía ... mediante un acto de una autoridad competente que formal y oficialmente declare la realidad de la herejía formal y externa del Papa.
En otras palabras: sería necesario que hubiese un grupo de cardenales (desconozco cuál habría de ser el número de ellos; imagino que con seis u ocho sería suficiente) que le plantaran cara al santo Padre e intentaran hacerle ver que está incurriendo en herejía. Y que, de seguir así, si no se arrepiente, sería destituido.
Cito de nuevo parte de lo que escribí:
No cabe duda de que el Papa no puede ser juzgado por autoridad alguna de la Iglesia. Y actuando así, nadie estaría juzgando ni condenando al Papa, pues La AUTORIDAD COMPETENTE se limitaría a DECLARAR acerca de la existencia o no de UN HECHO: el hecho de si el Papa ha incurrido en herejía o no ha incurrido en herejía. Y entonces, y sólo en el caso de declaración formal de herejía y contumacia por parte del Papa, Dios es el que sustraería la potestad al Papa y éste volvería a ser un simple obispo, con pérdida de su oficio eclesiástico. Y ahora sí; una vez depuesto según Derecho, el Papa -que ya no lo sería - podría ser juzgado y condenado como cualquier otro obispo que hubiese incurrido en esos mismos delitos.
Tengamos en cuenta las palabras del anterior Papa Benedicto XVI cuando dijo: "El Papa no es un monarca absoluto cuya voluntad es ley, sino que es es el custodio de la antigua Tradición. No puede hacer lo que quiere" (ver imagen). Y San Roberto Berlarmino: «Tal como es lícito resistir al Pontífice que agrede el Cuerpo, también es lícito resistir a quien agrede las almas o a quien altera el orden civil o, sobre todo, a quien intenta destruir la Iglesia. Digo que es lícito resistirlo, no haciendo lo que él ordena y evitando que se ejecute»
La cuestión es: ¿Existe ese conjunto mínimo de cardenales? Porque con la reforma de la Curia los nuevos Cardenales que se van incorporando han sido elegidos por el Papa y, como es de suponer, mediante razonamientos meramente humanos, habrá elegido aquellos que estén en su misma línea de pensamiento. Ha hecho ya dos reformas de la Curia y le queda la última, que tendrá lugar este mismo año (desconozco la fecha). De manera que es realmente improbable y difícil que tal circunstancia se dé, aunque no es del todo descartable.
Por supuesto que si tal hecho se produjese traería consigo, casi con total seguridad, la destitución inmediata de esos cardenales y su salida del Vaticano, por lo que nadie se atreve a hacerle frente. Pero si, aun así, se la jugaran, entonces, una vez depuestos por el Papa, podrían elegir entre ellos un nuevo Papa, que actuase en conformidad con el sentir de la Iglesia de siempre. De seguro que encontraría entre los seglares y entre bastantes sacerdotes y obispos, un gran número de fieles dispuestos a prestarle fidelidad, como al verdadero Papa de la verdadera Iglesia de Cristo.
Cierto que esta Iglesia tradicionalista y fiel al mensaje de Jesucristo se encontraría en unas condiciones "catacumbales", como ocurría con los primeros cristianos, y sería más perseguida que nunca, pero eso sería motivo de alegría, porque supondría la vuelta a Jesucristo, la vuelta a su verdadero Rostro; no el Jesucristo que nos están presentando desde hace ya cincuenta años, sino el de siempre, Aquel que dijo: "He aquí que hago nuevas todas las cosas" (Ap 21, 5).
Se habría producido entonces un cisma en la Iglesia; pero, en mi opinión, es lo mejor que podría ocurrir porque entonces se cumpliría la profecía del anciano Simeón a la Virgen María: "Mira, este niño ha sido destinado para ser ruina y resurrección de muchos en Israel, y como signo de contradicción -y a tí misma una espada te atravesará el alma-, para que se descubran los pensamientos de muchos corazones" (Lc 2, 34-35).
La gente sencilla sabría a qué atenerse. Y todo el que amase la verdad sabría descubrir dónde se encuentra la verdadera Iglesia. Tendría que elegir entre la moderna "Iglesia progresista" que se ha arrodillado ante el mundo y ha olvidado sus raíces o bien, aquella Iglesia que permanece fiel a Aquel que "es el mismo ayer y hoy y lo será siempre" (Heb 13, 8), Jesucristo, nuestro Señor, nuestro Maestro y nuestro Amigo: aquél que nunca defrauda.
Dios no consentirá que su Iglesia desaparezca y hará surgir santos aunque sea de las piedras. De eso podemos estar seguros. Pero mientras tanto, sólo nos quedar rezar hasta que las aguas vuelvan a su cauce, que lo harán, pero no será sino a costa de grandes sufrimientos: Estamos completamente en las manos de Dios. Y Él no abandonará a su Iglesia; nos quiere mucho como para dejarnos solos: "No os dejaré huérfanos, volveré a vosotros" (Jn 14, 18). "Ahora tenéis tristeza, pero os volveré a ver y se alegrará vuestro corazón, y nadie podrá quitaros vuestra alegría" (Jn 16, 22). Esa es la esperanza que tenemos; y sabemos que no quedaremos defraudados. Tenemos su Palabra.
José Martí