Hoy Agnes Gonxha Bojaxhiu, más conocida como la Madre Teresa de Calcuta, sube por fin a los altares. El Papa Francisco canoniza hoy a una de las más grandes santas del siglo XX.
Una vida dedicada a la verdadera caridad: el amor a los demás
Hoy multitud de medios hablarán de su obra, y no me propongo hacer aquí una entrada para abarcarla, porque sería imposible. La vida de la Madre Teresa fue un canto del amor a los demás que es capaz de infundir en nosotros el amor infinito de Dios. Con cada uno de sus gestos, con cada acto de servicio a los demás, en los ambientes más pobres y necesitados del mundo, en sitios donde otros muchos nunca se habrían atrevido a entrar -como las leproserías-, nos demostró que la caridad no es solamente ayudar a los necesitados, sino también y en primer lugar amarles. Y precisamente sobre amor van las palabras de la Madre Teresa que os traigo a continuación.
Un valiente discurso ante políticos en Washington DC
El 3 de febrero de 1994 la fundadora de las Misioneras de la Caridad habló en el desayuno de Oración Nacional en Washington DC, Estados Unidos. Puedes leer el discurso entero aquí. La parte que citaré a continuación se refiere a una de las lacras que está cegando al mundo en nuestros días, una lacra que está amenazando la paz al amenazar la vida en el lugar donde ésta debería estar más protegida. Este discurso lo dijo ante una clase política que se muestra, a menudo, indiferente a este drama. La Madre Teresa nunca tuvo temor alguno a decir las cosas con valentía fuese cual fuese el auditorio. Aquel día hizo uno de los discursos más bellos, certeros y admirables que he leído en defensa del derecho a la vida:
“Hablamos del amor a los niños que es donde el amor y la paz deben comenzar. Estos son los hechos que contribuyen al rompimiento de la paz. Pero siento que el mayor destructor de la paz hoy en día es el aborto, porque es la guerra contra los niños, el asesinato directo de los inocentes, asesinato de la madre en contra de si misma.
Si nosotros aceptamos que una Madre asesine a su propio hijo, ¿cómo entonces podemos decirle a otros que no se maten entre sí? ¿Cómo podemos convencer a una mujer de no tener un aborto? Como en todo, debemos persuadirla con amor y recordamos que amar significa dar hasta que duela. Jesús dio hasta su vida por amarnos. Así es que, la madre, que esté pensando en tener un aborto, debe ser ayudada a amar, o sea dar hasta que le duelan sus planes, o su tiempo libre, para que respete la vida de su hijo. El padre de ese niño, quien quiera que sea, debe dar también hasta que le duela. Con el aborto, la Madre no aprende a amar, sino a matar hasta su propio hijo para resolver sus problemas.
Y con el aborto, al padre se le dice que no tiene que tener responsabilidad alguna por el niño que ha traído a la vida. El padre es capaz de poner a otras mujeres en la misma circunstancia. Por lo tanto el aborto solo lleva a más abortos. Cualquier país que acepte el aborto, no le enseña a su gente a amar, sino a utilizar violencia para recibir lo que quieran. Es por esto que el mayor destructor del amor y de la paz es el aborto.
Mucha gente se preocupa bastante por los niños de la India, con los niños de Africa donde muchos mueren de hambre, etc. Mucha gente también se preocupan por toda la violencia en esta gran nación de los Estados Unidos. Preocuparse por esto es bueno. Pero casi siempre a esta misma gente no les interesan los millones que, intencionalmente, están siendo asesinados por decisión de sus propias madres. Y este es el mayor destructor de la paz hoy en día: el aborto cegó a la gente.
Y por esto yo apelo en la India y en cualquier lugar – “traigamos de regreso a los niños.” El niño es un regalo de Dios para la familia. Cada niño está creado de manera especial a la imagen y semejanza de Dios para grandes cosas. Para amar y ser amado. En este año de la familia, debemos traer a los niños al centro de nuestro cuidado y atención. Esta es la única manera en la que este mundo podrá sobrevivir, porque nuestros hijos son la única esperanza para el futuro. Cuando los ancianos son llamados a donde Dios, solo sus hijos los pueden reemplazar.”
Véase, si no, el siguiente vídeo. Según Superiora de Misioneras de la Caridad, Madre Teresa sólo vivió para consolar a Cristo.
La devoción de Santa Teresa de Calcuta a Cristo en la Eucaristía es, sin duda, en ella, y también en sus hijas, las Misioneras de la Caridad, uno de los rasgos principales de su fisonomía espiritual.
Un periodista le preguntó a la Madre Teresa: “¿Qué es lo más importante, a su juicio, en la formación de las monjas?”. Respondió ella: "Lo más importante es que tengan un amor hondo, personal, al Santísimo Sacramento, de tal forma que encuentren a Jesús en la Eucaristía. Así podrán encontrarle también en el prójimo y servirle en los pobres" (…)
Hoy multitud de medios hablarán de su obra, y no me propongo hacer aquí una entrada para abarcarla, porque sería imposible. La vida de la Madre Teresa fue un canto del amor a los demás que es capaz de infundir en nosotros el amor infinito de Dios. Con cada uno de sus gestos, con cada acto de servicio a los demás, en los ambientes más pobres y necesitados del mundo, en sitios donde otros muchos nunca se habrían atrevido a entrar -como las leproserías-, nos demostró que la caridad no es solamente ayudar a los necesitados, sino también y en primer lugar amarles. Y precisamente sobre amor van las palabras de la Madre Teresa que os traigo a continuación.
Un valiente discurso ante políticos en Washington DC
El 3 de febrero de 1994 la fundadora de las Misioneras de la Caridad habló en el desayuno de Oración Nacional en Washington DC, Estados Unidos. Puedes leer el discurso entero aquí. La parte que citaré a continuación se refiere a una de las lacras que está cegando al mundo en nuestros días, una lacra que está amenazando la paz al amenazar la vida en el lugar donde ésta debería estar más protegida. Este discurso lo dijo ante una clase política que se muestra, a menudo, indiferente a este drama. La Madre Teresa nunca tuvo temor alguno a decir las cosas con valentía fuese cual fuese el auditorio. Aquel día hizo uno de los discursos más bellos, certeros y admirables que he leído en defensa del derecho a la vida:
“Hablamos del amor a los niños que es donde el amor y la paz deben comenzar. Estos son los hechos que contribuyen al rompimiento de la paz. Pero siento que el mayor destructor de la paz hoy en día es el aborto, porque es la guerra contra los niños, el asesinato directo de los inocentes, asesinato de la madre en contra de si misma.
Si nosotros aceptamos que una Madre asesine a su propio hijo, ¿cómo entonces podemos decirle a otros que no se maten entre sí? ¿Cómo podemos convencer a una mujer de no tener un aborto? Como en todo, debemos persuadirla con amor y recordamos que amar significa dar hasta que duela. Jesús dio hasta su vida por amarnos. Así es que, la madre, que esté pensando en tener un aborto, debe ser ayudada a amar, o sea dar hasta que le duelan sus planes, o su tiempo libre, para que respete la vida de su hijo. El padre de ese niño, quien quiera que sea, debe dar también hasta que le duela. Con el aborto, la Madre no aprende a amar, sino a matar hasta su propio hijo para resolver sus problemas.
Y con el aborto, al padre se le dice que no tiene que tener responsabilidad alguna por el niño que ha traído a la vida. El padre es capaz de poner a otras mujeres en la misma circunstancia. Por lo tanto el aborto solo lleva a más abortos. Cualquier país que acepte el aborto, no le enseña a su gente a amar, sino a utilizar violencia para recibir lo que quieran. Es por esto que el mayor destructor del amor y de la paz es el aborto.
Mucha gente se preocupa bastante por los niños de la India, con los niños de Africa donde muchos mueren de hambre, etc. Mucha gente también se preocupan por toda la violencia en esta gran nación de los Estados Unidos. Preocuparse por esto es bueno. Pero casi siempre a esta misma gente no les interesan los millones que, intencionalmente, están siendo asesinados por decisión de sus propias madres. Y este es el mayor destructor de la paz hoy en día: el aborto cegó a la gente.
Y por esto yo apelo en la India y en cualquier lugar – “traigamos de regreso a los niños.” El niño es un regalo de Dios para la familia. Cada niño está creado de manera especial a la imagen y semejanza de Dios para grandes cosas. Para amar y ser amado. En este año de la familia, debemos traer a los niños al centro de nuestro cuidado y atención. Esta es la única manera en la que este mundo podrá sobrevivir, porque nuestros hijos son la única esperanza para el futuro. Cuando los ancianos son llamados a donde Dios, solo sus hijos los pueden reemplazar.”
ELENTIR
-----
Y les dijo más aún: Por favor, no asesinen a los niños. Yo quiero a los niños. Por favor entréguenme los niños. Yo estoy dispuesta a aceptar a cualquier niño que lo hayan querido abortar y se lo entregaré a una pareja casada que lo amará y serán amados por ese niño.
Y finalizó su discurso así: Desde aquí, un aviso de cuidar a los más débiles y a los no nacidos, debe salir hacia el mundo.
Desgraciadamente, no le han hecho mucho caso.
De todos modos, yo haría especial hincapié en un hecho, del que se habla muy poco o nada en los medios de "comunicación" (¿?) y es que fue su inmenso amor a Jesucristo lo que llevó a la Madre Teresa de Calcuta a hacer todo cuanto hizo por los pobres de este mundo.
Sí, ésa y no otra, fue la única razón, la razón más poderosa, para llevar a cabo la misión que Dios había pensado para ella. Este amor a Dios, encarnado en Jesucristo, fue el que la llevó a entregar su vida por completo en favor de los pobres y de los humildes, de los más indefensos ... porque en ellos veía a Jesús crucificado y muerto para librarnos de la mayor de las miserias, que es el pecado.
Véase, si no, el siguiente vídeo. Según Superiora de Misioneras de la Caridad, Madre Teresa sólo vivió para consolar a Cristo.
Duración 3:08 minutos
José Martí
Añado a continuación parte de un texto, tomado de un artículo de Infocatólica, del padre Iraburu, en donde se pone de manifiesto esta última afirmación que hago. Dice lo siguiente:
La devoción de Santa Teresa de Calcuta a Cristo en la Eucaristía es, sin duda, en ella, y también en sus hijas, las Misioneras de la Caridad, uno de los rasgos principales de su fisonomía espiritual.
El padre Edward Le Joly, que las atendió durante muchos años, lo testimonia con fuerza en su biografía, de la que reproduzco algunos fragmentos (La Madre Teresa, Palabra, Madrid 1994, 4ª ed., 141-143).
-----
En la Eucaristía está la Víctima del Sacrificio al que se incorporan las Hermanas, el Alimento que las sostiene y les da la fortaleza necesaria para llevar a cabo su labor apostólica, la Sagrada Presencia a la cual acuden para ofrecerle consuelo y amor y recibir inspiración y aliento.
La Madre insiste en la importancia de hacer la oración ante el Santísimo Sacramento, de ser fieles a la hora de la adoración vespertina. Ella acompaña a todos los visitantes a visitar la capilla y les invita a saludar al Dueño de la casa. Se regocija cuando se entera de que los grupos de sus Colaboradores organizan horas de adoración ante el Sagrario …
Las Hermanas pasan horas al día lejos de su convento, trabajando, mucho tiempo viajando o caminando por las calles, así que deben aprender a dialogar con el Señor en cualquier circunstancia y a encontrarle en cualquier parte. Hablando a las que van a profesar, siempre les insiste en la presencia de Dios. Enseguida lo comprenden y se dan cuenta de que está presente en su alma y ese descubrimiento convierte su oración en algo personal, íntimo, habitual.
Quien ama a Jesús, practica los dos mandamientos: amor a Dios y al prójimo. Las Hermanas, por vocación divina, están llamadas al amor, a un amor total e incluso heroico. Descubren la presencia de Dios, que las conduce a El. Con amor y respeto, le sirven en el prójimo, curando las llagas de Cristo en los sufrimientos de sus hermanos y hermanas. (...)
La Madre insiste en la importancia de hacer la oración ante el Santísimo Sacramento, de ser fieles a la hora de la adoración vespertina. Ella acompaña a todos los visitantes a visitar la capilla y les invita a saludar al Dueño de la casa. Se regocija cuando se entera de que los grupos de sus Colaboradores organizan horas de adoración ante el Sagrario …
Las Hermanas pasan horas al día lejos de su convento, trabajando, mucho tiempo viajando o caminando por las calles, así que deben aprender a dialogar con el Señor en cualquier circunstancia y a encontrarle en cualquier parte. Hablando a las que van a profesar, siempre les insiste en la presencia de Dios. Enseguida lo comprenden y se dan cuenta de que está presente en su alma y ese descubrimiento convierte su oración en algo personal, íntimo, habitual.
Quien ama a Jesús, practica los dos mandamientos: amor a Dios y al prójimo. Las Hermanas, por vocación divina, están llamadas al amor, a un amor total e incluso heroico. Descubren la presencia de Dios, que las conduce a El. Con amor y respeto, le sirven en el prójimo, curando las llagas de Cristo en los sufrimientos de sus hermanos y hermanas. (...)
José María Iraburu
La homilía de la ceremonia de canonización de la madre Teresa de Calcuta, fundadora de las Misioneras de la Caridad, puede leerse pinchando aquí.(Infovaticana) o también aquí (Infocatólica)