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lunes, 31 de octubre de 2016

Obispo Schneider: En tiempos de crisis, Dios hace uso de los pequeños


El 20 de octubre, Su Excelencia el Obispo Athanasius Schneider bendijo una vez más con su visita a los Canónigos Regulares de la Nueva Jerusalén y su Priorato de la Anunciación de la Santísima Virgen María en Charles Town, West Virginia. Celebró una misa acompañada por bellísimos cánticos cantados por un coro. Además, había familias grandes presentes y el Obispo Schneider dio también la primera comunión a un pequeño. Luego de la santa misa, Su Excelencia dio una presentación oral espontánea sin manuscrito preparado.

Esta pequeña presentación fue íntima y bien recibida por los fieles, algunos de los cuales tenían muchas preguntas apremiantes que luego el obispo respondió en conversaciones personales fuera del templo. Es siempre muy conmovedor ver la humildad e inmensa amabilidad del Obispo Schneider – especialmente hacia los pequeños – su profunda fe y amor hacia el pecador. Su confianza en la ayuda de la Madre de Dios está siempre presente, y también insiste en la manera caritativa y respetuosa de hablar con quienes están en desacuerdo dentro de la Iglesia Católica.

Además, luego de su santa misa, en una conversación personal conmigo y mi marido, el Obispo Schneider también alentó a los católicos a firmar la recientemente publicada Declaración de Fidelidad a la Enseñanza Inmutable de la Iglesia sobre el Matrimonio y su Ininterrumpida Disciplina. Por esta razón, ofrecemos aquí un vínculo a dicha solicitud que no sólo ha sido firmada por el mismo obispo Schneider, sino también por el cardenal Carlo Caffarra y el cardenal Raymond Burke, entre otros seis mil firmantes. Desde la publicación de esta declaración – la cual rechaza cualquier cambio en la enseñanza moral tradicional de la Iglesia Católica sobre el matrimonio y la familia, como el presentado en la exhortación post-sinodal Amoris Laetitia – la han firmado muchos sacerdotes y teólogos. Se espera que esta declaración se convierta – como lo fue la Súplica Filial anterior, que fue firmada por más de un millón de católicos – en un signo sincero y perseverante de la fidelidad de muchos católicos en todo el mundo.

Además de este documento, el obispo Schneider ofreció también otras recomendaciones para nosotros los fieles que enfrentamos la crisis y confusión actuales dentro de la Iglesia Católica. En su pequeña charla, después de la misa del 20 de octubre, recomendó que mantengamos nuestra fe y confianza sabiendo que la Iglesia se encuentra en manos de Dios y que Él es más fuerte que cualquier Papa u Obispo. Por tanto, según Schneider, Nuestro Señor hace uso una vez más de los pequeños de la Iglesia como canal de gracia y de renovación. Este prelado magnánimo y caritativo nos recuerda que debemos mantener la caridad hacia nuestros oponentes y el sentido de comunión entre los miembros del cuerpo místico de Cristo en el que, algunas veces, un miembro puede ayudar especialmente al miembro más débil.

Por favor, lean el siguiente texto de su charla tal como fue grabada y luego transcrita por mí, con la aprobación de Su Excelencia el Obispo Athanasius Schneider para que haga uso público de ella. He realizado mi mejor esfuerzo por permanecer fiel a sus palabras grabadas ex corde pleno, pero lamentablemente algunas palabras me resultaron inaudibles.

Maike Hickson
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Obispo Athanasius Schneider
Charles Town, West Virginia, 20 de octubre 2016

Mis queridos hermanos y hermanas,

Me alegra mucho que aquí también haya niños presentes, gente joven, familias, y esto es ciertamente un signo de una verdadera renovación de la Iglesia. Esto nos puede dar realmente confianza y esperanza en medio de tanta confusión que presenciamos fuera y dentro de la Iglesia. Y por lo tanto mantenemos la fe y la confianza, la fe sobrenatural, que la Iglesia está en manos de Dios. La Iglesia no está en nuestras manos. La Iglesia no está en las manos del Papa o de los obispos. La Iglesia está en manos de Dios. Él es el Maestro. Él es la cabeza de la Iglesia. Renovemos esta fe porque la Iglesia es esencialmente una realidad sobrenatural, si bien la Iglesia también es humana y visible.

Quizás en este tiempo de crisis estamos demasiado concentrados en la parte humana de la Iglesia, donde observamos la debilidad, la traición; pero la parte invisible, mística, la realidad sobrenatural de la Iglesia es más grande, más fuerte. Y ninguna fragilidad humana o traición puede destruir la Iglesia, ni siquiera la de los miembros más altos de la jerarquía. Y así lo ha sido siempre en los 2000 años de Iglesia. Entonces, cuando solemos rezar “creo en la Iglesia que es una, santa, católica y apostólica”, debemos renovar nuestra fe en eso, que la Iglesia es una obra de Dios. Y por supuesto, en tiempos de prueba y de crisis, el Espíritu Santo usualmente hace uso de los pequeños de la Iglesia, los que no ostentan el poder – me refiero al poder administrativo. Y así lo fue siempre. Dios siempre elige a los pequeños, los de Nuestra Señora, los siervos de Dios, los pequeños.

Nuestro Señor se hizo pequeño de niño; Nuestro Señor eligió como simples apóstoles a los pescadores; y entonces Nuestro Señor dice, alaba al Padre por haber elegido revelar los misterios del Reino a los pequeños. Y esta es una verdad de la realidad sobrenatural de la Iglesia porque somos el cuerpo místico de Cristo. Mantengámoslo fuerte – el cuerpo místico de Cristo. Donde todos estamos conectados el uno al otro, de manera viva, de manera sobrenatural, pero verdadera. En esta conexión, un miembro de la Iglesia ayuda al otro. Realmente estamos como en un cuerpo vivo, conectados, y también en la Iglesia; por lo tanto cuando algunas veces una parte del cuerpo de Cristo es débil, (quizás en este tiempo lo sean aquellos en el poder, aquellos de la jerarquíaentonces el Espíritu Santo utiliza a los pequeños de Su cuerpo para fortalecer a los que tienen el poder visible

Por tanto, creo que el Espíritu Santo está haciendo lo mismo en nuestro tiempo. Entonces ustedes, mis hermanos y hermanas, los pequeños, los más inocentes pequeños con sus oraciones, sus sacrificios, renuevan la Iglesia. Estas gracias, cuando se celebra la Santa Misa reverentemente, con fe, con dignidad, con reverencia en estos lugares en los que Nuestro Señor es adorado verdaderamente como Dios durante la sagrada comunión – interna y también externamente – en estos lugares está ocurriendo una verdadera renovación de la Iglesia. Y éste es el poder del Espíritu Santo. Y ni siquiera aquellos con autoridad dentro de la Iglesia pueden detener esto. Ni el Papa puede detenerlo, porque ésta es la obra del Espíritu Santo. Y el Papa es más débil que el Espíritu Santo, es tan sólo el débil ministro de Cristo.

Por lo tanto, renovemos verdaderamente nuestra profunda fe sobrenatural, y oremos y hagamos sacrificios por el Papa y los obispos para que reciban nueva fuerza, nuevos dones del Espíritu Santo, especialmente el don del coraje, fortaleza, para ser testigos de nuestra fe, para defender la fe y conducir sus vidas para Cristo. Por favor, oren por ellos, y que Dios envíe más y más santos pastores a la Iglesia en todo nivel, que lo sean de verdad y que tengan el coraje de los apóstoles y den sus vidas por la verdad y por las almas.

Entonces, mis queridos hermanos y hermanas, recordemos en este tiempo, y en todo tiempo de crisis y prueba, que es un tiempo especial de gracias. Y pidan a Nuestro Señor que fortalezca su fe, la fe sobrenatural, y siéntanse orgullosos de la fe católica.

Ustedes conocen su fe. Ustedes tienen el catecismo. Ustedes tienen el catecismo de Baltimore, el catecismo tradicional, ustedes saben que ésa es la fe, y tienen a Nuestro Señor aquí en la santa misa y la sagrada comunión; tienen a los santos, la esperanza. Por lo tanto, den gracias a Dios y siéntanse orgullosos de la fe católica.

Y no permitan ser confundidos por nadie. Digan siempre: “Yo sé en Quien creo.” Tal como dijo San Pablo: “Yo sé.” Y por ésta, mi fe católica, estoy listo para sufrir cuando no es tan [palabras inaudible]… y esta es nuestra riqueza, queridos hermanos y hermanas.

La fe católica, Nuestro Señor en la eucaristía, y cuando tenemos a Nuestro Señor en la Eucaristía, tenemos luego todas las cosas y éste es el misterio para nosotros, y somos las personas más ricas del mundo.

Alabado sea Nuestro Señor Jesucristo ahora y para siempre, Amén

Monseñor Atanasio Schneider

Colegio Juan Pablo II. Cristina Cifuentes se convierte en la heroína de los comunistas madrileños (Eulogio López)

FUENTE: HISPANIDAD

Repasemos los hechos. Dos normas de la presidenta de la Comunidad de Madridsobre identidad de género al imponer el homosexualismo en las escuelas. Para respetar al homosexual es imprescindible que les eduquen en la libre opción sexual como haría, por ejemplo, el lobby gay. Normas lanzadas por la insigne pepera Cristina Cifuentes (en la imagen).
Entonces va el colegio Juan Pablo II, de la localidad madrileña  de Alcorcón y dice que no. Carlos Martínez, su director, sigue el ideario católico que les han prometido a los padres de sus alumnos y asegura que no hay que cumplir la ley inicua. Sobre todo, cuando dos de los tres obispos de Madrid firman una carta de gran altura intelectual donde dejan claro que las leyes de la obispa Cifuentes atentan contra la libertad religiosa, contra la libertad de enseñanza y contra la libertad de cátedra. Y las leyes inicuas no deben ser obedecidas.
¿Podía permitirse? Cristina Cifuentes, sin que el Gobierno Rajoy mueva un dedo, sin que el PP le llame a capítulo ni Rajoy la detenga, hace dos cosas: abrir un expediente al colegio para quitarle el concierto y hundirlo económicamente (como si el dinero fuera suyo) y, no contenta con ello, traslada al fiscal la carta de Carlos Martínez, un valiente, por si fuera objeto de delito de homofobia. Le pueden caer (artículo 510 del Código Penal) entre tres y cuatro años de cárcelsimplemente por comportarse como un cristiano.
Pero lo más triste de todo es cuando el secretario general de la Conferencia Episcopal, José María Gil Tamayosacerdote del Opus Dei,  recomendó a Carlos Martínez que tuviera cuidado con las expresiones. Vamos, que fuera más políticamente correcto.
Y este es el final, por ahora, de esta edificante historia: los colegios religiosos no se han solidarizado con el Juan Pablo II, nadie ha hecho frente a Cifuentes, las órdenes religiosas tampoco pero, lo más triste es que la jerarquía, con la excepción de dos obispos, no haya hecho frente a la presidenta de la Comunidad de Madrid, mientras Carlos puede acabar en prisión.
Así que no es de extrañar que Izquierda Unida y los comunistas se hayan entusiasmado con la pepera Cristinita.
Y que Soraya Sáenz de Santamaría asegure que no quiere juzgar las normas inicuas de su compañera de partido porque no tiene competencia sobre Madrid. Un gran partido el PP.
Eulogio López

En la fiesta del gran hereje (por Javier Navascués)



El 31 de octubre es una fecha marcada a fuego en la agenda Papal, con un claro objetivo: conmemorar el V Centenario de la mal llamada reforma protestante, O sea de la herejía protestante, que tanto daño hizo a la cristiandad esparciendo su error por Alemania y el norte de Europa y más tarde por Norteamérica y el resto de América en innumerables sectas. 

España llevó la fe a América, los ingleses la herejía. Para contrarrestar la funesta figura de Lutero emergió en la Iglesia la ciclópea figura de San Ignacio de Loyola, fundador de la Compañía de Jesús, milicia en defensa de la sana doctrina, siempre militante contra la herejía.

Lástima que no cupiese en tan apretada agenda papal el V Centenario de Santa Teresa de Jesús, maestra de oración, modelo de obediencia y de amor a la Iglesia, ni para la visita a España, el país que evangelizó el nuevo continente, incluida Argentina. Mientras, la estatua de Lutero, con el color rojo demoníaco, preside tan campante el aula Pablo VI del Vaticano. Todo ello fue analizado espléndidamente en esta página: http://adelantelafe.com/francisco-san-martin-lutero-perfectamente-juntos/

Conviene repasar las palabras exactas con las que se refiere el Catecismo de San Pío X al Protestantismo, herejía fundada por Martín Lutero y dividida en innumerables sectas.

  • 129. El Protestantismo o religión reformada, como orgullosamente la llaman sus fundadores, es el compendio de todas las herejías que hubo antes de él, que ha habido después y que pueden aún nacer para ruina de las almas
  • 130. Con una lucha que dura sin tregua hace veinte siglos, no ha cesado la Iglesia católica de defender el depósito sagrado de la verdad que Dios le ha encomendado y de amparar a los fieles contra la ponzoña de las heréticas doctrinas. 
  • 131. A imitación de los Apóstoles, siempre que lo ha exigido la pública necesidad, la Iglesia ha definido con toda claridad la verdad católica, la ha propuesto como dogma de fe a sus hijos y ha arrojado de su seno a los herejes, lanzando contra ellos la excomunión y condenando sus errores
  • 132. El Concilio que condenó el protestantismo fue el Sacrosanto Concilio de Trento, denominado así por la ciudad donde se celebró. 
  • 133. Herido con esta condenación, el protestantismo vio desenvolverse los gérmenes de disolución que llevaba en su viciado organismo: las discusiones lo desgarraron, multiplicáronse las sectas que, dividiéndose y subdividiéndose, lo redujeron a menudos fragmentos. Al presente, el nombre de protestantismo no significa ya una creencia uniforme y extendida, sino que encierra un amontonamiento, el más monstruoso, de errores privados e individuales, recoge todas las herejías y representa todas las formas de rebelión contra la santa Iglesia católica
Analicemos igualmente los principales puntos doctrinales que siglos antes había determinado el Concilio de Trento para fortalecer la fe católica ante la herejía protestante:

  • Declaró que las fuentes de la revelación son las Escrituras y la Tradición de la Iglesia. De esta manera la Iglesia contestaba la doctrina de Lutero que todo lo cifraba en la sola Escritura.
  • Fijó los libros de la Biblia o canon: son 73 libros; 46 del Antiguo Testamento y 27 del Nuevo Testamento. Los protestantes aceptan 39 libros del Antiguo Testamento y 27 del Nuevo Testamento; en total, 66 libros; siete menos que los católicos. Los protestantes no aceptan Tobías, Judit, Sabiduría, Eclesiastés, Baruc, 1 y 2 de Macabeos.
  • Explicó la doctrina del pecado original, la gracia y los sacramentos que, en pocas palabras, se resume así: El hombre nace herido con el pecado original, pero no corrompido. Dicho pecado se borra totalmente con el bautismo, aunque queda la concupiscencia o la tendencia o inclinación al pecado. El bautismo nos santifica y el hombre con la gracia del bautismo y de los sacramentos puede hacer obras buenas y meritorias a los ojos de Dios. Así daba contestación al protestantismo que decía que el hombre estaba totalmente corrompido y era incapaz de hacer el bien, aunque haya recibido el bautismo
  • Reafirmó la existencia de los siete sacramentos
  • Afirmó que la fe en Jesucristo salva, pero que las obras buenas son necesarias. Los protestantes afirman que sólo la fe salva, pues todas las obras hechas por el hombre son obras empecatadas y no agradables a Dios.
  • Volvió a enseñar, conforme a la tradición, el valor de las indulgencias, el culto a los santos, el celibato, la vida religiosa, la existencia del purgatorio. Para ganar las indulgencias se necesita, además de la obra de caridad a la que está ligada, tener un corazón contrito, que rechaza el pecado. Ese espíritu penitencial se debe manifestar confesándose, recibiendo la comunión y rezando por las intenciones del Papa.
  • Publicó el catecismo romano, destinado a los párrocos, para ayudarles en su labor y en la enseñanza del catecismo a los niños.

LUTERO SE CREÍA DIVINO


Por último quiero compartir con ustedes un texto de Don Plinio Corrêa de Oliveira, pensador católico tradicional, donde profundiza magistralmente en la nefasta figura de Lutero. Es un documento sumamente interesante para desenmascarar hasta el tuétano el pensamiento de la siniestra figura de Lutero y la intrínseca malignidad de su perversa doctrina.

Es un análisis muy lúcido, clarividente y actual. ¿Tiene algo que ver con Cristo este gran impío? ¿Puede haber un acercamiento con los protestantes, si no renuncian totalmente a las herejías y aberraciones de su fundador? Les dejo con el texto de Don Plinio, escrito en la “Folha de S. Paulo”, 10 de enero de 1984.

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No comprendo cómo ciertos eclesiásticos contemporáneos, incluso de los más cultos, doctos e ilustres, pueden hacer de Lutero, el heresiarca, una figura mítica, con el empeño de favorecer una aproximación ecuménica. Esta aproximación sería en primer término con el protestantismo e indirectamente con todas las religiones, escuelas filosóficas, etc. ¿Discernirán estos hombres el peligro que a todos nos acecha al final de ese camino? Me refiero a la formación a escala mundial de un siniestro supermercado de religiones, filosofías y sistemas de todo tipo, en el que la verdad y el error se presentarán fraccionados, mezclados y puestos en bullicio. Sólo quedaría ausente del mundo —si es que se pudiera llegar hasta allá— la verdad total; o sea, la fe católica, apostólica, romana, pura y sin mancha.

A propósito de Lutero —a quien le correspondería bajo cierto aspecto el papel de punto de partida en esta marcha hacia el desorden total— publico hoy algunos tópicos más que muestran bien el olor que su figura rebelde exhalaría en ese supermercado o, mejor, en esa necrópolis de religiones, de filosofías y del mismo pensamiento humano.

La doctrina de la justificación indepen­diente de las obras es un elemento carac­terístico de la enseñanza de Lutero. En términos llanos quiere decir que los méri­tos superabundantes de Nuestro Señor Jesucristo aseguran al hombre por sí so­los la salvación eterna. De manera que se puede llevar en esta tierra una vida de pecado sin remordimiento de conciencia ni temor de la justicia de Dios.

¡Para él la conciencia no era la voz de la gracia, sino la del demonio! Por eso le escribió a un amigo que el hombre vejado por el demonio de cuando en cuando “debe beber con más abundancia, jugar, divertirse y aun come­ter algún pecado por odio y para molestar al demonio, para no darle pie a que per­turbe la conciencia con niñerías. (…) Todo el decálogo (de la ley de Dios) se debe borrar de nuestros ojos y nuestra alma, de nosotros, tan perseguidos y molestados por el diablo”

En este sentido también escribió Lutero: “Dios sólo te obliga a creer y a confesar. En todas las otras cosas te deja libre y dueño de hacer lo que quieres, sin peligro alguno de conciencia; más bien es cierto que a Él no le importa incluso que dejes a tu mujer, huyas de tu señor y no seas fiel a ningún vínculo. ¿Y qué más le da (a Dios) que hagas o dejes de hacer semejantes cosas?”

Tal vez más tajante es esta incita­ción al pecado en carta a Melanchton del 1 de agosto de 1521: “Sé pecador y peca de veras (“esto peccátor et peca fórtier”), pero con aún mayor firmeza cree y alégra­te en Cristo, vencedor del pecado, de la muerte y del mundo. Durante la vida pre­sente debemos pecar. Basta que por la misericordia de Dios conozcamos al Cordero que quita los pecados del mundo. De él no nos ha de separar el pecado aunque cometamos mil homicidios y mil adulterios por día”

Esta doctrina es tan descabellada que el propio Lutero a duras penas conse­guía creer en ella: “No hay ninguna reli­gión en toda la tierra que enseñe esta doctrina de la justificación; yo mismo, aunque la enseñe públicamente, creo en ella con gran dificultad”

Pero el mismo Lutero reconocía los efectos de su predicación confesada­mente insincera: “El Evangelio encuentra hoy en día adherentes que se persuaden de que ésta no es sino una doctrina que sirve para llenar el vientre y dar rienda suelta a todos los caprichos".

Y acerca de sus secuaces evangélicos Lutero agregaba que “son siete veces peores que antes. Después de la predica­ción de nuestra doctrina los hombres se entregaron al robo, a la mentira, a la impostura, a la crápula, a la embriaguez y a toda especie de vicios. Expulsamos un demonio (el Papado) y vinieron siete peo­res”

“Después que comprendimos que las buenas obras no son necesarias para la justificación, quedamos mucho más remi­sos y fríos en la práctica del bien. (…) Y si hoy se pudiese volver a la antigua situa­ción, si de nuevo reviviese la doctrina que afirma la necesidad del recto proceder para ser santo, otro sería nuestro entu­siasmo y disposición en el ejercicio del bien”

Todos esos desvaríos explican que Lutero haya llegado al frenesí del orgullo satánico, diciendo de sí mismo: “¿No os parece este Lutero un hombre extravagante? Para mí lo tengo como Dios. Si no, cómo podrían tener sus es­critos y su nombre la potencia de trans­formar mendigos en señores, asnos en doctores, falsificadores en santos, lodo en perlas?”

Otras veces la opinión que Lutero tenía de sí mismo era mucho más objeti­va: “Soy un hombre expuesto y compro­metido en la sociedad, en la crápula, en los impulsos carnales, en la negligencia y otras molestias, a las que se vienen a juntar las de mi propio oficio"

Excomulgado en Worms en 1521, Lutero se entregó al ocio y a la indolencia. Y el 13 de julio escribió a Melanchton, otro prócer protestante: “Yo aquí me hallo, insensato y endurecido, establecido en el ocio; ¡oh, dolor!, rezando poco y dejando de gemir por la Iglesia de Dios, porque mi carne indómita arde en grandes llamas. En suma, yo, que debo tener fervor de espíritu, tengo el fervor de la carne, de la lascivia, de la pereza, del ocio y de la somnolencia”

Javier Navascués

Francisco se hace el sueco (Fray Gerundio)


Llega el ansiado lunes día 31 de Octubre. Francisco está deseando tomar el avión que lo llevará a Lund para celebrar la tan anhelada ceremonia, en compañía de la Arzobispa correspondiente. Menudo gozo. Es un día para agradecerle a Dios el regalo de Lutero.

Menudo regalo. Gracias a este santo varón, las Sagradas Escrituras empezaron a estar en las manos del pueblo cristiano. Antes, ni pum. Gracias a él, quedaron al descubierto los errores que hasta entonces estaba cometiendo la Iglesia. Item más. Por virtud de su encandilado carisma, “Lutero quiso poner remedio a una situación compleja”. Los pobres suecos están en una situación de distancia y a Francisco no le gustan las distancias porque la distancia hace daño. Ya se sabe que el espacio es superior al tiempo, aunque el tiempo supera al espacio por poco tiempo, según se desprende de las delirantes y sabias palabras vertidas por aquí y por allá en encíclicas y sermonarios ad usum.

Total, que Francisco ha decidido hacerse el sueco. O sea, ha determinado agavillarse a la celebración que inicia el magno evento. Los de Rome Reports, que ya se sabe cómo proceden y de dónde proceden, se las ven y se las desean para presentar el evento. El cardenal Kurt Koch, que no se sabe si es católico-luterano o luterano-católico-próximo al luteranismo, lo explica muy bien creyendo que somos luteranos.


Mientras tanto, una voz en off quiere adoctrinarnos sobre el tema:

Cuando el Vaticano anunció el viaje del Papa a Suecia para el primer acto conmemorativo del 500 aniversario de la Reforma protestante, se alzaron muchas voces críticas entre los católicos. No comprendían qué tenía que celebrar el Papa en el aniversario de un cisma. Pero el cardenal Kurt Koch, que preside el Consejo Pontificio para la Unidad de los cristianos, explica que el viaje encierra varios aspectos. En primer lugar sirve para mostrar la actual buena relación entre luteranos y católicos.

O sea, el que no esté de acuerdo en este viajecito de primera, es que no ha entendido. ¿Qué parte del viaje a Suecia no has entendido?, que se dice ahora. ¿Qué parte del entusiasmo por Lutero no has entendido? ¿Qué parte de la boca abierta por Lutero no entiendes? ¿También tú vas con esos galileos con cara de pepinillo que están en contra del diálogo, tender puentes, echar lazos y construir unidad?

Por eso, por encima de todo, a pesar de todo y con un par de solideos pontificios, Francisco ha decidido hacerse el sueco. Según mi abuela palentina, hacerse el sueco viene a ser simular alguien que no oye o no entiende una cosa, o que no se da cuenta de que se le alude con ella. Hacerse el torpe, el tonto. O sencillamente, pasarse por el arco del triunfo cualquier opinión que no interesa escuchar. Claro está que esto les suele pasar a los más dialogantes con las opiniones de los demás dialogados. Que siempre son los cerrados, los antitolerantes y los tercos. Nunca le pasaría esto a Francisco.

El caso es que Francisco se está haciendo el sueco.

- Se hace el sueco desoyendo las críticas de los católicos escandalizados ante tamaño disparate ecuménico.

- Se hace el sueco ante las críticas a su anti-catolicismo. Prefiere una Arzobispa dialogante que todo un número de fieles preocupados por el estado del Bergoglio Destructor.

- Se hace el sueco ante las resoluciones del Concilio de Trento.

- Se hace el sueco ante los numerosos católicos que en la red -porque no tienen otro púlpito-, le exigen que aclare sus posturas anticatólicas y que declare con toda claridad el sentido de sus palabras dichas al albur del último mate o de la última y mordaz ocurrencia contra la Tradición. Estos no están tan alejados como la obispa sueca y las distancias no importan, porque él es el que crea las distancias, el espacio y el tiempo.

- Se hace el sueco cuando muchos claman por el descaro con que quita y pone Obispos a su antojo, miembros de Comisiones (acaba de meter al indigno y venenoso Marini en Culto Divino). Cuando nombra Cardenales indignos, defensores de la homosexualidad.

- Se hace el sueco cuando se le advierte de la cantidad de posibles (?) herejías contenidas en la Amoris Laetitia.

- Y por último, se hace el sueco ante los repetidos terremotos que en Italia le están avisando sobre su futuro inmediato.

Pero es igual, Dios jamás se hace el sueco. Puede ser que en algunos determinados momentos, Dios se haga el dormido. Puede que no actúe con la rapidez que muchos quisiéramos. Pero el Señor no se hace el sueco jamás. Le preocupa su Iglesia.

Y de Él nadie se ríe, según las palabras de aquel teólogo llamado san Pablo, que por lo visto no atendía a la pastoral y se quedaba solo en la doctrina. No había leído la Amoris Laetitia y no daba entrevistas a La Civiltà Cattolica.

Este 31 de Octubre es un día triste. Pero tranquilos. Todo se andará.

Fray Gerundio