¿Cómo se casan estas dos noticias?
(1º) El Papa pidió al cardenal Burke que limpiara de masones la Orden de Malta e hiciera respetar la moral católica
El papa Francisco con el cardenal Burke |
Albrecht Boeselager, gran canciller de la orden de Malta |
Primero, el papa Francisco pide a Burke que investigue y limpie de masones la Orden de Malta. Burke actúa teniendo en cuenta esta orden papal y, consecuentemente, despide al gran Canciller Boeselager, como máximo responsable de la distribución de anticonceptivos a través de la organización caritativa de la Orden.
Entonces Boeselager acude al Papa y éste no sólo lo restituye en su cargo sino que le da nuevas prerrogativas, destituyendo -además- al gran Maestre de la Orden de Malta, Frei Matthew Festing, quien obedece la orden papal.
Una vez restituido en su puesto, Boeselager acusa al cardenal Burke como máximo responsable de su expulsión (siendo así que fue expulsado por actuar, de modo irresponsable, dedicando una inmensa cantidad de dinero a fines que se oponen a la moral católica, cual es la distribución de preservativos).
El cardenal Burke había recibido la misión, entre otras, de eliminar las posibles corrupciones que encontrara en Malta. Y una vez descubierto uno de los principales corruptos, que era precisamente el Gran Canciller, Boeselager, éste acude al Papa quien, en lugar de apoyar al cardenal Burke, como es lo propio, hace justamente lo contrario, dejando a Burke desprovisto de autoridad, cuando hizo, en realidad, lo que se le había encargado que hiciera.
Para más INRI, ahora se acerca una "reforma religiosa" en Malta, de la cual se encargará un delegado del Papa que actuará de forma independiente del cardenal Burke, quedando éste reducido a un don nadie, prácticamente.
Como todo el mundo sabe, fue el papa Francisco quien nombró al cardenal Burke como patrono de los Caballeros de Malta, en 2014, después de haberlo retirado de su importante función en Roma como jefe del más alto tribunal del Vaticano.
Da la "casualidad" de que el cardenal Burke es también uno de los cuatro cardenales que presentó las Dubia al papa Francisco, de modo público, el 14 de noviembre de 2016 (después de haberlo hecho en privado dos meses antes sin obtener respuesta).
En la actualidad, tal respuesta por parte del papa Francisco no se ha dado, remitiendo primero a Schönborn y luego a los obispos de Buenos Aires, los cuales han dado a Amoris Laetitia la misma explicación que ahora dan los obispos alemanes: o sea, que hay casos en los que los adúlteros pueden recibir la sagrada comunión, lo cual va en contra de toda la tradición de la Iglesia.
Hay que decir, sin embargo, que -recientemente- se ha dado una respuesta, aunque sea informal, por parte del cardenal Müller, Prefecto de la CDF, a quien también iban dirigidas las Dubia de los cuatro cardenales. Y en esa respuesta se manifiesta lo que siempre ha dicho la Iglesia acerca del matrimonio y de los adúlteros. No deja de ser reconfortante, aun cuando el Papa sigue sin hablar ... y seguirá sin hacerlo.
Son muchas casualidades. Lo que sí es cierto es que el papa Francisco no está por la Tradición, como lo ha manifestado en numerosas ocasiones, siendo muy misericordioso para con "ciertos periféricos" extraños (musulmanes, judíos, hindúes, ortodoxos, adúlteros impenitentes, gays, etc...) y muy poco misericordiosos para los que son de su casa, para los católicos, para aquellos que se quieren mantener fieles a la Tradición multisecular de la Iglesia, según la misión recibida por Jesucristo (Franciscanos y Franciscanas de la Inmaculada, Monseñor Livières, los que siguen celebrando la Misa Tridentina según el rito Tridentino, misa que nunca fue abolida, como dijo Benedicto XVI en su motu propio Summorum Pontificum, etc...). Todos estos son cristianos "tristes", espíritus "rígidos", que "no hacen lío", etc.
Los verdaderos pobres, aquellos que son despreciados por todo el mundo y por gran parte de los jerarcas, los auténticos católicos, aquellos que intentan vivir su fe cristiana (y que no son noticia en los medios de comunicación) son también perseguidos por sus propios "pastores", que no son tales pastores ... desde el momento en que están inventando una religión propia, meramente humana, que sea aceptada por todo el mundo.
El único gran problema es que esa no es la religión católica, ésa no es la verdadera religión, la que Cristo fundó, sino una nueva Iglesia, que nada tiene que ver con la Iglesia de Jesucristo. Una Iglesia surgida a partir del Concilio Vaticano II y que pretende dominar al mundo, utilizando fraudulentamente la palabra de Dios, cambiándola, tergiversándola y escamoteándola ... de manera que el pueblo fiel está siendo traicionado y Jesucristo es cada vez menos conocido.
La situación actual es, pues, sumamente grave. Pero son pocas las voces que dan la alerta. Y esas pocas son acalladas enseguida, ocultadas o ridiculizadas, no sólo por el mundo sino por miembros de la alta Jerarquía de la Iglesia ... y aquí se puede incluir también al papa Francisco. Aunque esto lo digo con profunda pena, sin embargo "nada podemos contra la verdad sino en favor de la verdad" (2 Cor 13, 8). Y "es preciso obedecer a Dios antes que a los hombres" (Hech 5, 29)
Se está haciendo un grave daño a la Iglesia de Jesucristo por parte de aquéllos que debieran defenderla y que se encuentran en su interior como caballos de Troya, dispuestos a destrozarla, si ello fuera posible ... ¡que no lo es! : "Las puertas del infierno no prevalecerán contra ella" (Mt 16, 18). Y "de Dios nadie se ríe" (Gal 6,7).
Como siempre, no es cuestión de lamentarse ni de ponerse tristes, sino de aumentar nuestra confianza en el Señor pues, ahora más que nunca, estamos en sus manos. ¿Y dónde podríamos estar mejor? El problema por el que está atravesando la Iglesia sólo Dios puede solucionarlo. Y lo hará, sin lugar a dudas, aunque "sus caminos no son nuestros caminos" (Is 55,9).
No sabemos ni cómo ni cuándo; pero, desde luego actuará: Él no puede abandonar a los suyos: "¿Puede una mujer olvidarse de su niño de pecho, no compadecerse del hijo de sus entrañas? ¡Pues aunque ellas se olvidaran, Yo no te olvidaré!" (Is 49, 15). Así habla Jesucristo: "No os dejaré huérfanos. Volveré a vosotros" (Jn 14, 18). Y, por supuesto, no debemos de tener ningún miedo: "No temáis, mi pequeño rebaño, porque vuestro Padre ha tenido a bien daros el Reino" (Lc 12, 32). ¿A quiénes se dirige el Señor cuando dice estas palabras? Pues se dirige sólo a sus discípulos, a aquellos que lo han abandonado todo para seguirlo porque lo aman. Y éstos tendrán su recompensa.
¿Y quienes son los que lo aman? ¿Quiénes son aquéllos que no deben de temer, aquéllos a quienes el Padre quiere dar el Reino, aquéllos que no se quedarán huérfanos? ¿Cómo saberlo? Ésta es la respuesta: "El que acepta mis mandamientos y los guarda, ése es el que me ama. Y el que me ama será amado por mi Padre, y Yo le amaré y Yo mismo me manifestaré a él" (Jn 14, 21). Son éstas palabras de Jesucristo, que no puede engañarse ni engañarnos, puesto que es Dios.
Y esto dijo, en uno de sus mandamientos, que es el que ahora nos ocupa: "Todo el que repudia a su mujer y se casa con otra, comete adulterio; y el que se casa con la repudiada por su marido, comete adulterio" (Lc 16, 18). En el Decálogo que transmitió Moisés al pueblo de parte de Dios se puede leer: "No cometerás adulterio" (Ex 20, 14). Y san Pablo: "Quien coma el pan o beba el cáliz del Señor indignamente, será reo del cuerpo y de la sangre del Señor" (1 Cor 11, 27). Y más adelante: "El que come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propia condenación" (1 Cor 11, 29)
Y frente a la Palabra de Dios es preciso definirse: ¿A quién creemos? ¿A Dios o a los hombres? ¿Y cómo discernir aquello que es de Dios de lo que no lo es? ¿Cómo sabemos quién nos dice la verdad? ¿A qué "pastores" tenemos que seguir? ¿Quiénes son los auténticos mensajeros del mensaje de Jesucristo?
Pues también aquí tenemos una respuesta, que es, además, definitiva. Es de la carta del apóstol san Pablo a los Gálatas, palabras que son de la Biblia, palabras, por lo tanto, inspiradas por el Espíritu Santo, palabras que no son de hombre sino del mismo Dios. Y se nos dice: "Aunque nosotros mismos o un ángel del cielo os anunciásemos un evangelio diferente del que os hemos enseñado, ¡sea anatema!" (Gal 1, 8). Esto es tan importante que sigue insistiendo en ello: "Como os lo acabamos de decir, ahora os lo repito: Si alguno os anuncia un evangelio diferente del que habéis recibido, ¡sea anatema!" (Gal 1, 9).
De manera que no tenemos excusa, ni podemos aducir ignorancia (¡sería ignorancia culpable!): "Si no hubiera venido -dice Jesús- y les hubiera hablado, no tendrían pecado. Pero ahora no tienen excusa de su pecado" (Jn 15, 22).
José Martí