Aclarando ideas [Froilán Aulé]
Concepción protestante de la Eucaristía
Para destruir la fe hay que
apuntar al corazón de la Iglesia Católica,
de su vida espiritual, de su razón primera de ser y eso se logra
minando el dogma de la presencia real y substancial y banalizando
la celebración, es decir atacando la liturgia.
Ya en 1965, al final del
Concilio, circulaban teorías como la transignificación y
la transfinalización sobre la Eucaristía que, pretendiendo dar
una forma nueva y más entendible al dogma de la transubstanciación, en
realidad lo que hacían era minar la fe
en la presencia real del Hijo
de Dios en el augusto sacramento. Tuvo
que salir al paso Pablo VI con su encíclica Mysterium Fidei. Tales teorías heréticas eran las mismas opiniones de
Lutero dichas con otras palabras.
-En la misma línea de
desacralizar y banalizar la Eucaristía se inserta la comunión en la
mano. En Argentina como en todos los demás países de América e incluso los
latinos de Europa se introdujo el indulto forzadamente y dolosamente -como lo
hace notar el Obispo ahora emérito de San Luis (Argentina), Mons. Juan Rodolfo
Laise -sobre poblaciones católicas que deseaban seguir comulgando como siempre;
y llega a decir, demostrándolo, que la reintroducción de la Comunión en
la mano no es otra cosa que el triunfo de una desobediencia.
"Desobediencia gravísima
ante todo porque se trata de la Eucaristía. Luego porque implica la resistencia
abierta a una directiva clara, explícita y sólidamente fundamentada del Papa
Pablo VI; por su extensión universal; y porque quienes no obedecieron no fueron
sólo fieles o sacerdotes, sino en muchos casos obispos y hasta Conferencias
Episcopales enteras; gravísima, porque no solamente permaneció impune sino que
obtuvo un éxito rotundo; gravísima, en fin, porque ha logrado que su carácter
de desobediencia permaneciese oculto, haciendo que se crea, al contrario, que
se estaba adoptando una propuesta venida de Roma, Por todo esto creemos poder
afirmar que la introducción y difusión
por todo el mundo de la práctica de la comunión en la mano constituye la más
grave desobediencia a la autoridad papal de los últimos tiempos"
Sin embargo, es tan grande el
poder de algunas Conferencias Episcopales y también el hecho que la
desacralización se extendió de tal manera y ganó los ánimos de las personas que
quitarla, para muchos -si no para la mayoría- es quitarles un derecho (¡!)
¡Como si nosotros no tuviésemos no el derecho sino el deber de reverenciar,
respetar y adorar al Señor en la Eucaristía! Derecho es el de Dios de ser tratado
con santo temor y reverencia a su divina majestad.
Se sabe que los últimos
Prefectos del Culto Divino y Disciplina de los Sacramentos querrían volver a la
comunión de rodillas y en la boca, pero no pueden. Esta es la triste realidad.
La pregunta entonces es ¿cómo
se ha podido llegar a esto? La respuesta es obligada: porque nunca en la Iglesia se ha tolerado la difusión de errores
y abusos tan ampliamente.
Si antes, con los Papas Juan
Pablo II y Benedicto no fue posible revertir la situación ahora lo es mucho
menos. La desacralización ahora se presenta con mayor gravedad al
admitirse dar la comunión a quienes están en situación permanente de pecado
mortal olvidando las palabras de san Pablo: «Quien coma el pan o beba el cáliz del Señor indignamente,
será reo del cuerpo y de la sangre del Señor. Examínese, por tanto, cada uno a
sí mismo, y entonces coma del pan y beba del cáliz; porque el que come y bebe
sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propia condenación»" (1
Cor 11, 27-29).
Mons. Athanasius Schneider comenta
en una entrevista: "Que Cristo, bajo las especies eucarísticas, haya
llegado a ser hoy en día el más débil, vulnerable, indefenso y deshonrado en la
Iglesia es un claro y lamentable síntoma de hasta qué punto se han deteriorado
el amor y la fe plena en la Eucaristía y la Encarnación. Ciertamente, la esencia del protestantismo consiste en
rechazar la plena verdad de la Encarnación con todas sus consecuencias: la
visibilidad de la Iglesia, la vida de sacramentos, la realidad y grandeza de la
Presencia Eucarística, las características encarnativas de la liturgia.
La crisis actual de la Iglesia
se manifiesta principalmente en estas dos actitudes: una espiritualidad
gnóstica y un naturalismo
horizontal, cuya raíz está en el
antropocentrismo, el cual por su parte es
un rasgo típico del protestantismo".
Confusión
La confusión no es católica. Es, en cambio, la nota propia de las comunidades cristianas
protestantes. En ellas la confusión y la división son crónicas, congénitas,
pues nacen inevitablemente del libre examen interpretativo y de la carencia de
Autoridad apostólica.
El papa León X, en la bula Exsurge
Domine (1520), condena esta proposición de Lutero: «Tenemos camino abierto para
enervar la autoridad de los Concilios y contradecir libremente sus actas y
juzgar sus decretos y confesar confiadamente lo que nos parezca verdad, ora
haya sido aprobado, ora reprobado por cualquier Concilio» (n. 29: DS 1479).
Partiendo de esas premisas, una
comunidad cristiana solamente puede llegar a la confusión y la división. Este
modo protestante de acercarse a la Revelación pone la libertad por encima de la
verdad, y así destruye la libertad y la verdad. Hace prevalecer la
subjetividad individual sobre la objetividad de la enseñanza de la Iglesia, y
pierde así al individuo y a la comunidad eclesial. Es éste un modo tan
inadecuado de acercarse a la Revelación divina que no se ve cómo pueda llegarse
por él a la verdadera fe, sino a lo que nos parezca. No se edifica, pues, la
vida sobre roca, sino sobre arena.
La fe católica
Lo más grave de Lutero fue
hacer añicos la roca que sostiene todo el edificio cristiano: la fe en la
enseñanza de la Iglesia apostólica. Y lógicamente todo el edificio se viene
abajo.
La fe teologal cristiana es
cosa muy distinta, esencialmente diferente, de
la libre opinión de un parecer personal. Como enseña el Catecismo,
«por la fe, el hombre somete completamente su inteligencia y su voluntad a
Dios... La Sagrada Escritura llama "obediencia de la fe' a esta respuesta
del hombre a Dios que revela (cf. Rm 1, 5; 16, 26)»
La fe cristiana es, en efecto,
una «obediencia», por la que el hombre, aceptando ser enseñado por la Iglesia
apostólica, Mater et Magistra, se hace discípulo de Dios, y así recibe Sus
«pensamientos y caminos», que son muy distintos del parecer de los hombres (Is
55, 8)" [63].
La nueva Iglesia
-Para los modernistas -y
en esto coinciden con sus oponentes tradicionalistas- a partir del
Concilio nace una nueva Iglesia.
Los primeros para justificar
todos los cambios y herejías y los segundos para denunciarlos y no aceptar en
bloque al Concilio Vaticano II, origen de la revolución en la Iglesia. Frente a
ellos el Papa Benedicto habla de una hermenéutica de la continuidad, entre el
pre y el post-Concilio. Y emprende, sin resultado positivo, porque no fue
secundado, una "reforma de la reforma
litúrgica" como camino corrector para poner nuevamente las
cosas en su lugar, ya que en la liturgia que se fue imponiendo a partir de
Concilio, él ve la devastación de la fe.
A este punto, necesario es aclarar que nada tiene que ver lo que se hizo en liturgia con el Concilio porque la Constitución sobre la liturgia, Sacrosantum Concilium, pide, por ejemplo, mantener el latín.
A este punto, necesario es aclarar que nada tiene que ver lo que se hizo en liturgia con el Concilio porque la Constitución sobre la liturgia, Sacrosantum Concilium, pide, por ejemplo, mantener el latín.
El quitar el
sagrario del medio y las imágenes incluso de la Santísima Virgen, la
celebración del sacerdote "versus populum", la comunión en la mano,
todo se hizo apelando a un difuso "espíritu del Concilio" y a
misteriosas "razones pastorales".
Continuará