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Pasados por el tamiz uno después del otro, los nuevos miembros de la Pontificia Academia para la Vida nombrados el 13 de junio por el papa Francisco reservan cada día nuevas sorpresas.
Pero también en el colindante Pontificio Instituto Juan Pablo II para Estudios sobre el Matrimonio y la Familia, también entregado por el Papa al cuidado de monseñor Vincenzo Paglia, se prepara un giro en la misma dirección.
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En la Pontificia Academia para la Vida hizo ruido inicialmente el nombramiento del teólogo moralista anglicano
Nigel Biggar, partidario del aborto hasta las "18 semanas luego de la concepción".
Interpelado por Vatican Insider, monseñor
Paglia intentó justificar el nombramiento afirmando que Biggar – aparte de las palabras intercambiadas en el 2011 con el filósofo y fogoso abortista Peter Singer – "no ha escrito nunca nada sobre el tema de aborto", y sobre el fin de la vida "tiene una posición absolutamente coincidente con la católica".
Pero no ha pasado mucho tiempo para
descubrir que ambas aseveraciones no se corresponden con la verdad, y que Biggar ha expresado sus opiniones posibilistas sobre el tema del aborto en un artículo del 2015 en el “Journal de Ética Médica” y sobre el tema de eutanasia en su libro del 2014, titulado "Aiming to kill. The ethics of suicide and euthanasia".
Posteriormente se ha advertido que también otros nuevos académicos están muy lejos de las posiciones de la Iglesia:
- la sueca Katarina Le Blanc, del Karolinska Institutet, de Estocolmo, que utiliza células madre extraídas de embriones humanos fecundados in vitro;
- el japonés y premio Nobel Shinya Yamanaka, que aunque célebre por haber producido artificialmente células madre pluripotentes no excluye en absoluto que se continúen las investigaciones sobre la utilización de las células madre humanas, y explica por qué en un artículo publicado en la revista científica "Cell & Stem Cell".
- el judío israelí Avraham Steinberg, quien admite en algunos casos el aborto y la destrucción de los embriones para uso científico;
- el italiano Maurizio Chiodi, teólogo moralista de primer nivel, que en su libro "Etica della vita" se abre a la admisión de la procreación artificial, si es compatible con una “intención generadora".
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Entre tanto, como ya ocurrió para la Academia, también para el Pontificio Instituto Juan Pablo II para Estudios sobre el Matrimonio y la Familia está llegando un nuevo estatuto, que entrará inmediatamente en vigor con un quirógrafo del papa Francisco.
El instituto cambiará de nombre, ya no llevará más como título el nombre del Papa que lo fundó, se llamará "Instituto de Ciencias de la Familia" o algo parecido, y será incorporado a la Pontificia Universidad Lateranense, bajo la autoridad de su actual rector, monseñor Enrico dal Covolo.
Esta pérdida de autonomía del Instituto es justificado por los partidarios del nuevo curso asumido con la voluntad de reforzar el valor de los títulos de licenciatura en teología moral, de doctorado y de maestría que el mismo emite, para ampliar su oferta formativa integrándola con la de la universidad y de ampliar su horizonte internacional.
Pero aparte del hecho que el Instituto Juan Pablo II ya tiene numerosas
sedes en Europa, Asia, África, América y Australia, un primer efecto práctico de este cambio será que su cuerpo docente podrá ser remodelado a gusto, ingresando nuevos profesores y nuevos investigadores tomados de la Universidad Lateranense y de otras universidades, pontificias o no.
Esto es suficiente para esquivar el muro erigido por sus actuales docentes, en su casi totalidad unidos para mantener firme la línea del fundador del Instituto, el papa Karol Wojtyla, y de sus tres primeros decanos: Carlo Caffarra, Angelo Scola y Livio Melina. Éste último fue removido el verano pasado y fue sustituido por el teólogo milanés PierAngelo Sequeri, contextualmente en el nombramiento de monseñor Paglia como Gran Canciller del Instituto. De Scola, creado cardenal y arzobispo de Milán, se sabe que fue el gran derrotado por Bergoglio en el cónclave del 2013. Mientras que de Caffarra, también él creado cardenal y hoy arzobispo emérito de Bolonia, se conoce la franqueza de palabra respecto al papa Francisco: es uno de los cuatro cardenales que le han pedido públicamente que arroje claridad sobre los "
dubia" generados por su magisterio, justamente en materia de matrimonio y familia y que le han
escrito recientemente para ser recibidos en audiencia. En ambos casos sin que el Papa se dignara darles una respuesta.
Un ejemplo de la línea "wojtyliana" sobre la cual continúan siendo acreditados los docentes del Instituto de la gestión anterior es el "
Vademecum" sobre la interpretación de "Amoris laetitia", editado por los profesores José Granados, Stephan Kampowski y Juan José Pérez-Soba, en perfecta continuidad con el magisterio anterior de la Iglesia.
Pero ni siquiera faltan los primeros cambios de campo. El más clamoros es el de
Gilfredo Marengo, desde el 2013 docente de Antropología Teológica en el Instituto. Era uno de los discípulos predilectos de Scola, cuando éste era decano y también después, mientras que ahora se lo encuenta en la orilla opuesta, con monseñor Paglia. No es casualidad que justamente se le haya encomendado a Marengo la tarea de coordinar la
comisión – de la cual forma parte Sequeri, el actual decano del Instituto – que debería abrir el camino para una reinterpretación de la encíclica de Pablo VI "Humanae vitae" sobre la anticoncepción, a la luz de "Amoris laetitia".
Queda después por ver qué ocurrirá con las sedes periféricas del Instituto, también ellas poco dispuestas a someterse al nuevo curso de acción. La más poderosa es la de Washington, con un aguerrido cuerpo docene totalmente en la línea "wojtyliana" y muy bien financiada por los
Caballeros de Colón, cuyo jefe supremo, Carl Anderson, es allí también docente y vicedecano.
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En todo caso, los alumnos y los docentes del Instituto Juan Pablo II hasta ahora a cargo de cátedras tiran para adelante, sin ceder.
En el próximo número de la revista del Instituto, "
Anthropotes", aparecerá un artículo de Alberto Frigerio, un doctorado de Milán, qien critica a fondo el volumen "Amoris laetitia: un punto di svolta per la teologia morale" [Amoris laetitia: un momento crucial para la teología moral], a cargo de Stephan Goertz y Caroline Witting, editado en Italia por la editorial San Pablo, que expresa las posiciones más avanzadas de la teología alemana.
Y precisamente con el más conocido de los teólogos moralistas de Alemania, Eberhard Schockenhoff – autor de un reciente ensayo sobre "
Stimmen der Zeit" que hizo mucho ruido –, ha cruzado espadas Livio Melina, el penúltimo decano del Instituto, durante un congreso celebrado en Nysa (Polonia), en la región de Silesia, con un centenar de teólogos moralistas polacos y con la presencia de dos obispos auxiliares, de Poznan y de Lublin.
Schockenhoff es una autoridad no sólo en Alemania, sino también fuera de ella. La Conferencia Episcopal de Dinamarca, Finlandia, Islandia, Noruega y Suecia quiso escuchar precisamente a él en una jornada de estudio sobre "Amoris laetitia", llevada a cabo en Hamburgo hace dos meses.
Pero Melina contradijo punto por punto las posiciones del teólogo alemán, mostrando la falta de fundamentación del presunto "cambio de paradigma" que muchos asocian al magisterio del papa Francisco. Y los obispos de Polonia, en sus
lineamientos para la aplicación de "Amoris laetitia", concuerdan en forma plena con él.
La conferencia de Melina, pronunciada el 12 de junio, será publicada también en el próximo número de "Anthropotes", con el título: "Los desafíos de 'Amoris laetitia' para un teólogo de moral"
Sandro Magister