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Finalmente, después de mucha espera, el martes 13 de junio se difundió la lista de los nuevos miembros de la Pontificia Academia para la Vida, todos nombrados por el Papa. Falta todavía la lista del consejo directivo, también de nombramiento pontificio, así como también el de los miembros "correspondientes", cuya designación compete al presidente de la Academia, monseñor Vincenzo Paglia. Pero lo peor ha pasado.
Respecto a los anteriores 132 miembros por diversas razones de la Academia, todos despedidos el 31 de diciembre del 2016, los actuales miembros son 45 más 5 "ad honorem". Los confirmados son 33, los nuevos 17 y sus nombres, con los respectivos títulos, están en esta lista difundida por la sala de prensa de la Santa Sede:
Los eliminados son entonces varios. Entre ellos se destacan algunos académicos de gran importancia, pero que se han distinguido al criticar públicamente los nuevos paradigmas morales y prácticos que se pusieron en auge con el pontificado de Francisco.
Entre ellos están el filósofo alemán Robert Spaemann, amigo de Joseph Ratzinger desde hace mucho tiempo; el filósofo australiano John Finnis, autor con Germain Grisez de una "carta abierta" al papa Francisco y de fuerte crítica a "Amoris laetitia"; el inglés Luke Gormally y los austríacos Josef Maria Seifert y Wolfgang Waldstein.
No han sido confirmados ni siquiera activistas pro-vida de relieve internacional, como la guatemalteca María Mercedes Arzú de Wilson y la venezolana Christine De Marcellus Vollmer, entre las primeras llamadas por Juan Pablo II a formar parte de la Academia, ahora dejada desguarnecida en este frente.
Han desaparecido también tres representantes de Europa del Este que crecieron en la escuela de Karol Wojtyla y que permanecieron fiel a él, como el polaco Andrzej Szostek, el ucraniano Mieczyslaw Grzegocki y el checo Jaroslav Sturma, psicólogo y psicoterapeuta ferozmente contrario a la ideología del "gender".
Así como se puso una cruz sobre Etienne Kaboré, de Burkina Faso, perfectamente en línea con las posiciones de la Iglesia africana sobre el matrimonio, la familia y la sexualidad, vistas en acción durante los dos últimos sínodos.
De Europa faltarán los aportes del francés Bernard Kerdelhue, discípulo y gran admirador del beatificado Jérôme Lejeune, primer presidente de la Academia, y de los belgas Michael Schooyans y Philippe Schepens, ferviente defensor de la ética médica inspirada en Hipócrates. Mientras que entre los académicos latinoamericanos no estará más el chileno Patricio Ventura-Junca, muy cercano al otro ex presidente de la Academia, su connacional Juan de Dios Vial Correa.
De Estados Unidos no estará más la contribución de Thomas William Hilgers, ginecólogo muy comprometido con los métodos naturales de regulación de los nacimientos. Más que fiel a "Donum vitae" y a "Humanae vitae" y firme opositor a la anticoncepción y a la fecundación "in vitro", es probable que justamente por eso haya sido excluido, en vista de una revisión de las posiciones de la Iglesia sobre estos temas, de los que en el Vaticano se vocifera con creciente insistencia.
Pero también los confirmados y los nombres nuevos son indicativos de un cambio de dirección.
Entre los confirmados, los cinco nuevos miembros "ad honorem" representan un obligado tributo al pasado, en las personas de los cardenales Carlo Caffarra y Elio Sgreccia, de la señora Birthe Lejeune, vicepresidente de la Fundación que lleva el nombre de Jérôme Lejeune, su esposo y primer presidente de la Academia en 1994, y de los otros dos ex presidentes Juan de Dios Vial Correa, chileno, e Ignacio Carrasco de Paula, español.
Obligadas han sido también las confirmaciones del cardenal Willem Jacobus Eijk y del arzobispo de Sydney Anthony Colin Fisher, ambos "conservadores".
Pero si se mira a los otros nombres, se puede advertir que los ex miembros "correspondientes" ahora promovidos a miembros "ordinarios" están entre los más dóciles a las aperturas del papa Francisco y al nuevo curso manejado por monseñor Paglia. Se pueden citr entre éstos al obispo canadiense Noël Simard, al obispo argentino Alberto Germán Bochatey, al mejicano Rodrigo Guerra López y a la católica japonesa Etsuko Akiba.
Además han sido confirmados personajes de peso, también financiero, apreciados por sus dotes de insustitubilidad y adaptabilidad, como el jefe supremo de los Caballeros de Colón, el estadounidense Carl A. Anderson, desde hace muchos años generoso mecenas tanto de la Academia como del Pontificio Instituto Juan Pablo II para Estudios sobre el Matrimonio y la familia, o el francés Jean-Marie Le Mené, presidente de la Fundación Jérôme Lejeune y financiador de su proceso de beatificación.
Entre los 17 neo nominados, tres no son cristianos: el japonés y premio Nobel de Medicina, Shinya Yamanaka, el musulmán tunecino Mohamed Haddad y el judío israelita Avraham Steinberg, director de la Unidad de Ética de la Medicina en el Shaare Zedek Medical Center, de Jerusalén, y director del Comité Editorial de la Enciclopeia Talmúdica. Monseñor Paglia prefirió a este último, antes que al otro judío Riccardo Di Segni, rabino jefe de Roma y también él médico y experto de bioética, vicepresidente del Comité Nacional Italiano de Bioética, pero con posiciones más conservadoras y a veces explícitamente críticas del papa Francisco.
Otra significativa "new entry" es la de Angelo Vescovi, personaje discutido en los ambientes científicos pero muy vinculado a Paglia desde cuando éste era obispo de Terni, donde lo ayudó a crear un centro de estudios sobre las células estaminales y propició luego su nombramiento a director científico de la Casa Alivio del Sufrimiento de San Giovanni Rotondo, fundada por el padre Pío [de Pietrelcina].
Pero el nuevo nombre quizás más emblemático del nuevo rumbo de la Academia es el del teólogo moralista Maurizio Chiodi, docente en la Facultad de Teología de Milán y de Italia Septentrional. Chiodi se ha expresado desde hace tiempo en términos críticos sobre puntos importanes de la "Humanae vitae", de "Donum vitae" y de "Evangelium vitae". Está también en evidente discontinuidad con la encíclica "Veritatis splendor" de Juan Pablo II, mientras que por el contrario parece en sintonía con las aperturas actuales a un nuevo "discernimiento" sobre cuestiones como la anticoncepción, la fecundación in vitro, las orientaciones sexuales, "gender", la eutanasia pasiva y el suicidio asistido.
Con más prudencia, también otras columnas de la Academia que en el pasado sostuvieron posiciones antitéticas se muestran hoy dispuestas a secundar este giro. Es el caso de Francesco D'Agostino, filósofo del Derecho y presidente honorario del Comité Nacional italiano de Bioética; de Adriano Pessina, director de Centro de Bioética de la Universidad Católica de Milán; de John Haas, presidente del Centro Nacional católico de Bioética de Estados Unidos y amigo del cardenal Kevin J. Farrell, prefecto del Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida; de Ángel Rodríguez Luño, profesor de teología moral en la Pontificia Universidad de la Santa Cruz y consultor de la Congregación para la Doctrina de la Fe, muy escuchado por el cardenal Gerhard L. Müller.
Con una Pontificia Academia para la Vida puesta de este modo, la oposición que todavía se inspira en Lejeune, en Sgreccia, en Caffarra, en san Juan Pablo II y en Benedicto XVI no tendrá una vida fácil.
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POST SCRIPTUM – El "Catholic Herald" ha informado que uno de los nuevos miembros de la Pontificia Academia para la Vida, el inglés Nigel Biggar, anglicano, docente en Oxford, es un abierto partidario del aborto hasta las "18 semanas después de la concepción".
Sandro Magister