Ciertamente Dios es providente y nada sucede sin que Él lo permita en sus sabios designios. Es muy importante conocer lo que pasa en el mundo y en la Iglesia y quién mueve los hilos de todo para comprender los signos de los tiempos y obrar en consecuencia.
Augusto Torch, es el director del portal Nacionalismo Católico San Juan Bautista. Lleva años estudiando a fondo estos temas. Nos agradece la oportunidad de expresarse en Adelante la Fe, que tanto valora y aprecia.
[Realizo a continuación una selección de las preguntas de esta entrevista de Javier Navascués]
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Al hablar sobre Nuevo Orden Mundial, nos referimos específicamente a la implantación de un gobierno global destinado a regir sobre el mundo entero terminando con los estados-nación, y siendo manejado por una élite plutocrática.
El término es relativamente nuevo. En los años 70’s el tecnócrata judío Zbigniew Brzezinski, asesor y funcionario de muchos gobiernos e ideólogo de la masónica Trilateral Comission ya empezó a usar esa expresión y posteriormente a principios de los 90’s en dos celebres discursos George Bush mencionó y abogó por ese Nuevo Orden Mundial; sin embargo, los planes para ponerlo en marcha tienen más de un siglo en su ejecución y varios más en cuanto a su planificación.
Se suele desprestigiar a quienes lo denuncian tratándolos de “conspiranoicos” pero los hechos demuestran que se trata de una realidad inocultable, que hoy más que nunca gobierna DE HECHO al planeta y próximamente DE PLENO DERECHO, lo que conlleva la imposición de un pensamiento único determinado por esta gobernanza global que, como vemos en la ONU, pretende terminar con todos los valores cristianos en pos de una nueva religión global basada en el humanismo masónico. Y lo que se pretende como una acción política, termina teniendo un objetivo religioso.
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- ¿Puede especificar cómo el nuevo orden que quieren imponer se opone radicalmente a la cristiandad?
Hoy a través de tratados internacionales, que se compele a las naciones a aceptar, la ONU y sus tentáculos imponen a sus miembros la ideología de género, con la que vienen la promoción no sólo de la homosexualidad desde la más tierna infancia, sino también del aborto; todo esto planteado como “derechos humanos”. (...) El rechazo de algunos países a estas políticas pervertidoras se sanciona severamente. Es decir, ingresar en esas comunidades internacionales, implica perder soberanía. Otras de las imposiciones que están padeciendo grandemente en Europa es la obligación de aceptar inmigrantes ilegales, y en esto juega un papel central el Vaticano de Bergoglio, promoviendo el multiculturalismo que destruye la identidad continental, especialmente en su aspecto más importante, el religioso. (...)
- ¿Cómo contribuye la profunda crisis en la Iglesia a la decadencia de la sociedad?
“Si la sal no sala…” Función esencial de la Iglesia es llevar el Evangelio al mundo entero para acercar así a la humanidad a la salvación, pero si las autoridades de esta neo-iglesia consideran que esto es algo que se consigue por el solo hecho de nacer, entonces no tiene sentido la existencia de la Iglesia, no sirven de nada los Sacramentos, ya que la sola buena conducta, o lo que es peor, la simple buena intención sirve para ser salvos.
La pregunta hoy de muchos pasa a ser: ¿de qué nos sirve ser católicos y esforzarnos por vivir como Dios manda acudiendo a su gracia por medio de los sacramentos si lo mismo se salvan quienes no son católicos o desprecian la gracia?
De ahí que la misericordia de la neo-Iglesia, a la que bien se puede llamar anti-Iglesia, quiera ser superior a la de Cristo mismo, pretendiendo los discípulos ser superiores a su Maestro quien, dicho sea de paso, fue enviado “para que por su propio medio el mundo se salve. Quién cree en Él no es juzgado; pero quien no cree, ya tiene sobre sí la condena…” (Jn.3:17,18). De esta manera queda abolido por la misericordia sin justicia de la neo jerarquía el dogma del “Extra Ecclesiam nullas salus”.
No puede en las sociedades haber más perfecto ordenamiento que el que tiene a Cristo como Rey absoluto. Al considerar el Reinado Social de Cristo como algo optativo, a nuestra religión como una de muchas, a la verdad como algo considerado subjetivamente, inevitablemente las sociedades naufragan de acuerdo a los caprichos de las masas.
Masas que a su vez son dirigidas por los ideólogos de este Nuevo Orden Mundial. Y esto se consigue a través de la democracia, en donde la verdad se decide por mayoría. Así los hombres quieren ser como dioses, reviviendo el pecado de Adán y Eva y queriendo decidir por ellos mismos lo que está bien y lo que está mal; y la ausencia y silencio de los pastores ante tales acciones contribuyen a la decadencia de las sociedades; eso cuando no contribuyen más directamente tergiversando las verdades de fe que es lo que, lamentablemente, hace hoy el clero apóstata.
- ¿Espera una resistencia en la Iglesia frente al Nuevo Orden Mundial…con los grupos fieles a la Tradición, con algún Papa Santo que pudiera venir?
No. Hablando de la Iglesia en una forma coloquial e impropia en un carácter puramente humano, es decir, sin mencionar como corresponde su carácter de institución de origen Divino, se puede observar que el proceso de descomposición en la jerarquía eclesiástica es irreversible. Esto sumado a las presiones e infiltraciones judeo-masónicas que le dejan cada día menos posibilidades de acción.
El pretender que Dios, en su condición de tal, cambie los corazones de toda la humanidad, en contra de su voluntad, sería violentar la naturaleza de una forma extrema, suprimiendo el libre albedrío.
- De momento, ¿Cómo podemos hacer frente a las ideologías dominantes?
Lo que se puede hacer es permanecer en la Verdad. Esa Verdad con mayúscula que es Cristo mismo. Y este permanecer en la Verdad, hoy más que nunca, nos lleva a una terrible soledad humana. Pero no es en las personas en quien debemos apoyarnos, ni en nuestras propias fuerzas, sino en Cristo que nos fortalece; por lo que, si padecemos por Su causa, no queda más que decir Deo gratias.
- ¿Quiere añadir algo más?
Castellani profetizaba que la religión del Anticristo sería la de un cristianismo sin Cristo, filantrópico antes que espiritual y antropocéntrico antes que cristocéntrico. Indudablemente es lo que se propone en la neo-Iglesia preocupada de las necesidades materiales e inmanentes de la humanidad y no de las espirituales y, por lo tanto, trascendentes.
Si antes se consideraban como enemigos del alma el mundo, la carne y el demonio, la neo-Iglesia hace tiempo optó por la conciliación con el mundo, por la satisfacción de la carne y, con relación al demonio, decidió considerarlo un simple símbolo.
Así, las premisas masónicas, hoy están en perfecta consonancia con las del Vaticano; y si nos atenemos a los signos bíblicos respecto a los tiempos previos a la Parusía, entre los que podemos corroborar como actuales, los rumores de guerra o terremotos como nunca antes sucedieron en la historia en cuanto a frecuencia e intensidad, grandes olas, etc., sin lugar a dudas el más grande de todos es la advertencia de Jesucristo al decir “Cuando vuelva el Hijo del Hombre, por ventura, ¿hallará fe sobre la tierra?”, que hoy es más actual que nunca en la Historia.
Así las masas idiotizadas por los judaicos medios de comunicación son presas de la reingeniería social anticristiana que los hace sentir modernos al rechazar los dogmas de nuestra fe, y hasta sentirse libres al emanciparse de toda autoridad, especialmente la Divina.
Pero la descomposición social no puede seguir sin límites, en algún momento tiene que estallar. Esto decía el recientemente fallecido David Rockefeller: “Todo lo que necesitamos es una gran crisis y las naciones aceptarán el Nuevo Orden Mundial”.
Por lo que solamente estamos viviendo el principio de los dolores de parto en cuanto a los postreros tiempos de la Historia. Por lo que, sabiendo que todavía queda lo peor, fuera de desanimarnos, conviene poner nuestra confianza en Dios y no en ningún hombre, agrupación, o partido político; y aceptar los designios divinos para nuestra participación en los Últimos Tiempos y saber que, como nos anunció Nuestro Señor, “el que persevere hasta el final, ese se salvará”, por lo que ningún sacrificio es mucho, si la recompensa es tan grande.
Javier Navascués