R. Exacto ... tenían sus "razones". Fíjate: cuando Jesús dijo: "Yo y el Padre somos Uno" (Jn 10, 30) ... entonces "los judíos tomaron de nuevo piedras para apedrearle. Jesús les replicó: 'Muchas obras buenas os mostré de parte del Padre. ¿Por cuál de ellas me apedreáis?'. Los judíos le respondieron: 'No te apedreamos por obra alguna buena, sino por la blasfemia; y porque tú, siendo hombre, te haces Dios'" (Jn 10, 31-33). Y en otro lugar: "Por esto, sobre todo, buscaban los judíos el modo de matarle, porque no sólo violaba el sábado, sino que también llamaba a Dios Padre suyo, haciéndose igual a Dios" (Jn 5, 18)
P. ¿Hay más pasajes evangélicos que reflejen esa situación?
R. Esa "situación", como tú la llamas, es algo que aparece a lo largo de todo el Nuevo Testamento y no es algo accidental sino esencial para la vida cristiana. Si Jesús no fuera Dios, si Jesús no hubiera resucitado, la vida de un cristiano no tendría ningún sentido. En palabras de san Pablo: "Si sólo para esta vida tenemos puesta la esperanza en Cristo, somos los más desgraciados de todos los hombres" (1 Cor 15, 19)
P. ¿Podrías recordarme alguno más?
R. Por supuesto: el que viene a continuación es del Evangelio de san Mateo y dice así: "Entonces el sumo sacerdote dijo a Jesús: 'Te conjuro, por el Dios vivo, que nos digas si tú eres el Mesías, el Hijo de Dios'. Jesús le respondió: 'Tú lo has dicho. Además, os digo que, a partir de ahora, veréis al Hijo del hombre sentado a la diestra del Padre y venir sobre las nubes del cielo'. Entonces, el sumo sacerdote rasgó sus vestiduras y dijo: '¡Ha blasfemado! ¿Qué necesidad tenemos ya de testigos? Acabáis de oír la blasfemia. ¿Qué os parece?'. Ellos respondieron: '¡Es reo de muerte!'" (Mt 26, 63-66)
P. Por lo que me cuentas parecería como que los judíos tienen razón, puesto que Jesús, a quien ven como un hombre, sin embargo, habla de manera tal que se proclama Dios a sí mismo. ¿No hay en esto una contradicción?
R. Ante una mirada superficial puede parecer que sí. Pero, además de las palabras, usando expresiones en las que aparece claramente como Dios: "Os lo aseguro: antes de que Abraham naciera, Yo soy" (Jn 8, 58) ...vayamos a los hechos ..., aquellos hechos en los cuales Jesús se manifiesta claramente como Dios.
P. Recuérdame alguno.
R. Los hay por todas partes que recorras el Nuevo Testamento. Te cito, por lo tanto, sólo algunos ... o esta charla nunca tendría fin ... [¡Uy, te veo con cara de sueño! Dentro de poco haremos un breve descanso, antes de continuar, para recobrar fuerzas. Aguanta, que ya queda menos] Mira: tenemos el hecho de su Transfiguración en el Monte Tabor (Mt 17, 1-8; Mc 9, 2-13; Lc 9, 28-36) así como el de su Resurrección, por su propio Poder (Mt 28, 1-7; Mc 16, 1-8; Lc 24, 1-8; Jn 20, 1-10). Este último es esencial ... Y todo ello sin tener en cuenta la inmensa cantidad de milagros que hizo a lo largo de su vida terrena, milagros que ninguna persona humana podría jamás hacer: dar vista a los ciegos, curar a los sordos, a los paralíticos, a los leprosos, etc... hasta el extremo de resucitar a los muertos, como el caso de la hija de Jairo y de su amigo Lázaro. Se compadeció de la gente que le seguía, haciendo el milagro de la multiplicación de los panes y los peces. Y tenía poder sobre el mar y los vientos. Recuerda el episodio de la tempestad calmada. Y, como dice el apóstol san Juan: "Hay, además, otras muchas cosas que hizo Jesús, que si se escribieran una por una, pienso que en el mundo no cabrían los libros que se tendrían que escribir" (Jn 21, 25)
P. Todo eso es cierto. Y es verdad que, tanto en sus dichos como en sus hechos, se manifiesta no sólo como hombre sino también como Dios. Pero me sigue quedando la duda inicial. Si el Hijo es Dios, al igual que lo es su Padre, entonces habría dos dioses, lo cual no puede se de ninguna de las maneras. Además, recuerdo perfectamente que Jesús dijo: "No penséis que he venido a abolir la Ley o los Profetas: no he venido a abolirla sino a darle cumplimiento" (Mt 5, 17). Y cuando un escriba le preguntó por el primero de los mandamientos, Jesús le respondió: "El primero es: 'Escucha, Israel: el Señor, Dios nuestro, es el único Señor" (Mc 12, 29). Y el escriba le respondió: "Bien, Maestro, con razón has dicho que 'es Uno y no hay otro fuera de Él" (Mc 12, 32)
R. Perfecto. Veo que, al final, vas a ser tú quien me va a dar las clases a mí porque conoces bastante bien el Nuevo Testamento y la vida de Jesús.
P. Es lo mínimo que puedo hacer. Se supone que soy cristiano. ¿Y qué menos que conocer todo aquello que concierne a mi religión? Por cierto: sigues sin responderme a la pregunta que te he hecho acerca de los dos dioses ...
R. Tienes razón. Pero pensaba que era necesario hacer primero todas estas consideraciones antes de proceder a darte una respuesta adecuada.
P. Pues explícate ya, porque me tienes en ascuas.
R. Has de saber, en primer lugar, que Dios no se deja atrapar por nuestros conceptos, en cuyo caso no sería Dios. Él es infinito. Y nosotros somos seres finitos y limitados, tanto en nuestro cuerpo, como en nuestras posibilidades de entendimiento. Quiero decir con esto que la realidad divina no depende de que nosotros la entendamos o no. Esto lo explica muy bien el profeta Isaías, cuando pone en boca de Dios estas palabras: "Mis pensamientos no son vuestros pensamientos ni vuestros caminos mis caminos" (Is 55, 8). Y esto se puede aplicar igualmente a las cosas.
P. ¿Qué quieres decir?
R. Pues que lo real es real, independientemente de lo que nosotros pensemos. Nuestros pensamientos no fabrican la realidad. Lo real, acerca de las cosas, es lo que Dios piensa de ellas, pues es Él quien las ha creado y quien mejor las conoce, como nos conoce a nosotros. Nuestro conocimiento de las cosas se aproximará a la verdad, en la medida en la que las aprehenda tal y como Dios las conoce que es como realmente son. Esto sirve también para nuestro propio conocimiento. Y, sobre todo, es algo que nos ayudará a conocerle también a Él, que es, con mucho, lo más importante. Y a conocerle no según nuestros esquemas o sensaciones sino según es Él, tal y como viene recogido en la Biblia.
P. ¿Y cómo podemos conocer a Dios?
R. Escucha con atención, pues la respuesta, como siempre, se encuentra en el Nuevo Testamento, en el cual se cumplen todas las promesas del Antiguo Testamento con respecto a la venida del Mesías. Me voy a limitar, en principio, a leerte unos cuantos textos, que son Palabra de Dios; y ten por seguro que, después de su lectura, encontrarás una explicación satisfactoria a todas tus dudas.
P. Soy todo oídos.
R. Lo primero de todo, y así se lee en el evangelio de san Juan: "A Dios nadie lo ha visto jamás: Dios Unigénito, que está en el seno del Padre, Él mismo es quien nos lo ha dado a conocer" (Jn 1, 18). Efectivamente, Dios es Espíritu y nosotros ni siquiera nos lo podemos imaginar, puesto que no tiene cuerpo ... y nosotros necesitamos hacer uso de los sentidos para conocer: "Nihil est in intellectu quod prius non fuerit in sensu", que decía santo Tomás de Aquino y, antes que él, Aristóteles. Con la venida de Jesús a este mundo, como hemos leído, esta situación cambió radicalmente. El Hijo, haciéndose hombre en el seno de la Virgen María, el Dios-hombre Jesús, ha hecho posible que podamos conocer al Padre.
P. Continúa, por favor.
R. Como te digo, todo nos ha sido revelado. Y tenemos la inmensa suerte de tener a nuestra disposición, en el Nuevo Testamento, rectamente interpretado por el Magisterio Perenne de la Iglesia, todo lo que necesitamos para nuestra salvación. Te leo algunos versículos que pueden servir para el fin que nos hemos propuesto en este escrito.
"Jesús clamó y dijo: 'Quien cree en Mí, no cree en Mí, sino en Aquél que me ha enviado; y quien me ve a Mí, ve al que me ha enviado" (Jn 12, 44-45) (...)
San Juan Bautista hablando de Jesús: "El Padre ama al Hijo y todas las cosas las ha puesto en sus manos. Quien cree en el Hijo tiene la vida eterna; pero el que no cree en el Hijo no verá la Vida" (Jn 3, 35-36).
"El que no honra al Hijo no honra al Padre, que lo ha enviado" (Jn 5,23). (...) "Como el Padre tiene Vida en Sí mismo, así también dio al Hijo tener vida en Sí mismo" (Jn 5, 27) (...)
"Escudriñar las Escrituras, ya que esperáis tener en ellas la vida eterna: ellas son las que dan testimonio de Mí. Y no queréis venir a Mí para poseer la Vida" (Jn 5, 39-40).
"Si no hago las obras de mi Padre, no me creáis; pero si las hago, aunque no me creáis a Mí, creed por las obras, para que sepáis y conozcáis que el Padre está en Mí y Yo en el Padre" (Jn 10, 37-38)
"Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por Mí" (Jn 14, 6) (...)
"Felipe le dijo: 'Señor, muéstranos al Padre y nos basta'. Jesús le dijo: 'Tanto tiempo que estoy con vosotros, ¿y no me has conocido, Felipe? El que me ve a Mí, ve al Padre. ¿Cómo dices tú: 'Muéstranos al Padre'? ¿No crees que Yo estoy en el Padre y el Padre en Mí. Las palabras que Yo os digo no las digo por Mí mismo, pues el Padre, que está en Mí, realiza sus obras" (Jn 14, 8-10)
"Si no hubiera venido ni les hubiera hablado, no tendrían pecado; pero ahora no tienen excusa de su pecado. Quien me odia, odia también a mi Padre" (Jn 15, 22-23)
Podría multiplicarme en las citas cuanto quisiera pero, como ves, todas confluyen hacia lo mismo: El Padre y el Hijo son Uno. Hay un solo Dios. No se puede hablar, pues, de dos dioses. La religión cristiana es monoteísta, al igual que la judía.
Sin embargo, hay un cambio radical con relación a lo que ocurría antes de la venida de Jesús. Sólo ahora podemos decir, con toda verdad y profundidad, que "Dios es Amor" (1 Jn 4, 8), pues éste [el Amor] necesita de dos personas que se amen en mutua reciprocidad. Tales son en Dios el Padre y el Hijo. Uno es el Padre y Otro es el Hijo. Iguales en cuanto a naturaleza (sólo hay un Dios), pero distintos en cuanto Personas. Por otra parte, el Amor que mutuamente se profesan entre sí es infinito y es tan perfecto que [dicho Amor] es una tercera Persona, una Persona diferente del Padre y del Hijo, en cuanto Persona: el Espíritu Santo (que es igualmente Dios, junto con el Padre y el Hijo, el único y verdadero Dios). Como podrás observar, nos hemos encontrado, de lleno, con el misterio más profundo del Cristianismo cual es el de la Santísima Trinidad. Los cristianos tenemos un Único Dios. Nuestra Religión es monoteísta. Pero este Dios nuestro (que es el mismo que el que tenían los judíos) se nos ha dado a conocer, gracias a Jesús, como Uno y Trino al mismo tiempo. Eso sí: Uno en Esencia y Trino en Personas. Hay Misterio pero no contradicción.
P. ¿Y esto resuelve el problema que te he planteado?
R. Si entiendes por resolver el problema un entendimiento completo del mismo, la respuesta es negativa. Pero, como te he dicho, no podemos abarcar a Dios, que es infinito. De modo que sí, se puede comprender algo, pero abismándose en las profundidades del Misterio de Dios, lo cual sólo Dios mismo nos lo puede dar a conocer, aunque lo hará respetando nuestra libertad.
El hecho de ser algo misterioso no desdice nada de la Verdad del Misterio, más bien la manifiesta, porque nos lleva a entender que sólo Dios es Dios. Un Dios que, por eso mismo que es Dios, es infinito y que, por lo tanto, nos sobrepasa en todos los sentidos, pues somos tan solo sus criaturas. Sólo a través de Jesucristo, junto a Él y en Él, podemos tener acceso a la intimidad de Dios. Esto es pura gracia. Es algo gratuito, no exigido por nuestra naturaleza, en cuanto tal, pero que Dios concede a algunos, a aquellos que tienen fe en Jesús ... y que saben que todo cuanto son y cuanto tienen les llega en tanto en cuanto viven en sí mismos la Vida de su Maestro.
P. Ya veo que no acabarías nunca. ¿Podrías resumirme adónde quieres llegar?
R. No en este momento. Nos hemos alargado demasiado y pienso que nos merecemos un pequeño descanso. Desde luego, nuestros lectores se lo merecen.
(Continúa)