No se discute que la Iglesia se encuentra bajo un manejo destructivo por parte de la dictadura neo-modernista del octogenario Papa jesuita y su séquito de ancianos amigos progresistas. En esta situación casi apocalíptica, el único problema es qué tan lejos irá este régimen para implementar la visión megalomaníaca Bergogliana de Evangelii Gaudium: “Sueño con una opción misionera capaz de transformarlo todo, para que las costumbres, los estilos, los horarios, el lenguaje y toda estructura eclesial se convierta en un cauce adecuado para la evangelización del mundo actual más que para la auto-preservación [!].”
Mientras la aceptación de la ética casuística propuesta en Amoris Laetitia (AL) sobre los actos intrínsecamente malos amenaza con “destruir toda la enseñanza moral de la Iglesia” por una cuestión de “pura lógica”, citando al renombrado filósofo Josef Siefert, la dictadura Bergogliana prepara su próximo ataque a lo que queda de las murallas de la Iglesia: el Sínodo de 2018 sobre “Los Jóvenes, la Fe y el Discernimiento Vocacional”. Bastan dos oraciones del documento preparatorio (Introducción) para exponer el intento subversivo del próximo sínodo trampa:
Como en otro tiempo Samuel (cfr. 1Sam 3,1-21) y Jeremías (cfr. Jer 1,4-10), hay jóvenes que saben distinguir los signos de nuestro tiempo que el Espíritu señala.
Escuchando sus aspiraciones podemos entrever el mundo del mañana que se aproxima y las vías que la Iglesia está llamada a recorrer.
Esto es una absoluta bobada, sin lugar a dudas. La juventud en sí misma no es un carisma profético. En todo caso, la juventud es más o menos un estado de ignorancia en el que se encuentran los jóvenes en un largo proceso de superación por adquisición de sabiduría que solo se consigue con la edad y la experiencia. Es más, son los mayores los que muestran a los jóvenes el camino a seguir, siendo guías en la familia y la vida social.
En cuanto a la idea de que los jóvenes tienen una habilidad especial para “entrever el mundo del mañana” es ridículo predicar la existencia de un estado futuro—“que se aproxima”—que sólo los jóvenes pueden “entrever” solo por ser jóvenes. Por definición, el futuro no existe, dado que si existiera sería el presente, y todos, no solo los jóvenes, podrían “entreverlo”. Incluso dentro del marco de la relatividad de Einstein, en caso de aceptarlo, no hay un futuro existente en el presente sino sucesos distantes ocurriendo en el presente, cuya percepción visual no se encuentra aún en nuestro “cono de luz”.
Tal como observa Life Site News, para el Sínodo de 2018 “el Presidente continúa siendo el papa Francisco, el Secretario General continúa siendo el cardenal Lorenzo Baldisseri y el Secretario Especial continúa siendo el Arzobispo Bruno Forte.” Es decir, el Sínodo Falso de 2018 estará orquestado por el mismo triunvirato que orquestó el Sínodo Falso de 2014-15, cuyo único propósito fue el de proveer una fachada para la promulgación de un AL ya predeterminado.
El triunvirato sabe que la temática del próximo Sínodo Falso no tiene sentido. Ellos, junto con el resto del régimen Bergogliano, no tienen ninguna intención de “escuchar a los jóvenes” excepto en tanto y en cuanto la vida de los jóvenes de hoy refleje los intereses que el régimen está intentando institucionalizar en la Iglesia socavando, a través de AL, la doctrina y la disciplina intrínsecamente relacionada con el matrimonio y la sexualidad.
Más aún, el régimen no tiene ninguna intención de “escuchar a los jóvenes” que fueron iluminados por los mayores sabios que los expusieron a las riquezas de la Tradición, incluyendo la misa de todos los tiempos en latín, a la que cada vez acuden más jóvenes.
No, bajo la fachada de lo que Romano Amerio llama “juvenilismo,” esa ridícula idolatría post-conciliar de los jóvenes, el Sínodo Trampa de 2018 solo buscará implementar los planes de los prelados progresistas que envejecen y ansían concretar antes de morir el gran proyecto de auto-demolición eclesiástica en el que estuvieron trabajando durante los últimos 50 años.
La Iglesia de Bergoglio no es lugar para los jóvenes.
Christopher A. Ferrara
(Traducido por Marilina Manteiga. Artículo original)
Esto es una absoluta bobada, sin lugar a dudas. La juventud en sí misma no es un carisma profético. En todo caso, la juventud es más o menos un estado de ignorancia en el que se encuentran los jóvenes en un largo proceso de superación por adquisición de sabiduría que solo se consigue con la edad y la experiencia. Es más, son los mayores los que muestran a los jóvenes el camino a seguir, siendo guías en la familia y la vida social.
En cuanto a la idea de que los jóvenes tienen una habilidad especial para “entrever el mundo del mañana” es ridículo predicar la existencia de un estado futuro—“que se aproxima”—que sólo los jóvenes pueden “entrever” solo por ser jóvenes. Por definición, el futuro no existe, dado que si existiera sería el presente, y todos, no solo los jóvenes, podrían “entreverlo”. Incluso dentro del marco de la relatividad de Einstein, en caso de aceptarlo, no hay un futuro existente en el presente sino sucesos distantes ocurriendo en el presente, cuya percepción visual no se encuentra aún en nuestro “cono de luz”.
Tal como observa Life Site News, para el Sínodo de 2018 “el Presidente continúa siendo el papa Francisco, el Secretario General continúa siendo el cardenal Lorenzo Baldisseri y el Secretario Especial continúa siendo el Arzobispo Bruno Forte.” Es decir, el Sínodo Falso de 2018 estará orquestado por el mismo triunvirato que orquestó el Sínodo Falso de 2014-15, cuyo único propósito fue el de proveer una fachada para la promulgación de un AL ya predeterminado.
El triunvirato sabe que la temática del próximo Sínodo Falso no tiene sentido. Ellos, junto con el resto del régimen Bergogliano, no tienen ninguna intención de “escuchar a los jóvenes” excepto en tanto y en cuanto la vida de los jóvenes de hoy refleje los intereses que el régimen está intentando institucionalizar en la Iglesia socavando, a través de AL, la doctrina y la disciplina intrínsecamente relacionada con el matrimonio y la sexualidad.
Más aún, el régimen no tiene ninguna intención de “escuchar a los jóvenes” que fueron iluminados por los mayores sabios que los expusieron a las riquezas de la Tradición, incluyendo la misa de todos los tiempos en latín, a la que cada vez acuden más jóvenes.
No, bajo la fachada de lo que Romano Amerio llama “juvenilismo,” esa ridícula idolatría post-conciliar de los jóvenes, el Sínodo Trampa de 2018 solo buscará implementar los planes de los prelados progresistas que envejecen y ansían concretar antes de morir el gran proyecto de auto-demolición eclesiástica en el que estuvieron trabajando durante los últimos 50 años.
La Iglesia de Bergoglio no es lugar para los jóvenes.
Christopher A. Ferrara
(Traducido por Marilina Manteiga. Artículo original)