Esta carta de corrección tiene tres partes principales. En la primera parte, los firmantes explican por qué, como creyentes católicos y practicantes, tienen el derecho y el deber de emitir dicha corrección al Sumo Pontífice. La ley de la Iglesia requiere que las personas competentes rompan el silencio cuando los pastores de la Iglesia están desviando al rebaño. Esto no implica conflicto alguno con el dogma católico de la infalibilidad papal, teniendo en consideración que la Iglesia enseña que el papa debe cumplir criterios estrictos antes de que sus declaraciones puedan ser consideradas infalibles. El Papa Francisco no ha cumplido con estos criterios. No ha declarado que estas posturas heréticas sean enseñanzas definitivas de la Iglesia, ni aseverado que los católicos deben creer en ellas con el asentimiento propio de la fe. La Iglesia enseña que ningún papa puede declarar que Dios le ha revelado alguna nueva verdad, que debería ser creída obligatoriamente por los católicos.
La segunda parte de la carta es la fundamental, puesto que contiene la “Corrección” propiamente. Enumera los pasajes de Amoris laetitia en los que se insinúan o alientan posturas heréticas, y luego enumera las palabras, actos y omisiones del Papa Francisco que evidencian, más allá de cualquier duda razonable, que él desea que los católicos interpreten estos pasajes de una manera que es, de hecho, herética. En particular, el papa, de manera directa o indirecta, ha apoyado la creencia de que la obediencia a la Ley de Dios puede ser imposible o indeseable, y que la Iglesia debería, a veces, aceptar el adulterio como un comportamiento compatible con la vida de un católico practicante.
La última parte, llamada “Dilucidación”, discute dos causas de esta singular crisis. Una de ellas es el ‘Modernismo’. Teológicamente hablando, el Modernismo es la creencia de que Dios no le ha entregado verdades definitivas a la Iglesia, que ésta debiera continuar enseñando, exactamente en el mismo sentido, hasta el final de los tiempos. Los modernistas sostienen que Dios comunica a la humanidad sólo experiencias sobre las cuales los seres humanos pueden reflexionar, de tal manera que realicen diferentes aserciones sobre Dios, la vida y la religión; pero estas declaraciones son sólo provisionales, nunca dogmas inamovibles. El Modernismo fue condenado por el Papa San Pío X al comienzo del siglo XX, pero renació a mediados de la centuria. La gran y continua confusión que el Modernismo ha causado en la Iglesia Católica, obliga a los firmantes a describir el verdadero significado de “fe”, “herejía”, “revelación” y “magisterio”.
Una segunda causa de la crisis es la aparente influencia de las ideas de Martín Lutero en el Papa Francisco. La carta muestra como Lutero, fundador del Protestantismo, tenía ideas sobre el matrimonio, el divorcio, el perdón y la ley divina que se corresponden con aquellas que el papa ha promovido mediante sus palabras, actos y omisiones. También destaca el elogio explícito y sin precedentes que el Papa Francisco ha dedicado al heresiarca alemán.
Los firmantes no osan juzgar el grado de conciencia con el cual el Papa Francisco ha propagado las siete herejías que enumeran; pero insisten, respetuosamente, en que condene estas herejías, las cuales ha sostenido de manera directa o indirecta.
Los firmantes profesan su lealtad a la santa Iglesia Católica, garantizan al papa sus oraciones y solicitan su bendición apostólica.
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