Transcribo -y traduzco- sólo parte del artículo de Roberto de Mattei (el original está en italiano)
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En las últimas semanas, ha habido tres entrevistas con eminentes cardenales. La primera fue emitida el 28 de octubre de 2017 por el cardenal Walter Brandmüller a Christian Geyer y Hannes Hintermeier de Frankfurter Allgmeine Zeitung ; la segunda fue otorgada el 14 de noviembre por el cardenal Raymond Leo Burke a Edward Pentin del National Catholic Register ; la tercera, por el cardenal Gerhard Müller, apareció el 26 de noviembre en las columnas del Corriere della Sera, por Massimo Franco.
El cardenal Brandmüller expresó su preocupación por la posibilidad de que se abra una división en la Iglesia:
"El simple hecho de que una petición con 870.000 firmas dirigidas al Papa para solicitar aclaraciones siga sin respuesta, como tampoco responde a 50 académicos internacionales, genera dudas. Es realmente difícil de entender".
" Responder a las dudas y preguntas dirigidas al Papa siempre ha sido una manera absolutamente normal para disipar las ambigüedades. Por decirlo simplemente, la pregunta es: lo que ayer era pecado, ¿puede ser bueno hoy? También se pregunta si realmente hay actos (es la doctrina constante de la Iglesia) que son siempre y en todas las circunstancias moralmente reprensibles. Como, por ejemplo, el asesinato del inocente o el adulterio. Ésta es la cuestión. Si responde con un "sí" a la primera pregunta y con un "no" a la segunda, eso sería una herejía y, por lo tanto, un cisma. Una división en la Iglesia".
El cardenal Burke, quien dijo que permanecía en contacto con el cardenal Brandmüller, formuló una nueva advertencia sobre:
la "gravedad de una situación que no deja de empeorar" y reafirmó la necesidad de arrojar luz sobre todos los pasajes heterodoxos de Amoris Laetitia . De hecho, nos enfrentamos a un proceso que constituye "una subversión de las partes esenciales de la Tradición". "Más allá del debate sobre la moralidad, el sentido de la práctica sacramental se erosiona cada vez más en la Iglesia, especialmente con respecto a la penitencia y la Eucaristía". El cardenal se dirige nuevamente a Francisco y a toda la Iglesia, subrayando que "es urgente que el Papa, ejerciendo el ministerio que ha recibido del Señor, confirme a sus hermanos en la fe, expresando claramente la enseñanza de la moral cristiana y el significado de la práctica sacramental de la Iglesia".
El cardenal Müller, por su parte, dice que:
Existe el peligro de un cisma dentro de la Iglesia y que la responsabilidad de la división no es de los cardenales de las dubia sobre 'Amoris Laetitia' ni de la corrección filial al Papa Francisco, sino del "círculo mágico" del Papa, que impide un debate abierto y equilibrado sobre los problemas doctrinales planteados por estas críticas.(...) tengo la impresión -dice- de que en el "círculo mágico" del Papa hay quienes están especialmente preocupados por espiar a supuestos oponentes, lo que impide una discusión abierta y equilibrada. Clasificar a todos los católicos de acuerdo con las categorías "amigo" o "enemigo" del Papa es el peor daño que causan a la Iglesia. Uno se queda perplejo si un conocido periodista, desde el ateísmo, se jacta de ser amigo del Papa; y en paralelo, un obispo católico y cardenal, como yo, está siendo difamado como el opositor del Santo Padre (...)[NOTA: Hay un libro titulado "El Papa dictador" cuyo autor es Marcantonio Colonna. Éste se graduó en la Universidad de Oxford y tiene una amplia experiencia en investigación histórica y en otros campos. Reside en Roma desde el comienzo del pontificado del Papa Francisco, y su libro es el resultado de contactos cercanos con muchas personas que trabajan en el Vaticano, incluidos algunos de los cardenales y otros personajes principales mencionados en la narración. En realidad, esta entrada se refiere a dicho libro]
(...) lo que es nuevo en este libro es la reconstrucción exacta de una serie de "pinturas históricas":
- El telón de fondo de la elección de Bergoglio como Papa, guiada por la "mafia de San Galo.
- Los eventos argentinos de Bergoglio antes de su elección.
- Los obstáculos encontrados por el Cardenal Pell para intentar una reforma financiera de la Curia.
- La revisión de la Academia Pontificia para la Vida.
- La persecución de los Franciscanos de la Inmaculada.
- La decapitación de la Soberana Orden Militar de Malta.
(...) "El miedo es la nota dominante de la Curia bajo la ley de Francisco, junto con la sospecha mutua (...)
El libro de Marcantonio Colonna confirma, en resumen, cuanto se cuenta en la entrevista del cardenal Müller: la existencia de un clima de espionaje y engaño, que el ex prefecto de la Doctrina de la Fe atribuye a un "círculo mágico" que condiciona las elecciones del Papa, pero el historiador de Oxford se refiere, sobre todo, al modus gubernandis de Francisco, que compara con los métodos autocráticos del dictador argentino Juan Perón, de quien el joven Bergoglio era un seguidor.
Uno podría responder que "nada hay nuevo bajo el sol" (Eclesiastés 1:10). La Iglesia ha visto muchas deficiencias en el gobierno. Pero si este pontificado conduce realmente a una división entre los fieles, como señalan los tres cardenales, las razones no pueden limitarse al modo de gobernar del Papa, sino que deben buscarse en algo absolutamente inédito y sin precedentes en la historia de la Iglesia: la separación del Romano Pontífice de la doctrina del Evangelio, que él, por mandato divino, tiene el deber de transmitir y proteger. Éste es el corazón del problema religioso de nuestro tiempo.
Roberto de Mattei