Según Marx, en declaraciones durante un encuentro del Comité de Católicos de Baviera celebrado en Munich el pasado viernes, el Papa Francisco está planteando a sus consejeros la posibilidad de abolir el celibato sacerdotal.
Haya o no interpretado Su Eminencia correctamente las palabras de Francisco, es cierto que en el mismo encuentro ha participado el teólogo austriaco Paul Zulehner, muy crítico con los pontificados de Juan Pablo II y Benedicto XVI. Zulehner participó para expresar su convicción de que Francisco acabará aboliendo el celibato sacerdotal “si nadie le pega un tiro o le envenena antes”.
La apertura del sacramento del orden a los casados -algo que ya se da, de hecho, entre los católicos de rito oriental o en el caso excepcional de los sacerdotes anglicanos casados convertidos al catolicismo- es una vieja obsesión en amplios círculos de la Iglesia alemana en general y del Cardenal Marx en particular.
Este pasado agosto, Marx anunció planes para permitir que laicos presidan parroquias de su archidiócesis allí donde no haya sacerdores. Alemania se enfrenta a una alarmante escasez de vocaciones sacerdotales y el cardenal es contrario a la solución que suele darse a esta carencia, a saber, combinar diversas parroquias bajo la égida de un mismo párroco.
Marx alegó ante el consejo diocesano que es importante mantener con vida las parroquias sin sacerdote para no perder la presencia local, y abogó por un nuevo modelo en el que laicos voluntarios hicieran las veces de ‘directores’ de dichas parroquias.
La Iglesia alemana está experimentando en los últimos años una verdadera sangría de fieles que, curiosamente, no parece llevar aparejada una merma de influencia sobre la Iglesia universal y, de hecho, algunos de los prelados de este país figuran entre los más próximos colaboradores de Su Santidad y los más activos participantes de los pasados Sínodos de la Familia.
Precisamente en el seminario de la diócesis de Marx, en Munich, solo un seminarista ingresó en 2016, un récord negativo absolutamente insólito y un indicio muy revelador de la alarmante decadencia de una Iglesia nacional antaño tan pujante.
Carlos Esteban