FUENTE: SANDRO MAGISTER
Con el nuevo año también "L'Osservatore Romano" innova. Al Papa Francisco no le basta la edición semanal en español que existe desde hace casi cincuenta años, dirigida actualmente por la argentina Silvina Pérez. Ha querido una nueva edición específica para Argentina, que ha iniciado su andadura en estos días mediante un quirógrafo inaugural, confiando su dirección a otro connacional suyo, Marcelo Figueroa.
Y es precisamente la elección de este director la novedad más importante, como Settimo Cielo anticipó el 25 de noviembre pasado.
La novedad sin precedentes es que Figueroa no es católico sino protestante, pastor de la Iglesia presbiteriana y director durante veinticinco años de la Sociedad bíblica argentina, además de ser amigo desde hace muchos años de Jorge Mario Bergoglio, que ha querido que lo acompañara a su reciente viaje a Lund en ocasión de la celebración de los ciento cincuenta años de la Reforma luterana, y que ahora lo ha introducido en la cabina de dirección del periódico oficial de la Santa Sede.
En Argentina fue precisamente Figueroa quien hizo sentar a la misma mesa, con él en medio, al entonces arzobispo de Buenos Aires y al rabino judío Abraham Skorka para una serie de coloquios transmitidos por el Canal 21, la televisión de la archidiócesis, y después transcritos en un libro publicado en italiano por la Librería Editora Vaticana con el título: "Conversazioni sulla Bibbia".
Ese ciclo de encuentros fue interrumpido en el episodio treinta y dos por la elección de Bergoglio como Papa. El episodio treinta y tres, que no se realizó, habría tenido como argumento la palabra "amistad", como relató posteriormente Figueroa en "L'Osservatore Romano".
Hoy en día Figueroa es como de la familia en Santa Marta. En la primavera de 2015, cuando fue sometido en Argentina a una delicada operación quirúrgica, Francisco se mantuvo en contacto continuo con él a través de llamadas telefónicas y cartas. Una vez restablecido, en septiembre del mismo año el Papa le concedió una larga entrevista para FM Milennium 106.7, emisora radiofónica de Buenos Aires. Y un año después lo ha promovido no sólo como director de la edición semanal argentina de "L'Osservatore Romano", sino también como columnista de la edición diaria principal.
Su investidura solemne en este último papel ha sido un curioso artículo a dos voces: la suya y la de la indiscutible número uno de los editorialistas de "L'Osservatore Romano", además de coordinadora de su suplemento femenino "Donne Chiesa Mondo", Lucetta Scaraffia:
> La sfida ecumenica latinoamericana
El artículo, que ocupaba una página entera de "L'Osservatore Romano" del 5 de noviembre, estaba estructurado en forma de coloquio y era una especie de balance del viaje del Papa a Lund y, por lo tanto, del estado actual de las relaciones entre católicos y protestantes.
Pero tenía un precedente que es útil recordar.
Unos días antes, el 1 de noviembre, Lucetta Scaraffia había publicado en el "Corriere della Sera" un artículo sobre el mismo argumento que había causado desconcierto en ámbito católico:
> Lutero, le 95 tesi e il Pontefice latino che oggi cancella secoli di conflitti
En él escribía:
"Hoy, muchos de los profundos disentimientos que causaron la escisión de la Iglesia ya no tienen razón de ser: el problema de la salvación -sólo por gracia divina como decía Lutero o a través de las obras o la mediación del clero como quería la Iglesia católica- ya no agobia a nadie. También las indulgencias han desaparecido de nuestro horizonte y el más allá parece haberse desvanecido desde hace decenios. Entonces, ¿por qué seguir peleando aún sobre todo esto? ¿Y por qué seguir peleando sobre el libre acceso a los libros sagrados, si hoy también los católicos están acostumbrados a leer la Biblia en las ediciones que prefieran, en grupos de lectura y de comentarios animados por una gran vivacidad? Ciertamente, sigue habiendo cuestiones teológicas abiertas, como los sacramentos -reducidos en número por los luteranos-, pero éstas son en su mayoría cuestiones que no afectan demasiado a los fieles".
En él escribía:
"Hoy, muchos de los profundos disentimientos que causaron la escisión de la Iglesia ya no tienen razón de ser: el problema de la salvación -sólo por gracia divina como decía Lutero o a través de las obras o la mediación del clero como quería la Iglesia católica- ya no agobia a nadie. También las indulgencias han desaparecido de nuestro horizonte y el más allá parece haberse desvanecido desde hace decenios. Entonces, ¿por qué seguir peleando aún sobre todo esto? ¿Y por qué seguir peleando sobre el libre acceso a los libros sagrados, si hoy también los católicos están acostumbrados a leer la Biblia en las ediciones que prefieran, en grupos de lectura y de comentarios animados por una gran vivacidad? Ciertamente, sigue habiendo cuestiones teológicas abiertas, como los sacramentos -reducidos en número por los luteranos-, pero éstas son en su mayoría cuestiones que no afectan demasiado a los fieles".
[¿De verdad que no afectan?¿Da lo mismo hablar de la presencia real y sacramental de Jesucristo en la Eucaristía que hablar de un recuerdo y de un símbolo? No, no da lo mismo. Son absolutamente incompatibles]
A los lectores católicos más atentos (como Costanza Miriano que, el 4 de noviembre, escribió sobre ello en el periódico "Il Foglio") estas palabras parecían expresar, no una comprensible preocupación por la erosión de los fundamentos de la fe cristiana por obra de la secularización, sino más bien una complacida aceptación del abandono de la disputa doctrinal con los protestantes, "gracias a lo cual -siempre según la opinión de Scaraffia- el diálogo entre católicos y luteranos está ya en condiciones de ir más allá de las divergencias teológicas". Por fin.
De hecho, al cabo de pocos días, Lucetta Scaraffia volvió a escribir estas mismas consideraciones no en el laico "Corriere", sino en el periódico oficial del Papa, en un duo con el colega protestante Figueroa, que las compartía plenamente.
Por parte protestante no resulta que haya habido reacciones a esta desenvuelta actualización del recorrido ecuménico realizado por las dos firmas principales de "L'Osservatore Romano".
Pero entre los valdenses italianos -pequeña y viva Iglesia protestante presente también en las dos orillas del Mar de la Plata-, dos renombrados teólogos como Giorgio Tourn y Paolo Ricca hace tiempo que son muy críticos ante la deriva secularizante de su Iglesia y de la Iglesia del Papa Francisco.
"La enfermedad -ha dicho Ricca en un reciente debate a dos sobre la 'Reforma'- es que todos nos dirigimos a lo social, cosa sacrosanta, pero en lo social agotamos el discurso cristiano y fuera de él permanecemos mudos".
Y Tourn: "La política del Papa Bergoglio es hacer la caridad. Pero está claro que el solo testimonio del amor fraterno no lleva automáticamente a conocer a Cristo. No hay hoy un silencio de Dios, sino nuestro silencio sobre Dios":
De hecho, al cabo de pocos días, Lucetta Scaraffia volvió a escribir estas mismas consideraciones no en el laico "Corriere", sino en el periódico oficial del Papa, en un duo con el colega protestante Figueroa, que las compartía plenamente.
Por parte protestante no resulta que haya habido reacciones a esta desenvuelta actualización del recorrido ecuménico realizado por las dos firmas principales de "L'Osservatore Romano".
Pero entre los valdenses italianos -pequeña y viva Iglesia protestante presente también en las dos orillas del Mar de la Plata-, dos renombrados teólogos como Giorgio Tourn y Paolo Ricca hace tiempo que son muy críticos ante la deriva secularizante de su Iglesia y de la Iglesia del Papa Francisco.
"La enfermedad -ha dicho Ricca en un reciente debate a dos sobre la 'Reforma'- es que todos nos dirigimos a lo social, cosa sacrosanta, pero en lo social agotamos el discurso cristiano y fuera de él permanecemos mudos".
Y Tourn: "La política del Papa Bergoglio es hacer la caridad. Pero está claro que el solo testimonio del amor fraterno no lleva automáticamente a conocer a Cristo. No hay hoy un silencio de Dios, sino nuestro silencio sobre Dios":
Aventuras y desventuras de nuestro recorrido ecuménico inaugurado por el Papa Francisco, también en versión argentina.
(Traducción en español de Helena Faccia Serrano, Alcalá de Henares, España)
(Traducción en español de Helena Faccia Serrano, Alcalá de Henares, España)