FUENTE: ADELANTE LA FE (THE REMNANT)
ENTREVISTA DE THE REMNANT AL CARDENAL BURKE.
EL VÍDEO ESTÁ EN INGLÉS
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DURACIÓN 30:34 MINUTOS
Antes que nada, Su Eminencia, ¿qué autoridad tiene AL? ¿Estamos hablando sólo de escándalo aquí, o estos párrafos problemáticos saben a herejía?
Cardenal Burke: Bueno, antes que nada, como dije en un principio, la forma precisa de Amoris Laetitia, precisamente las palabras del Papa en el documento indican que no es un ejercicio del magisterio papal.
Y necesariamente, la forma de leer el documento, como cualquier documento, es a la luz de la enseñanza y práctica inmutable de la Iglesia. Por lo tanto, las declaraciones de AL acordes a la enseñanza inmutable y práctica de la Iglesia ciertamente están muy bien.
Pero hay un número de declaraciones que son, en el mejor de los casos, confusas y deben ser clarificadas, y por eso nosotros los cuatro cardenales, siguiendo una práctica clásica de la Iglesia, hicimos cinco preguntas al Santo Padre que tienen que ver con los fundamentos de la vida moral y la enseñanza inmutable de la Iglesia.
Y está claro que nosotros, al presentar la dubia con esas preguntas, creemos que si no son respondidas hay gran peligro de que permanezca la confusión en la Iglesia, conduciendo almas al error respecto a las preguntas que tienen que ver con su propia salvación. Por lo tanto, hay un claro potencial de escándalo sin la clarificación de estas preguntas.
Respecto a su pregunta de la herejía, debemos estar muy atentos a la herejía material y a la herejía formal. En otras palabras, la herejía material: ¿el texto contiene declaraciones que son materialmente heréticas? ¿Son contradictorias a la fe católica? Herejía formal: ¿la persona—más precisamente, la persona que escribió el documento en nombre del Papa—tuvo la intención de proclamar enseñanzas heréticas? Finalmente, yo no creo que sea así.
Y creo, respecto a la primera pregunta, que el lenguaje y demás es confuso y es difícil decir si estas declaraciones confusas son materialmente heréticas. Pero deben ser clarificadas, y el negarse a responderlas podría conducir a la gente al error, a pensar radicalmente respecto a algunas cuestiones muy serias.
MJM: Si nada cambia y no hay una pronta clarificación, considerando que estamos hablando de la enseñanza de la Iglesia sobre la indisolubilidad del matrimonio—y dado que el matrimonio de por sí está siendo tan atacado, con el divorcio rampante e incluso ahora con el matrimonio gay—¿qué ramificaciones de AL vislumbra, especialmente del párrafo 305 y la nota al pie 351, de no haber clarificación, no sólo para la Iglesia sino para todo el mundo?
Cardenal Burke: Sería devastador. Recientemente leí un artículo de Ross Douthat en el New York Times, comentando la implementación de AL en la diócesis de San Diego. Dijo correctamente que si esa interpretación de AL fuera la correcta y aceptable, luego la enseñanza de la Iglesia sobre el matrimonio estaría acabada.
Y no podemos aceptarlo, por supuesto, porque es la ley que Dios escribió en el corazón de los hombres desde la creación misma; es el orden, la ley, que Cristo confirmó en Su enseñanza de manera muy clara, como se relata en Mateo capítulo 19, en el que Él confiere la gracia del sacramento cristiano. Por lo tanto la dubia debe ser respondida. Las preguntas deben ser respondidas según la tradición de la Iglesia, para que la Iglesia pueda llevar a cabo su misión de salvar al mundo.
Si la Iglesia simplemente fuera a aceptar las ideas de la cultura respecto del matrimonio, se habría traicionado a sí misma y habría traicionado a su Señor y Maestro, y sencillamente no podemos permitirlo.
MJM: Ahora, el 5 de septiembre en una carta privada a los obispos de Buenos Aires, el papa Francisco escribió: “No hay otras interpretaciones de Amoris Laetitia” más que la de admitir a los católicos divorciados vueltos a casar a la sagrada comunión en algunos casos. Él se muestra muy firme al respecto, Su Eminencia.
Por tanto, ¿es posible que usted imagine un escenario en el que de pronto descubra que se le ha pasado algo por alto, que los cuatro cardenales han malinterpretado y deben admitir que se equivocaron? Lo que quiero decir es, si eso no es posible, ¿cuál es el propósito de la dubia? ¿No saben ya las respuestas a sus cinco preguntas?
Cardenal Burke: Claro que sí. Pero lo importante es que el pastor de la Iglesia universal, en su obligación de salvaguardar las verdades de la fe y de promover las verdades de la fe—deje en claro que sí, que responde a estas preguntas de la misma manera en que las responde la Iglesia. Por lo tanto, lo que escribió en esa carta simplemente significa su comprensión personal del asunto. Pero esa carta difícilmente podrá ser considerada ejercicio del magisterio papal. Y por lo tanto es doloroso estar involucrado en esta situación, pero simplemente debemos presionar para clarificar el asunto.
MJM: Su Eminencia, en esta era de diálogo, el mismo papa Francisco ha llamado a una “discusión abierta sobre un número de cuestiones doctrinales” y dijo que la reflexión de los pastores y teólogos, si es fiel a la Iglesia, honesta, realista y creativa “nos ayudará a encontrar mayor claridad.” Entonces, ¿qué puede inferir de su decisión de no dialogar con usted en su búsqueda de esa misma claridad en este punto tan fundamental de la teología moral?
Cardenal Burke: Bueno, para decirlo francamente, creo que la gente nos ha acusado a nosotros, los cuatro cardenales, de faltarle el respeto al oficio papal, de una actitud perjudicial para el Papa. Pero no es el caso, en absoluto.
Nosotros somos cardenales. Tenemos una responsabilidad muy seria de asistirlo y, por esa razón, llamamos su atención sobre estas cuestiones que permanecen en un documento que lleva su firma. Y no podemos hacerlo de otra manera, y la Iglesia no puede hacerlo de otra manera. Y por lo tanto, sin lugar a dudas, el asunto deberá ser resuelto.
Hemos iniciado una conversación por medio de la dubia. Y cuando nos informaron de que no habría respuesta, sabíamos que debíamos publicar la conversación ante toda la Iglesia porque muchos fieles—muchos sacerdotes y obispos—están expresando gran confusión al respecto, y también observamos cómo se están levantando estas divisiones en varias parte de la Iglesia entre obispos y sacerdotes y fieles, sobre enseñanzas fundamentales de la fe.
Bueno, esa es la obra del demonio. El Espíritu Santo genera unidad y una conversión diaria de la vida hacia Cristo, que nos ayuda a superar nuestros pecados y a vivir de acuerdo con la verdad. Y por lo tanto esta división, esta confusión, debe ser enfrentada y remediada. ¿Tiene sentido esto para usted?
MJM: Absolutamente. Y obviamente, como fieles testigos, nos parece que esa es su tarea – su deber ante Dios.
Cardenal Burke: Efectivamente, usted sabe que algunas personas me han dicho: “¿Pero por qué publicaron la dubia? Él es el Papa. Ustedes deberían haber estado satisfechos.”
Pero no, no es suficiente, porque donde sea que vaya—y ahora viajo mucho—a todos los lados que voy la gente me dice: “¿Qué les pasa a los cardenales? Están estas preguntas serias y permanecen en silencio. No dicen nada.”
Y tienen razón. Si permaneciéramos en silencio, sin lugar a dudas daríamos a los fieles la idea de que todo está bien, pero no está todo bien.
MJM: Ahora bien, la idea de que esto podría escalar al punto de que usted pierda su cargo de cardenal. ¿Cree que podríamos llegar a esto?
Cardenal Burke: Ni siquiera pienso en ello. Quiero decir, claro que es posible. Ha ocurrido históricamente que un cardenal pierda su título. Pero no pienso en ello porque sé cuál es mi deber y no puedo distraerme con este tipo de pensamientos – usted sabe, preocuparme por si seré perseguido de alguna manera por defender la verdad.
Y como he dicho antes, una persona me dijo: “¿No tiene miedo de insistir sobre estos asuntos” Y le dije que lo que temo es tener que aparecer ante Nuestro Señor en el Juicio Final y tener que decirle: “No, no Te defendí cuanto Te atacaron, cuando la verdad que Tú enseñaste estaba siendo traicionada.” Por eso, simplemente no pienso en ello.
Cardenal Burke: Bueno, lo tiene, en el sentido de que la confusión se extiende, más y más, sobre una verdad fundamental de la fe. Ahora bien, en el caso de la crisis arriana, tenía que ver con las dos naturalezas de la persona de Nuestro Señor Jesucristo. Pero aquí estamos lidiando también con una verdad fundamental, en realidad, con dos verdades fundamentales: la verdad sobre el sagrado matrimonio y la verdad sobre la sagrada eucaristía. Y si esta confusión no se detiene, tendremos una situación en la que dentro de la Iglesia habrá grupos de personas que no creen en la fe católica, como por ejemplo la que encontró San Ambrosio cuando se convirtió en obispo de Milán. Así que es un asunto grave, y no creo que estén exagerando al hacer tal observación (la comparación con el arrianismo). No creo que estén exagerando en absoluto.
MJM: el obispo Athanasius Schneider, que a esta altura parece ser una especie de socio suyo, al darle su apoyo, gracias a Dios—en su carta de apoyo a los cuatro cardenales, habla de lo que llama “reacciones intolerantes” a la dubia, y señala que los cuatro cardenales han sido castigados como “tontos, cismáticos, herejes e incluso comparables a los herejes arrianos.” Obviamente, Su Eminencia, esto debe dolerle, personalmente. ¿Pero, qué es lo que pasó en la Iglesia para que un simple pedido de clarificación en un asunto de moral y doctrina encuentre una reacción tan visceral por parte de los miembros de la jerarquía? ¿Qué ha salido mal?
Cardenal Burke: Le diré lo que creo que ha salido mal, que hoy ha entrado en la Iglesia una forma de pensar muy terrenal, muy mundana. La Iglesia está dividida en partidos políticos y demás, en lugar de la unidad entre todos los católicos y la unidad en Cristo. Y esta forma mundana de pensar permite a las personas tomar una especie de enfoque ad hominem desmedido y ridículo.
La dubia fue planteada respetuosamente; son preguntas muy honestas y merecen una respuesta honesta. Y lo que veo en estas reacciones extremas es un signo de que las personas que no responden a nuestra dubia se dan cuenta que en realidad no pisan suelo firme. No pueden responder a la dubia correctamente y por eso intentan desacreditar a la persona que hizo las preguntas. Es una vieja reacción humana, pero es mundana, es secular. No tiene lugar en la Iglesia.
MJM: Entonces, ¿qué viene luego, Su Eminencia? Si el papa Francisco se niega a responder a su dubia, ¿cuál es el próximo curso de acción? Usted habló de la posibilidad de presentar una corrección formal. ¿Pero, a qué se parece eso exactamente?
Cardenal Burke: Bueno, no parece muy diferente a la dubia. En otras palabras, se presentarán las verdades que parecen cuestionarse en AL junto con lo que la Iglesia siempre ha enseñado, practicado y anunciado en la enseñanza oficial de la Iglesia. Y de esa manera los errores podrían corregirse. ¿Le parece que tiene sentido?
MJM: Sí, absolutamente. Un poco fuera de tema, pero cuando estaba en Roma cubriendo el Sínodo del año pasado, observé este tema constante—la idea del acompañamiento, la ‘Iglesia del acompañamiento’, como si en el pasado la Santa Madre Iglesia no hubiera sabido cómo acompañar al pecador.
Esto me confundió, pero además parecía ir más allá. Por ejemplo, en la Oficina de Prensa del Vaticano, el cardenal Peter Turkson nos aseguró que en el próximo sínodo la ‘Iglesia del acompañamiento’ encararía las llamadas ‘uniones gay’. ¿Usted vislumbra un próximo cambio en la manera que este pontificado ‘acompaña’ a aquellos en uniones gay? ¿Es posible que el próximo año, a esta altura, podamos estar discutiendo dubia sobre una exhortación post-sinodal que parece aprobar el estilo de vida gay?
Cardenal Burke: Bueno, esta noción de acompañamiento ciertamente no tiene un significado teológico clásico ni doctrinal. Y tampoco justifica cuestionar las verdades morales, especialmente en relación a los actos que son malos siempre y en todo lugar. Y si el acompañamiento es entendido de esa manera, usted tiene razón— podría conducirnos a todo tipo de discusiones muy perjudiciales y muy confusas.
Pero creo que esta falsa noción de acompañamiento que manifestó sus efectos nocivos en la discusión de las situaciones de aquellos en uniones matrimoniales irregulares, nos conducirá ya sea a clarificar lo que significa el acompañamiento o a abandonar el uso de dicho término.
Esto se remite a la relación entre la fe y la cultura. Estamos llamados por nuestra fe a encontrarnos con la cultura, pero nos encontramos con la cultura con las verdades de la fe y la llamamos a transformarse. En otras palabras, a conformarse más con la verdad que Dios ha escrito en la naturaleza misma y en el corazón humano en particular.
Pero si esa noción de encuentro con la cultura no está informada teológicamente, no es comprendida correctamente, parecerá que la Iglesia comienza a correr tras la cultura. En otras palabras, que intenta imitar a la cultura. Ahora, si la cultura fuera perfectamente cristiana, aunque siga siendo incorrecto, la fe no se vería dañada. Pero vivimos en una cultura que es anti-vida, anti-familia, anti-religión. Por lo tanto dar la impresión de que la Iglesia respalda dicha cultura—es una locura.
MJM: Cierto, así parece. Quiero decir, el Santo Padre reprende a los sacerdotes que convierten el confesionario en una “cámara de torturas”; pero parece que hoy, más que nunca, esta cultura que es muy cristofóbica, si se quiere, necesita escuchar la voz de la Madre Iglesia de una manera correctiva … quizás no acompañando, pero lo que quiero decir es que el acto de intentar corregir y ayudar al pecador—¿no es esa la principal manera de acompañar al pecador?
Cardenal Burke: ¡Exactamente! Y eso se hace con caridad. No enfrentamos a las personas acusándolas con el dedo, gritándoles, o actuando histéricamente. Nuestra fe nos hace ser serenos, pero también firmes y resueltos. Por lo tanto enfrentamos a la cultura con la verdad de la ley moral y la verdad que el propio Jesucristo enseña. Y de hecho, en la verdad, que es lo que la cultura desea realmente.
La cultura no respeta a una Iglesia que dice simplemente: “Oh, todo está bien” y la respalda. Esta cultura espera que la Iglesia la enfrente con un desafío. Muchas veces pienso en ello en términos de una relación entre padres e hijos. Cuando los niños se comportan mal, los niños deben ser corregidos y guiados. Si los padres simplemente los consienten, “oh, tienes razón, está bien”—los niños crecen de manera muy desordenada y tienen grandes problemas. Por eso los niños no respetan a sus padres.
MJM [riendo]: Puedo decirle, Su Eminencia, como padre de siete niños, no acompaño tanto a mis hijos. Los amo y los corrijo cuando es necesario, pero ¿acompañarlos? ¿Qué significa eso?
Cardenal Burke: Exactamente. Incluso como maestro, he corregido a estudiantes y hasta me han gritado: te odio. Usted sabe, han venido padres a decirme que su niño sale de la habitación diciéndoles: te odio. Pero pienso que en última instancia, ese niño, esa persona joven, estará muy agradecida por la corrección recibida. Puede que no sea gratitud inmediata, pero lo importante es eso – que tengamos la eternidad y el bien eterno del niño e incluso el destino eterno de la cultura, y podamos actuar en consecuencia.
MJM: Correcto. Sabe usted, Su Eminencia, los católicos han pasado por muchas cosas en la última década, el escándalo de los sacerdotes, la renuncia del papa Benedicto, y este pontificado poco convencional del papa Francisco. Y ahora esto. Sé que nos queda poco tiempo, pero ¿cuál es su consejo a los católicos fieles, de continuar el papa Francisco sin responder a su dubia?
Cardenal Burke: Mi consejo es éste, y está inspirado en la verdad, la realidad de que Cristo está vivo para nosotros en la Iglesia, en su enseñanza, en sus sacramentos, su vida de oración y de devoción, y en su disciplina: continúen impregnándose con el conocimiento de la fe y el conocimiento de Cristo, que está vivo para nosotros en la Iglesia.
Estudien el Catecismo de la Iglesia Católica y otras expresiones de la enseñanza inmutable de la Iglesia, por ejemplo la exhortación apostólica Familiaris Consortio de San Juan Pablo II. Y luego continúen profundizando su participación en la sagrada liturgia y la vida de oración en casa y en una vida devota.
Al mismo tiempo, esfuércense por conformar su vida más aún a las verdades de nuestra fe, siguiendo la enseñanza moral de la Iglesia y la enseñanza de la ley moral. Hoy, luego de la oración tras la comunión, rezamos en la Forma Ordinaria para que seamos antorchas que den la bienvenida a Cristo en nuestra oración y el testimonio de Su verdad, y eso es lo que debe preocuparnos. Y si hacemos esto estaremos animados y no nos dejaremos abatir por las grandes dificultades que estamos atravesando.
MJM: Su Eminencia, nací en 1966, soy básicamente un hijo del Concilio Vaticano Segundo, y pareciera que toda mi vida ha habido un patrón de disminución gradual de la sagrada tradición, reemplazándola con algo nuevo. Usted ya sabe, la comunión en la mano o las monaguillas, o las nulidades facilitadas, etcétera. El papa Francisco se describe a sí mismo como quien actúa en fidelidad al espíritu del Concilio Ecuménico Vaticano Segundo.
Y me pregunto, si para usted no es un tema de preocupación, que lo que parece que estamos viendo ahora sea, de hecho, una especie de continuación de aquel espíritu del Vaticano II que tiene menos que ver con Francisco y más que ver con una orientación totalmente nueva de la Iglesia Católica.
Cardenal Burke: Esa es una preocupación legítima. Y cuando escucho este lenguaje—el ‘espíritu del Vaticano II’—enseguida me pongo en alerta porque no hay duda (ha quedado demostrado y puede demostrarse aún más) de que mucho de lo que sucedió en la Iglesia después del Concilio Vaticano Segundo, que invocó al Concilio Vaticano Segundo, no tenía nada que ver con lo que los padres conciliares enseñaron.
Lo vimos en la devastación de la sagrada liturgia y también en otros aspectos.
Así que creo que lo que debemos hacer es regresar a la enseñanza inmutable de la Iglesia tal como la expresó el Concilio Vaticano Segundo, pero en todos los concilios ecuménicos y en todas las enseñanzas auténticas de la Iglesia a lo largo de los siglos.
Sólo cuando los católicos estén bien empapados en las enseñanzas de la fe, van a estar preparados para dar ese testimonio que hoy se necesita y también van a estar preparados para ser fuertes miembros de la Iglesia y para mantener fuerte a la Iglesia.
Hoy sufrimos por décadas de mala catequesis, o una falta total de catequesis. Y eso está dando sus frutos. Pero tenemos las herramientas para enfrentarlo y debemos usarlas.
Y veo muchos signos de gente que realmente quiere conocer su fe y profundizar su conocimiento de la fe. Y quieren que la sagrada liturgia sea lo que debe ser, un encuentro con el cielo y todo su esplendor. Estas personas están muy preocupadas por aprender cómo llevar una vida buena y moral.
MJM: Última pregunta, Eminencia, si pudiera decir algo que me ayude. Nosotros somos miembros de la prensa católica, y hay muchos miembros de la prensa católica que lo apoyan a usted y a los tres cardenales. Pero queremos ser parte de su solución. No queremos ser parte del problema. ¿Qué quiere que hagamos mientras se desenvuelve esta dramática situación de la dubia? En otras palabras, ¿qué es lo mejor que podemos hacer para ayudarlo en esta posición en la que se encuentra?
Cardenal Burke: Pienso que lo mejor que pueden hacer para ayudar, y muchos de ustedes ya lo han estado haciendo, es simplemente publicar la verdad, pero de manera serena, para mantener un respeto absoluto hacia la Iglesia en todos sus aspectos, incluyendo el oficio petrino, que es esencial para la vida de la Iglesia. Pero al mismo tiempo, decir claramente la verdad de manera amable.
Y si lo hacen, como un número de ustedes han estado haciendo, serán de mucha ayuda. No queremos contribuir con la división, tomando un enfoque muy agresivo y frontal, que divida al pueblo y cause que la gente no comprenda lo que está sucediendo y se escandalice. Creo que si expresa las verdades de la fe de una manera serena y amable, ayudará a todos, incluyendo a quienes quizás aún no comprenden la dificultad en la que nos encontramos.
MJM: Su Eminencia, le agradezco realmente que se haya tomado el tiempo de responder a estas preguntas. Creo que no hace falta decir que rezamos todos por usted y estamos muy agradecidos por la posición que ha tomado. Y si hay algo, en algún momento, que podamos hacer para ayudarlo, por favor háganoslo saber. Y por favor, tenga por seguro que cuenta con nuestro apoyo y nuestras oraciones a medida que avanza.
Cardenal Burke: Muchas gracias. Sigan rezando por mí, les estoy muy agradecido por ello. Y he disfrutado mucho hablando con usted esta mañana.
(Traducido por Marilina Manteiga. Artículo original)